Otros Trastornos de la Infancia, la Niñez o la Adolescencia

Otros Trastornos de la Infancia, la Niñez o la Adolescencia

Como profesionales en otros trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia, desde Gabinet Psicològic ofrecemos apoyo y orientación a nuestros pacientes y sus familias para ayudarles a manejar los síntomas de estos trastornos y mejorar su calidad de vida.

Los trastornos en niños son perturbaciones o alteraciones de la conducta del niño. Para determinar un posible problema deberán tenerse en cuenta parámetros clínicos, psicológicos, culturales y comportamientos comunes.

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Aspectos a tener en cuenta antes de considerar un trastorno de la infancia

Antes de suponer que nuestro hijo sufre una psicopatología, hay que tener en cuenta unos aspectos y entender más al pequeño:

  • Los niños son individuos cambiantes. A lo largo de su desarrollo, tanto físico como mental, se encuentran manifestaciones de la conducta que no tienen que ser patológicas por mucho que no las entendamos o no nos gusten. Son conductas adaptativas que dependerán de su edad.
  • El niño está constantemente aprendiendo. Recibe señales de su entorno y en muchas ocasiones no sabe responder porque no tiene la experiencia o las habilidades para hacerlo.
  • No todos los niños saben recuperarse de la crisis de la misma manera al igual que tienen características distintas condicionadas por su entorno. Es por eso que no todos los niños responden igual a los hechos que les preocupan o que no entiende.
Aunque las enfermedades mentales infantiles y los trastornos son difíciles de encajar entre los padres y otros adultos del entorno, los trastornos psicológicos en niños son cada vez más estudiados. Cada vez existen más tratamientos y posibilidades de superar las psicopatías. Hasta hace relativamente poco, se creía que los trastornos de este carácter no aparecían hasta la adolescencia. Hoy en día se ha demostrado que muchos trastornos psiquiátricos adultos nacen en la niñez.

¿Qué trastornos de la infancia y la niñez hay?

Existen distintos tipos de trastornos y siempre dependerán de unos causantes exteriores por el entorno del pequeño, por el sistema neurológico o por traumas vitales. Entre algunos trastornos de la infancia y la niñez encontramos:
  • Ansiedad infantil: Dentro de los trastornos de ansiedad infantil encontramos la ansiedad por separación, la ansiedad generalizada, la fobia social, el trastorno de pánico y el trastorno obsesivo compulsivo.
Estos trastornos se caracterizan por la ansiedad enorme ante la presencia de algún agente externo, alguien o algo que desencadena cierta situación. El miedo es natural, todos los niños lo padecen pero hablamos de fobia cuando se genera una crisis de ansiedad.
  • Trastorno reactivo de la vinculación: Estos trastornos nacen de la relación entre el niño y la principal persona que le cuida. Un vínculo seguro y de confianza asegurará un buen desarrollo del niño y relaciones sociales adecuadas en la vida adulta. Un niño con este trastorno indica una relación inapropiada para su nivel de desarrollo.
  • Trastornos afectivos y del estado de ánimo: En este grupo encontramos la depresión infantil y el trastorno bipolar. Estos trastornos acostumbran a tener un cuadro de síntomas parecido al de los adultos.
  • También existe la timidez como trastorno, muy vinculada a la baja autoestima y al déficit de habilidades sociales. Hay terapias para desarrollar las habilidades para socializar y poder reforzar la autoestima del menor. Es importante tratarlo a tiempo ya que sino se pueden desencadenar trastornos más graves.
  • Mutismo selectivo: El mutismo selectivo nace de la timidez, las fobias o la falta de desarrollo de habilidades sociales de los niños. Es cuando el niño decide no hablar en ambientes desconocidos.
  • Trastornos del sueño infantiles: Hay niños que tienen problemas en conciliar el sueño, se despiertan a menudo, tienen terrores nocturnos, son sonámbulos…
El psicólogo debe tratar todas aquellas alteraciones que impidan que el niño no tenga una rutina de sueño normal. Más allá de los trastornos de la infancia existen problemáticas que muchos niños sufren como el bullying o el maltrato. En el Gabinet psicològic de Mataró también se abordan estos problemas para que el niño no sufra psicopatías en un futuro.

Cuando nos referimos a ansiedad infantil estamos hablando de ansiedad durante la infancia.

Es decir, un sentimiento de aprensión, nerviosismo y temor excesivo provocado por síntomas reales o imaginarias que se da en niños o adolescentes. Se trata de un trastorno que puede converger en problemas de conducta, introversión y puede acabar provocando problemas sociales y fracaso escolar. 

Por eso, resulta importante detectar cuando una situación normal de ansiedad (puntual debido a situaciones cotidianas, como por ejemplo, un examen o un cambio de escuela) se convierte en excesiva y puede generar problemas más graves para los niños. En este caso, conviene ponerse en manos de un profesional para que ayude a los pequeños a superar esta ansiedad y a recuperar una visión realista, sensata y equilibrada de la vida y las situaciones cotidianas.

¿Cuáles son las causas de la ansiedad infantil?

La ansiedad infantil puede tener diferentes causas y orígenes. Puede deberse a situaciones traumáticas que han experimentado los niños en la escuela, en el entorno familiar… o a problemas de autoestima e incapacidad para relacionarse con los demás, como timidez excesiva. Así, por ejemplo, podemos hablar de:

  • Fobia escolar: cuando en la escuela se dan situaciones que pueden resultar estresantes y preocupantes para el niño hasta el punto de resultar traumáticas. A menudo, estas situaciones provocan ansiedad, así como también la propia incapacidad del niño para expresarlas o solucionarlas.
  • Fobia social: se da cuando el pequeño tiene miedo a no ser aceptado por las personas de su entorno. El nerviosismo que le genera esta situación puede derivar en problemas más graves.
  • Fobia familiar: el niño puede vivir una situación que le genere estrés en el seno familiar, como el divorcio de los padres (trastorno por separación de uno de los dos progenitores), y acabar sufriendo ansiedad infantil y otros problemas derivados.

¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad infantil?

Un trastorno de ansiedad infantil va más allá de nerviosismo o estrés ante determinadas circunstancias. Se trata de un problema más complejo que  suele expresarse en una gran variedad de síntomas. Algunos de los más habituales son:

  • Preocupación excesiva: sentimientos exagerados de intranquilidad y preocupación por actividades cotidianas.
  • Nerviosismo: nervios y estrés excesivos y que generan malestar.
  • Miedo: pánico a determinadas circunstancias o escenarios.
  • Tristeza: sensación de decaimiento y abatimiento.
  • Introversión: problemas para relacionarse con los demás y para expresar sentimientos y emociones.
  • Trastorno afectivo: el niño puede convertirse en una persona insegura y con problemas de timidez y de asertividad.
  • Bajo rendimiento escolar: falta de concentración y de atención que se puede traducir en un bajo rendimiento en la escuela.
  • Trastorno motor: problemas como orinarse en la cama, sonambulismo nocturno, tartamudear, chuparse el dedo…
  • Somatización: signos físicos que  pueden estar provocados por conflictos psicológicos internos (asma, anorexia, insomnio, cefalea…).

¿Cuál es el tratamiento para la ansiedad infantil?

Este problema puede tratarse reduciendo la respuesta de estrés y nerviosismo y proporcionando al pequeño las herramientas y pautas necesarias para afrontar la situación que le causa malestar. Un tratamiento psicológico en estos casos puede consistir en instruir a los padres sobre las respuestas adecuadas ante la conducta de su hijo, ayudar al pequeño a relajarse mediante ejercicios y técnicas y mejorar la autoestima del niño a través del elogio de sus méritos y capacidades.

En el tratamiento psicológico, también se trabaja para cambiar la percepción del niño de los problemas que le generan preocupación, ayudándolo a verlos como un reto o una situación cotidiana. De la misma manera, se les ayuda a exponerse de forma controlada a las circunstancias consideradas amenazantes y se les da las herramientas para que puedan hacerlo solos en un futuro.

El Trastorno de Ansiedad por Separación (TAS) se da cuando un niño experimenta una excesiva ansiedad ante el hecho de separarse de sus padres o de su hogar.

También puede darse hacia los abuelos, los hermanos u otras personas con las que exista una fuerte relación de apego. El niño siente un fuerte nerviosismo, ansiedad y estrés cuando es separado de una persona querida y muestra preocupación persistente hacia la posibilidad de perder a las personas con las que tiene una fuerte relación de apego.

El trastorno de ansiedad por separación puede aparecer en cualquier edad o época de la vida, de hecho es más frecuente en adultos que en niños. Sin embargo, en este artículo nos centraremos en el TAS infantil.
Lo encuadramos, por ello, en los trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia, como la ansiedad infantil, el trastorno obsesivo- compulsivo, el trastorno reactivo de la vinculación de la infancia o la niñez, la depresión infantil o el trastorno bipolar. También se incluyen en esta categoría otros trastornos, como la timidez, la baja autoestima, el mutismo selectivo, las fobias infantiles o las alteraciones del sueño.

¿Cuáles son las causas del Trastorno de Ansiedad por Separación?

Las causas de este problema no están del todo claras. No obstante, se cree que pueden existir factores desencadenantes y factores predisposicionales para sufrir esta dolencia. En ocasiones, las características familiares y el tipo de relación que se establezca con los padres pueden actuar como un factor desencadenante para sufrir TAS.

¿Cuáles son los síntomas del Trastorno de Ansiedad por Separación?

Los niños que sufren este problema suelen presentar una serie de síntomas muy claros. Sin embargo, para que exista un diagnóstico efectivo, estos síntomas deben ser recurrentes y alargarse en el tiempo. No podemos hablar, por ejemplo, de PAS en el caso de un niño que sufra ansiedad por separarse de sus padres durante los primeros días de escuela. En cambio, sí que podemos sospechar si la ansiedad lógica de los primeros días de escolarización se alarga en el tiempo de forma prolongada y se da en otras circunstancias que también implican separación.

Los síntomas más usuales son los siguientes:

  • Estrés y ansiedad ante la posibilidad de separarse del padre, la madre u otra persona del entorno familiar.
  • Estrés o ansiedad ante la posibilidad de separarse o de abandonar el hogar.
  • Preocupación constante y exagerada sobre la posible pérdida de una persona querida.
  • Preocupación constante y exagerada sobre la posibilidad de que se produzca una situación que obliga a la separación de la persona querida.
  • Temor excesivo a estar solo.
  • Ansiedad.
  • Baja Autoestima.
  • Problemas de relación con los demás.
  • Introversión.
  • Rechazo a dormir sin la presencia de la persona querida o el sujeto de apego.
  • Alteraciones del sueño y pesadillas relacionadas con la posibilidad de una separación.

¿Cuáles es el tratamiento para el Trastorno de Ansiedad por Separación?

Existen diferentes tratamientos que pueden resultar muy beneficiosos para los niños que sufren TAS. Es importante acudir a un profesional cualificado, como por ejemplo un psicólogo infantil, ya que es quien mejor podrá ayudarnos. La mayoría de terapias se centran en establecer una relación con el paciente y los familiares para  trabajar juntos de manera eficiente. De esta manera, se consigue abordar el problema desde diferentes frentes.

También conocido como Trastorno del Vínculo, este tipo de problema se da en niños que han sufrido en su primera infancia una ruptura brusca en el vínculo madre- hijo (o padre- hijo, aunque en menor medida).

Puede darse, por ejemplo, en casos de abandono, drogadicción, situaciones de maltrato, separación de los padres, ingreso en un centro de menores y otras situaciones traumáticas para el pequeño. El niño muestra hiperactividad, impulsividad, rechazo al cuidador, tendencia a evitar el contacto físico, baja autoestima…

También se observa ansiedad en determinadas circunstancias, introversión y deseo de soledad. El trastorno reactivo de la vinculación de la infancia o la niñez se enmarca en los trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia, como la ansiedad infantil, el trastorno obsesivo- compulsivo, el trastorno de ansiedad por separación, la depresión infantil o el trastorno bipolar.

También se incluyen en esta categoría otros trastornos, como la timidez, la baja autoestima, el mutismo selectivo, las fobias infantiles o las alteraciones del sueño.

¿Cuáles son las causas?

Este tipo de problema suele tener su origen en una situación traumática vivida durante la infancia del pequeño. Es decir, durante las primeras etapas de la vida del niño. Se trata, principalmente, de situaciones que implican abandono por parte de los progenitores por diferentes motivos (separación matrimonial, drogadicción…). No obstante, también se han observado casos de niños que sufren este problema sin haber experimentado experiencias traumáticas destacables.

Por ello, se cree que las largas jornadas laborales de los padres, que obligan a la contratación de canguros o cuidadores durante todo el día, y la escolarización en guarderías antes de los 2 años también pueden propiciar la aparición de este problema.

¿Cuáles son los síntomas del Trastorno Reactivo de la vinculación de la infancia o la niñez?

Cuando un niño sufre este problema, experimenta una serie de síntomas que pueden ser fácilmente identificables. Aunque no todos tienen que converger en todos los casos, algunos de los más comunes son los que se detallan a continuación:

  • Marcado rechazo hacia el cuidador.
  • Conducta agresiva.
  • Exigencias y manipulaciones hacia los padres.
  • Tendencia a evitar el contacto físico con otras personas.
  • Hiperactividad.
  • Impulsividad exagerada o fuera de lo normal.
  • Deseo de soledad.
  • Tendencia al aislamiento.
  • Baja Autoestima.
  • Dificultad para ser consolado.
  • Problemas de desarrollo de las capacidades sociales.
  • Problemas para interactuar socialmente y para relacionarse con los demás.
  • Ansiedad en determinadas circunstancias.
  • Actitud fría hacia el cuidador y otras personas del entorno.
  • Depresión y tristeza.
  • Somatización. Aparición de problemas físicos (dolor de cabeza, malestar gastrointestinal…) con un origen psicológico o emocional.

¿Cuál es el tratamiento para el Trastorno Reactivo de la Vinculación de la infancia o la niñez?

Existen varios tratamientos que pueden resultar útiles para los niños que sufren este problema. Si se sospecha que un niño puede sufrirlo, lo mejor es acudir a un profesional para que realice el diagnóstico y no sugiera el mejor enfoque terapéutico en cada caso.

En ocasiones, no se aplica una única terapia, sino una combinación de varias, ya que se suelen diseñar estrategias personalizadas para cada niño.

La depresión es un trastorno del estado de ánimo, que puede ser transitorio o permanente, y que se caracteriza por sentimientos de tristeza, infelicidad y culpabilidad, además de imposibilitar el disfrute por parte de la persona que lo sufre de los acontecimientos de la vida cotidiana.

Puede darse en adultos o en niños. Cuando se produce durante la infancia, la niñez o la adolescencia hablamos de depresión infantil. Así pues, la depresión infantil es un trastorno del estado de ánimo en los niños que se manifiesta en estados de nerviosismo, ansiedad, tristeza, falta de comunicación, falta de energía, timidez, baja autoestima y déficit de habilidades sociales

Debido a la falta de madurez emocional de los pequeños, la depresión puede convertirse en un problema muy grave si no se diagnostica y trata de forma adecuada, llegando a afectar a su correcto desarrollo. En este sentido, es importante tener en cuenta que los niños y adolescentes carecen de las herramientas para manejar sus propias emociones, lo que puede agravar el problema.

¿Cuáles son las causas de la depresión infantil?

Las causas de este trastorno pueden ser muy variadas y diferir de un caso a otro. Por lo tanto, pueden existir factores genéticos (si padres o hermanos han sufrido depresión), factores fisiológicos (determinadas enfermedades), factores personales y factores ambientales (estrés, ansiedad…).

¿Cuáles son los síntomas de la depresión infantil?

Los síntomas de este trastorno pueden ser variados, pero deben darse durante un periodo de tiempo moderadamente largo para poder hablar de depresión infantil como tal. Así, el periodo depresivo debe durar al menos 15 días y no estar motivado por el consumo de ninguna sustancia.

Los síntomas más usuales son:

  • Humor depresivo: un estado de ánimo triste, decaído… el niño no tiene ganas ni ilusión por realizar actividades normales durante la infancia, como jugar.
  • Irritabilidad: se muestra hosco e irritable sin motivo aparente. Incluso puede llegar a tener una conducta agresiva.
  • Pérdida de energía: el pequeño se muestra desganado, desanimado y no habla.
  • Baja autoestima: percepción negativa de sí mismo y de sus cualidades.
  • Culpabilidad: excesivo autocastigo y sentimientos de culpabilidad exagerados y fuera de lugar.
  • Falta de concentración: el niño no se concentra, se muestra descentrado y sin interés.
  • Bajo rendimiento académico: disminución del rendimiento escolar.
  • Alteraciones del sueño y del apetito.
  • Conducta autodestructiva: los niños con este trastorno pueden mostrar conductas suicidas mientras juegan, como realizar actividades peligrosas o, incluso, autolesionarse.
  • Variaciones de peso: muchos niños sufren un aumento de peso debido a los trastornos depresivos.
  • Somatización: problemas físicos o de salud (dolor de cabeza, alteraciones gastrointestinales…) de origen psicológico o emocional.

¿Cuál es el tratamiento para los trastornos depresivos infantiles?

Si sospechamos que nuestro hijo o cualquier otro niño sufre un trastorno depresivo, debemos acudir a un psicólogo infantil (especializado en temas de infancia) o de familia, ya que es el profesional que mejor nos podrá ayudar.  En cuanto al tratamiento, existen diferentes opciones a tener en cuenta. El profesional es quien debe valorar cada caso en concreto y, en función de los síntomas o características que presente el paciente, decantarse por uno u otro tratamiento.  El enfoque de la terapia y de las actuaciones a llevar a cabo se comentan y analizan con los padres, para que éstos estén informados en todo momento del tratamiento y de la evolución de su hijo.

El trastorno obsesivo compulsivo en niños es un trastorno de ansiedad caracterizado por pensamientos intrusivos que se producen de forma repetitiva.

Debido a estos pensamientos, los niños sufren inquietud, temor o preocupación y realizan conductas repetitivas (compulsiones) destinadas a rebajar su nivel de ansiedad. Lavarse muy a menudo las manos (con una frecuencia exagerada) por ejemplo, puedes ser una de estas conductas compulsivas, aunque existen muchas otras.

El trastorno obsesivo – compulsivo (TOC) puede aparecer en cualquier edad o época de la vida, pero en este artículo nos centraremos en el TOC infantil. Lo encuadramos, por ello, en los trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia, como la ansiedad infantil, el trastorno de ansiedad por separación, el trastorno reactivo de la vinculación de la infancia o la niñez, la depresión infantil o el trastorno bipolar.   También se incluyen en esta categoría otros trastornos, como la timidez, la baja autoestima, el mutismo selectivo, las fobias infantiles o las alteraciones del sueño.

¿Cuáles son las causas del TOC?

No existe una causa a la que pueda atribuirse directamente la aparición de este problema en los niños. A lo largo de los años, sin embargo, se han definido varias causas que podrían explicar su origen, por lo que a menudo se cree que podría deberse a una combinación de varios factores.

Se cree que podría existir un fuerte componente genético implicados en su desarrollo, pero también factores sociales. Unos padres sobreprotectores y controladores, por ejemplo, o haber crecido en un ambiente en el que no se ha podido desarrollar correctamente una autoestima sana podrían contribuir a desencadenar TOC.
Este tipo de situaciones, pueden generar ansiedad y baja autoestima en la infancia, que se traduce en pensamientos negativos y preocupaciones que, a su vez, derivan en compulsiones al llegar a la adolescencia.

¿Cuáles son los síntomas del TOC?

El TOC se manifiesta a través de una serie de síntomas que aparecen de forma recurrente. A continuación resumimos algunos de los más habituales:

    • Pensamientos negativos.
    • Ansiedad y nerviosismo.
    • Realización constante de conductas repetitivas.
    • Temor y preocupación.
    • Baja autoestima y dificultades para relacionarse con los demás.
    • Perfeccionismo excesivo.
    • Sobreestimación de la amenaza (miedo desproporcionado a un suceso que todavía no ha acontecido).
    • Obsesión por determinados temas o aspectos de la vida (higiene, sexualidad…).

Las obsesiones más frecuentes en las personas que sufren esta dolencia pueden ser:

  • Obsesiones de contaminación y limpieza: preocuparse de forma exagerada y compulsiva por gérmenes y virus (contagiarse o contagiar a los demás), suciedad, enfermedades polución… pueden ser personas que se limpian constantemente las manos o que mantienen exageradamente limpia su casa.
  • Obsesiones sobre la salud y el físico: tener actitudes compulsivas respecto a la dieta, el ejercicio físico, la moda…
  • Obsesiones vinculadas al sexo y a la sexualidad: masturbación compulsiva, pensamientos recurrentes sobre sexualidad que generan malestar…

  ¿Cuál es el tratamiento para el TOC?

Lo cierto es que existen diferentes tratamientos y que, en muchas ocasiones, se aplica una combinación de varias terapias. Así por ejemplo, se ha demostrado que la terapia cognitiva-conductual da buenos resultados para reducir las compulsiones. En concreto se aplica un método específico llamado Exposición y Prevención de Respuesta (EPR). En este tipo de tratamiento, el paciente se enfrenta al objeto o idea temida (directamente o de forma imaginaria) y es alentado a evitar sus rituales (compulsiones) con apoyo y medios provistos por el terapeuta. Sin embargo, existen otras líneas de tratamiento que también han demostrado su eficacia en el TOC infantil. Un psicólogo de confianza es quien mejor nos podrá aconsejar en este sentido.

El trastorno bipolar es una afección en la que el individuo sufre cambios fuertes en el estado de ánimo.

También conocido como trastorno maníaco-depresivo. Es una enfermedad mental que se caracteriza por cambios severos en el estado de ánimo inusuales. Estos pueden durar varias semanas o meses y van más allá de lo que la mayoría de nosotros experimentamos.

El sujeto puede sentirse muy contento o feliz, muy activo (manía) y también puede sentirse totalmente deprimido y perder actividad (depresión mayor). El enfermo sufre los dos estados de ánimo de forma potente y puede afectar tanto a sus relaciones personales como a sus relaciones laborales o a sus estudios.

Hay extremos en que el sujeto bipolar puede llegar a hacerse daño o suicidarse. Sin embargo, existen tratamientos eficaces para las personas con esta enfermedad que pueden ayudarles a tener una vida totalmente normal.

Los cambios de estado de ánimo que se sufren en un cuadro de bipolaridad son los siguientes:

  • Depresiones: sentimientos de depresión intensa y desesperanza.  
  • Manías: sentimientos de felicidad extrema .
  • Mixtos: por ejemplo sentirse deprimido y al mismo tiempo tener la inquietud y el exceso de actividad de la fase maníaca.

¿A cuánta gente afecta el trastorno bipolar?

Uno de cada 100 adultos tiene un trastorno bipolar. Generalmente, empieza durante las últimas etapas de la adolescencia o a principios de la vida adulta, sin embargo hay niños y adultos con esta afección. Tanto hombres como mujeres pueden verse afectados por esta enfermedad por igual.

¿Cuáles son las causas del trastorno bipolar?

No se tienen datos exactos sobre causas concretas de la bipolaridad, aún así hay factores que influyen:

  • Factores genéticos: Es una enfermedad hereditaria que se acostumbra a repetir en distintos miembros de una misma familia.
  • Anormalidad en la estructura cerebral y sus funciones. Normalmente son partes del cerebro que controlan los estados de ánimo del individuo.
  • Enfermedades físicas que tienden a propiciar cambios en el estado de ánimo y acontecimientos vitales con altos niveles de estrés.

¿Cuáles son los síntomas del trastorno bipolar?

  1. Depresión: es un sentimiento que todos podemos reconocer en nosotros mismos a lo largo de la vida; pero en el caso el trastorno bipolar es más intenso, continúa durante más tiempo y hace que sea difícil o imposible afrontar el día a día. Dentro del estado depresivo el sujeto puede:
    • Sentirse triste y abatido.
    • Tener muchas preocupaciones.
    • Sentirse vacío.
    • Desconcentrarse con facilidad, no se puede focalizar en nada.
    • Olvidar cosas importantes.
    • Volverse menos enérgico, perder las ganas de hacer actividades.
    • Sentirse agotado.
    • Sufrir insomnia.
    • Tener pensamientos suicidas recurrentes.
  2. Manía: es un sentimiento extremo de bienestar, energía y optimismo. Puede ser tan intensa que afecte a la manera de pensar y juzgar; en este estado se pueden creer cosas extrañas sobre uno mismo, tomar malas decisiones y comportarse de manera vergonzosa, dañina y a veces peligrosa.

Dentro del estado de manía, el sujeto puede:

¿Cuál es el tratamiento del trastorno bipolar?

Al igual que en los trastornos adaptativos, hay terapias que pueden ayudar mucho a mejorar la situación del sujeto. Sin embargo, en trastornos bipolares los fármacos estabilizadores del ánimo son necesarios.

¿Qué tratamiento conviene más?

Eso lo tiene que decidir el psiquiatra según el estado clínico del paciente, predominancia de episodios depresivos o maníacos…

¿Durante cuánto tiempo se debe tomar un estabilizadores del estado de ánimo?

Durante al menos dos años después de un primer episodio, y hasta cinco años o de forma indefinida si existen:

  • Recaídas frecuentes.
  • Episodios psicóticos.
  • Consumo abusivo de alcohol o drogas.
  • Estrés continuado en casa o el trabajo.

¿Es útil el tratamiento psicológico para el trastorno bipolar?

Entre fases maníacas y depresivas el tratamiento psicológico puede ayudar.  Debe incluir:

  • Sentirse extremadamente animado y contento.
  • Estar muy nervioso o alterado, incluso puede presentar ansiedad.
  • Cambiar de tema rápidamente en las conversaciones y hablar muy rápido.
  • Estar irritado, más sensible de lo normal o sentirse inquieto.
  • Tener problemas para conciliar el sueño y descansar.
  • Intentar hacer muchas cosas al mismo tiempo y estar desmesuradamente activo.
  • Ponerse en riesgo: gastar dinero sin meditarlo, tener sexo sin precauciones…
El tratamiento psicológico puede ser de gran ayuda. La psicoterapia o terapia de diálogo puede ser de gran ayuda para pacientes con trastorno bipolar. Estas terapias están orientadas a cambiar conductas negativas, a afrontar problemáticas de la enfermedad y a manejar sus vidas de forma autónoma. Además también puede ayudar a los pacientes a llevarse mejor con su familia y amigos.

La timidez es un estado de ánimo que afecta a las relaciones personales. No está considerada como una enfermedad o una patología, pero sí como una pauta de comportamiento que limita el desarrollo social de quienes lo experimentan.

Puede darse en cualquier etapa de la vida, pero suele ser más frecuente en la infancia y la adolescencia. A menudo, es habitual que esta pauta de comportamiento se vaya atenuando con el paso de los años. Por eso, la timidez se pueden enmarcar dentro de los llamados trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia, como los trastornos del sueño, la baja autoestima, el mutismo selectivo, las fobias infantiles o el trastorno del vínculo.

 También se incluyen en esta categoría otros trastornos, como la ansiedad infantil, el trastorno obsesivo- compulsivo, el trastorno de ansiedad por separación, la depresión infantil o el trastorno bipolar.

¿Cuáles son las causas de la Timidez?

Lo cierto es que no existe una casuística que pueda asociarse directamente con la timidez. Los científicos consideran que pueden existir factores genéticos y hereditarios (si los progenitores eran tímidos durante la infancia es probable que el hijo también lo sea) y también causas de origen social (la educación recibida…).

¿Cuáles son los síntomas de la timidez?

La timidez infantil suele expresarse en una serie de síntomas muy comunes. El niño evita situaciones que le hagan llamar la atención o ser el centro, es introvertido, callado y tranquilo. Además, tiene dificultades para crear nuevas relaciones y para hacer amigos nuevos. A continuación detallamos algunos de los síntomas más habituales de la timidez:

  • Niño tranquilo y callado.
  • Niño temeroso.
  • Con tendencia a evitar las relaciones sociales.
  • Dificultad para establecer nuevas relaciones y hacer amigos.
  • Con tendencia a la introversión.
  • Puede tener baja autoestima.
  • Preferencia por pasar desapercibido y no llamar la atención de padres, maestros, educadores…
  • Miedo y resistencia a los cambios.
  • Ansiedad y nerviosismo ante situaciones que implican interacción con otras personas (empezar en una escuela nueva).
  • Ansiedad y nerviosismo ante situaciones que implican ser el centro de atención (leer en público, hablar ante toda la clase…).
  • Rechazo a hablar ante personas poco conocidas o desconocidas.
  • Tendencia a esconderse y a no socializar si, por ejemplo, tenemos invitados en casa.

¿Cuál es el tratamiento para la timidez?

La timidez infantil puede ser normal hasta cierto punto. Muchos niños son tímidos pero ello no les impide llevar una vida normal y enfrentarse a nuevas situaciones y retos. Sin embargo, si se observa que esta pauta de conducta interfiere de forma negativa en el normal desarrollo de las actividades diarias puede ser necesario ponerse en manos de un profesional cualificado para que realice un diagnóstico y proponga un tratamiento.

Existen varios tratamientos que pueden resultar beneficiosos para los niños con problemas de timidez. Uno de ellos es la terapia cognitivo-conductual, que consiste en modificar las creencias y ayudar también a la modificación de ciertas conductas.
Además, hay otra líneas de tratamiento y otros enfoques terapéuticos que pueden resultar interesantes y pueden ofrecer buenos resultados. El psicólogo es quien mejor nos podrá recomendar una línea de actuación concreta en cada caso.

La baja autoestima y el déficit en las habilidades sociales se da habitualmente durante la infancia, la niñez o la adolescencia.

Son conductas relacionadas que se retroalimentan y que se pueden trabajar mediante entrenamientos o terapias en un centro psicológico especializado.

¿Cómo identificar la Baja Autoestima en niños y adolescentes?

Los niños o adolescentes que presentan baja autoestima muestran los siguientes síntomas de forma repetida en el tiempo:

  • Hablar de forma negativa sobre sí mismo.
  • Atribuir su propio éxito a factores externos y el fracaso a factores internos. Ejemplo: He suspendido porque soy tonto, o he sacado buena nota porque era un examen muy fácil.
  • Impulsividad.
  • Poca tolerancia a la frustración.
  • Tienen mala relación con los demás.
  • Tienden a meterse con los otros, debido a que no consiguen tener relaciones positivas, de manera que descargan su frustración en los otros, tendiendo a el mal ajeno.
  • Aislamiento y falta de participación en actividades sociales.
  • Pasividad y falta de comunicación.
  • Dificultades para hacer nuevos amigos.
  • Dificultad a la hora de expresar los propios sentimientos.
  • Poca motivación o falta de objetivos, sobre todo en los adolescentes.
  • Gran malestar por las críticas y gran importancia a las opiniones de los demás.

Déficit de habilidades sociales

La falta de habilidades sociales se presenta ya desde la infancia y es especialmente dolorosa durante la adolescencia, época en que la relación con los demás adquiere una gran importancia. Las habilidades sociales son los hábitos que tienen que ver con la comunicación, el lenguaje no verbal, la comunicación eficaz, la resolución de conflictos y el manejo de comportamientos irracionales.

La empatía y la asertividad son vitales para poder tener una buena capacidad de relación con los demás:

  • Empatía: es la capacidad de ponerse en el lugar de otra personas, situarse en el punto de vista diferente, comprender los sentimientos ajenos y expresarlo. Este aspecto es fundamental para facilitar la comunicación con los demás.
  • Asertividad: Es la autoafirmación y defensa de nuestros propios derechos, deseos y necesidades, de forma directa y adecuada. Esta capacidad es vital para trabajar la autoestima.

En nuestro centro psicológico te ayudamos a trabajar los aspectos relacionados con la baja autoestima y con el déficit de habilidades sociales. Disponemos de terapias individuales, terapias de psicología online y entrenamiento en habilidades sociales, especialmente indicado para este tipo de trastorno.

Como mejorar si eres adulto

Para niños, adolescentes y adultos es importante llegar a conseguir una actitud positiva hacia uno mismo. Estos son algunos aspectos fundamentales a trabajar:

    • Autoconocerse: Es importante ser consciente de las propias limitaciones o errores, así como nuestras cualidades, para minimizar nuestros propios “puntos ciegos”. Por ejemplo, en este caso, las personas que sufren dificultades para relacionarse con los demás deben darse cuenta de esta limitación.
    • Autoaceptarse: Es vital aceptarse a pesar de las limitaciones de cada uno y de la aceptación de las personas ajenas. Siguiendo con el caso anterior, es importante aceptar que existe esta limitación.
    • Ser consecuente: Trabajar las áreas que dificultan nuestro bienestar día a día, para sentir más plenitud y felicidad. Por ello, si vemos y aceptamos que tenemos una limitación que queremos modificar, lo consecuente sería trabajar para mejorar.

Trabajar en las áreas de nuestra conducta que nos limitan, reporta grandes beneficios para la autoestima, ayuda a considerarnos de forma positiva y a mantener una actitud constructiva al respecto. Para conocer más sobre la Baja autoestima, visita la sección especializada de nuestra página web.

El acoso escolar (o bullying, si utilizamos el anglicismo para este término) es una situación que se da cuando un niño o adolescente sufre cualquier forma de maltrato físico o psicológico en el ámbito educativo de forma reiterada.

Puede darse físicamente (en el propio centro escolar) o a través de internet, redes sociales… En este caso, hablamos de ciberacoso. El maltrato suele proceder de otros compañeros y se suele manifestar en un hostigamiento constante, violencia, intimidación, abuso de poder por parte de un agresor más fuerte, exclusión social, coacciones, burlas…

Debido a todo ello, la víctima experimenta una serie de síntomas de cierta gravedad, como baja autoestima y déficit de habilidades sociales, ansiedad infantil, tristeza, depresión infantil, bajo rendimiento escolar,  miedo de ir a la escuela, aislamiento, soledad o trastornos del sueño, entre otros. Es, por lo tanto, un problema grave que debe tratarse para evitar que pueda provocar secuelas permanentes en el niño o adolescente que sufre esta situación.

¿Cuáles son los síntomas que indican que un niño puede sufrir bullying o acoso escolar?

  • Cambios de comportamiento: el niño que sufre bullying cambia su comportamiento y se muestra más introvertido, triste, nervioso y empieza a mostrar rechazo por la escuela. Es probable que estos síntomas sean más evidentes durante los días lectivos y se suavicen o desaparezcan durante el fin de semana o los días en que no haya escuela. De hecho, se habla del Síndrome del Domingo por la tarde porque las víctimas de bullying empiezan a sufrir algunas de estas patologías el día previo al inicio de las clases.
  • Síntomas psicosomáticos: es muy probable que los niños que son víctima de acoso escolar tengan problemas físicos de origen psicológico o emocional, como mareos, dolores de cabeza, alteraciones gastrointestinales, falta de apetito, problemas de sueño…
  • Ansiedad y depresión: un elevado porcentaje de niños que sufren situaciones de este tipo tienen problemas de ansiedad y depresión.
  • Irritabilidad: el niño se muestra irritable, malhumorado, hosco… sin razón aparente y sin que los padres entiendan el motivo de su hostilidad.
  • Falta de apetito o de sueño: las alteraciones en el sueño y en el apetito pueden ser también signos de este tipo de situaciones. El menor deja de comer o come menos o tiene problemas para conciliar el sueño.
  • Tristeza injustificada: el pequeño se siente triste sin motivo aparente y de forma exagerada, pierde la ilusión por las pequeñas cosas y pierde también espontaneidad.
  • Aislamiento: el pequeño tiene cada vez menos amigos o se cierra en si mismo, aislándose de los demás.
  • Bajo rendimiento escolar: las notas empiezan a caer y el rendimiento baja, incluso cuando el niño era un muy buen estudiante.
  • Problemas de autoestima: la autoestima de la víctima también se ve seriamente afectada después de sufrir acoso.

¿Cuál es el tratamiento para el bullying o acoso escolar?

El tratamiento para niños y/o adolescentes que han sufrido o sufren bullying o acoso debe iniciarse lo antes posible. Es decir, ante la primera sospecha de que pueda existir un problema, ya que cuanto más tiempo pasa más trastornos emocionales y psicológicos puede sufrir la persona afectada.

El psicólogo es el profesional más adecuado para tratar al niño, evaluar el posible daño y ayudarlo a superar el trauma sufrido. En general, el tratamiento consiste en ayudar a los afectados a mejorar la percepción que tienen de sí mismos, aumentar su autoestima y en darle herramientas para que pueda enfrentarse a la situación. También se trabaja de forma especial para potenciar sus habilidades sociales y ayudarle a superar y a dejar atrás la experiencia traumática vivida.

El mutismo selectivo es un trastorno de la infancia, la niñez o la adolescencia que se da cuando un niño se inhibe en determinados ambientes y permanece sin articular palabra.

No obstante, no es un mutismo como tal, ya que el niño habla y se expresa correctamente en otros ambientes en los que se siente cómodo y a gusto. Se trata de un problema difícil de detectar y para el que no hay unas causas claras. Aunque no es muy habitual, se cree que podrían sufrirlo entre un 0,1% y un 1,9% de los menores de 15 años. No se considera un trastorno de comunicación porque los niños que lo sufren hablan y se comunican de forma normal en determinados contextos y se inhiben en otros.

Además, no tiene problemas de aprendizaje y funcionan normalmente en otras áreas de comportamiento. Por ello, a menudo se relaciona o confunde con otros problemas, como ansiedad infantil, timidez extrema, depresión, acoso escolar, etc.

¿Cuáles son las causas del mutismo selectivo?

Lo cierto es que no se han establecido unas causas a las que se pueda atribuir directamente este trastorno. Sin embargo, se considera que puede deberse a hechos concretos ocurridos durante la primera infancia. Estos hechos pueden ser reales o imaginarios y pueden haber generado un trauma en el niño. También se ha apuntado que podrían existir causas genéticas para este problema. Es decir, un componente hereditario.

¿Cuáles son los síntomas del mutismo selectivo?

Aunque no en todos los casos coinciden todos, algunos de los síntomas de este trastorno son:

  • Inhibición e incapacidad de hablar en determinados ambientes o situaciones.
  • Problemas de relación con los demás.
  • Incapacidad para un correcto desarrollo social.
  • Sensibilidad a la luz y al sonido.
  • Incomodidad en ambientes bulliciosos o con gentío.
  • Dificultad para expresar sus sentimientos.
  • Incapacidad para mantener el contacto visual con otras personas.
  • Expresión vacía o carente de emociones.
  • Preocupación excesiva por problemas cotidianos.
  • Ansiedad.
  • Introversión.

Además, se cree que un trastorno de este tipo que no se trate correctamente puede derivar en problemas mayores, como fobias y trastornos reactivos.

¿Cuál es el tratamiento?

Existe más de un tratamiento para los mutismos selectivos. El psicólogo es el profesional que mejor nos podrá asesorar sobre este problema y su tratamiento, así como las alternativas terapéuticas que existan. Algunos profesionales hablan de terapias que ayuden a mejorar la comunicación y permitan al niño superar su problema. Para ello, pueden valerse de diferentes técnicas y proporcionar a los padres unas pautas para el trabajo diario con sus hijos y para las relaciones con otras personas. Algunas de estas pautas pueden ser:

  • Usar comunicación alternativa cuando se produce el bloqueo del habla (dibujos, escribir notas…).
  • No mostrar desesperación si no se consigue que los niños hablen, ya que de lo contrario pueden percibir nuestro malestar y se puede incrementar el problema.
  • Observarlos y tener en cuenta sus intereses.
  • Evitar realizar comentarios o calificaciones sobre el bloqueo del habla y el retraimiento de los niños.

Las fobias infantiles están consideradas como uno de los trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia.

Se trata de un miedo muy intenso y, a menudo, desproporcionado, irracional e incontrolable ante situaciones u objetos concretos. Suelen aparecer entre los 6 y los 12 años y, en muchas ocasiones, desaparecen espontáneamente pasado un tiempo. En otras, en cambio persisten o se manifiestan de otro modo.

  Las fobias infantiles suelen estar acompañadas de un componente ansioso (miedo, ansiedad, nerviosismo,…) y se manifiestan de diferentes formas (temblores, nauseas…). Es importante distinguir entre un miedo o un temor normal (que tienden a desaparecer a medida que el niño crece y madura) y una fobia, que es mucho más intensa y persistente, ya que se trata de una intensa reacción emocional.

¿Cuáles son las causas de la fobias infantiles?

Es difícil determinar cuáles pueden ser exactamente las causas de las fobias infantiles, ya que éstas son variadas y pueden ser totalmente diferentes de un niño a otro.

¿Cuáles son las principales fobias infantiles?

Aunque, como hemos dicho, existe una gran variedad de fobias. Hay algunas que son comunes entre los niños. Así, por ejemplo, la fobia específica es una de las más habituales. Se trata de un temor o miedo intenso a un objeto o una situación (a los perros o a los insectos…).

Otro tipo de fobia infantil recurrente es la agorafobia. Se da cuando un niño tiene pánico a quedarse sólo en lugares que no conoce y de los que cree que no podrá salir. También es común la fobia social. Se manifiesta en situaciones en las que el niño tiene que interactuar con otras personas y se siente expuesto. Hablar delante de toda la clase, por ejemplo, es una situación que puede provocar fobia.

¿Cuáles son los principales síntomas?

Los niños que padecen fobias infantiles suelen expresarlo a través de una serie de síntomas fácilmente identificables. Éstos pueden aparecer ante el estímulo que les provoca la fobia o, incluso, antes (cuando el niño anticipa el contacto real). Algunos de los más comunes son:

  • Nerviosismo ante el estímulo fóbico.
  • Miedo irracional ante un objeto, un animal, una situación…
  • Sudores, palpitaciones, náuseas, mareos.
  • Necesidad frecuente de ir al baño.
  • Histeria.
  • Ansiedad.
  • Miedos recurrentes.

¿Cuáles son las terapias para las fobias infantiles?

Existen varias terapias que pueden ayudar a los niños y adolescentes a superar sus fobias infantiles. Algunas de ellas son, por ejemplo, las terapias de inmersión o las terapias graduadas de exposición (con un enfoque de terapia cognitivo-conductual). En algunos casos, las terapias de choque (la exposición –real o imaginaria- al estímulo temido) también han conseguido buenos resultados. También existen enfoques terapéuticos que se basan en el uso de medicamentos.

En cualquier caso, sin embargo, el objetivo del tratamiento debe ser conseguir que el paciente controle su reacción ante el estímulo fóbico y, poco a poco, vaya perdiendo el miedo que éste le genera. Si sospechamos que nuestros hijos pueden tener este problema, el psicólogo es quien mejor nos puede ayudar.
Nos aconsejará sobre el mejor tratamiento para cada caso en concreto siempre hablando con los padres y explicándoles la situación.

Los trastornos del sueño infantil consiste en alteraciones del sueño en niños o adolescentes que pueden manifestarse de diferente forma (insomnio, parasomnias como sonambulismo, bruxismo o terrores nocturnos, etc).

Se enmarcan en los trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia, como la timidez, la baja autoestima, el mutismo selectivo, las fobias infantiles o el trastorno del vínculo. También se incluyen en esta categoría otros trastornos, como la ansiedad infantil, el trastorno obsesivo- compulsivo, el trastorno de ansiedad por separación, la depresión infantil o el trastorno bipolar.

¿Cuáles son las causas de los trastornos del sueño infantil?

Pueden estar motivado por multitud de factores, desde hábitos alimentarios hasta algunas enfermedades o la toma de medicamentos. Existen, por lo tanto, causas conductuales y psicológicas que los pueden provocar.   Algunas de las causas más habituales son parasomnias (trastorno de conducta durante el sueño), la ansiedad provocada por las separación, los malos hábitos (por ejemplo, tomar bebidas muy azucaradas o con cafeína), el estrés originado por diferentes situaciones, la sobreexcitación, etc.   Algunas enfermedades o algunos medicamentos también pueden provocar este tipo de problemas.

¿Cuáles son los síntomas de los trastornos del sueño infantil?

El sueño infantil tiende a ser inestable en ciertas edades, ya que las necesidades varían de forma considerable y no existe un patrón homogéneo de sueño. Sin embargo, podemos sospechar de que existe un trastorno cuando el niño tiene problemas para dormir de forma habitual, cuando aparecen varios síntomas a la vez (sufre pesadillas, se orina en la cama, grita por la noche…) y cuando se muestra cansado y soñoliento durante el día.   Normalmente se distingue entre tres grupos diferenciados de trastornos:

  • Parasomnias o trastornos patológicos que suceden mientras el niño duerme. Pueden ser muy variados. Así, por ejemplo, podemos incluir en esta categoría el sonambulismo, el terror nocturno (despertarse gritando y confundido), las pesadillas, el bruxismo (hábito involuntario de apretar los dientes mientras se duerme) o la enuresis (micciones incontroladas). También son parasomnias el hablar nocturno o los movimientos rítmicos durante la noche.
  • Disomnias: insomnio de diferente origen, narcolepsia (dormirse en cualquier circunstancia), síndrome de apnea, trastorno de movimientos periódicos de las piernas…
  • Trastornos psiquiátricos del sueño.

Cada uno de estos grupos presenta unos síntomas diferentes. Sin embargo, existe una sintomatología común:

  • Alteración del sueño normal del niño.
  • Problemas para dormir o para despertar.
  • Interrupción del sueño por diferentes motivos.

¿Cuál es el tratamiento?

En función del tipo de trastorno que tenga cada niño deberá aplicarse un tratamiento u otro. Lo mejor en estos casos es ponernos en manos de profesionales especializados para que realicen un diagnóstico preciso y propongan un tratamiento adecuado para el tipo de problema del niño. Además de proporcionarnos toda la información sobre otras líneas terapéuticas.

En general, este tipo de problemas se pueden tratar con buenos resultados con terapias conductuales y con otros enfoques terapéuticos que deben valorarse en cada caso.