Trastornos del Estado de Ánimo

Trastornos del Estado de Ánimo

Somos un equipo de profesionales altamente cualificados en el tratamiento de trastornos del estado de ánimo. Ofrecemos apoyo y orientación a nuestros pacientes para ayudarles a manejar sus síntomas y mejorar su calidad de vida.

Los trastornos del estado de ánimo son identificados por el paciente cuando pierde el control sobre su ánimo y sufre un malestar generalizado.

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Este, además, determinará la mejor terapia para ayudar al paciente. Los cambios en los estado de ánimo fluctúan según la satisfacción e insatisfacción de diversas necesidades básicas nacidas del instinto:

  • Hambre
  • Sed
  • Sueño
  • Sexualidad

Pero también dependen de las relaciones con otros individuos (núcleo familiar, relaciones profesionales, vida en pareja, amistades…). Por otro lado, los cambios patológicos del humor pueden decantarse hacia un sentido negativo (depresión), positivo o indiferencia.

Nostalgia, tristeza, apatía, ideas suicidas, desánimo y depresión. Cuando este estado de depresión y malestar aparece sin ningún estímulo, sin ningún agente externo que lo haya provocado, y se prolonga en el tiempo podemos estar hablando de patología. Ésta, a menudo, va acompañada de autodesvalorización, cansancio y pereza, falta de ganas y pesimismo.

Se refleja sobre todo cuando el individuo está satisfecho y siente una sensación general de bienestar consigo mismo, felicidad e incluso euforia. En el caso que el individuo sienta un exceso de excitación tímica podría tratarse de hiperactividad.

Neutralidad total o indiferencia del humor, inaccesibilidad a los estímulos. La eutimia se utiliza para designar estados de ánimo normales pero son infrecuentes y normalmente se producen en esquizofrénicos.

Tras esta introducción general a los distintos estados de ánimo que se pueden identificar en un individuo, nos preguntamos: ¿Qué son los trastornos del estado de ánimo? Son aquellos estados de ánimo que reflejan un desequilibrio en la reacción emocional o del estado de ánimo. Estos se dividen en trastornos bipolares y depresivos.

La Depresión

La depresión clínica debe diferenciarse bien de un simple estado de tristeza. Aunque haya una relación entre la tristeza natural y los trastornos de carácter depresivo, no todos los individuos que se sienten tristes padecen un trastorno depresivo. Como el estado de ánimo deprimido se encuentra en varios trastornos, su presencia no significa que la persona padezca un trastorno del estado de ánimo, ya que el término “depresión” se puede referir a un síntoma y a un trastorno.

Trastorno bipolar o Psicosis maníaco depresiva

El trastorno del estado de ánimo bipolar es un estado de ánimo caracterizado por ser anormalmente elevado y se alterna con períodos anormalmente bajos (combinación aleatorio de humor hipertímico y distímico). Ocasionalmente, la variación de estos estado se desarrolla en ciclos rápidos, en episodios mixtos e incluso aparecen síntomas de carácter psicótico.

¿Cómo se detecta o se diagnostica un trastorno de estado de ánimo?

Es difícil diagnosticar un trastorno de estado de ánimo. La depresión en sí a veces se atribuye a enfermedades con lo que muchos médicos pasan por alto la patología por sí sola. El psicólogo y el psiquiatra realizan cuestionarios y muchas pruebas antes de determinar el trastorno. Siempre que veamos indicios de esta condición y que no estén sujetos a otra patología deberemos acudir al psiquiatra.

La depresión es el trastorno psicológico más frecuente, afectando a más del 3% de la población general.

Según la OMS, en el mundo hay más de 350 millones de personas con depresión.  Todos los estudios coinciden en que la prevalencia es casi el doble en la mujer que en el hombre, y que algunos factores estresantes vitales, como el nacimiento de un hijo (depresión postparto), las crisis de pareja, el abuso de sustancias tóxicas (principalmente alcohol) o la presencia de una enfermedad orgánica crónica se asocia con un riesgo incrementado de desarrollar un trastorno depresivo mayor.

La depresión mayor se caracteriza por importantes cambios en la manera de pensar, de sentir y de comportarse, que llevan a la persona afectada a tener un estado de ánimo deprimido, a perder la capacidad de sentir placer o interés por cosas que antes sí hacían sentir placer y por las actividades cotidianas de la vida. Los síntomas más comunes son los siguientes:

  • Irritabilidad, agitación e incapacidad de relajarse.
  • Cambio del apetito, son muy frecuentes las pérdidas o el aumento de peso.
  • Desmotivación, falta de energía, cansancio general.
  • Incapacidad para centrar la atención en cosas concretas.
  • Falta de autoestima, odio hacia uno mismo, sentimientos de incapacidad y de culpa.
  • Pensamientos suicidas o relacionados con la muerte.
  • Aislamiento y pérdida de interés hacia actividades sociales.
  • Insomnio o exceso de sueño.
  • Sentimientos abandono.

En resumen, los síntomas más comunes suelen ser los sentimientos de irritabilidad, ansiedad, cansancio excesivo y continuo, problemas de sueño, cambios en el apetito, dificultades de concentración y toma de decisiones, sentimientos de inutilidad, baja autoestima y culpa y deseo sexual inhibido.

La depresión provoca una forma de pensar negativa acerca de la propia persona, de los demás, del pasado y del futuro, así como del entorno que le rodea. Pueden aparecer pensamientos recurrentes de muerte o ideación suicida, incluso intentos reales de poner fin a su vida. Todo ello puede surgir no sólo en personas adultas, sino que también existe la depresión infantil.

La persona deprimida deja de realizar actividades placenteras y/o obligatorias o, si éstas se hacen, requieren de un gran esfuerzo por parte de la persona (por ejemplo, levantarse, lavarse, vestirse, ir al trabajo, estudiar, etc). Si las actividades placenteras se siguen realizando, no producen el mismo nivel de satisfacción que antes de la depresión.

No hay unas causas exactas que generen este tipo de enfermedad. Aún así hay teorías que afirman que la depresión nace de desajustes químicos en el sistema neurológico. Aparte de estos posibles problemas hay agentes que hacen que los individuos sean propensos a desarrollar una depresión:

  • Hipotiroidismo, cáncer o dolores crónicos prolongados.
  • Abuso de drogas y/o alcohol.
  • Medicamentos como los esteroides.
  • Una mala rutina del sueño: dormir poco, acostarse muy tarde, no descansar.
  • Sucesos de alto estrés como rupturas, enfermedades, muertes de seres queridos, maltrato en la niñez, pérdida de un trabajo, bullying…

La terapia cognitiva parte de la idea de que la depresión se produce por una alteración en la forma de pensar, que a su vez afecta a la forma de sentir y de comportarse. El psicólogo ayuda al paciente a analizar los errores que hay en su pensamiento (denominados distorsiones cognitivas) para que el paciente piense de una forma más realista, que le ayude a sentirse mejor y a tomar decisiones para resolver sus problemas.

El terapeuta suele mandar tareas para casa y experimentos para que el paciente ponga a prueba su forma de pensar. Por otro lado se programan actividades gratificantes y se organiza el tiempo del paciente con el objetivo de tener un entorno más reforzador.

También se entrena al paciente a ser más asertivo y más sociable, utilizando para ello distintas técnicas de la terapia cognitivo-conductual como son el ensayo de conducta y la exposición a las situaciones temidas.

Los cambios vitales y las situaciones estresantes son las principales causas del trastorno adaptativo.

Entre un 5% y un 20% de personas que buscan ayuda psicológica tienen un trastorno adaptativo. Los Trastornos Adaptativos se caracterizan por la aparición de síntomas depresivos y/o ansiosos en respuesta a acontecimientos estresantes de la vida cotidiana, como puede ser la pérdida del empleo, la separación de la pareja, etc.

Estos síntomas depresivos y de ansiedad aparecen durante los 3 primeros meses siguientes al inicio del factor estresante. Es por ello que los trastornos adaptativos también se llaman “reactivos”. Se presentan a cualquier edad, y son muy frecuentes en la población general. 

Consiste en la presencia de síntomas frente a situaciones de estrés que van más allá de  lo que el individuo puede manejar con sus recursos habituales y que afectan el funcionamiento global de la persona, provocando un deterioro significativo de la actividad social, profesional o académica de la persona.

Los síntomas son muy variados e inespecíficos. Lo más característico en este tipo de trastornos son las alteraciones en las emociones y la impresión de sufrimiento, malestar o desesperación.

A menudo, el sujeto presenta sentimientos relacionados con la depresión, la ansiedad o ambos. La irritabilidad, el enfado o la ira también pueden estar presentes. Por otro lado, hay síntomas bastante comunes que pueden determinar el trastorno, como podrían ser las preocupaciones no resolutivas, los pensamientos suicidas, la violencia como respuesta, un sentimiento de incapacidad o la desmotivación. En resumen, estos serían los síntomas más frecuentes en un trastorno adaptativo:

  • Estado del ánimo: desesperanza, tristeza, labilidad emocional, preocupación excesiva, ansiedad.
  • Conducta: reacción contra las reglas impuestas, agresividad.
  • Aislamiento social: inhibición, timidez excesiva.
  • Síntomas físicos: insomnio, agitación, palpitaciones, dolores de cabeza.
El trastorno adaptativo no se manifiesta igual en todos los individuos. Cada sujeto presenta una tendencia que determina el tipo de trastorno adaptativo que trataremos:
  • Trastorno Adaptativo depresivo: La respuesta siempre tiende hacia el ánimo depresivo y son muy comunes los llantos o el sentimiento de desesperanza, de falta de ganas y motivación.
  • Trastorno Adaptativo con ansiedad: La respuesta tiende a ser nerviosa, el sujeto suele estar muy preocupado, inquieto e intranquilo.
  • Trastorno Adaptativo Mixto: Este sería la combinación de los descritos anteriormente. Se presentan estados de ansiedad y nerviosismo combinados con depresión.
  • Personas que sufren trastornos de ansiedad.
  • Bajo nivel cultural o económico.
  • Individuos que viven muchos acontecimientos estresantes en su vida.
  • Individuos que han sufrido violencia infantil.
  • Trastornos de personalidad.

Este trastorno tiene distintos cursos y se presenta de distintos modos en cada individuo. Puede tener un inicio fuerte, que aparece justo después del acontecimiento estresante. Sin embargo, también puede ser tardío, y el individuo no empieza a presentar síntomas hasta después de unas semanas o meses.

Finalmente, también hay trastornos adaptativos que nacen anticipadamente, es decir, el individuo se está preocupando por algo que vendrá. El curso más común es el progresivo, los síntomas empiezan a notarse de forma lenta.

La psicoterapia cognitiva es el tratamiento de elección. El principal objetivo es recuperar el nivel de funcionamiento que la persona tenía antes de iniciarse el trastorno adaptativo. El objetivo es “adaptarse” a la nueva situación de vida o bien “suprimir” el estrés en el individuo.

La meta más importante es proporcionar un contexto seguro y atemporal, donde la persona pueda afrontar la situación adversa y aprender a manejar y regular las emociones negativas asociadas con ella.

Se pretende no sólo que la persona logre superar el acontecimiento estresante y las consecuencias que éste ha tenido en su vida, sino también que pueda aprender de lo sucedido, de forma que salga fortalecida de esta situación.

La depresión postparto afecta a un 15% de mujeres que acaban de dar a luz. La intensidad de la depresión determinará si se debe hacer un tratamiento psicológico o no.

El embarazo supone un proceso de adaptación que pone a prueba las capacidades de la mujer con implicación de factores biológicos, psicológicos, culturales y psicosociales. Es un momento vital en el que entran en conflicto las necesidades individuales y la obligación de asumir una nueva responsabilidad.

Por otro lado, a menudo surgen dudas sobre las capacidades personales para ejercer los cuidados que el recién nacido requiere, por lo que hay una mayor predisposición hacia el estrés psicológico, lo que a su vez determina que sea una etapa de mayor vulnerabilidad para la posible aparición de ansiedad y depresión mayor. La depresión postparto afecta alrededor del 15% de madres en las primeras semanas de vida de sus hijos. Además, puede acarrear graves consecuencias para la relación madre-hijo y para el núcleo familiar.

La tristeza postparto o “baby blues” consiste en un estado transitorio de reactividad emocional en forma de tristeza que afecta aproximadamente un 50% de las mujeres que han tenido un parto recientemente. Las mujeres con baby blues lloran con más facilidad, están más irritables, y tienen una labilidad emocional mayor que lo habitual.

El pico de ” tristeza” se observa usualmente cerca de los 3 a 5 días del parto, en general coincidiendo con el inicio de la lactancia, y dura de varios días a pocas semanas. La depresión postparto ocurre entre los 2 y los 10 días postparto, caracterizado por síntomas rápidos de ansiedad y agitación y fuertes sentimientos de tristeza e incapacidad general. Los síntomas incluyen irritabilidad, alteraciones en el sueño, nerviosismo y depresión.

Estos síntomas no suelen remitir de forma espontánea y a menudo requieren tratamiento, para impedir que vaya a más el impacto en la relación madre-hijo. Estos dos tipos de depresión, la baby-blues y la depresión postparto, están ampliamente consideradas como tratables de forma eficaz mediante técnicas psicológicas.

Hay algunos factores que pueden intervenir en que una mujer sufra una depresión postparto:
– Embarazos no deseados.
Trastornos del estado de ánimo como la depresión mayor o el trastorno bipolar. Si la mujer ha sufrido alguno de ellos con anterioridad puede que sufra una depresión postparto.
Consumo de drogas o alcohol.
– Madres menores de 20 años.
– Si la madre ha sufrido mucho estrés durante el embarazo por acontecimientos difíciles.
Estrés psicosocial: Si la madre se ve sin ayuda externa por ejemplo el abandono de su pareja o si la madre no tiene apoyo social y problemas económicos.
Complicaciones en el parto: Enfermedades del feto, partos difíciles…
Antecedentes en la familia con depresión postparto. Los genes condicionan mucho e influyen en las depresiones.
El tratamiento temprano de la depresión posparto es fundamental, ya que cuanto antes se trate, antes se recuperará de la depresión y por tanto impedirá que su depresión afecte al bebé. El tratamiento psicológico de la depresión postparto basado en la terapia cognitivo-conductual, enseña a la mujer afectada a controlar la forma de pensar y por tanto a controlar las emociones negativas insanas que aparecen en este tipo de cuadros.
Por otro lado, se abordan las relaciones familiares y los cambios personales que se producen con la llegada de un nuevo bebé. Se proporciona apoyo emocional y ayuda para solucionar problemas y para establecer metas. Es necesario tratar las depresiones postparto ya que sino la madre puede acabar lastimando al bebé o a ella misma.

El trastorno bipolar es una afección en la que el individuo sufre cambios fuertes en el estado de ánimo.

También conocido como trastorno maniaco-depresivo. Es una enfermedad mental que se caracteriza por cambios severos en el estado de ánimo inusuales. Estos pueden durar varias semanas o meses y van más allá de lo que la mayoría de nosotros experimentamos. El sujeto puede sentirse muy contento o feliz, muy activo (manía) y también puede sentirse totalmente deprimido y perder actividad (depresión mayor).

El enfermo sufre los dos estados de ánimo de forma potente y puede afectar tanto a sus relaciones personales como a sus relaciones laborales o a sus estudios. Hay extremos en que el sujeto bipolar puede llegar a hacerse daño o suicidarse. Sin embargo, existen tratamientos eficaces para las personas con esta enfermedad que pueden ayudarles a tener una vida totalmente normal.

  •   Depresiones: sentimientos de depresión intensa y desesperanza.
  •   Manías: sentimientos de felicidad extrema.
  •   Mixtos: por ejemplo sentirse deprimido y al mismo tiempo tener la inquietud y el exceso de actividad de la fase maníaca

Uno de cada 100 adultos tiene un trastorno bipolar. Generalmente, empieza durante las últimas etapas de la adolescencia o a principios de la vida adulta, sin embargo hay niños y adultos con esta afección. Tanto hombres como mujeres pueden verse afectados por esta enfermedad por igual.

No se tienen datos exactos sobre causas concretas de la bipolaridad, aún así hay factores que influyen:
 
– Factores genéticos: Es una enfermedad hereditaria que se acostumbra a repetir en distintos miembros de una misma familia.
– Anormalidad en la estructura cerebral y sus funciones: Normalmente son partes del cerebro que controlan los estados de ánimo del individuo.
 -Enfermedades físicas: que tienden a propiciar cambios en el estado de ánimo y acontecimientos vitales con altos niveles de estrés.

La depresión es un sentimiento que todos podemos reconocer en nosotros mismos a lo largo de la vida; pero en el caso el trastorno bipolar es más intenso, continúa durante más tiempo y hace que sea difícil o imposible afrontar el día a día. Dentro del estado depresivo el sujeto puede:

  • Sentirse triste y abatido.
  • Tener muchas preocupaciones.
  • Sentirse vacío.
  • Desconcentrarse con facilidad, no se puede focalizar en nada.
  • Olvidar cosas importantes.
  • Volverse menos enérgico, perder las ganas de hacer actividades.
  • Sentirse agotado.
  • Sufrir insomnio.
  • Tener pensamientos suicidas recurrentes.

La Manía es un sentimiento extremo de bienestar, energía y optimismo. Puede ser tan intensa que afecte a la manera de pensar y juzgar; en este estado se pueden creer cosas extrañas sobre uno mismo, tomar malas decisiones y comportarse de manera vergonzosa, dañina y a veces peligrosa.

Dentro del estado de manía, el sujeto puede:
  • Sentirse extremadamente animado y contento.
  • Estar muy nervioso o alterado, incluso puede presentar ansiedad.
  • Cambiar de tema rápidamente en las conversaciones y hablar muy rápido.
  • Estar irritado, más sensible de lo normal o sentirse inquieto.
  • Tener problemas para conciliar el sueño y descansar.
  • Intentar hacer muchas cosas al mismo tiempo y estar desmesuradamente activo.
  • Ponerse en riesgo: gastar dinero sin meditarlo, tener sexo sin precauciones…

Al igual que en los trastornos adaptativos, hay terapias que pueden ayudar mucho a mejorar la situación del sujeto. Sin embargo, en trastornos bipolares los fármacos estabilizadores del ánimo son necesarios.

Eso lo tiene que decidir el psiquiatra según el estado clínico del paciente, predominancia de episodios depresivos o maníacos…

Durante al menos dos años después de un primer episodio, y hasta cinco años o de forma indefinida si existen:

  • Recaídas frecuentes.
  • Episodios psicóticos.
  • Consumo abusivo de alcohol o drogas.
  • Estrés continuado en casa o el trabajo.

Entre fases maníacas y depresivas el tratamiento psicológico puede ayudar. Debe incluir:

  • Psicoeducación.
  • Seguimiento del estado de ánimo.
  • Estrategias para la identificación de diferentes estados de ánimo.
  • Ayuda para aumentar la capacidad de afrontar problemas en la vida diaria.
  • Ayuda a familiares.

El tratamiento psicológico puede ser de gran ayuda. La psicoterapia o terapia de diálogo puede ser de gran ayuda para pacientes con trastorno bipolar. Estas terapias están orientadas a cambiar conductas negativas, a afrontar problemáticas de la enfermedad y a manejar sus vidas de forma autónoma. Además también puede ayudar a los pacientes a llevarse mejor con su familia y amigos.