El duelo por la muerte de ser querido se considera superado cuando la persona se siente afortunada por haber compartido la vida con el fallecido, según ha informado el miembro del Equipo de Investigación, Formación e Intervención Psicológica de la Universidad Miguel Hernández (Alicante), Miguel Bernabé, con motivo de la celebración del Día de los Difuntos.Es un proceso normal que nos prepara para vivir sin la presencia física de esa persona y con la que tenemos un vínculo afectivo a ella. La intensidad y la duración del duelo, depende de diversos factores como las circunstancias de la muerte, la edad o la existencia o no de conflictos son algunos de los que más influyen, que suele ser, en circunstancias normales de 2 años, ha argumentado, por su parte, la doctora en Psicología de la Universidad Miguel Hernández, Mª José Quiles.Y es que, durante el proceso del duelo, las personas suelen experimentar varias etapas. En primer lugar, se produce una fase de shock, en la que el principal reto es aceptar la realidad de la pérdida; posteriormente suele venir una etapa de rabia donde es común el sentimiento de desamparo y dolor, unido a problemas de insomnio, pesadillas o baja autoestima; a esto le sigue una etapa de desesperanza, que es cuando se empieza a ser consciente de que la persona nunca volverá; y, finalmente, aparece la fase de reorganización.El momento clave en el que hemos superado el duelo, es aquel en el que nos sentimos afortunados de haber podido compartir nuestra vida con esa persona, ha insistido Bernabé, quien ha apostillado que, sin embargo, en las fechas significativas como Navidades o el Día de los Difuntos es completamente normal tener la sensación de estar recorriendo una y otra vez estas cuatro fases.Por ello, la compañía Meridiano, del Grupo ASV, en colaboración con su Equipo de Apoyo Psicológico y el Equipo de Investigación, Formación e Intervención en Psicología de la Universidad Miguel Hernández, ha aconsejado que, para recordar a la persona fallecida sin sufrir, se normalice la situación; se expresen los sentimientos y se comparta su recuerdo con otras personas; no se tema nombrarle, si no recordar momentos felices y anécdotas compartidas; y se vuelva a mirar a la vida.A medida que todas estas emociones sean menos intensas, nos encontramos ante un síntoma claro que nos estamos adaptando con calma a la realidad de esta gran pérdida. La muerte de un ser querido es una de las circunstancias más terribles a las que todos nos enfrentamos a lo largo de la vida, pero también, puede convertirse en una experiencia enriquecedora que nos haga madurar y crecer internamente, ha zanjado Bernabé.www.psiquiatria.com
Listado mensual: abril, 2014
LAS TÉCNICAS COGNITIVAS U
na de las maravillas de la mente humana es su capacidad para aprender una acción tan bien que esta llega a ser automática. Algunas acciones que nos cuestan años aprender ahora son tan automáticas que no pensamos en ellas. De hecho, nos pasamos la mayor parte del día en piloto automático. Prácticamente en todos los momentos de nuestra vida consciente, mantenemos una conversación con nosotros mismos. Esta conversación interna silenciosa recibe el nombre de autodiscurso. Veamos un ejemplo: En un concurrido teatro, una mujer se levanta de repente, da una bofetada al hombre que está junto a ella y rápidamente se va por el pasillo hacia la salida. Cada una de las personas que han visto la escena reacciona a su manera. Una mujer se asusta, un adolescente se encoleriza, un hombre maduro se siente triste, una asistente social siente una sensación agradable. ¿Por qué el mismo suceso provoca tan diferentes emociones entre la audiencia? Podemos encontrar la respuesta examinando los pensamientos de cada observador. La mujer asustada pensó: En casa siempre la debe estar molestando y no ha podido aguantar más imaginando los detalles de una paliza brutal y recordando las veces que la ha maltratado. El adolescente colérico pensó: Él sólo quería un beso y ella le ha humillado. Pobre tío, vaya tía más desgraciada. El hombre maduro que reaccionó con tristeza pensó: Ahora la ha perdido y nunca volverá a verla. La asistente social sintió un placer agradable al pensar: Se lo ha ganado. Qué mujer más fuerte!!! Quisiera que algunas mujeres hubieran visto esto. En cada caso la EMOCIÓN del observador fue una consecuencia de sus PENSAMIENTOS. El suceso fue interpretado, juzgado y etiquetado de tal forma que fue inevitable una respuesta emocional particular. Todas las personas están constantemente describiéndose el mundo a sí mismas, dando a cada suceso o experiencia una etiqueta. Hacen interpretaciones de lo que ven y lo que oyen. Estas etiquetas o juicios se forman a lo largo de un interminable diálogo de cada persona consigo misma, y colorean toda la experiencia con interpretaciones privadas. Raras veces nos damos cuenta de estos pensamientos, pero son lo suficientemente poderosos como para crear las emociones más intensas. Veamos otro ejemplo: Una chica estaba esperando su vuelo en una sala de espera de un gran aeropuerto.
Como debía esperar un largo rato, decidió comprar un libro y también un paquete con galletas. Se sentó en una sala del aeropuerto para poder descansar y leer en paz. Asiento de por medio se sentó un hombre que abrió una revista y empezó a leer. Entre ellos quedaron las galletas. Cuando ella cogió la primera, el hombre también tomó una. Ella se sintió indignada, pero no dijo nada. Solo pensó: «¡Qué descarado; si yo fuera más valiente, hasta le daría una bofetada para que nunca lo olvide!». Cada vez que ella cogía una galleta, el hombre también tomaba una. Aquello le indignaba tanto que no conseguía concentrarse ni reaccionar. Cuando quedaba solo una galleta, pensó: «¿qué hará ahora este aprovechado?». Entonces, el hombre partió la última galleta y dejó media para ella. ¡Ah no!. ¡Aquello le pareció demasiado!. Se puso a resoplar de rabia. Cerró su libro y sus cosas y se dirigió al sector del embarque. Cuando se sentó en el interior del avión, miró dentro del bolso y para su sorpresa, allí estaba su paquete de galletas… intacto, cerrado. ¡Sintió tanta vergüenza!. Sólo entonces se dio cuenta de lo equivocada que estaba. ¡Había olvidado que sus galletas estaban guardadas dentro de su bolso!. El hombre había compartido las suyas sin sentirse indignado, nervioso, consternado o alterado. Y ya no estaba a tiempo ni tenía posibilidades para dar, explicar o pedir disculpas. Pero sí para razonar: ¿cuántas veces en nuestra vida sacamos conclusiones cuando debiéramos observar mejor? ¿cuántas cosas no son exactamente como pensamos acerca de las personas? Las técnicas cognitivas se basan en el supuesto teórico de que nuestros sentimientos, emociones y conductas están determinadas en gran parte por la forma que tenemos de estructurar el mundo y de interpretar la información que recibimos. Estas técnicas cognitivas sirven para identificar y modificar estos esquemas distorsionados con el objetivo de aprender a resolver situaciones que anteriormente resultaban un problema. El proceso de aprendizaje consiste en: A) Identificar cogniciones o pensamientos automáticos negativos B) Identificar las relaciones entre: Pensamiento à Emoción à Conducta C) Examinar las evidencias a favor y en contra de los pensamientos distorsionados y sustituirlos por interpretaciones más realistas D) Aprender a identificar y modificar falsas creencias que predisponen a distorsionar las propias experiencias A) IDENTIFICAR LAS COGNICIONES O PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS NEGATIVOS El hecho de identificar nuestros pensamientos no siempre es tan fácil como parece. Puede que no seamos conscientes de muchos pensamientos a no ser que pongamos mucha atención. A veces podemos creer que no estamos pensando en nada; esto es debido a que los pensamientos están tan aprendidos que han pasado a ser automáticos. Prácticamente en todos los momentos de nuestra vida consciente estamos conversando con nosotros mismos, producimos un lenguaje interno a base de frases o imágenes con las que describimos e interpretamos el mundo. Si este diálogo con nosotros mismos se ajusta a la realidad con precisión, no será fuente de problemas, pero si no es exacto con respecto a lo que realmente ocurre puede producirnos problemas emocionales. Por ejemplo, uno puede pensar No puedo soportar estar solo, pues bien, nadie a muerto por el simple hecho de estar solo. Estar solo puede ser incómodo, incluso indeseable
pero se puede soportar. Estos pensamientos que forman parte de nuestro diálogo interno los llamare4mos pensamientos automáticos y las características de estos son: 1. Tienen un estilo telegráfico: Están compuestos por unas pocas y esenciales palabras o una imagen breve. 2. Casi siempre son creídos, no importa lo irracionales que sean: Un hombre que reaccionó con rabia por la muerte de su mejor amigo fue incapaz de pensar por un tiempo que la muerte le había llegado deliberadamente para castigarle a él. Los pensamientos automáticos son creíbles porqué casi no se notan, por lo que no son cuestionados. 3. Se viven como espontáneos: Entran de golpe en la mente. No son pensamientos reflexivos ni productos del análisis o razonamiento de una persona sobre un problema. 4. A menudo se expresan en términos de Tendría que
, Debería
: Aparecen a menudo como obligaciones que nos imponemos a nosotros mismos, a los demás y a las circunstancias que nos rodean, en forma de exigencias intolerantes. 5. Tienden a dramatizar o exagerar las cosas: Estos pensamientos predicen catástrofes, ven peligros en todas partes y siempre suponen lo peor. Las dramatizaciones constituyen la mayor fuente de ansiedad. 6. Son aprendidos: Todas las personas han sido condicionadas por la familia, los amigos, los medios de información y su propia experiencia para interpretar los sucesos de una forma concreta. 7. Son difíciles de controlar: Al no ser pensamientos racionales ni reflexivos, no se suelen comprobar con la realidad, y la persona que los tiene los suele creer fácilmente. Como los pensamientos automáticos producen errores de pensamiento, prismas recortados y desviados de los acontecimientos que ocurren, que suelen ser habituales y repetitivos, pueden ser agrupados en diferentes DISTORSIONES COGNITIVAS en función de los errores que cometen. B) Identificar las relaciones entre: Pensamiento à Emoción à Conducta ¿Por qué tenemos emociones desagradables? La explicación vendría dada por la siguiente cadena: A – ESTÍMULO AMBIENTAL (SITUACIÓN) B – PENSAMIENTOS NEGATIVOS AUTOMÁTICOS C – EMOCIÓN NEGATIVA Y DESADAPTADA D – CONDUCTA DESADAPTADA Los acontecimientos por sí mismos no tienen un contenido emocional. Las interpretaciones poco realistas de estos acontecimientos (pensamientos automáticos negativos) son las que explican y controlan nuestros sentimientos negativos y emociones desagradables. Una forma para detectar los pensamientos automáticos consiste en identificar las emociones desagradables (ansiedad, rabia, tristeza,
) ya que las emociones las percibimos con más claridad. C) EXAMINAR EL PENSAMIENTO AUTOMÁTICO DISTORSIONADO Y SUSTITUIRLO POR OTRO MÁS REALISTA Una vez sabemos qué tipo de pensamientos pueden afectar negativamente a nuestra conducta, lo importante es aprender a detectarlos. Para ello hay que intentar atrapar este tipo de pensamientos y escribirlo en un papel. Es importante hacerlo de la forma más precisa posible. El paso siguiente consiste en hacer una prueba de realidad: se trata de comprobar si estos pensamientos se ajustan a los acontecimientos que los han provocado. Si descubrimos que no se corresponden a la realidad hay que sustituirlos por otros más realistas. Como punto de partida es importante aceptar que no por el hecho de pensar algo ha de ser realmente cierto. Nuestros pensamientos son hipótesis que hay que comprobar. PAUTAS PARA EVALUAR LOS PENSAMIENTOS DISTORSIONADOS Debemos estar constantemente vigilando el discurso de nuestro pensamiento para así identificar las distorsiones. Debemos intentar refutarlos y cambiarlos, enfocándolos de forma más realista y objetiva. a) Las refutaciones deben ser enérgicas para ser más creíbles. b) No deben ser valorativas c) Han de ser equilibradas (incluir tanto lo positivo como lo negativo) A continuación aparecen las preguntas que nos podemos hacer para refutar los pensamientos distorsionados: Preguntas para evaluar la validez de los pensamientos: · ¿Qué evidencias hay a favor de este pensamiento? ¿Y en contra? · ¿Cuál es la probabilidad de que esté interpretando correctamente la situación? · ¿Hay otras explicaciones alternativas a esto que ha ocurrido? ¿Hay otra manera de enfocarlo? · ¿Mis juicios están basados en lo que siento en lugar de en los hechos? · ¿Estoy usando palabras extremas o exageradas siempre
, nunca
, todos
, debería
, tendría que
? · ¿Estoy sobreestimando mi responsabilidad sobre como salen las cosas? ¿Qué otros factores influyen? · Si este pensamiento lo tuviera otra persona, ¿qué le diría para hacerle ver que no es correcto? Preguntas para descatastrofizar y buscar vías de solución: · ¿Esto que parece tan malo, durará siempre? ¿Cómo serán las cosas en un tiempo? · Aunque lo que pienso sea verdad, ¿es eso tan malo? · ¿Por qué me perturba tanto este pensamiento? ¿Por qué me altera tanto? ¿No estaré dándole más importancia de la que en realidad tiene? · ¿Qué ocurriría si las cosas fuesen realmente así, si pasara lo peor que creo que puede ocurrir? · Si las cosas son así, ¿qué puedo hacer para cambiarlas? · Si este pensamiento lo tuviera otra persona, ¿qué le diría para ayudarla a afrontar la situación? Preguntas para evaluar la utilidad de los pensamientos: · Este pensamiento, ¿me ayuda a conseguir mis objetivos y a solucionar mis problemas? · ¿Me ayuda esta forma de pensar a sentirme como quiero? · ¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes de esto que estoy creyendo? · ¿Pensar eso me es ventajoso?
Un nuevo estudio estrecha la vinculación entre depresión y enfermedades cardíacas. Los cardiólogos estadounidenses incorporan la tristeza profunda como factor de riesgo.
La pena no parece una causa de muerte clínicamente válida como para registrarla en una partida de defunción. O para explicar el motivo del ingreso de un paciente cardíaco a sus familiares. Y, sin embargo, cada vez son más concluyentes los datos que relacionan la tristeza extrema con los infartos y, en general, patologías del corazón.
El último de los trabajos que avanzan en esta dirección plantea que los afectados de depresión de moderada a severa presentan un incremento del 40% del riesgo de sufrir insuficiencia cardiaca. El estudio se ha anunciado este viernes en el encuentro EuroheartCare que la Sociedad Europea de Cardiología celebra en Noruega. Para su elaboración se siguió a lo largo de 11 años el estado psíquico y físico (con datos sobre el índice de masa muscular, la actividad física, hábitos tabáquicos y presión sanguínea) de 63.000 de los 97.000 vecinos de la región noruega de Nord-Trondelag, y se comparó esta información con los ingresos y fallecimientos por insuficiencia cardiaca. Concluimos que cuanto mayores eran los síntomas depresivos, mayor era el riesgo de sufrir problemas cardiacos, explica Lise Tuset Gustad, enfermera intensivista responsable del trabajo. Entre los pacientes menos graves la posibilidad de desarrollar problemas cardiacos era solo de un 5% más que la media.
Las evidencias entre la depresión y la patología cardiaca son cada vez más sólidas, añade el presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), José Ramón González-Juanatey. Hasta el punto de que la principal sociedad de cardiólogos estadounidense (American Heart Association) planteó este pasado mes de febrero añadir la depresión a la lista de factores de riesgo clásicos, como son la hipertensión, la diabetes, el tabaquismo, el sedentarismo o el colesterol alto, en pacientes con síndrome coronario agudo (infarto).
Ya habíamos visto trabajos previos de los efectos de la depresión entre pacientes que ya habían sufrido un infarto o como factor de riesgo de la patología coronaria, apunta el presidente de la SEC. Pero el trabajo presentado ayer da un paso más al relacionar esta enfermedad mental con un ámbito más extenso de las lesiones cardiovasculares como es el caso de la insuficiencia cardiaca, el tramo final de muchas cardiopatías que se presenta cuando el corazón es incapaz de bombear la sangre con suficiente fuerza. Su origen es muy diverso, y puede estar ligado a un infarto, a problemas con las válvulas cardiacas o a un cuadro de diabetes o hipertensión en pacientes de larga evolución.
El trabajo noruego también aporta otro aspecto interesante: la relación directa que establece entre el desequilibrio metabólico (hormonal, desarreglos en neurotransmisores) que caracteriza la depresión, con los efectos en la salud del corazón.
Buena parte de los trabajos hasta ahora publicados incidían en los efectos indirectos. La depresión severa se identifica por la tristeza, la apatía y la desesperanza de los enfermos. Incluso con las ideas de muerte y suicidio en los casos más graves. Este estado de ánimo afecta al estilo de vida de los pacientes. Si se tienen que medicar es fácil que o dejen de hacerlo o se les olviden tomas. Además, suelen fumar más, comer peor, practicar menos o nada de ejercicio y adquirir más peso.
El estudio presentado este viernes admite esta vinculación. Pero tras neutralizar los efectos potenciales del tabaquismo o la obesidad en las personas analizadas destaca otros factores directos que vinculan la depresión y la insuficiencia cardiaca. La depresión estimula la aparición de hormonas vinculadas al estrés, que inducen la aparición de fenómenos inflamatorios o aterosclerosis [el deterioro de las paredes arteriales que puede provocar un infarto].
Es algo parecido a lo que sucede con la ira, comenta González-Juanatey. El presidente de la SEC recuerda un reciente artículo publicado en la Revista Europea de Cardiología en el que se describía como se producía una brusca descarga de catecolaminas (hormonas asociadas al estrés) que tenían un impacto directo en la hipertensión y un aumento de plaquetas en la sangre que aumentaban el riesgo de coágulos en las paredes vasculares. Se asociaba este aumento del tono simpático [del sistema nervioso] con un mayor riesgo de infarto e ictus. La alteración hormonal ligada a la depresión explicaría un fenómeno similar en estas personas, según González-Juanatey.
La asociación entre depresión y problemas cardiovasculares la observamos en la clínica, con los pacientes, comenta Rafael Tabarés-Seisdedos, catedrático de psiquiatría de la Universidad de Valencia. Este psiquiatra y miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam) destaca cómo el trabajo noruego y otros similares demuestran que es frecuente la presencia de dos o más problemas médicos en una misma persona aparentemente no relacionados (depresión y lesiones cardiacas en este caso) que, en el fondo, están conectados. Ya sea por compartir los mismos factores de riesgo físicos o psicosociales, o porque una patología lleve a la otra, explica. O incluso cuando la relación es inversa, como el propio Tabarés-Seisdedos e investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas describieron recientemente en el caso del cáncer y el alzhéimer. Debemos de dar una respuesta asistencial adecuada que tenga en cuenta estas asociaciones y corregir la segmentación actual por especialidades, apunta.
SOCIEDAD. EL PAÍS.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/04/04/actualidad/1396624915_996256.html