Nuestro mundo se encuentra en constante crecimiento y evolución. La renovación y sofisticación de antiguas y nuevas tecnologías es constante, y por ello, la informatización de lo que nos rodea es cada vez más amplia. Este hecho permite mantenernos conectados con los demás en todo momento, y casi desde cualquier lugar, facilitando la comunicación e interacción constante. Por otro lado, pero, existe otra realidad, o mejor dicho, otra repercusión de estos importantes avances donde quedan reflejadas diferentes problemáticas, que lamentablemente, suceden casi paralelamente a su extraordinario crecimiento.
Los humanos somos seres sociales, y como tales, una parte de nosotros y de la construcción que realizamos sobre nuestra identidad y nuestro autoconcepto se basa en la reciprocidad con el ambiente externo. Desde pequeños, y a lo largo de nuestro desarrollo, utilizamos mecanismos de imitación y comparación tanto con nuestros padres y personas más cercanas, como con los iguales, de tal manera que nos ayuda a definirnos en un contexto sociocultural específico. A casi todos nos sienta bien un elogio, un comentario de aprobación, o ciertas muestras de aceptación, especialmente de aquellos a quienes consideramos más importantes en nuestro día a día. De esta forma, aunque los recursos existentes crean la oportunidad de construir o mejorar nuestros vínculos con los otros (p.ej., facebook, whatsapp, twitter, instagram ), en muchos casos generan el efecto contrario además de otros muchos problemas. Así, y especialmente en niños y adolescentes, aunque también en una parte muy importante de personas adultas, el uso (y el mal uso) de las redes sociales puede precipitar la aparición de síntomas y trastornos del espectro de la ansiedad, la depresión, trastornos adictivos, y el más prevalente, las dificultades relacionadas con la autoestima. Aunque son muchas y variadas las diferentes situaciones que se encuentran relacionadas con estas categorías, a continuación se especifican algunos de los principales mecanismos que ayudan a entender tanto su aparición como su mantenimiento:
Comparación y necesidad de aprobación: El uso continuado de estos recursos puede evidenciar e incluso precipitar una clara falta de recursos personales para sentirnos bien con nosotros mismos, dependiendo así (y casi exclusivamente) de las muestras y opiniones de los otros. Esto queda reflejado a través de la comparación constante, donde incluso podemos llegar a calcular el número de likes o de comentarios que ha recibido una imagen. En su forma grave, es posible que se desarrollen serios problemas, entre ellos la adicción.
Aislamiento: Muy relacionado con el aspecto anterior, aquellas personas las cuales hagan un uso abusivo de estos, poco a poco verán reducido significativamente su círculo social, aunque puedan tener la sensación de todo lo contrario, ya que van ampliando sus amigos virtuales. En este sentido, debemos tener claro que la vida social no debemos medirla en función de la cantidad de relaciones que tengamos, sino de la calidad, y merece la pena luchar y mantener el contacto con aquellos que buscan nuestro bienestar y nos conocen adecuadamente.
Falsas expectativas y engaño: Internet, y en general las redes sociales, son un campo en el que el engaño y la venta de perfiles e imágenes falsas son una constante, y además ocupan una muy buena parte del uso que se hace de ellos. Así, cuando establecemos contacto con diferentes personas a través de este mundo virtual, todos nos construimos un perfil concreto tanto físico como personalmente en función sobre todo de la información que nos proporcionan. Aun así, pero, esta imagen o expectativa del otro puede distar mucho de la realidad. Además de esto, cuando hablamos de falsas expectativas también debemos referirnos a lo que ocurre cuando nos introducimos en alguna plataforma o aplicación, ya que en ocasiones anticipamos poder conocer o incluso conectar emocionalmente de forma rápida con otra persona. Aunque esto sea posible, nuestro deseo por precipitarlo no debe hacernos ignorar la importancia de ser precavidos.
Todos los factores mencionados, tanto conjunta como individualmente pueden ser responsables de diferentes problemas emocionales y comportamentales. Estos, y debido a su progresivo auge y uso precoz, van apareciendo cada vez a edades más tempranas, afectando sobre todo a niños y adolescentes. Por ello, debemos concienciarnos de la importancia de hacer un uso responsable y adecuado de todos estos métodos, no únicamente como intervención hacia ciertos problemas, sino como estrategia de prevención de posibles situaciones más graves.
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