A nivel general, los Trastornos de la Conducta Alimentaria están caracterizados por la presencia de una alteración persistente en la alimentación o en el comportamiento relacionado con ésta que lleva a presentar claras dificultades en el consumo y/o en la absorción de alimentos. Todo ello provoca en la persona graves consecuencias, tanto a nivel físico como psicosocial, lo cual muestra la importancia de conocer más acerca de éstos para poder intervenir de una manera rápida y eficaz.
Algunos de ellos, como la Anorexia o la Bulimia, acostumbran a ser más conocidos por la sociedad, pero otros, como el que aquí se describirá, suele ser menos frecuente, a pesar de que sus consecuencias pueden ser igual o más graves que los anteriores. Así, el Síndrome o Trastorno de Pica se caracteriza por el deseo irresistible y la ingesta recurrente de sustancias no nutritivas o no alimentarias (p.ej., tierra, papel, jabón, pegamento, hielo, almidón, tiza ). Es cierto pero, que en algunas sociedades la ingesta de ciertas substancias tiene un carácter ritual, por lo que deberemos tener en cuenta el contexto sociocultural del sujeto para establecer el diagnóstico. Por otro lado, a pesar de no existir datos epidemiológicos concretos, se ha comprobado que este problema afecta principalmente a mujeres embarazadas, niños con un desarrollo neurológico atípico, personas con discapacidad intelectual y a ciertos trastornos mentales (sobre todo de carácter grave como Esquizofrenia o Autismo). Además de esto, no se han encontrado causas exactas asociadas al inicio del trastorno, aunque se han propuesto datos prometedores; en algunos casos se han encontrado anormalidades biológicas específicas como déficit de ciertas vitaminas o minerales (como hierro o zinc), aunque no en todas las personas con Pica se ha podido demostrar este hecho. Por otro lado, parece que la prevalencia del cuadro está asociada con la gravedad de la discapacidad intelectual.
Un aspecto importante a remarcar es el hecho de que habitualmente la persona que sufre este problema acostumbra a pasar primero por los servicios médicos, ya que las consecuencias físicas pueden ser graves (p.ej., obstrucción o perforación intestinal, envenenamiento o intoxicación, infecciones ). Hecho esto, raramente se realizan un tratamiento psicológico una vez se han sido estabilizados a nivel médico o biológico. A pesar de ello, el seguimiento terapéutico es uno de los más importantes para potenciar la mejora del individuo. Esto es así, debido a que en muchas ocasiones el problema lleva asociado un malestar emocional significativo, el cual puede seguir o anteceder a la ingesta de este tipo de sustancias, similar a una adicción. A raíz de esto, para remediar o atenuar los síntomas negativos de manera rápida, la persona puede utilizar cada vez más esta estrategia, perpetuando y empeorando la situación. De esta manera, el comer ciertos elementos produciría un alivio a corto plazo, pudiendo reducir los síntomas de ansiedad, estrés o depresión, pero a largo plazo podría tener consecuencias potencialmente graves para la salud de la persona.
El trastorno, como se ha indicado, afecta tanto a adultos como a niños y adolescentes. Es importante concienciarnos de la importancia que posee recibir atención médica y psicológica al respecto, siendo uno de los motivos principales la prevención de posibles complicaciones graves.
En caso de estar interesado en recibir más información sobre este u algún otro concepto o aspecto que consideres importante, no dudes en ponerte en contacto con nuestro equipo de psicólogos de Mataró. Obtendrás todos los datos que necesites.