El Trastorno del Espectro Autista o TEA es un trastorno del neurodesarrollo que implica dificultades en diferentes áreas de la vida de una persona, como ahora son las relaciones sociales y la comunicación, la falta de flexibilidad de pensamiento, la rigidez de comportamiento, la dificultad en cuanto al reconocimiento emocional y el procesamiento sensorial divergente.
A pesar de que hoy en día todavía no se conoce el origen del autismo, sí que sabemos que es genético. Decimos que el TEA es un trastorno del desarrollo porque afecta en la manera en la cual se desarrolla una persona desde que nace hasta el final de su vida. Es por eso que un aspecto importante a integrar es que el autismo es una condición, no una enfermedad. No podemos hablar de una recuperación del trastorno, puesto que este implica una forma de ser y procesar la información mucho diferente al resto de las personas. Por eso, de forma común, hablaremos de estas personas y de su forma de procesar las cosas desde la neurodivergencia.
Existe una amplia variabilidad de las personas que comparten este diagnóstico. El estereotipo de persona con autismo no hace demasiada justicia a las personas que crecen con esta condición, puesto que las estigmatiza. Cada persona con este diagnóstico tiene unas habilidades, capacidades, necesidades e intereses individuales diferentes. Es por eso que tenemos que tener en cuenta que puede pasar, en muchas ocasiones, desapercibido, porque no necesariamente viene ligado a una discapacidad intelectual, una falta de expresión verbal o poca autonomía. Es por eso, que nos referimos al TEA como una discapacidad invisible, porque no existe un rasgo diferenciador físico. Así pues, implica también una extensa variabilidad en su expresión en el ámbito psicológico y conductual.
En este sentido, no nos podemos olvidar de la máscara de género que existe en las personas que conviven con este trastorno. Este es un tema de especial relevancia actualmente, puesto que nos permite diferenciar los signos y síntomas presentes en función del género, y por tanto favorecer el diagnóstico e intervención. Las diferencias de género son claras entre género femenino y masculino, porque el factor social y ambiental en el cual crecemos determina cómo construimos nuestras habilidades.
Las mujeres con autismo tienen tendencia a enmascarar mejor la sintomatología; compensan sus dificultades para cumplir mejor con las expectativas sociales de un comportamiento adecuado. Es por eso que observamos que a menudo presentan un lenguaje verbal más rico y sofisticado en comparación a los hombres con autismo, así como un lenguaje no verbal más preservado (no presentan tantas dificultades sobre el contacto visual, la gesticulación y expresión facial).
Habitualmente, las mujeres tienen dificultades para reconocer y exteriorizar los sentimientos, pero, estas dificultades con relación a la inteligencia emocional son más leves o pasan más desapercibidas que en el caso de los hombres. También, conductualmente no suelen tener reacciones físicas o agresivas, como es más probable en el caso de los hombres.
En el ámbito social, las mujeres presentan grupos sociales reducidos y muestran un mayor interés o habilidades para relacionarse que los hombres. A la vez, presentan intereses restringidos que pasan más desapercibidos, no tan peculiares, que les permiten adaptarse al entorno más fácilmente (los animales, por ejemplo). En este sentido, las mujeres suelen ser más conscientes de cómo actuar socialmente y suelen formar parte de las dinámicas sociales.
Además, las chicas suelen tener un nivel de perfeccionismo e interés con los otros que pueden llegar a presentar otros trastornos comórbidos como es la ansiedad o la depresión o un trastorno de la conducta alimentaria. Por este motivo, también suelen tener dificultades para encontrar un diagnóstico claro de lo que les sucede.
En el caso de la expresión del autismo en los hombres, presentan dificultades de relación social y de comunicación, acompañadas de rigidez en la comunicación no verbal. Por ejemplo, suelen tener un contacto ocular pobre, no suelen gesticular demasiado ni mostrar demasiadas expresiones faciales.
Además, suelen mostrarse rígidos ante los cambios, las injusticias y el propio, y a menudo estos pueden ir acompañados de una conducta poco ajustada y dificultades para regular sus emociones y conducta. De hecho, con mucha frecuencia suelen presentar estados de ánimo ansioso-depresivos fluctuantes.
Los hombres suelen presentar intereses específicos y peculiares, y con frecuencia, suelen tener conductas repetitivas en relación con estos intereses (por ejemplo, los trenes, las matemáticas, o la astronomía). También, suelen mostrar dificultades para comprender situaciones sociales, qué piensan o sienten las otras personas en estas situaciones y, por lo tanto, tienen dificultades para saber actuar y navegar en las relaciones sociales.
En conclusión, las mujeres presentan un diagnóstico más tarde y suelen enmascarar mejor las conductas o expresiones de las dificultades del TEA. Así pues, si observas la presencia de alguna de estas dificultades y quieres profundizar sobre tu caso, al Gabinet Psicològic Mataró te ofrecemos apoyo profesional y acompañamiento para personas que presentan TEA. Estamos aquí para ayudarte en cada paso del proceso.