La disminución, adquisición y el mantenimiento de los hábitos
Cuántas veces nos habremos dicho frases como: Mañana empiezo una rutina en el gimnasio; tengo que reordenar esta habitación; la semana que viene empiezo a dejar de fumar; debería llamar algún día a María . Todas ellas se refieren a propósitos personales que nos marcamos para mejorar o moldear ciertos aspectos de nuestra vida actual. El problema es que muchos de ellos, o bien no terminan nunca de realizarse, o cuando se inician, se abandonan fácilmente. Por ello, es especialmente importante repasar el concepto de hábito y sus implicaciones en nuestro día a día.
A grandes rasgos, podemos definir el término como la práctica habitual que realiza una persona, un animal o un colectivo. Más específicamente, se refieren a conductas, más o menos arraigadas, aprendidas y automatizadas, que se encuentran asociadas a ciertas consecuencias, ya sean de carácter positivo (p.ej., ampliar el contacto o círculo social) o negativo (p.ej., consumo de tabaco o alcohol). Una de sus características principales es la fijeza o inmodificabilidad, principalmente cuando están vinculados a consecuencias positivas o aparentemente positivas. Así, según los ejemplos citados, el tener más contacto interpersonal podría ser de por sí positivo; e ingerir ciertas substancias, aunque podría concebirse por la propia persona como algo agradable, resultaría claramente perjudicial. De esta forma, podemos ver como la adquisición o el abandono de un hábito, requiere en la mayoría de ocasiones suprimir otro, aunque como veremos a continuación, esto puede resultar más o menos difícil.
Entre los principales factores que acostumbran a impedir emprender un nuevo hábito, o a mantenerlo en caso de ya haberlo adquirido, se encuentran:
La comodidad: Estamos bien como estamos, y esto nos aporta el suficiente bienestar. Constituye uno de los aspectos más potentes, ya que indirectamente se vincula a todos los demás. Si lo que estamos haciendo actualmente ya nos agrada, ¿para qué tocarlo?. Deberemos analizarlo objetivamente, teniendo en cuenta los pros y contras de los hábitos actuales, y de los que queremos adquirir, y tanto a corto como a largo plazo.
Procrastinación: Muy relacionado con el punto anterior, ya que ante la comodidad, y al plantearnos cambiar, uno de los mecanismos más utilizados es el hecho de postergar su realización para otro momento. Así, lo único que hacemos es convencernos a nosotros mismos de que ahora mismo tenemos otras prioridades, e incluso les otorgamos más importancia que aquello que realmente deseamos.
Creencias distorsionadas: No creer en la utilidad del cambio, en que no nos aportará cosas positivas, o en que no seremos capaces de hacerlo o de mantenerlo suponen algunas de las creencias negativas más comunes para no cambiar. En este sentido, cuando en ocasiones nos arriesgamos, y luego observamos las consecuencias, nos damos cuenta de la utilidad de abandonar nuestra zona de confort.
Minimizar y maximizar el esfuerzo: La minimización se encuentra más relacionada con el abandono de un hábito ya adquirido, y la maximización con el hecho de no iniciarlo. Así, cuando por ejemplo ya hemos iniciado una dieta, o dejado de fumar, es relativamente usual confiarnos y recaer. Por otro lado, tendemos a ver una gran montaña ante nosotros cuando nos planteamos empezar algo. Por ello, es importante atribuir el peso adecuado a cada aspecto.
En resumen, merece la pena tomar conciencia de todos estos mecanismos, que nos dificultan arrancar y salir de nuestra rutina. Merece la pena remarcar, que la mayoría son creados cognitivamente, es decir, somos nosotros mismos los que nos impedimos precipitar las cosas, cuando en realidad, a nivel externo existen pocos aspectos objetivos que de por sí supongan claras barreras para empezar. Junto a esto, también hay que tener en cuenta que muchos hábitos se encuentran asociados a trastornos específicos. En este sentido, las adicciones, algunos trastornos de ansiedad como las fobias, o ciertos problemas relacionados con la autoestima pueden explicarse desde este mecanismo.
Por ello, ciertas intervenciones como la Terapia Cognitivo-Conductual, la cual utiliza, entre otras, técnicas de modificación de conducta, pueden ser especialmente útiles para disminuir, crear o fortalecer algunos hábitos. Los profesionales de nuestro centro de psicología, en Mataró, están especializados en esta y otras intervenciones las cuales poseen hoy en día una amplia evidencia empírica. Si quieres recibir más información al respecto, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.