Diferencias y similitudes entre Anorexia y Bulimia
La detección y delimitación de los trastornos psicológicos casi nunca se encuentra exenta de complicaciones. En este sentido, existen muy pocas categorías (por no decir ninguna) que gocen de límites claros entre sus características y definiciones. Por ello, la mayoría de ellos muestra lo que se denomina comorbilidad, es decir, la ocurrencia de dos o más problemáticas en una misma persona. Este término también se utiliza cuando se detectan características comunes sobresalientes entre diferentes diagnósticos. Así pues, en los Trastornos de la Conducta Alimentaria, y especialmente en la Anorexia y la Bulimia (dos de los más prevalentes), aparecen síntomas y características que nos pueden hacer dudar en el proceso diagnóstico de uno u otro problema.
La Anorexia se define como la restricción de la ingesta energética en relación con las necesidades, que lleva a un peso corporal significativamente bajo con relación a la edad, el sexo, el curso de desarrollo y la salud física. Esta restricción se asocia con un miedo intenso a ganar peso o a engordar, o comportamientos que interfieren con su aumento aunque ya se tenga un bajo peso. Además, acostumbra a aparecer una alteración en la forma en que uno se percibe en relación a la forma y al peso, y una clara falta de reconocimiento de la gravedad del bajo peso actual. Según los diferentes sistemas de clasificación, se diferencian dos subtipos, el restrictivo y el purgativo. En el primero de ellos la pérdida de peso se asocia a la realización de dieta, al ayuno o al ejercicio físico excesivo. En el segundo (purgativo), aparecen episodios recurrentes de atracones o purgas es decir, autoinducción del vómito o utilización de diuréticos o laxantes.
Por otro lado, la Bulimia se entiende como episodios recurrentes de atracones (al menos una vez a la semana durante 3 meses), seguidos de comportamientos compensatorios inapropiados recurrentes para evitar el aumento de peso; como el vomito autoinducido, el uso de laxantes, diuréticos u otros medicamentos, el ayuno o el ejercicio físico excesivo. El atracón tiene dos características básicas: la ingestión de una cantidad de alimentos claramente superior a la que la mayoría de personas ingerirían, en un periodo determinado. Y la sensación de falta de control sobre lo que se ingiere durante el episodio. Junto a estos, existe también miedo al aumento de peso corporal que aparece mediante una autoevaluación negativa influida por este y por la constitución.
Tras exponer las principales características de ambos, aunque cada uno se encuentra relacionado con unos síntomas específicos que facilitan el diagnóstico diferencial, podemos observar como aparecen elementos significativos muy parecidos, por no decir casi idénticos. El aspecto quizás más importante se sitúa en el miedo intenso a ganar peso y, por lo tanto, a la idea sobrevalorada que ambos poseen sobre la delgadez. Este miedo se puede observar mediante la valoración negativa que realizan sobre su figura y por las creencias erróneas asociadas al peso corporal.
En cuanto a las estrategias empleadas para afrontar el malestar que suponen las ideas y pensamientos asociados con la alimentación y el peso, podemos ver como en ambos se pueden utilizar mecanismos muy parecidos, tanto es así que hasta hace poco la distinción entre restrictivo y purgativo también se empleaba para diferenciar los tipos de Bulimia. De esta forma, la realización de atracones, el ayuno, la realización de ejercicio físico exagerado, la ingestión de laxantes o diuréticos, y la autoinducción del vómito pueden relacionarse con las dos categorías expuestas. En relación a los atracones, inicialmente se consideraba que eran exclusivos de la Bulimia, y aunque es más prototípico de esta, esto ha sido corregido, ya que como hemos visto también aparece en personas con Anorexia.
Es importante destacar también la presencia de síntomas específicos del estado de ánimo. En ambas problemáticas acostumbran a aparecer síntomas de ansiedad, tristeza y humor deprimido e irritabilidad, pérdida de apetito sexual, retraimiento social, problemas de concentración, y síntomas obsesivos. Algunos de estos (especialmente la preocupación por la comida, los episodios de comer en exceso, la irritabilidad y el retraimiento social), en el caso de la Anorexia se ha observado que remiten cuando se recupera el peso, es decir que se encuentran asociados al estado de desnutrición. Por otra parte, el retraimiento social, las dificultades de concentración y la sintomatología ansiosa y depresiva asociados a la Bulimia y a la Anorexia purgativa suelen ser más secundarios al malestar asociado con la pérdida de control sobre el comer. Por ello, estos síntomas mejoran cuando se emplean estrategias encaradas a restablecer este control.
Como podemos ver, ambos diagnósticos poseen casi más cosas en común que exclusivas o excepcionales. Una de las claves utilizadas en la práctica clínica para diferenciar ambas problemáticas reside en el peso y en la presencia de atracones. Cuando este es significativamente bajo (como se ha destacado, muy por debajo de lo esperado en relación a la edad, sexo y desarrollo), muy posiblemente nos encontramos con un caso de Anorexia. Y cuando existen episodios de ingesta voraz recurrentes, es más probable que estemos delante de un caso de Bulimia. A pesar de ello, tal y como se ha remarcado, esto no significa que ambas características no puedan estar presentes en una u otra patología.
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