Técnicas para el afrontamiento del dolor
TÉCNICAS DE DISTRACCIÓN: AFRONTAMIENTO DEL DOLOR La hipervigilancia (autoconciencia o autoatención hacia el propio funcionamiento mental o corporal) es un estado común en las personas que sufren dolor o han sufrido dolor. Muchos autores defienden la importancia central de la autoatención o atención selectiva hacia el funcionamiento mental o corporal como un predisponente o una consecuencia de la ansiedad, de forma que tiene un papel central en la percepción del dolor y el mantenimiento del mismo. UTILIDAD DE LA DISTRACCIÓN EN EL CONTROL DEL PÁNICO: Es útil como una técnica complementaria, especialmente en aquellos casos en que otras técnicas son difíciles de aplicar o cuestan más. En ocasiones, el paciente puede tener problemas en una crisis para sustituir los pensamientos catastróficos por otros pensamientos alternativos más realistas, dada la dificultad para concentrarse y razonar que suele producirse delante del dolor. Por otra parte, a veces, realizar ejercicios de respiración lenta pueden ayudar a disminuir la ansiedad, para así poder aplicar las estrategias de discusión cognitiva; pero, en otras ocasiones, también puede ser útil, simplemente, dejar de pensar por un momento en el dolor, dirigiendo la atención a otro tipo de estímulos. Las técnicas de distracción son una estrategia que intenta conseguir dos objetivos: 1. Ayudar al paciente a desviar la atención, que centra en sus propias sensaciones o pensamientos, hacia otro estímulo que pueda competir con el amenazante en cuanto a demanda atencional. 2. Permitirle dejar de pensar en las interpretaciones catastróficas en un momento en que le puede resultar difícil pensar de un modo más racional. PRINCIPALES TÉCNICAS DE DISTRACCIÓN: Se trata de utilizar una o varias de ellas, según la situación, y según lo útil que resulten a la persona en concreto. Lo importante es que tengan una capacidad suficiente para acaparar la atención, de manera que no se pueda atender a las sensaciones corporales. Recordar que la atención es un recurso limitado. Es necesario tener en cuenta la importancia de practicarlas, observando cuál de ellas consiguen distraerle más y pensando en qué situaciones podría aplicar cada una de ellas. Pero lo básico, al igual que sucede con otras técnicas (respiración, autoinstrucciones, pensamientos racionales), es que se trata de una habilidad que conviene automatizar. Cuanto más se practiquen más fácil será su aplicación con éxito. 1) CENTRARSE EN UN OBJETO: Se trata de describir con todo detalle cualquier objeto, aludiendo a su forma, color, tamaño, textura, número de objetos iguales que haya en el lugar, etc. Es importante elegir un objeto con cierta complejidad con el fin de que pueda absorber su atención. 2) CONCIENCIA SENSORIAL: Esta técnica engloba, de algún modo, a la anterior. Consiste en hacer un recorrido por todos los sentidos intentando agudizarlos y hacer consciente lo que, generalmente, no percibimos conscientemente. Incluye describir todo lo que la persona ve y oye, además de los olores que nota, el gusto de su boca, y el tacto que siente en sus manos y el resto del cuerpo; en definitiva, sentir todo lo que nos transmiten nuestros sentidos. La persona se ha de centrar en todo lo que puede ver, todo lo que incluye su campo visual hasta el menor detalle. A continuación prestará atención a todo lo que pueda oir: voces (son de hombre, de mujer, de niños, hablan o discuten, están cerca o lejos, etc) y sonidos (música, coches, reloj, etc), de modo que apreciará fácilmente estímulos de los que no era consciente mientras no prestaba atención. Seguidamente, el gusto… siempre tenemos un determinado sabor o gusto en la boca: dulce, amargo, salado, … (cuando estamos comiendo este sentido está especialmente activado, así que éste es uno de los sentidos que pueden ser más útiles para distraerse en las crisis que ocurren en medio de una comida con gente). Después, centrar la atención en el olfato, en todos los lugares huele a algo: a cerrado, a polvo, a productos de limpieza, a hierbas, a tierra mojada, a comida, a perfume, etc. Se trata de explorarlo. Además, el olor de las cosas, en ocasiones, es capaz de transmitirnos emociones intensas y de trasladarnos a situaciones pasadas. Por último, se puede explorar también el tacto. Prestar atención, por ejemplo, a cómo estamos tocándonos la cara con la yema de los dedos, sin ser conscientes de sensaciones como la temperatura y la textura de la piel. También incluye el roce de la ropa en nuestro cuerpo o la presión de un miembro sobre otro (si por ejemplo tenemos las piernas cruzadas), o la ligera presión del zapato en los pies, etc. 3) EJERCICIOS MENTALES: Consiste en llevar a cabo cualquier actividad mental que requiera la suficiente dosis de atención para que la persona se distraiga de su propio cuerpo. Algunos ejemplos son pequeños ejercicios como contar de cero a cien de tres en tres o restar desde cien de siete en siete, nombrar animales por orden alfabético, buscar palabras que empiecen por una determinada letra, hacer cálculos con las matrículas de los coches, etc. Lo más importante es ajustar el grado de dificultad de la tarea, de forma que sea lo suficientemente distractora (no tan sencilla que no acapare atención) pero no estresante (es decir, no tan complicada). 4) ACTIVIDADES ABSORBENTES: Consiste en realizar cualquier actividad lo suficientemente absorbente como para que la persona se descentre de su dolor. No es nada nuevo, su efecto se recoge en el viejo refrán: El que canta, su mal espanta. Es conveniente realizar una actividad que se encuentre en el repertorio habitual de la persona. Ejemplos son: ver la televisión, escuchar la radio, hacer crucigramas o puzzles, leer un libro o revista, jugar al ajedrez o a las cartas, telefonear o charlar con alguien, planchar ropa, etc. 5) RECUERDOS Y FANTASÍAS AGRADABLES: Consiste en dejarse llevar por un recuerdo (algo ya ocurrido en el pasado) o una fantasía (algo por venir) agradable, que le permita dejar de pensar en sus sensaciones corporales o pensamientos. A todos nos ha sucedido alguna vez, por ejemplo, el ir por la calle andando y recordar una imagen de un suceso agradable que nos ha hecho sonreír, es decir, provoca una emoción positiva. Para aplicar esta técnica es útil tener preparadas de antemano algunas imágenes de escenas agradables (por ejemplo, un viaje realizado o que se desea realizar, una playa relajante, una comida familiar o reunión con amigos, una anécdota graciosa, …), de manera que sólo evocándolas pueda distraerse de las sensaciones corporales y pensamientos amenazantes, y así cambiar las emociones negativas (asociadas a la ansiedad) por otras emociones más positivas. Lo básico es que la imagen sea lo más vívida posible, es decir, rica en detalles, de modo que se exploren todas las cualidades de la situación imaginada: color, sonidos, forma, tacto, colores, etc. La mayor diferencia de esta técnica, respecto a las anteriores (que pretenden distraer la atención con un estímulo alternativo de carácter neutro), es que se centra en estímulos emocionalmente agradables, positivos, que están más alejados del estímulo amenazante. Sin embargo, para algunas personas es mucho más sencillo implicarse en una tarea emocionalmente neutra y mecánica en un momento en el que prevalece la ansiedad, que conseguir imaginar y centrarse en una escena que lleva asociada una emoción positiva.