Mi hijo tiene TDH, ¿qué puedo hacer como padre?
El TDAH (o Trastorno con Déficit de Atención y Hiperactividad) es un trastorno del neurodesarrollo y, por lo tanto, de base biológica; sin embargo, con un tratamiento especializado y la colaboración de la familia (entorno cercano) y de la escuela, podemos ayudar a estos niños a desarrollarse con el TDAH y no a pesar de él.
¿QUÉ ACTITUDES PODEMOS TOMAR COMO PADRES?: AFRONTAR EL PROBLEMA DE FORMA EFECTIVA
Evitar la culpa: todos deseamos y proyectamos la idea de los hijos que nos gustaría tener; que no tuvieran que encontrarse con dificultades que les afecten de ningún modo. Sin embargo, cuando aparece un diagnóstico de una enfermedad o trastorno con base genética, aparece también en muchas ocasiones el sentimiento de culpa.
Aunque somos conscientes de lo sencillo que es valorar y relativizar los problemas cuando no son los nuestros, la culpa no nos va a ayudar en nuestro papel de padres; al contrario, generará un clima emocional negativo que afectará a toda la familia y sólo podremos ver las limitaciones de nuestro/a hijo/a, en lugar de todas sus potencialidades.
En lugar de anclarnos en lo que no es o no podrá ser, es más constructivo pensar en lo que es, en lo que sí que puede hacer nuestro/a hijo/a y cómo esas capacidades le pueden ayudar con sus handicaps.
Pensar a corto plazo y de forma positiva: aunque nuestro ritmo de vida a veces no nos permita estar cargados de la paciencia necesaria para tomarnos el tiempo que necesita el niño y adaptarnos a sus ritmos, para un/a niño/a con TDAH es muy importante que le demos la oportunidad de volver a empezar cada día. Que hoy o hasta ahora tarde más de lo convenido en vestirse para ir al colegio no quiere decir que no podamos ayudarlo a gestionar el tiempo de forma más efectiva con el tiempo; que un día se olvide un libro que necesitaba para clase no tira por la borda las veces que se ha acordado de llevar el material.
Hay que tener en cuenta que estos niños no funcionan a largo plazo; al contrario. Por eso, arrastrar castigos y enfados por los problemas de funcionamiento en el día a día no solo va a crear un clima emocional negativo en la familia, también resultará muy frustrante para el niño porque sentirá que nunca podrá hacerlo lo suficientemente bien. Esos castigos y enfados duraderos en tiempo solo conseguirán impactar en su autoestima de forma negativa y, por tanto, la conducta empeorará. Por ello, es importante saber cómo aplicar las consecuencias a una conducta no deseable para que estas consecuencias tengan efecto y den paso a conductas deseables.
Potenciar la individualidad de nuestro/a hijo/a: que un niño/a esté diagnosticado de TDAH no debería definirlo. Nuestro hijo es mucho más que esa etiqueta diagnóstica, tiene un ambiente y una personalidad que modulan la expresión de ese trastorno, lo cual es una buena noticia ya que implica que hay mucho por hacer por él/ella y por mejorar su funcionamiento cotidiano.
Por otra parte, debemos ser conscientes de que cuando esperamos un/a hijo/a generamos expectativas de cómo será, que podrá llegar a hacer. Cuando hay algún tipo de problema de carácter médico o psicológico estos deseos que habíamos proyectado sobre nuestro hijo se rompen y hay que ser cautelosos de no transmitir a nuestro hijo nuestra frustración. Lo constructivo sería poder dejar de lado esos deseos irracionales y ver a nuestro hijo por lo que es y lo que puede hacer y tener en cuenta que, aunque a nosotros nos hubiese encantado que realizara actividades más sosegadas, nuestro hijo va a tener sus propias necesidades tanto por el trastorno, como por su personalidad y, disfrutará y se desarrollará en actividades que requieran más movimiento y menos atención.
La realidad es que nuestro hijo es único y lo mejor que podemos hacer es apoyarlo y quererlo por lo que es y no por lo que nos hubiera gustado que fuera. Esa actitud revertirá en una autoestima y autoimagen positivas del niño, lo que le ayudará a tener una base emocional sólida para afrontar las dificultades del día a día derivadas del trastorno.
Entender qué es el TDAH: entender el trastorno es fundamental para poder ayudar a nuestro hijo y gestionar mejor tanto el aspecto emocional (el nuestro y el de él/ella), como sus conductas y potencialidades a nivel cognitivo. Para ello, podemos informarnos sobre grupos psicoeducativos, grupos de apoyo y la orientación de los profesionales especialistas que atiendan a nuestro/a hijo/a.
Buscar soporte: ser padres no es una tarea fácil, nuestros hijos no vienen con un libro de instrucciones bajo el brazo; si además nuestro hijo presenta algún tipo de condición que hace que su educación sea más compleja, es positivo permitirnos pedir ayuda:
Hablar con el tutor/a y psicopedagogo/a de la escuela. Con los psicólogo/s y psiquiatra que atiendan a nuestro/a hijo/a. Visitar al pediatra para conocer su opinión y asesorarnos. Asesorarse con un Trabajador Social sobre los recursos y ayudas a los que tiene acceso nuestro/a hijo/a. Hablar con el resto de familiares del entorno inmediato del niño/a: hermanos, otros cuidadores
Seguir las recomendaciones e indicaciones de los especialistas que atienden a nuestro/a hijo/a (siempre teniendo en cuenta que la decisión última es nuestra como tutores).