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Estamos especializados en el tratamiento de trastornos de la ingesta y de la conducta alimentaria. Ofrecemos evaluaciones precisas para determinar el tipo y gravedad del trastorno, y desarrollamos un plan de tratamiento individualizado para cada paciente.
El trastorno de la ingestión y la conducta alimentaria (TCA) es un concepto que se utiliza para englobar varios trastornos relacionados con una relación disfuncional con la comida. Así, podemos hablar dentro de este tipo de trastornos de enfermedades como la anorexia nerviosa o la bulimia, entre otros.
Las causas del trastorno de la ingestión y de la conducta alimentaria son difíciles de definir, ya que pueden ser variadas y suelen depender de cada caso en concreto. Sin embargo, es cierto que existen algunas generalidades que contribuyen al desarrollo de los trastornos alimenticios.
Así, por ejemplo, podemos hablar de factores psicológicos, como baja autoestima o sentimiento de inferioridad respecto a otras personas. También pueden ayudar a desencadenar este tipo de trastornos los problemas como la depresión, la ansiedad, etc.
En el ámbito social, la estandarización de un determinado canon de belleza y la imposibilidad de cumplirlo por parte de la persona afectada también puede provocar un trastorno de la ingestión. Así como también la presión social orientada hacia unos determinados rasgos físicos.
Los síntomas de este tipo de trastornos se suelen expresar en una relación disfuncional con la comida, ya sea por comer en exceso o de forma compulsiva o por dejar de hacerlo hasta experimentar una pérdida muy significativa de peso que puede, incluso, llegar a poner en riesgo la salud de la persona afectada. En casos muy graves o sin tratamiento, puede llegar a peligrar la vida de la persona que sufre este trastorno.
Para el tratamiento de este tipo de trastornos es indispensable contar con la ayuda de un profesional, así como también con la colaboración de la familia. Además, a menudo es necesario que el paciente se someta a un tratamiento psicológico para abordar el problema y a un tratamiento médico para tratar o paliar los posibles síntomas físicos.
La conducta alimentaria se define por los hábitos de alimentación, la selección de alimentos, las preparaciones culinarias y las cantidades que se comen.
Los trastornos de alimentación son alteraciones en la conducta del acto de comer. En resumen, es un problema con cualquiera de los comportamientos relacionados con la comida. Normalmente, este tipo de afecciones se presentan en adolescentes, jóvenes y adultos. Sin embargo, hay estudios que indican que estas enfermedades en muchas ocasiones son iniciadas en la primera infancia.
En los más pequeños y en los bebés, estos trastornos se manifiestan en la dificultad de incorporar alimentos nuevos a sus dietas. Esto afectará mucho en la conducta social, por norma general el niño que rechaza alimentos nuevos también rechazará personas nuevas. Este tipo de problemas, la inapetencia selectiva, es propia de problemas de adaptación.
Existen varios trastornos poco conocidos como el conocido como Pica y la Rumiación. Además, hay otros trastornos de la ingestión más conocidos como por ejemplo el trastorno de evitación, la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno de atracones.
Los síntomas acostumbran a ser claros y para los padres es sencillo detectarlos. Por ejemplo, el caso que tratábamos anteriormente, los niños que tardan mucho en comer o rechazan alimentos.
También existen casos en los que los niños rechazan la ingesta de alimentos nuevos, en este caso estaríamos hablando del síndrome de especialización en la comida. Es un síndrome frecuente entre los pequeños cuando se están desarrollando y se encuentran con selecciones de comida caprichosas. Los síntomas deben estar relacionados con algunas fases de la alimentación, ya sea la preparación de la comida, la selección de esta y las cantidades, la alimentación en sí misma… Si los pequeños muestran problemas en estos actos estaremos hablando de algún tipo de trastorno de la ingestión y de la conducta alimentaria.
La característica común de todos los trastornos alimentarios son los comportamientos anormales de alimentación, ocasionando problemas serios de salud mental y pueden poner en peligro la vida. Los principales trastornos de alimentación son: Anorexia, bulimia, ortorexia, vigorexia, comer compulsivo. Tienden a aparecer durante la adolescencia ya que en esta etapa la preocupación por el aspecto físico aumenta considerablemente.
Si los padres o profesores detectan los síntomas, la mejor solución es acudir a un equipo de patología alimentaria que pueda entender y comprender los problemas de los niños y trabajar conjuntamente con la familia. Muchas veces el tratamiento debe hacerse en casa, con los padres ya que así, ellos mismos adoptan nuevas conductas y podrán conseguir la mejora del niño.
Por otro lado, el profesional debe ver qué prioridades hay, como motivar al pequeño frente a un alimento y como socializar. Es importante que aprenda a adaptarse para afrontar situaciones nuevas. Es necesario descartar fallos orgánicos cuando los niños vomitan frecuentemente. Si el niño está sano, será una cuestión emocional. Existen casos extremos en los que los niños se niega rotundamente y pueden ponerse en riesgo biológico, ahí el trabajo debe ser profundo de la mano de un especialista.
En el primer momento que detectemos que el niño tiene problemas a la hora de comer debemos contactar con un psicólogo profesional para que nos oriente con los pasos a seguir, con las actitudes a adoptar y que nos de herramientas para gestionar el trastorno que esté sufriendo el pequeño.
La pica es uno de los trastornos psicológicos infantiles que se engloban dentro de los Trastornos de la Ingestión y la conducta alimentaria.
Una categoría en la que también se encuadran los trastornos de ingestión y la rumiación, entre otros. Se trata de un problema que consiste en un deseo irresistible de comer o lamer sustancias no nutritivas y poco usuales como tierra, yeso, virutas de la pintura o tiza. Las personas afectadas por pica también pueden lamer o comer bicarbonato, almidón, pegamento, moho, cenizas de cigarrillo, heces, papel o cualquier otra cosa que no tiene, en apariencia, ningún valor alimenticio.
En general, este tipo de trastorno se asocia a niños entre 1 y 6 años de edad y es más poco frecuente entre adolescentes y adultos. Sin embargo, también puede darse en mujeres embarazadas. En este caso, se cree que la falta de ciertos nutrientes, como hierro y zinc, pueden desencadenar este deseo vehemente e inusual.
Las causas de la pica son difíciles de definir. En ocasiones, se ha considerado que puede deberse a problemas de nutrición o la falta de ciertos nutrientes, como hierro o zinc. Sin embargo, no sería el único factor desencadenante, ya que también se dan casos de pica en personas que no tienen ningún tipo de carencia a nivel alimentario o nutricional.
Los síntomas de este tipo de trastorno consisten principalmente en el deseo irrefrenable de comer o lamer sustancias poco adecuadas y sin ningún tipo de valor nutritivo. La persona afectada puede comer tierra, hielo, heces, pintura, tiza, yeso, papel y un largo etcétera de sustancias o productos que no se consideran alimentos ni suponen ningún tipo de aporte nutricional. En general, para que pueda considerarse un caso de pica, es necesario que el niño o la niña afectado coma o lama este tipo de sustancias durante más de un mes de forma continuada.
Para el tratamiento de este tipo de trastorno se requiere un abordaje psicológico y, en ocasiones, también médico para tratar de determinar si la pica se debe a algún tipo de carencia nutricional. Por eso, se pueden realizar análisis para comprobar los niveles de hierro y zinc en la sangre.
La rumiación, también llamada mericismo, es uno de los trastornos psicológicos infantiles que se engloban dentro de los Trastornos de la Ingestión y la conducta alimentaria.
Una categoría en la que también se encuadran los trastornos de ingestión y la pica, entre otros. Se trata de un problema que consiste en la regurgitación del alimento desde el estómago hasta la boca, para masticarlo de nuevo y tragarlo otra vez. Suele iniciarse a los 15 minutos aproximadamente después de haber comido y alargarse hasta una hora. La persona afectada no sufre náuseas ni desagrado ante el alimento que mastica. De hecho, en algunos casos puede resultarles, incluso placentero. Normalmente, se inicia a partir de los tres meses de vida del bebé (después de haber tenido digestiones normales durante el período previo) y puede alargarse meses o años. Es más frecuente en bebés y niños pequeños y suele ser más raro en niños y adolescentes, aunque también pueden darse casos. En niños pequeños puede provocar pérdida de peso o incapacidad para alcanzar un peso normal, así como malestar y ansiedad.
Las causas del trastorno del mericismo son difíciles de definir. Aunque no está claro exactamente qué puede motivar este problema, se cree que podría ser debido a factores sociales o familiares. Así, una situación familiar compleja, situaciones de rechazo o de falta de atención paterna, etc podrían ser una de las causas de la rumiación.
Los síntomas de este tipo de trastorno consisten principalmente en la regurgitación repetida de la comida. La persona afectada provoca (voluntaria o involuntariamente) el vómito para volver a masticar la comida y volverla a tragar. Además, este tipo de afectación incluye una serie de sintomatología que puede requerir incluso atención médica:
Para el tratamiento de este tipo de trastorno se requiere un abordaje psicológico y, en ocasiones, también un médico para tratar los síntomas asociados, tales como malnutrición o problemas gástricos, ya que en los casos más extremos, la rumiación puede incluso provocar la muerte de la persona afectada si no se realiza un correcto seguimiento médico. En el caso del tratamiento psicológico, la pauta a seguir varía en función de varios factores, como la edad del niño.