Sexualidad y pareja
La sexualidad es una parte esencial de nuestras vidas, y especialmente de las relaciones de pareja. En sí, el término hace referencia tanto a aquellas variables fisiológicas, anatómicas y psicológicas que caracterizan a cada sexo, como al apetito o deseo sexual y a los factores conductuales y emocionales asociados a este. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la sexualidad incluye tanto las relaciones sexuales como la intimidad, el placer o el erotismo. De esta forma, debemos comprender que la conducta propiamente sexual puede suponer una expresión directa del grado de comunicación, pasión, confianza, deseo, amor entre otros.
En este sentido, a pesar de que habitualmente ponemos el foco de atención en la persona que manifiesta un problema o síntoma específico, la afectación va mucho más allá del terreno individual, repercutiendo claramente a nivel interpersonal, y más concretamente, en nuestras relaciones de pareja. Así, es sumamente importante atender a todas las variables, sean estas biológicas, sociales o psicológicas para determinar cuáles de ellas están repercutiendo de manera más significativa, teniendo claro que existirá, casi siempre, una repercusión a nivel conyugal.
Junto a esto, aunque existe un cierto estigma hacia algunos temas relacionados con este ámbito, debemos concienciarnos de la importancia de hacer frente y compartir las dificultades inmiscuidas en nuestras vidas sexuales. Ciertamente, aunque en ocasiones haya conciencia de problemática por parte de ambos miembros de la pareja, la incomodidad y la timidez pueden ser obstáculos a la hora de exteriorizar el malestar, lo cual puede actuar como factor de mantenimiento de la situación. En este sentido es importante establecer un hábito de comunicación (sexual) saludable y adecuada, el cual vaya acompañado de un análisis personal acerca de aquello que consideremos que pueda estar repercutiendo en el problema.
El tipo de educación sexual recibida, las necesidades personales, el estrés sufrido por ambos o por algún miembro de la pareja, la presencia de otras problemáticas como trastornos de ansiedad, depresión o abuso de sustancias, o el uso de medicamentos, son algunas de las variables que pueden repercutir en la situación, generando en ocasiones disfunciones sexuales específicas. Ante esto, será crucial indagar acerca de la interrelación entre todos los aspectos para averiguar si el tratamiento de alguno de ellos puede incidir de manera positiva en las dificultades relacionadas con el ámbito sexual. Así, en muchas ocasiones la mejoría pasará por realizar un tratamiento psicológico específico encarado a mejorar ciertas actitudes, conductas, creencias y emociones relacionadas con el sexo. En otras, junto al seguimiento terapéutico puede ser recomendable colaborar con un profesional de psiquiatría para potenciar la mejora de la persona.
Lo más importante pero, y aunque cada uno de nosotros elegimos vivir nuestra sexualidad de una manera determinada, es adoptar un punto de vista global y asumir que la mejora de síntomas o dificultades específicas pasa, casi siempre, por escuchar y colaborar con la pareja, la cual además de estar sufriendo y viviendo la situación en primera persona, puede suponer una piedra angular para potenciar la mejora de la persona que exterioriza el problema con una dificultad específica.
En conclusión, la sexualidad supone un concepto amplio, complejo y dinámico, vivido, entendido y experimentado de maneras muy diversas y en el cual encontramos interrelacionados un conjunto diverso de componentes entre los cuales se encuentra el intercambio afectivo y la comunicación. Únicamente adoptando una mirada global seremos capaces de comprender cierta parte de este extenso terreno, y será más probable que consigamos brindar una ayuda óptima a las personas que sufren dificultades determinadas relacionadas con este ámbito.