El abuso o la violencia psicológica es un fenómeno que puede aparecer en todos los ámbitos de nuestro día a día. Así, aunque tendemos a ser más conocedores del que se produce a nivel académico y conyugal, lo cierto es que existe una realidad paralela, la cual parece estar aumentando su incidencia de forma significativa. Hacemos referencia al moobbing o acoso laboral, fenómeno que podemos definir como la acción en forma de humillación, amenazas, aislamiento, o desprecio, que uno o un grupo de acosadores realizan hacia un trabajador o un grupo de ellos. La persona es víctima de actos hostiles y/o negativos que pueden ocurrir tanto en el mismo lugar de trabajo como fuera de él (ambiente social externo), por sus propios compañeros (acoso horizontal), por parte de los superiores (vertical descendente o bossing), o incluso por subalternos (vertical ascendente). Es importante tener en cuenta, que entre las diferentes concepciones del concepto, la mayoría incluyen tanto la acción externa como el efecto o consecuencia, en términos de salud mental o psicológica, que produce en la persona.
Por otro lado, debemos ser conscientes de que no nos estamos refiriendo a un hecho aislado, sino a un proceso que puede durar semanas, meses o incluso años. Es por ello que, a menudo, cuando la persona solicita ayuda, el sufrimiento personal sea especialmente elevado, ya que puede haber transcurrido mucho tiempo desde el inicio del estresor. En este sentido, aunque el tipo y la gravedad de la sintomatología difiere en cada persona, los problemas psicológicos más prevalentes serían los relacionados con el estrés y la ansiedad, la depresión, problemas relacionados con la autoestima, e incluso en ocasiones, intentos de suicidio. Todos ellos requerirán una atención individual y especializada, teniendo en cuenta que la causa principal se sitúa en un aspecto en concreto, el ámbito laboral. De esta forma, a continuación se especifican algunas estrategias que pueden ser útiles para afrontar esta complicada situación:
Identificar, registrar e informar: Deberemos estar atentos a las interacciones que se producen en nuestro ámbito de trabajo, teniendo claros los roles que asume cada empleado y analizando las interacciones. De este modo puede resultar más sencillo anticipar o incluso prevenir una posible conducta de acoso. Junto a esto, además, una vez detectado, resulta clave registrar los comportamientos y agresiones recibidas, procurando especificarlos lo máximo posible. Posteriormente, conviene informar o hacerlo público a compañeros, superiores, familiares, asesores o amigos para que sean conscientes de la situación.
Análisis objetivo: Relacionado con el punto anterior, conviene procurar no sesgar ni distorsionar los acontecimientos. En ocasiones, por miedo, o por el simple hecho de conocer a los agentes responsables del acoso, puede ofrecerse una información no del todo certera o realista sobre los acontecimientos. Debemos ceñirnos a los datos objetivos, y procurar anotarlos y exponerlos tal y como están sucediendo, ya que de lo contrario, podríamos perpetuar el problema.
Regulación emocional: Es quizás el principal componente, y a su vez, el que puede resultar más árduo. La gestión de todo el conjunto de emociones negativas que nos puede producir es crucial. Como posibles mecanismos, el aprender a desactivarse emocionalmente, evitando reaccionar de manera negativa ante los ataques puede ser de ayuda. En esta línea, canalizar y controlar la ira pueden prevenir males mayores. Por último, la exculpación también es un aspecto a tener especialmente presente, ya que podemos caer en la tentación de atribuirnos la responsabilidad de lo que está sucediendo, e incluso llegar a creer que somos nosotros mismos los causantes.
Afrontamiento conductual: Lo que hagamos a nivel comportamental también va a repercutir tanto en nuestro estado de ánimo como, posiblemente, en la potencia y duración de la situación. Es importante afrontar el conflicto, ya que los hostigadores acostumbran a aparentar una personalidad más fuerte de lo que realmente es. Por ello, deberemos realizarlo de manera asertiva (es decir sin pasividad ni agresividad). Además de esto, la evitación del aislamiento social y por ende, conseguir apoyo grupal puede facilitar el afrontamiento.
Junto a las anteriores citadas, existen otros mecanismos que pueden resultar útiles para afrontar el mobbing, sobre todo dependiendo de cada caso en particular. El asesoramiento por parte de un profesional o la realización de seguimiento terapéutico pueden facilitar la puesta en marcha de soluciones, e incluso la prevención de futuros problemas o conflictos tanto personales o psicológicos, como laborales.
Por todo ello, te animamos a llamarnos y preguntarnos cualquier duda que tengas al respecto, y en caso de considerar que puede serte útil, contactar con nosotros. En Mataró, contamos con un equipo amplio de profesionales de la Psicología y la Psiquiatría que te proporcionarán toda la ayuda que necesites.