Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo pensando. Las imágenes e ideas se suceden con mucha rapidez, y con una frecuencia casi asombrosa. Algunos de estos pensamientos pueden ser casi imperceptibles, o dicho de otra manera, automáticos e inconscientes. Otros, en cambio, son especialmente sobresalientes y significativos, pueden tener una mayor duración, y generan un impacto emocional mucho mayor. En este último caso nos acercamos al concepto de distorsión cognitiva.
Las distorsiones cognitivas, tal y como fueron definidas por Beck (1963) en su teoría sobre la depresión, consisten en errores a la hora de procesar la información, al interpretar las diferentes situaciones. Esto provoca que aparezcan sentimientos negativos en relación a estas situaciones y a nosotros mismos, y facilita que se mantengan las creencias negativas acerca de nosotros, el mundo y el futuro. Todos hemos podido experimentar alguna vez alguna distorsión, aunque son principalmente comunes en problemáticas como la ansiedad, la depresión o los problemas relacionados con la autoestima. A continuación, se exponen algunas de las definiciones y ejemplos de las principales distorsiones:
- Catastrofización: Consiste en pensar constantemente en el peor escenario posible acerca de una situación, sin importar lo improbable de su ocurrencia. Esto provoca que veamos la situación como terrible, inevitable, intolerable o sin solución. Por ejemplo, “si lo hago me va a salir mal y será horrible”; “seguro que voy a fracasar”; “me quedaré siempre solo/a…”
- Lectura del pensamiento: también denominado “lector de mentes” o “error del adivino”. Se refiere al hecho de inferir lo que los demás están pensando de nosotros, y darlo por verdadero. Por ejemplo, “si le hablo pensará que soy tonto/a”, “mi jefe/a cree que no valgo”, “la gente piensa que soy débil…”.
- Los debería: Consisten en la transformación de preferencias, deseos o elecciones en absolutos universales. Por ejemplo, “debo caer bien”, “debería empezar a correr”, “debo ser perfecto…”.
- Pensamiento dicotómico: O “blanco o negro” o “todo o nada”. Aquí la persona va de extremo a extremo a la hora de interpretar la realidad, y además, muestra su postura con mucha rigidez. Ejemplos de ello serían: “no sirvo para cocinar ya que ésta comida me ha quedado salada”; “si no puedo llevar a mi mascota, prefiero perderme la función”; o valorar las cosas como buenas o malas, amigos o enemigos, a favor o en contra.
Junto a estas, existen otras distorsiones las cuales fueron definidas por el mismo autor y posteriormente ampliadas por otros autores. Algunas de ellas son la magnificación, la sobregeneralización o la personalización, todas ellas comunes tanto en población general como clínica. En este sentido, a nivel terapéutico lo que se pretende es facilitar a la persona descubrir sus pensamientos disfuncionales e irracionales, junto al efecto que tienen sobre su comportamiento y estado de ánimo, y dotarle de herramientas de afrontamiento adecuadas para que lleve a cabo su vida de forma más satisfactoria.