Somos seres esencialmente sociales, quizás la especie más social del mundo. Nos adaptamos, sobrevivimos y crecemos mediante la interacción con los otros, y para ello, hacemos uso de nuestro canal favorito: la comunicación. Esta supone una capacidad innata que nos permite compartir o intercambiar información con los demás, favoreciendo conformarnos una imagen o percepción tanto de estos como de nosotros mismos. Una comunicación deficiente puede ser causa de muchos problemas, principalmente interpersonales, restringiendo nuestras oportunidades sociales e incluso laborales. Por ello, conocer alternativas funcionales y sanas de comunicación es clave para potenciar una mejor adaptación, y por ende, un mayor bienestar.
“La violencia es la expresión trágica de necesidades no satisfechas. Es la manifestación de la impotencia y/o la desesperación de alguien que se encuentra tan desprotegido que piensa que sus palabras no bastan para hacerse entender. Entonces ataca, grita, agrede”. (Marshall Rosenberg). La comunicación no violenta fue introducida por este psicólogo americano especializado en comunicación y autoestima, el cual la definió como la capacidad para relacionarnos verbalmente con los demás, desde la empatía, el no juicio, y teniendo en cuenta tanto sus necesidades como las nuestras y las emociones. Así, se interesó en potenciar un estilo de comunicación que permitiera resolver conflictos y satisfacer nuestras necesidades. A partir de aquí, el propio autor propone diferentes principios y necesidades que subyacen a esta comunicación.
Los principios suponen pasos o elementos indispensables para llevar a cabo la comunicación no violenta, y los cuales deben tenerse en cuenta y respetarse en su totalidad. Bajo estos, el autor resalta la compasión, la cual es inherente a todo ser humano, pero debemos potenciar. Cuando actuamos en congruencia con esta, lo hacemos de una forma comprensiva y cercana, fomentando la cercanía y el respeto. Así, los principios son los siguientes:
- Observación: El primer paso supone atender de una forma abierta, y especialmente hacia aquello que esté afectando a la calidad de la relación.
- Expresión de sentimientos: Consiste en externalizar cómo me siento yo, y procurar indagar cómo se está sintiendo el otro.
- Expresión de necesidades: Debemos analizar qué necesidades tenemos detrás de lo que sentimos, y de lo que siente el otro.
- Petición: Por último, planteemos qué necesitamos por parte del otro y cómo lo podemos expresar desde la empatía y el respeto.
Por otro lado, existen las necesidades, las cuales subyacen a cualquier acercamiento con los demás. En este sentido, las personas poseemos necesidades que van mucho más allá de lo puramente fisiológico. Es decir, no solamente necesitamos comer y dormir, sino también amor, seguridad, apoyo, o libertad. El propio autor propone las siguientes:
- Necesidad de conexión
- Necesidad de sentido
- Necesidad de cercanía
- Necesidad de autonomía
- Necesidad de seguridad
- Necesidad de integridad
Aunque la comunicación no violenta podría ser sinónimo a la asertividad, de la que tanto hemos hablado, fomenta y acentúa ese punto extra de no agresividad, un apunte especialmente importante hoy en día, donde la violencia en sus diferentes formas y sobre todo en la comunicación, está tan presente en nuestra sociedad. Trabajemos para cuidarnos, respetarnos y escucharnos a nosotros mismos y a los demás. Si lo conseguimos, podemos construir relaciones sanas y duraderas.
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– Eric Badia.