Permítete
Vivimos en un mundo donde el ritmo es frenético, donde muchos de los valores que se “premian” quedan sometidos al rendimiento y a la competitividad, y donde nos focalizamos casi exclusivamente en objetivos externos y en lo que se espera de nosotros, en detrimiento de nuestro propio bienestar. Interiorizamos rápidamente los estándares y patrones de comportamiento de nuestra sociedad, y procuramos adecuarnos a ello lo mejor posible, pero pocas veces nos focalizamos en nosotros, parándonos a pensar en qué es lo que realmente queremos, cómo estamos, o incluso quiénes somos.
Somos nuestros peores jueces, y nuestra principal barrera; “debo cumplir con lo que se espera de mí”, “no puedo relajarme”, “los otros saben lo que hacen”. Nos autoimponemos rendir e incluso ser a tales niveles, que cuando nos damos cuenta, podemos tener la sensación de haber perdido el tiempo, sintiéndonos culpables, tristes, irritados… O incluso pudiendo sufrir problemas relacionados con la autoestima, ansiedad, o depresión. Por ello, identificar nuestras propias barreras, nuestros “debos/exigencias”, nos puede acercar hacia nosotros. A continuación lo resumimos en cuatro máximas:
- Permitámonos observar: parémonos y atendamos, o mejor dicho, atendámonos. Dedicarnos momentos a simplemente observarnos nos abre paso hacia todo lo demás. Para ello, lo primero es comprender que nos lo podemos permitir. Preguntas como “dónde estoy”, “cómo estoy”, o “qué estoy haciendo”, pueden facilitarnos esta primera parte.
- Permitámonos sentir: Si lo sentimos, es importante. En ocasiones, juzgamos con facilidad lo que experimentamos, lo evitamos, o incluso lo procuramos suprimir. Y es muy probable que el malestar o la magnitud de las emociones que tenemos se pueda explicar precisamente por esto; es decir, no tanto por su aparición en sí, sino por cómo reaccionamos ante ellas.
- Permitámonos hacer: Tenemos objetivos, ideas, proyectos, tanto a corto como a largo plazo, y tanto más o menos importantes. También es cierto que tenemos prioridades, pero quizás podemos encontrar un equilibrio, una balanza entre nuestros “debos” y nuestros “quiero”, y merece la pena planteárnoslo.
- Permitámonos decir: Por último, reprimimos decir ciertas cosas, y sobre todo cuando se trata de expresar emociones (p.ej., gracias, te quiero, o lo siento…). A veces por orgullo, y otras por esperar a que sean los demás. Empecemos nosotros, y no tanto por la reacción que puedan tener los otros (aunque muy posiblemente la habrá), sino por nosotros, para ver cómo repercute en nuestra persona.
Somos dueños de nosotros mismos, y sólo nosotros tenemos este poder. Quizás ahora es un buen momento para pensar en nosotros, para escucharnos, para permitirnos…Quizás siempre lo ha sido.
En nuestro centro de psicología infantojuvenil y de adultos, situado en Mataró, contamos con un equipo de profesionales que te ayudará a obtener toda la información y ayuda que necesites. Ponte en contacto con nosotros para conocernos, será un placer atenderte.