Estrategias para prevenir y afrontar el estrés
Todos hemos oído hablar de estrés, y posiblemente hemos manifestado haberlo sufrido en más de una ocasión a lo largo de nuestra vida. Muchas veces asociado al contexto laboral, y otras al ámbito familiar, social o incluso de pareja. El estrés supone un estado mental y físico de cansancio y agotamiento que aparece cuando nos encontramos ante situaciones exigentes que sobrepasan o percibimos que sobrepasan nuestros recursos personales. Así, nuestro cuerpo reacciona a una presión física, mental o emocional, produciendo diferentes alteraciones químicas (elevación de la presión arterial, la frecuencia cardíaca y las concentraciones de azúcar en sangre).
Aunque muchas veces se utiliza como sinónimo de la ansiedad, ya que en ambos se produce una elevada activación fisiológica, esta se considera una reacción emocional de alerta ante una amenaza real o percibida, siendo el estrés un proceso más amplio de adaptación al medio, y por lo tanto más persistente. Si no se controla, puede contribuir a presentar diferentes problemas tanto de salud como psicoemocionales. Entre los primeros, los más frecuentes son la hipertensión arterial, las enfermedades cardíacas, la obesidad y la diabetes. También se ha relacionado con patologías intestinales como las úlceras o el síndrome del intestino irritable. En cuanto a los segundos, es común la aparición de frustración, ansiedad, enojo o síntomas depresivos.
Por todo ello, resulta especialmente importante atender a las formas de prevención de esta importante y frecuente problemática. A continuación se citan algunas de las estrategias más útiles:
- Estilo de vida saludable: Esta supone la herramienta principal. Aunque puede abarcar muchos aspectos, conviene asegurarnos principalmente tener nuestras necesidades fisiológicas (sueño y alimentación principalmente) cubiertas y cuidadas. Junto a esto, practicar deporte también supone una vacuna contra el estrés, y especialmente cuando lo realizamos de manera regular.
- Autoobservación y priorización: En muchas ocasiones o desconocemos, no somos conscientes o minimizamos el malestar que estamos sufriendo. Dedicar espacios al día a observarnos, a chequear nuestro estado físico y emocional, puede ayudarnos a prevenir un mayor malestar. Esto además, supone que nos demos importancia y nos prioricemos en todos los sentidos.
- Exteriorización: Comunicar nuestras preocupaciones y nuestro malestar resulta clave. Si lo hacemos de una forma asertiva y educada, podemos permitirnos transmitir cualquier mensaje que nos haga sentir mal. Esto puede facilitarnos rebajar tensiones e incomodidad, además de hacer conscientes a los demás de nuestro estado.
- Poner límites: Disminuir la sobrecarga y la responsabilización también puede sernos de gran ayuda. En ocasiones percibimos que todo depende de nosotros, o que la consecuencia de cometer ciertos errores producirá un efecto muy negativo. Es importante marcar nuestros límites y respetarnos en todos los ámbitos.
- Cuestionamiento de urgencias: No todo lo que hacemos tiene la misma importancia, ni debemos darle la misma urgencia o prioridad. Cuestionarnos la urgencia con la que percibimos hacer nuestras tareas y actividades, y ordenarlas, nos ayudará a disminuir el estrés de manera significativa.
Finalmente, conviene tener en cuenta que el estrés es sufrido por todo el mundo, por grandes y pequeños, y además, como vemos, genera alteraciones físicas y emocionales importantes y diversas. Por lo tanto, deberá abordarse desde diferentes ámbitos (médico, psicológico y psiquiátrico). Si quieres recibir información o ayuda al respecto de este u otro tema, ponte en contacto con nuestro equipo de psicólogos, en Mataró, te proporcionamos todo lo que necesites.