Cómo crear un buen apego
EL VÍNCULO AFECTIVO: EL APEGO
Introducción
La capacidad y el deseo de formar relaciones emocionales están asociados a la organización y funcionamiento de partes especificas del cerebro humano, así como del equilibrio de los neurotransmisores. El cerebro es el órgano que nos permite oler, ver, gustar, pensar y movernos, pero también nos permite amar o no amar.
Estos sistemas cerebrales que nos permiten formar y mantener relaciones se desarrollan durante la infancia y las experiencias de estos primeros años influyen sobre el moldeado de las capacidades para construir relaciones íntimas y emocionalmente saludables. La empatia, el afecto, el deseo de compartir, la capacidad de amar y un sin número de características de una persona asertiva y feliz, están asociadas a las capacidades medulares de apego formadas durante la infancia y niñez temprana.
Se puede definir al Apego como a la relación emocional especial y específica que se establece entre el niño y la persona que lo cuida, a la que quiere. Es una relación recíproca, afectuosa y fuerte. Puede ser evidente a partir del primer mes de vida y obedece a una necesidad vital de reducir la ansiedad que le permite afrontar las situaciones que la generan. El apego se caracteriza por ser perdurable con una persona, producir sentimientos positivos (seguridad, consuelo, agrado, etc.) y su pérdida, o la amenaza de la misma, genera en la persona una gran ansiedad. Esta relación ofrece el andamiaje funcional para todas las relaciones subsecuentes que el niño desarrollará en su vida. Un apego seguro se asocia con una alta probabilidad de crear relaciones saludables con otros, mientras que su ausencia parece estar relacionada con problemas emocionales y conductuales a lo largo de la vida.
Teoría del Apego. Tipos de Vinculación Afectiva
La teoría del apego nace en los años cincuenta siendo sus principales exponentes J. Bowlby y M. Ainsworth. Es una teoría de filiación etológica, de adaptación, pero maneja muchos conceptos psicológicos y de cualificación de la relación e investiga la perspectiva evolutiva del apego.
La relación entre la madre y su hijo ha sido estudiada a lo largo de la historia por muchos investigadores. En 1935 R. Spitz observó el desarrollo de niños abandonados por sus madres en centros de huérfanos, concluyendo que la madre era la representante del mundo externo y a través de ella el niño podría comenzar a construir la objetividad de éste. Bowlby, en 1958, plantea una hipótesis que difiere por completo de la anterior. Para él, el vínculo que une al niño con la madre es producto de una serie de conductas que tienen como objetivo el aproximarse a la madre, surgiendo así su Teoría del Apego.
La teoría de apego investiga la ontogenia de las respuestas a la separación y su relación con el desarrollo cognitivos del bebé. La separación se hace más evidente en la segunda mitad del primer año Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia | 3
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ya que el bebé empieza a tener concepto de sí mismo y ve el exterior como un objeto, algo real, independiente de sí mismo y es cuando puede iniciar su búsqueda. Este objeto se hace en primer lugar con referencias a personas físicas y posteriormente a objetos inanimados. Así pues, el bebé intenta mantener la proximidad con una persona diferenciada de sí mismo considerada por él como más fuerte o de más poder que el mismo, por lo que busca la proximidad con su cuidador. Creándose un vínculo entre bebé y cuidador. La calidad de este vínculo es lo que Bowlby identificó como modelos operantes internos o modelo representacional (internal working model): expectativas que tiene el bebé acerca de sí mismo y de los demás, experiencias presentes y pasadas integradas en esquemas cognitivos y emocionales que formarían la base de la propia identidad y autoestima. En su libro, «Una base segura» (1996), Bowlby define el apego como una disposición preprogramada a la tendencia y no como un instinto. Esta tendencia depende de las experiencias, las cuales se modifican en función de las condiciones ambientales (Oliva, A.) es decir, en función de la retroalimentación. Ainsworth y Bell (1970) estudiaron los distintos tipos de apego basándose en la técnica llamada «situación extraña» (strange situation), consistente en episodios de interacciones y separaciones del niño, siempre menor de dos años, con su cuidador y con extraños. Dicha situación consta de 8 etapas:
? La madre y el bebé entran en un cuarto desconocido,
? La madre se sienta y el bebé queda en libertad para explorar la habitación,
? Un adulto desconocido entra,
? La madre sale y deja el bebé solo con el extraño,
? La madre regresa y el extraño sale del cuarto,
? La madre sale y deja al bebé solo,
? El extraño regresa en lugar de la madre,
? La madre regresa y el extraño se marcha. Los diferentes comportamientos de los niños sometidos a esta técnica permitieron a Ainsworth distinguir tres patrones de conducta que eran representativos de los tipos de apego establecidos: apego seguro, evitativo y ambivalente.
Los niños con apego seguro (madre suficientemente buena) tienden a mantener relaciones estables y relaciones íntimas satisfactorias, en el dominio intrapersonal tienden a ser mas positivos y coherentes consigo mismos, y presentan menor índice de ansiedad y stress. Diferentes autores (Kobak y Sceery en 1988, y Mikulincer, Shaver y Pereg en 2003) han confirmado que en este estilo existe menor ansiedad y evitación, así como mayor seguridad en el apego, comodidad con la cercanía y con la interdependencia y confianza en la búsqueda de apoyo y otros medios constructivos en el asentamiento del stress. Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia | 4
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Los niños con apego de evitación o inseguro-evitativo, por el contrario, tienen poca confianza en que serán ayudados, poseen inseguridad hacia los demás y prefieren mostrarse indiferentes e independientes. Mikulincer (2003), enfatiza que en el estilo no hay seguridad en el apego, se produce una autosuficiencia compulsiva y existe preferencia por una distancia emocional de los otros. Sin embargo, aunque parecen despreocupados por las separaciones, muestran signos fisiológicos que denotan la presencia de ansiedad y esta activación se mantiene por mucho más tiempo que en los niños seguros (Byng-Hall, 1995). Los resultados de Kobak y Sceery (1988) indican que aunque los sujetos con estilo evitativo no reflejaban sentir afecto negativo ni síntomas de estrés, los padres los consideran ansiosos y con un predominio de la hostilidad. Los autores conceptualizan esta incongruencia como un sesgo hacia el no reconocimiento de afecto negativo. Mikulincer (1998) señala que el estilo evitativo se inclina a la ira pero, aunque presenten intensos episodios de enojo con alta hostilidad, tienden a esconder esta emoción a través de la negación o la demostración de positividad. Por su parte, los niños con apego inseguro-ambivalente se corresponden con cuidadores que no actúan de forma consistente en todas las ocasiones. Los niños no tienen seguridad sobre su comportamiento y se muestran ambivalentes, entre la ira y el deseo de contacto y protección. No tienen expectativas de confianza respecto al acceso y respuesta de sus relaciones. A estas tres categorías se les ha añadido más recientemente (Main y Solomon, 1986) una cuarta: el
apego desorganizado-desorientado. Se trata de niños que se comportan con características de las dos últimas categorías anteriores de tipo inseguro. Muestran comportamientos contradictorios e inconscientes. Saludan a la madre cuando regresa pero después se alejan o se acercan sin mirarlas. Parecen confundidos o temerosos, alternando momentos de tranquilidad con otros de alteración. Estos diferentes tipos de vínculos condicionarán la forma de relación en el futuro. Feeney y Noller (1990) han comprobado la importancia del apego para el establecimiento de relaciones amorosas en la vida adulta. Fonagy et al. (1995) señala que a partir de experiencias repetidas con sus figuras de apego los niños desarrollan expectativas en cuanto a la naturaleza de las interacciones. Así, las relaciones tempranas de apego poseen amplia influencia en la capacidad para regular el estrés, en la regulación de la atención y en la función mentalizadora de los sujetos (Fonagy y Target, 2002).
Es evidente de todo lo anterior, que las características del cuidador contribuyen en gran medida a la calidad del apego. Así, en el apego seguro el cuidador es capaz de animar e interactuar con el niño, y muestra sensibilidad a las señales emocionales y tiene habilidades para apaciguar y modificar conductas en respuesta a las señales del niño (Perris, 2000).
En los niños con apego evitativo las madres, de algún modo, han rechazado las señales afectivas, lo que se convierte en un castigo para el niño, quién aprende a inhibir las respuestas castigadas. Si el niño protesta por el rechazo de la madre, ésta responde con la emoción de rabia; así, el niño inhibe su respuesta lo que evita el rechazo y la rabia de la madre y, a la vez, el niño aprende Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia | 5
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que la expresión de afectos es contraproducente (Crittenden, 1995). En cuanto a los padres de niños con estilo evitativo, se señala que giran en torno al castigo físico y la retirada del amor (Magai et al. 2000).
En el caso del apego ambivalente, la conducta afectiva de los cuidadores es errática, cambiante o inconsistente, ya que la mayoría de las veces no responden en forma adecuada a las necesidades del niño, pudiendo producirse una sobre o sub-responsabilidad. Así, el niño no logra predecir cómo responderán sus cuidadores, lo que le genera rabia y ansiedad (Crittenden, 1995). Son cuidadores que se caracterizan por la intermitencia en su capacidad de responder con sensibilidad, inaccesibles en lo emocional y con mezclas impredecibles de respuestas que no satisfacen de modo consistente las necesidades de apego del niño (Perris, 2000). En relación con la teoría del aprendizaje esto se explica a través del condicionamiento operante, donde la conducta de la madre se estructura en un programa de reforzamiento impredecible, lo que aumentaría la tasa de respuesta del niño; éstos experimentan la asociación temporal de su deseo y satisfacción, con emociones de rabia, miedo e incertidumbre (Crittenden, 1995).
Como consecuencia de estos tipos de vínculos establecidos, el niño adquirirá ideas distintas sobre sí mismo y los demás, que se pueden resumir en los cuatro puntos siguientes:
? Apego seguro: idea positiva de uno mismo y de los demás.
? Apego evitativo: idea positiva de uno mismo y negativa de los demás.
? Apego ambivalente: idea negativa de uno mismo y positiva de los demás.
? Apego desorganizado: idea negativa de sí mismo y de los demás. Crear un buen vínculo es de vital importancia para la persona, cómo ya fue demostrado por los resultados de diversos experimentos realizados en la década de 1970. Las diversas expectativas referentes a la accesibilidad y capacidad de respuesta de la figura de apego forjados por diferentes individuos durante sus años inmaduros, constituyen un reflejo relativamente fiel de sus experiencias reales.
Es conocido que cuando un individuo confía en contar con la presencia o apoyo de la figura de apego siempre que la necesite, será mucho menos propenso a experimentar miedos intensos o crónicos que otra persona que no albergue tal grado de confianza. Esta confianza se va adquiriendo gradualmente durante los años de inmadurez y tiende a subsistir por el resto de la vida.
Formación y Desarrollo del Vínculo Afectivo.
Como se ha visto, la formación del vínculo afectivo depende en gran medida de las características del cuidador, aunque no de manera exclusiva. En la interacción madre-hijo, el temperamento del niño también tiene su importancia, aunque sea de menor índole, puesto que en caso Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia | 6
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de irritabilidad también condicionara estímulos inadecuados del cuidador. Las acciones maternas de vinculación (coger, mecer, cantar, besar, etc.) son el precedente o el consecuente en el bebé del llanto, la sonrisa, la succión, etc.
Esta acción-respuesta forma parte del establecimiento del vínculo. Es multidimensional (Wolff e Ijzendoorn, 1997) al incluir, en el contexto global y ambiental, todas las interacciones posibles entre la sensibilidad materna, la acumulación de estresantes, los factores de riesgo, los sistemas familiares y eventos vitales. Esto ya ha sido incorporado en investigaciones actuales, en que se han integrado otras posibles figuras de apego como la presencia de abuelas en el caso de madres adolescentes (Carrillo et al., 2004).
Los científicos consideran que el factor más importante en la creación del apego es el contacto físico positivo, ya que estas actividades causan respuestas neuroquímicos específicas en el cerebro que llevan a la organización normal responsable del apego.
Durante el primer año de vida el bebé va a ir formando este vínculo en etapas diferenciadas. Así, en sus primeros dos meses responderá de manera indiscriminada ante cualquier persona. Sobre el segundo-tercer mes lloran, sonríen y balbucean más ante la madre que ante cualquier otra persona, aunque pero todavía responden ante los demás.
A partir de los seis-siete meses muestran vínculo afectivo claro con la madre y disminuyen su expresión de amistad hacia los demás, y a partir de los ocho-nueve meses aparece el miedo a los extraños.
Es importante, por lo tanto, que los cuidadores primarios conozcan las pautas adecuadas para la estimulación y respuesta a su bebé, que permitan el mejor desarrollo del vínculo entre ambos. Por supuesto, este conocimiento debe ser extensivo al resto de personas de su entorno con el que el bebé desarrolla vínculos afectivos (padres, hermanos, abuelos, etc.).
CREANDO UN BUEN VÍNCULO: GUÍA PARA MADRES
En este punto se describe de manera resumida el desarrollo evolutivo del bebé en sus distintas etapas a lo largo del primer año de vida, como si fuese una guía de orientación destinada a sus madres o cuidadores primarios, utilizándose estos dos términos indistintamente. Por este motivo se ha elegido una redacción dirigida a la madre, en primera persona, para que quién pudiera estar interesada en su lectura se sienta receptora de esta información, haciendo más amable su comprensión.
La guía se ha dividido en un apartado para cada uno de los doce primeros meses de vida de un bebé, en los que se recogen los aspectos diferenciales más significativos de cada uno de ellos. Se ha añadido un punto inicial dónde se incluye la toma de contacto materno con su nueva situación y otro punto final dedicado a la madre. Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia | 7
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La llegada a casa. Ideas generales para conocer y tratar a tu bebé.
La Madre.
Ante todo, la madre debe estar en las mejores condiciones posibles para atender a su bebé, y por ello tiene que encontrarse bien consigo misma. Has de saber que algunas madres experimentan lo que se conoce como la depresión postparto. Esto sucede porque el cuerpo pasa por muchos cambios hormonales y físicos durante el embarazo. Sentimientos de melancolía pueden surgir antes o después de que nazca el bebé. Puede que te sientas desanimada o tensa, o que tenga ganas de llorar por cosas insignificantes que normalmente no te molestarían. No te preocupes, estos sentimientos son comunes y son temporales, no duran para siempre.
Puede que también tengas problemas para dormir. Si es así, por lo menos trata de descansar. Estás pasando por una etapa de mucho estrés, de adaptación a tu bebé y tu bebé a ti y a su nuevo entorno.
Puede serte útil hablar con otras personas sobre tus sentimientos. Habla con tu familia y tus amigos. También puedes consultar a tu médico. Si tienen familiares o amigos que te puedan ayudar con las comidas, la limpieza o las compras, éste es el momento para pedirles ayuda. También es un buen momento para dejar que el padre tome protagonismo respecto a su hijo.
El llanto. Cómo tranquilizarlos.
Todos los bebés lloran porque es el único medio de comunicación de un recién nacido. Lloran para decirte que quieren o necesitan algo cómo:
– tiene hambre,
– siente dolor (cólico, gases),
– tiene miedo,
– está molesto porque necesita que le cambies el pañal,
– o porque no se siente bien.
Si pones atención cuándo quiere comer y cuándo no, aprenderás a distinguir entre el llanto que significa que tiene hambre y el que significa que está incómodo o que quiere atención. A veces, querrá que lo cojas, otras querrá que le cambies el pañal y otras solo estará cansado o aburrido.
Atender al bebé cuando llora no es malcriarlo, le ayuda a sentirse amado y seguro. Sonríele, tócalo y háblale todo el tiempo que puedas. Hazlo cuando le das de comer, cuando le cambias el pañal o cuando le das un baño. Aprenderá a confiar en que tú lo vas a cuidar.
Si llora porque necesita consuelo, cógelo en brazos. Los estudios demuestran que los bebés que se cogen con más frecuencia no lloran tanto como el resto. Pero recuerda que cada bebé es diferente y hay distintas maneras para tratarlo, intenta buscar el motivo de su llanto: Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia | 8
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? Dale de comer.
? Revisa el pañal.
? Envolverlo en un arrullo no muy apretado, para que se encuentre cobijado.
? Mécelo en brazos o en una mecedora.
? Intenta que expulse los gases. Dale palmaditas muy suaves. Acarícialo.
? Susúrrale sonidos suaves para hacerle saber que estás ahí y que te importa lo que siente.
? Háblale.
? Cántale o ponle música suave. Si después de intentarlo todo el bebé sigue llorando, mantén la calma. Ellos perciben tu nerviosismo. No debes dejarlo solo cuando está llorando. No siempre podrás consolar a tu hijo y eso no significa que no sepas cuidarlo. Si el llanto del bebé aumenta sin razón durante mucho tiempo y ningún método es eficaz para tranquilizarlo, llévalo a su pediatra para descartar alguna enfermedad.
No importa qué estés muy estresada o agotada, nunca maltrates a tu bebé. Pegarle puede ocasionarle daños irreversibles como ceguera, daño cerebral o incluso la muerte. Si necesitas descansar, llama a un familiar, a un amigo o a un vecino para que te ayude.
Reflejos del recién nacido.
Los bebés tienen reflejos especiales que duran sólo unos meses. Es bueno conocerlos para que no te asustes cuando los veas:
Reflejo de Moro o de sobresalto: este reflejo ocurre cuando la cabeza del bebé cambia de posición rápidamente, cuando la cabeza se cae hacia atrás o cuando el bebé se asusta debido a un ruido fuerte. El bebé reacciona extendiendo los brazos y las piernas y estirando el cuello. Luego, une los brazos rápidamente. Puede que llore cuando lo hace. Este reflejo debe desaparecer después de dos meses.
Reflejo de búsqueda: es el reflejo que usa el bebé para buscar el pecho de su madre. Si tocas suavemente su mejilla con el dedo, el bebé girará la cabeza hacia tu dedo. Este reflejo se mantiene de tres a cuatro meses.
Reflejo de prensión: el bebé agarra cualquier cosa que se le ponga en la palma de la mano y aprieta el puño. Este reflejo desaparece al cabo de cinco o seis meses.
Reflejo de marcha: si sostiene al bebé por debajo de las axilas y lo mantiene parado sobre una superficie dura, dará pasitos en el aire. Esto sucede aunque todavía falte mucho para que aprenda a caminar. Este reflejo generalmente dura un par de meses.
No dudes en consultar a tu pediatra si tienes alguna duda o si observas algo anómalo. Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia | 9
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Conociendo a tu bebé.
Se conoce como periodo sensible-materno al breve espacio de tiempo inmediatamente después del nacimiento. Es justo ahora cuando aflora el apego, vínculo materno filial, al niño. Axial pues los bebés muestran abiertamente y de manera regular a los siete minutos del nacimiento un vivo interés y alto grado de atención de lo que ocurre a su alrededor, manteniéndose por un periodo de aproximadamente una hora, pasado este tiempo el niño no alcanza tal grado de atención hasta pasado ocho o diez días, por lo que es fundamental el contacto inmediato con tu hijo. Tu hijo te reconocerá por tu olor. Es muy importante el contacto con la piel madre-hijo. Como ves, aunque tu bebé no pueda hablar, ha empezado a comunicarse contigo. Ya habrás notado que si le sonríes él te sonríe, significa que le gusta que le prestes atención. Está aprendiendo a reaccionar ante otras personas y a comunicar lo que le gusta y lo que no.
Al mismo tiempo está aprendiendo a esperar su turno, lo cual es una parte muy importante en la comunicación entre las personas.
También sabe mostrar sentimientos de malestar o incomodidad. Préstale atención cuando esté inquieto. Esto le enseña que puede comunicarse para obtener la atención que necesita.
Pronto sabrás cómo se encuentra al mirarle a la cara. También sabrás lo que siente por la postura, los movimientos y los sonidos que haga.
Habla con él mucho antes de que pueda entender el significado de tus palabras. Cuando le hables usa solamente un par de palabras u oraciones cortas y repítelas varias veces, hazlo más despacio de lo que harías con un adulto. Pronuncia algunas palabras suavemente y otras con mucha emoción, usa tonos un poco más altos, a ellos les gusta que les hablen de esta manera. El bebé presta atención porque sabe que le están hablando solamente a él, le gusta oír su nombre, escuchar tu voz, oír cosas que le hacen sonreír y reír. Más adelante le gustará hablar contigo.
El desarrollo del cerebro. Cómo estimularlo. El cerebro crece más rápidamente durante los primeros tres años de vida de un ser humano. Por eso se ven tantos cambios en los niños pequeños.
Desde el día en que nace el cerebro del bebé está listo para absorber todo tipo de información. Cada día su cerebro crece y cambia de manera significativa. Las experiencias que viven son esenciales para su desarrollo. Aprende de lo que observa, escucha, huele y toca y esto estimula su interés por los objetos de alrededor.
Cada bebé es único, crece de forma diferente y aprende a su propio ritmo, a su manera. Unos son más rápidos, otros más lentos. Si te preocupa algo, habla con tu pediatra. Debes ser su maestra en este proceso de aprendizaje. Por ejemplo: Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia | 10
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? Háblale y cántale. Es bueno hacerlo mucho antes de que él pueda hablar, porque esto le ayuda a desarrollar las habilidades del lenguaje. Háblale en todo momento: cuando lo lleves a caminar, cuando le cambies el pañal, cuando lo alimentes, etc.
? Anima a tu bebé cuando trata de aprender algo. Emociónate con él y repite la actividad varias veces para que le resulte divertido y lo asimile, así se atreverá con nuevos retos. Se sentirá bien.
? Hasta en esta edad tan pequeña, el niño se da cuenta cuánto lo quieres. Es un hecho que aprenden mejor cuando se le trata con atención y cariño.
? Proporciónale una variedad de experiencias que le ayuden a explorar su mundo de manera segura, ellos no distinguen el bien del mal y no saben lo que es peligroso.
? Protégelos de críticas y burlas.
? Muchos bebés y niños pequeños tienen problemas con los cambios repentinos, así pues trata de darle tiempo para adaptarse a lugares y personas nuevas.
? Léele a tu hijo desde los primeros días de vida y síguelo haciendo mientras crece. Por último, recuerda que debes afrontar este proceso con paciencia y perseverancia.
Inteligencia emocional. Los bebés también tienen habilidades sociales.
El primer contacto social será contigo. Desde el principio al bebé le interesa mucho la cara de su mamá. Nota tus expresiones y el tono de tu voz. Reacciona a tus emociones. Se ha comprobado que los bebés muestran emociones desde el primer mes de vida y que los bebés felices aprenden mejor.
La manera como lo coges y le hablas hace que se relaje y se sienta más seguro y feliz. En esta situación el bebé está más despierto, atento y receptivo y se acuerda mejor de las cosas. Tiende a mirar, explorar y jugar más. Por ejemplo, trata de hacer cosas nuevas con los juguetes o de hacer sonidos a las personas. Esto les ayuda a aprender y recordar cosas nuevas.
Por supuesto, pasará por momentos de dificultad y angustia, pero esto no lo dañará, es más, sentir emociones negativas breves puede ser útil para tu hijo. Eso sí, debes actuar con rapidez para ayudarle a sentirse mejor. Así él sabrá que a ti te importa lo que trata de comunicarte. Una emoción negativa prolongada, como el llanto, sí puede hacer daño al niño.
La emoción negativa predominante es la angustia o la reacción al dolor. Más adelante, el bebé expresará tristeza y enojo, y luego miedo. Todas las personas tenemos estas emociones para protegernos, son mecanismos de defensa. Ayúdalo a reconocer, aceptar y controlar estas emociones reaccionando con mucho amor y ternura. Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia | 11
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Ha cumplido un mes.
En esta época su nivel de desarrollo aún es muy grosero y se caracteriza por:
Llora cuando tiene hambre, esta mojado, cansado o cuando quiere que lo cojas.
En este mes aprenderá que le das de comer cuando tiene hambre.
Le asustan los ruidos fuertes, las luces muy brillantes o que le agarren muy bruscamente.
Con frecuencia se siente molesto por la tarde, los llamados cólicos del lactante, ( los cuales suelen durar hasta los tres meses).
Prefiere ver figuras en patrones y en blanco y negro más que en color. Te mira a los ojos pero aún no mantiene la mirada por mucho rato
Mantiene las manos y los dedos un poco abiertos la mayoría del tiempo.
Cuando esta boca abajo, gira la cabeza a un lado. Casi puede girarse de lado cuando esta boca arriba.
Necesita que le pongas la mano detrás de la cabeza y del cuello porque aún no controla su cabeza.
Hace ruidos con la garganta y gorgojea.
Cuando te vea o te oiga tal vez te sonría (sonrisa social), es ahora cuando comienza a tomar contacto con su entorno.
? Pautas que se aconsejan para dirigirte a tu bebe.
Abrázalo y ponlo sobre tu pecho. Oír tus latidos le transmitirá seguridad.
Conviene bañarlo a diario, terminando con un suave masaje mientras le aplicas una crema. Así también te comunicas con él.
Diferenciales el día de la noche. Por el día ruidos normales de la casa. Por la noche ausencia de ruidos y luz.
Procura que esté despierto cuando lo lleves a dormir, que aprenda a dormirse en la cuna.
Ha cumplido dos meses.
? Maduración Física.
A los dos meses de edad tu hijo ya tiene más control sobre el cuerpo y se observan cambios físicos: cuando era más pequeño, parecía que no podía coordinar muy bien los brazos y las piernas, ahora los puede mover con más uniformidad.
Tiene las manos abiertas con más frecuencia.
No puede alcanzar los objetos aún, pero si le tocas la mano con un juguete, mueve la mano hacia el juguete.
Pone las manos arriba de la cabeza cuando juega. Puede girar el cuerpo y mover la cabeza de lado a lado. Se puede meter la mano o la sábana en la boca para chuparla, y lo hará con mucha desazón, es la forma de tranquilizarse.
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Algunos niños hacen movimientos de gateo con las rodillas cuando están acostados boca abajo.
? Maduración Emocional.
»Pedalea» con los pies cuando se emociona.
Ríe y sonríe cuando se siente feliz.
Llora cuando tiene hambre, miedo o cuando se siente incómodo.
Se da cuenta de las voces y comienza a diferenciar a los extraños.
Sonríe a otras personas, no sólo a su mamá.
Se tranquiliza cuando se chupa los dedos, el biberón o el chupete.
? Maduración sensitiva.
Se gira hacia el origen de los sonidos. Algunas veces deja de moverse hasta que descubre de donde procede.
Se mantiene despierto durante el día, pero generalmente hace varias siestas, aunque sean breves.
Susurra y dije «ajitos» o emite sonidos, así se comunica con su entorno más inmediato. Empieza a mirarse las manos fijamente. Puede ver un objeto a varios centímetros de distancia.
Te sigue con los ojos para verte mover. Le gusta hacerlo.
Fija la vista en personas y objetos.
Comienza a diferenciar entre lo duro y lo blando. Le gusta que le pongas algo suave en las manos.
? Pautas que se aconsejan para dirigirte a tu bebe.
? Míralo a los ojos cuando le hablas.
? Llámalo por su nombre.
? Dile cosas sencillas. «guapo, bonito…». Utiliza «mamá» y «papá» cuando le hables.
? Hazle gestos cuando le hables, cómo decirle «di adiós al perro» y moverle la mano con gesto de despedida.
? Hazle preguntas. «Carlos, ¿quieres leche?» «Carlos, ¿quieres salir?» Hazle preguntas aunque no te pueda contestar.
? Mientras estás haciendo cosas háblale sobre ello: cuando lo vistes, bañas, le cambias el pañal, etc.
? Léele, le gustan los cuentos y los poemas. Hasta puedes leerle de tu revista o libro favorito usando una voz animada.
? Cántale. Es importante mientras tu hijo aprende habilidades del lenguaje.
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? Observa las expresiones de tu hijo cuando le hablas y escucha tus sonidos. Imítalos cuando le respondas. Si él sonríe y mantiene contacto con los ojos, te está diciendo que quiere que sigas hablando, que le gusta. A los dos meses duermen mejor de noche. Es conveniente ir creando una rutina de sueño y de comidas, es el momento en que se le debe de ir diferenciando el día de la noche, así pues sólo se le alimentara de día, ya no es necesario que sea cada tres horas, se debe distanciar. A esta edad tiene capacidad suficiente para alimentarse solo durante el día, ya que la noche es para dormir, y así se le debe de hacer entender a él. Esta también es la forma de instaurar una rutina de sueño. Cada bebé es diferente, pero a esta edad generalmente duerme más de noche que un recién nacido.
Por la noche lo puedes acostar después de que se tranquilice, aunque no esté dormido. Puedes sentarte a su lado y acariciarlo o cantarle suavemente. Esto ayuda al niño nervioso a aprender a calmarse. Es posible que quiera usar un chupete o chuparse el dedo mientras se duerme. Repite siempre el mismo patrón de conducta, le ayudarás a relacionar ese patrón con el sueño y aprenderá a dormirse, este patrón puede ser diferente en cada niño, lo debes de crear a medias con el, ya que cada niño tiene sus cosas preferidas que le ayudan a dormirse.
Ha cumplido tres meses.
? Maduración Física.
Puede controlar más su cabeza, mantiene la cabeza alienada al tronco. Puede levantar la cabeza por 10 segundos o más cuando le acuestas boca abajo.
Tiene las manos abiertas la mayoría del tiempo, se toca la cara con sus manos.
Mantiene los objetos en su mano, no los alcanza pero intenta alcanzar algunos juguetes que están cerca (móviles).
Mueve mucho los brazos y las piernas.
Puede apoyarse sobre las piernas cuando le sostienes de pie.
Gira sobre su cuerpo.
? Maduración Emocional.
Balbucea (combinación de sonidos), lloriquea y se ríe.
No llora tanto como antes.
Grita y hace otros sonidos cuando le hablas.
Es posible que duerma toda la noche y tal vez necesite una siesta en la mañana y otra por la tarde.
Gira todo el cuerpo para mirarte cuando te ve, cuando oye hablar o cantar.
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