Ejercicio físico y bienestar psicológico
En esta época del año, en la que acostumbran a coincidir las altas temperaturas y las vacaciones, es habitual que aparezca también una mayor preocupación por nuestra imagen. En algunos casos, la preparación para este momento se habrá realizado con cierta antelación, y en otros, es posible que haya empezado más recientemente. En ambos casos pero, es probable que perdure, bien para mantener los resultados, o para conseguir un mayor cambio. Para ello, una de las estrategias más utilizadas es el ejercicio físico, el cual a menudo se combina con el seguimiento de dietas.
Más allá de los beneficios (más o menos evidentes) que a nivel estético nos puede aportar, en este artículo queremos enfatizar un aspecto más desconocido sobre la práctica del ejercicio; su repercusión sobre la salud psicológica y emocional. Para ello, nos referiremos tanto a las consecuencias positivas que directamente nos aporta, como a aquellas situaciones y problemáticas que nos ayuda a prevenir:
Repercusión sobre la autoestima y la motivación: Este es quizás uno de los efectos más claros y a la vez más significativos de la práctica de ejercicio. Los cambios físicos externos que provocamos producen una visión positiva de nosotros mismos. Por un lado, vemos que estamos consiguiendo nuestro objetivo, y por el otro, con la práctica regular nos damos cuenta de que podemos proponernos diferentes metas, luchar por ellas y conseguirlas. Todo ello, como se habrá podido deducir, conlleva un claro aumento de la autoimagen, el autoconcepto, y, por lo tanto, de la autoestima.
Disminución del estrés: El ejercicio físico se asocia con diferentes neurotransmisores cerebrales, y concretamente con la producción de Glutamato y GABA. Estos componentes químicos están relacionados, a nivel general, con la disminución de la activación y con la relajación. Así, cuando estos aumentan debido a la realización de ejercicio, favorecen la reducción de otros relacionados con la excitación del cuerpo, como pueden ser la Adrenalina y la Noradrenalina, los cuales repercuten a la hora de experimentar ciertas sensaciones asociadas al estrés o la ansiedad.
Prevención de la ansiedad y la depresión: La inactividad física puede contribuir al malestar emocional. Algunos estudios indican que en torno al 12% de los casos de ansiedad y depresión pueden explicarse por un estilo de vida sedentario. Así, paradójicamente, aunque en un primer momento el efecto inicial es un incremento de la tensión, el ejercicio produce un efecto sedante. De esta forma, al cabo de unos minutos de realizar actividad física muchas personas experimentan un estado de relajación significativo. Por otro lado, cabe mencionar que repercute claramente en el estado de ánimo, ya que promueve un aumento de sensación de control sobre el cuerpo, un estado de conciencia más relajado, supone una forma de distracción contra pensamientos desagradables, promueve la exposición a síntomas físicos asociados con el estrés y la ansiedad, e incrementa potencialmente el reforzamiento social.
Atenuación y prevención de problemas de salud: Por un lado, el ejercicio físico se relaciona con el sistema cardiovascular. En este sentido, la práctica habitual puede ayudar a prevenir el ataque cardíaco, la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares. En este último caso, se relaciona de manera indirecta ya que el efecto positivo se da en relación al peso, la presión sanguínea y el colesterol. Además, también se han investigado sus efectos en relación con la diabetes y la obesidad. En relación a esto, el sedentarismo aumenta significativamente la probabilidad de padecer este tipo de problemas, siendo de hasta un 50% en hombres en relación a la obesidad. También se ha comprobado que puede ayudar a prevenir el cáncer, y específicamente el de mama, de próstata, de colon y de pulmón, en este último reduciendo el riesgo de muerte. Y por último, cabe mencionar sus potenciales efectos positivos en relación con la vida sexual, ya que puede repercutir tanto en la frecuencia como en la calidad de los encuentros, permitiendo orgasmos más duraderos.
Como vemos pues, y de forma resumida, las consecuencias positivas del ejercicio físico se relacionan no sólo con la imagen corporal externa, sino con un conjunto amplio de aspectos internos que promueven el bienestar y la salud física y psicológica. Cada vez son más los autores que se interesan por esta temática, no solo por los resultados sorprendentes encontrados, sino porque puede resultar un componente clave para potenciar la mejora de los pacientes.
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