Estrategias para desarrollar la empatía
Las habilidades sociales forman una parte inevitable e imprescindible de nuestro ser. Como seres humanos, creamos una imagen y percepción tanto de nosotros mismos como del entorno, a través de la interacción con los otros. A pesar de ello, y aunque podamos alardear frecuentemente, en muchas ocasiones se nos olvida la importancia de cuidar, mantener e incluso fomentar ciertas habilidades, como es el caso de la empatía.
La empatía se define como «la participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra persona”. O, en otros términos, sería la capacidad para entender emocionalmente al otro, y transmitirle esa comprensión. Es importante no confundirla con simpatizar; proceso en el cual nos sentimos y expresamos emocionalmente de manera parecida los sentimientos del otro (p. ej., llorar cuando vemos al otro hacerlo). Este segundo proceso no es necesario para transmitir empatía. Además, es cierto que en algunas problemáticas, como el autismo, algunos trastornos de conducta, o el trastorno antisocial de la personalidad, esta importante faceta humana parece estar apagada, o es prácticamente inexistente. Esto no significa que no se consiga desarrollar. Por ello, a continuación se proponen algunos mecanismos para fomentarla:
- Observar, escuchar: Es el primer paso, y el fundamental. Debemos tener una mirada abierta hacia los demás y el entorno, procurando observar y escuchar al máximo, con tal de obtener la mayor información posible.
- Evitar los prejuicios: El primer paso debe realizarse intentando evitar sesgar la información con nuestro propio punto de vista. Esto puede resultar complicado, ya que a todos nos influye lo que has visto o experimentado. Es importante observar al otro en su esencia, sin dibujar su imagen o persona basándonos a lo que consideremos.
- Contextualizar el comportamiento: El comportamiento se enmarca en un entorno/contexto específico. Aunque tendemos a generalizar, es importante situar la conducta de los otros en un ambiente y situación específicos.
- Comunicación asertiva: Aunque nos cueste conectar o comprender el estado emocional del otro, podemos comunicarnos de manera asertiva. Esto significa expresar nuestro punto de vista, respetando y sin vulnerar los intereses o necesidades del otro.
- Valorar el sufrimiento ajeno: Debemos dar importancia al malestar del otro, respetando y tolerando su sufrimiento, transmitiéndole que puede expresarse cómo y durante el tiempo que quiera.
- Respetar el ritmo de los otros: Esto se refiere a procurar no intentar disminuir inmediatamente el malestar del otro (p. ej., sé fuerte, esto no es nada…), y a ser conscientes de que cada uno necesita su tiempo y espacio para procesar y comprender.
La intervención psicológica puede ayudar a desarrollar esta importante característica humana. A través del proceso terapéutico, la persona empezará a ordenar y comprender tanto su estado emocional como el de los demás, permitiéndole afrontar y gestionar diferentes situaciones del día a día.
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