¿En qué se diferencian el Autismo y el Síndrome de Asperger?
Hoy en día, es muy probable que hayamos oído hablar de estos dos conceptos, y que en muchas ocasiones hayan aparecido simultáneamente o como un mismo término. Ciertamente, y desde su definición inicial, todavía ahora existen dudas acerca de si deben ser concebidos como entidades totalmente diferentes o como partes de un mismo continuo. Por ello, es importante tener en cuenta los orígenes de ambos términos y algunas de sus principales características las cuales pueden ayudar a esclarecer sus límites, y a favorecer un estudio más eficiente sobre este tema.
Leo Kanner (1943), definió al Autismo como la alteración que sufren algunas personas, las cuales muestran una falta de contacto, ensimismamiento y soledad emocional, poniendo pues especial énfasis en el escaso contacto afectivo. Por su parte, Hans Asperger (1944), describió el Síndrome de Asperger (de ahí su nombre) como el conjunto de patrones de comportamiento presentes en algunas personas las cuales a pesar de tener una inteligencia y desarrollo del lenguaje normales, presentaban problemas a nivel social (sobretodo comunicativos) y de coordinación. Como podemos observar, las definiciones iniciales difieren relativamente poco entre ellas, lo cual queda también reflejado en la clasificación que se realiza de ambos en la literatura posterior. Así, y siguiendo las líneas del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), actualmente se conciben como entidades de un mismo constructo, es decir, como alteraciones específicas del desarrollo neurológico, y las cuales forman parte del Espectro del Autismo. A pesar de ello, se reconoce que existen ciertas diferencias entre ellos:
Detección y Diagnóstico: Habitualmente en el autismo, los padres pueden empezar a sospechar del problema hacia los 18 meses de edad, ya que hacia los 3 años las alteraciones acostumbran a ser ya muy evidentes, principalmente relacionadas con el contacto interpersonal. En los niños con Síndrome de Asperger suele ser más complicado, y acostumbra a ser diagnosticado y detectado a edades posteriores, sobretodo alrededor de los 7 u 8 años. En ocasiones, si el deterioro es leve, puede detectarse a partir de la adolescencia o incluso en la adultez.
Déficits cognitivos: Es común que los niños y niñas con autismo presenten un Cociente Intelectual (CI) bajo. Así, se calcula que aproximadamente el 60% de ellos presentan un CI por debajo de 50. En cambio, en el Síndrome de Asperger no suelen aparecer deterioros significativos a nivel cognitivo, e incluso algunos pueden mostrar una inteligencia por encima de lo normal, en cuyo caso es importante diferenciarlos de aquellos con Altas Capacidades.
Desarrollo físico y motor: En este apartado tanto los niños con Síndrome de Asperger como aquellos con Autismo muestran alteraciones específicas. Los primeros acostumbran a reflejar un retraso motor en el cual se observan unos movimientos torpes y limitados. En el caso del autismo, aunque estas alteraciones no son frecuentes, se observan conductas repetitivas, estereotipadas y en algunos casos autolesivas, las cuales son las más graves y en cuyo caso es importante realizar una evaluación y tratamiento especialmente precoz.
Contacto e interacción social: Ambas alteraciones manifiestan problemas en esta área. En el autismo se observa una ausencia o disminución significativa del contacto con los demás, y una clara falta de vínculo con los padres. Estos además, muestran un patrón de desvinculación hacia los otros, y en el que normalmente no muestran frustración ni preocupación ante ese hecho. En el caso del Síndrome de Asperger, también acostumbran a mostrar dificultades para establecer relaciones sociales, reflejando déficits principalmente a la hora de comprender las emociones de los demás y en la interacción comunicativa no verbal. Además, sin embargo, a diferencia de aquellos diagnosticados de autismo, suelen reflejar frustración y preocupación en relación a las dificultades interpersonales que sufren. Como podemos intuir, en este ámbito las diferencias entre ambos espectros serían básicamente de grado, donde en el autismo se observa un nivel de deterioro más elevado.
A parte de estos componentes, merece la pena remarcar que en ambos trastornos se observa un patrón obsesivo del comportamiento, con intereses restringidos y rígidos. En este sentido, especialmente en el autismo se observa una gran necesidad por preservar la invariabilidad del medio, es decir, que muestran una gran sensibilidad al cambio, resistiéndose a las modificaciones ambientales y a sus pautas habituales, y respondiendo a estos cambios con episodios de ira e incluso autolesionándose.
En resumen, ambos conceptos forman parte actualmente del mismo constructo, los Trastornos del Espectro del Autismo. Las diferencias, como se ha podido observar, recaen principalmente en el nivel de gravedad mostrado por cada uno de ellos. Se considera pues, que el lenguaje y el desarrollo cognitivo son normales en los chicos y chicas con Síndrome de Asperger, y que estos no muestran los mismos problemas de comunicación que parecen asociados al autismo. Aunque se están realizando esfuerzos y se han aportado hallazgos muy interesantes al respecto, actualmente todavía nos encontramos inmersos en la lucha por esclarecer los límites entre ambas categorías, procurando dilucidar aquellos aspectos más característicos de cada uno para así acabar de determinar si deben describirse como conceptos distintos, o por si de lo contrario debemos hablar del mismo constructo con ciertas diferencias cualitativas y cuantitativas.
Este es un problema muy prevalente en nuestra sociedad, en el cual debemos trabajar continuamente para mejorar tanto las estrategias de evaluación como los tratamientos utilizados, de tal manera que las personas que lo padecen se vean cada vez más beneficiadas. Si deseas conocer más sobre este u otros temas que consideres importantes, puedes ponerte en contacto con nuestro equipo de psicólogos situado en Mataró. Llámanos sin compromiso, te ayudaremos.