Emprender el camino de la terapia psicológica supone un gran paso, independientemente del motivo de consulta. Exponernos a nuestras preocupaciones, emociones y conflictos, supone un acto de valentía, y desde el momento en que abrimos la puerta, ya estamos inmersos en ello. Esto requiere un tiempo, que puede variar, entre otras cosas, en función de la complejidad y del malestar experimentado, y va mucho más allá de las sesiones presenciales, ya que los problemas se originan, mantienen y resuelven en nuestro día a día.
De esta forma, el trabajo interno, aunque empieza acudiendo al profesional, continua de manera consciente e inconsciente en casa. Es común no únicamente notar ciertos cambios a nivel emocional, sino hacernos preguntas, repasar contenidos y actuar de forma distinta al iniciar este camino. En este sentido, los terapeutas de todas las orientaciones (Psicodinámica, Humanista, Cognitivo-Conductual, Sistémica…), en diferentes momentos de la intervención, pueden solicitar un trabajo más allá de las visitas, a través de la realización o elaboración de diferentes ejercicios o materiales que buscan complementar y generalizar lo aprendido en sesión.
En este sentido, podemos diferenciar tres momentos clave en los cuales esto resulta especialmente importante: la evaluación, el tratamiento en sí, y la prevención de recaídas. El primero de ellos supone realizar una exploración de las principales variables con las que vamos a trabajar, y para ello es común utilizar cuestionarios y registros que nos ayuden a conocer tanto las características y el nivel de malestar de la persona, como otros aspectos (p.ej., el tipo de personalidad). Estos materiales pueden ser completados por el propio sujeto y/o por personas cercanas a este. Durante el tratamiento, la realización de autorregistros, listas, recordatorios o ejercicios concretos, es clave para comprender y generalizar lo aprendido. Además, tener un “diario” con nuestro progreso, nos permite tener cierto control sobre nuestro estado de ánimo, a la vez que facilita un trabajo más exhaustivo, realista y eficiente a nivel terapéutico. Finalmente, en las últimas sesiones e incluso después de estas, resulta muy beneficioso seguir recordando lo trabajado durante todo el proceso, y anotar tanto posibles dificultades futuras como formas de hacerles frente. Esto favorece sentirnos capaces y fuertes para afrontar casi cualquier situación, y nos ayuda a mantenernos estables.
Es importante tener en cuenta que este trabajo “extra” terapéutico, se lleva a cabo tanto en terapia individual, como de pareja y familiar. En este sentido, el malestar que podemos experimentar es poco frecuente que afecte solo al plano personal, inmiscuyendo normalmente a nuestro círculo íntimo, nuestro trabajo, y a nuestros amigos. Proponer y exponernos a situaciones en la vida real que nos generan malestar, y buscar formas de resolverlas, observando su efecto tanto en nosotros como en los demás, es un ejercicio clave, y permite tener un feedback continuo entre paciente y terapeuta.
Ponte en contacto con nosotros y te proporcionaremos más información. Nuestro equipo de profesionales, en Mataró, te facilitarán todo lo que necesites.