El poder de las autoinstrucciones
En muchas ocasiones, podemos ser nuestros peores jueces. Al proponernos realizar según qué actividades, tareas, o al afrontar ciertas situaciones, todos poseemos una serie de anticipaciones, relacionadas tanto con factores externos (p.ej., les caeré mal, me va a morder, la haré sentir mal, sonreirán y aplaudirán…etc.), como con factores internos (p.ej., me sonrojaré, tropezaré, lo haré mal…etc.). Esta cadena de pensamientos, nos predispone emocional y actitudinalmente a afrontar esos momentos de una determinada forma. Así pues, cuanto menos constructivas o positivas sean nuestras expectativas, muy posiblemente mayor malestar experimentaremos.
El miedo, la ansiedad, y la inquietud a la hora de exponernos a ciertos eventos, son absolutamente normales, e incluso en cierta manera nos preparan para activarnos y prepararnos mejor para ello (p.ej., sin estar algo nerviosos ante la época de exámenes, puede que estudiemos menos). El problema viene cuando estos sentimientos son demasiado intensos y frecuentes, lo cual muchas veces se explica por haberlos estado alimentando mentalmente durante largos periodos de tiempo. Por ello, aprender a combatir este fenómeno, flexibilizando la forma en que nos vemos y considerando alternativas, puede ser una herramienta clave.
Las autoinstrucciones son una técnica que busca la modificación o sustitución de las autoverbalizaciones internas, por otras más adaptativas, antes, durante y después de enfrentarnos a una situación aversiva. También se entienden como estrategias metacognitivas cuyo objetivo es favorecer la autorregulación de la conducta, así como la creencia y confianza en la propia capacidad de ejecución. Para ello, los principales objetivos son: conocer las autoverbalizaciones que tiene el sujeto, e instaurar o modificar el diálogo interno cuando lo que la persona se dice a sí mismo supone una interferencia en la ejecución de una tarea específica o bien presenta dificultades para abordar adecuadamente una situación. Un guión que podemos utilizar para trabajarlo es el siguiente.
- Situación: Debemos describir específicamente la situación o situaciones que afrontaremos y que nos preocupan, procurando detallar los elementos principales por los cuales nos genera malestar o preocupación.
- Pensamientos negativos: A continuación resulta clave identificar la cadena de anticipaciones y pensamientos negativos que nos vienen antes, durante y después de afrontar esas situaciones. Aquí podemos incluir aquellos que creemos que pueden aparecer con mayor probabilidad (predicciones), para luego ver hasta qué punto se han cumplido.
- Alternativas (autoinstrucciones): Este es el punto clave. Basándonos en nuestra historia de éxitos, en lo que conocemos positivamente y de manera constructiva de nosotros, y cuestionando los miedos que poseemos, debemos enumerar y concretar alternativas en primera persona (p.ej., puedo hacerlo, soy capaz, ya he pasado por esto…etc.), que nos faciliten el acercamiento a esas situaciones. Un aspecto importante aquí, es que tal y como hemos descrito preocupaciones antes, durante y después, debemos hacer lo mismo aquí, buscando alternativas en los tres momentos.
La Terapia Cognitivo-Conductual es pionera en el uso de este tipo de estrategias. Si te interesa y deseas profundizar, nuestro equipo de profesionales, situados en Mataró, puede proporcionarte toda la ayuda e información que necesites. Llámanos y te atenderemos encantados.