Aspectos controlables e incontrolables
Dedicamos gran parte de nuestro tiempo a resolver problemas, y si no es así, a anticiparlos para estar preparados para cuando vengan. Las responsabilidades del día a día y las diferentes situaciones o conflictos laborales y familiares a veces parecen no darnos un respiro. Esto precipita que nos percibamos como responsables y con control de todo lo que acontece a nuestro alrededor, y no nos damos cuenta de la gran carga emocional y psicológica que esto supone para nuestro organismo.
De esta forma, aunque sea comprensible que realicemos este proceso de “búsqueda de control”, con tal de ganar una cierta sensación de seguridad, esto no quita que pueda ser perjudicial, ya que fomenta estados de estrés y ansiedad acentuados, especialmente cuando luchamos contra algo que tiene un carácter incontrolable por nosotros mismos. Además, supone un gasto de energía muy alto, y se traduce en frustración al ver que todo el tiempo y esfuerzo que hemos empleado ha sido inútil e incluso contraproducente. Pero, ¿qué entendemos situaciones incontrolables? A continuación te proponemos un pequeño listado de situaciones que típicamente cometemos el error de interpretar como controlables:
- La influencia y educación de tus seres queridos.
- Los comportamientos y decisiones de los demás.
- Cómo se siente alguien cercano y el nivel de intensidad con qué lo hace.
- Actitudes, pensamientos y emociones ajenas.
- Sucesos con alta improbabilidad de ocurrencia.
- Lo que opinen los demás.
Considerar lo contrario, y que nosotros podemos abarcar e incidir en todos estos aspectos, y sobre todo, modificarlos, únicamente nos llevará a la frustración. Como vemos, la mayor parte de cosas se refieren al pasado y/o a estados mentales y emocionales de los demás. Nosotros podemos ofrecer nuestro apoyo, comprensión, escucha…pero es importante no percibir la totalidad de la mejora o cambio como dependiente únicamente de lo que hagamos nosotros. Conocer y tener presentes donde están nuestros límites nos ayuda a desvincularnos de la responsabilidad, y permite que nos relajemos y respetemos. Junto a esto, permite que desarrollemos una mirada más objetiva sobre las diferentes situaciones, con lo cual, el impacto emocional de estas se reduce.
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