Estrategias para disminuir el autocastigo
A menudo somos nuestros peores jueces. Podemos autoboicotearnos constantemente de una forma más o menos inconsciente, e incluso darnos mensajes que rozan, e incluso dan de lleno, a las faltas de respeto. Mensajes como “no puedes hacerlo”, o “eres tonto/a”, o “eres inútil”, pueden aparecer desgraciadamente de manera frecuente. Esto refleja en primer lugar una autoexigencia exageradamente elevada, pero también repercute directamente en nuestro estado de ánimo (p. ej., generando síntomas depresivos o ansiosos) y nuestro nivel de autoestima, disminuyéndola.
El origen de esta tendencia lo encontramos principalmente en nuestras experiencias pasadas, y sobre todo en nuestras interacciones e influencias familiares y sociales. Así, entornos donde se fomenta un alto nivel de perfeccionismo, donde existe una falta de refuerzo, o donde aparece negligencia, abusos o un trato desfavorable, es fácil que se origine una autopercepción negativa. Interiorizamos mensajes y una imagen de nosotros mismos distorsionada y lejos de la realidad. De esta forma, la persona a raíz de estas situaciones podrá ir generalizando la falta de autoconfianza y el autocastigo hacia diferentes ámbitos, pudiendo sentirse muy limitada.
¿Cómo podemos calmar o mitigar el autocastigo? A continuación os proponemos algunas estrategias:
- Escucharnos: atender a cómo nos hablamos y a los mensajes que nos damos es el primer paso. Esto nos permitirá identificar cómo nos sentimos con nosotros mismos, y a detectar procesos como la comparación continua con los demás.
- Personalizarlo: Imaginemos la autocrítica como una persona que procura protegernos, y aceptemos y busquemos motivaciones detrás de lo que nos dice. Por ejemplo, si la autocrítica exagerada nos castiga siempre por llegar tarde, entendamos que su motivación principal es que seamos puntuales.
- Normalizar el error: Equivocarnos es totalmente normal, y sobre todo inevitable como personas. Cuanto más aceptemos esta característica, menos tenderemos a castigarnos cuando cometamos algún error. ¡Junto a esto, también debemos felicitarnos y aplaudirnos ante nuestros éxitos!
- Reformular los mensajes negativos: Flexibilizar y transformar los mensajes que nos damos es clave, aunque requiere un cierto esfuerzo. Por ejemplo, podemos transformar un “no soy lo suficientemente bueno” por “estoy haciendo lo mejor que puedo” o “estoy trabajando para dar lo mejor de mí”. Para ello, debemos identificar el mensaje castigador, y cuestionarlo con evidencias alternativas.
- Tratarnos como amigos: Cuando nos demos cuenta de estar siendo demasiado duros con nosotros, demos un paso atrás, y preguntémonos qué le diríamos a un amigo/a en la misma situación. Recordemos que somos dignos y merecedores de amor y respeto.
Aceptarnos, cuidarnos y tratarnos bien es un aspecto fundamental en nuestras vidas. Estamos acostumbrados a depender del refuerzo externo, o incluso de cosas materiales para sentirnos bien. A menudo olvidamos que nuestro lenguaje interno y nuestra autoestima merecen el principal foco de luz.
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