El duelo es una reacción, una respuesta emocional normal, adaptativa e inevitable ante una pérdida. En sí mismo, no se considera patológico, y sirve para reajustar nuestras emociones, reestructurar los pensamientos y adaptar los comportamientos que se han desajustado o desestabilizado con la pérdida del ser querido, permitiendo recolocar las nuevas situaciones vitales. Además, es sufrido por todos, incluyendo a pequeños y mayores, aunque con algunas especificaciones.
El duelo en población infantil y adolescente puede ser vivido, y sobre todo exteriorizado, de maneras muy distintas al adulto. Así, aunque el sufrimiento puede ser igual o mayor, a veces puede quedar enmascarado por otros síntomas, los cuales difícilmente nos pueden hacer sospechar de que el/a niño/a está sufriendo por la pérdida de alguien. Entre las caracterísitcas más importantes y que nos pueden ayudar a detectar el duelo en este colectivo, estan las siguientes:
- Menor verbalización de aspectos relacionados con la pérdida o la persona.
- Mayor irritabilidad.
- Problemas de conducta (conductas negativistas y/o desafiantes).
- Dificultades relacionadas con el sueño (pesadillas o despertares) y la alimentación (pérdida de apetito, rechazo…).
- Quejas o alteraciones somáticas y físicas (dolores musculares, de cabeza…).
- Bajo rendimiento escolar (ausencias, problemas de concentración…).
- Representación a través del dibujo o el juego.
Como vemos, existe una gran variedad de características asociadas al sufrimiento relacionado con la pérdida en niños y adolescentes, y pueden variar mucho en función de la edad. Debemos estar atentos a éstas y a sus cambios, procurando profundizar en su significado y exploración, ya que pueden estar tapando un sentimiento de nostalgia y melancolía significativos. Por otro lado, entre las principales líneas de intervención diseñadas para ello, se encuentran las siguientes:
- Programas de prevención y acompañamiento: Estos constituyen programas multicomponente donde se incluye una parte psicoeducativa, donde se proporciona información sobre el duelo y sus características, sesiones de apoyo y grupales para padres o familiares cercanos, y sesiones con los niños para ayudarlos en la comprensión, gestión y expresión de su estado emocional.
- Terapia o intervención familiar: la participación de los padres es siempre clave, y especialmente cuando la pérdida supone un cambio importante en la estructura familiar. Así, acostumbran a tener una duración limitada, y a poseer un formato grupal, con la participación de otros padres. De esta forma se fomenta la empatía mútua, y la resiliencia.
- Terapia de juego: Además de servir para evaluar, el juego es una herramienta terapéutica clave, y especialmente en los más pequeños. Este puede ayudarlos a exteriorizar aspectos que difícilmente pueden conseguir por otras vías, además de permitir reconstruir y reprocesar todas sus emociones. El terapeuta deberá guiar la interacción, pero también puede resultar útil el juego libre.
- Terapia narrativa: Finalmente, la narración de historias, reales o ficticias, puede permitir verbalizar y recrear situaciones vinculadas a la pérdida. Habitualmente, el narrador o terapeuta cuenta una historia, sobre todo el inicio y el nudo, procurando incorporar elementos relacionados con el fallecimiento del ser querido, y es el niño el que la finaliza.
La Terapia Cognitivo-Conductual, la Sistémica o el EMDR también se consideran alternativas eficaces y clínicamente útiles para abordar esta problemática. En nuestro centro encontrarás a especialistas formados en estas y otras orientaciones. Ponte en contacto con nosotros, te proporcionaremos toda la información que necesites.