Una nueva investigación de expertos de Suiza y Alemania revela que el uso de los dedos para manejar un teléfono móvil inteligente con pantalla táctil y, en especial, el pulgar, está alterando el cerebro de las personas, como se detalla en un artículo que se publica en Current Biology.
Cada región del cuerpo, desde los dedos hasta la mandíbula y la lengua, tiene un área de procesamiento particular en nuestro centro emocional del cerebro, la corteza somatosensorial. Estas áreas son flexibles y pueden cambiar. En el caso de los violinistas, por ejemplo, el área de representación de los dedos que guían el instrumento es mayor que en otras personas.
El científico Arko Ghosh, del Instituto de Neuroinformática de la Universidad de Zurich y la Escuela Politécnica Federal (ETH) de Zurich, en Suiza, decidió investigar el impacto que la destreza de los dedos de los usuarios de teléfonos inteligentes tiene sobre el cerebro y descubrió que la plasticidad diaria del cerebro humano podría ser investigado según el uso del smartphone.
Las grabaciones de los dispositivos digitales ofrecen una importante fuente de datos para este comportamiento. Los teléfonos inteligentes nos ofrecen la oportunidad de entender cómo la vida normal moldea el cerebro de la gente común, explica Ghosh.
LA FRECUENCIA DE USO INFLUYE EN LA ACTIVIDAD CORTICAL
Trabajando en equipo con colegas de la Universidad de Friburgo, en Alemania, analizó la activación en la corteza sensoriomotora desencadenada por movimientos de los dedos. Los científicos utilizaron electroencefalografía (EEG) para medir la actividad cerebral cortical en 37 personas diestras, de las cuales 26 eran usuarios de smartphone con pantalla táctil y 11 usuarios de teléfonos celulares antiguos.
Un total de 62 electrodos colocados en la cabeza del sujeto grabaron este potencial basado en los movimientos de los dedos pulgar, índice y dedo medio. Los resultados revelaron que la representación cortical en los usuarios de teléfonos inteligentes con pantalla táctil difería en comparación con las personas con teléfonos móviles convencionales.
Ghosh también demostró que la frecuencia de uso del smartphone influye en la actividad cortical. Cuanto más se había utilizado el smartphone en los últimos diez días, mayor era la señal en el cerebro. Esta correlación fue la más fuerte, en la zona que representa el pulgar.
A primera vista, este descubrimiento parece comparable a lo que sucede en los violinistas, explica Ghosh. Sin embargo, los investigadores fueron capaces de hallar dos distinciones: en primer lugar, que el tiempo que los usuarios de teléfonos inteligentes han poseído y utilizado un dispositivo no influye, mientras que, en el caso de los violinistas, la actividad en el cerebro depende de la edad a la que comenzaron a tocar.
En segundo lugar, hay una conexión lineal entre la activación en el cerebro y el uso más reciente de un teléfono inteligente, mientras que no hubo evidencia de esto para los violinistas en estudios anteriores. La tecnología digital que utilizamos a diario moldea el procesamiento sensorial en el cerebro y en una escala que nos sorprendió, concluye el neurocientífico.
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El Gabinet Psicològic Mataró ha creado la Unidad de Psicología Forense a disposición de nuestros clientes. La psicología forense, también llamada psicología legal, es una rama de la Psicología jurídica que se ocupa de auxiliar al proceso de administración de Justicia en el ámbito tribunalicio.
Es una división de la psicología aplicada relativa a la recolección, análisis y presentación de evidencia psicológica para propósitos judiciales. Por tanto, incluye una comprensión de la lógica sustantiva y procesal del Derecho en la jurisdicción pertinente para poder realizar evaluaciones y análisis psicológico-legales e interactuar apropiadamente con jueces, fiscales, defensores y otros profesionales del proceso judicial.
Un aspecto importante de la Psicología Forense es la capacidad de testificar ante un juzgado en condición de perito experto, reformulando hallazgos psicológicos en el lenguaje legal de los juzgados para proveer información al personal legal de una forma que pueda ser entendida y aprovechada.
En cada país, los psicólogos forenses deben entender la psicología, reglas y estándares sistema jurídico nacional para que sean considerados como testigos creíbles. Es fundamental el entendimiento del modelo acusatorio bajo el cual funciona el sistema. También existen reglas sobre la presentación oral de la pericia, e incluso, la falta de una comprensión firme de los procedimientos judiciales resultará en la pérdida de credibilidad del psicólogo forense en el juzgado y su eventual recusación para excluirlo del proceso.
Un psicólogo forense puede ser entrenado en psicología clínica, social, organizacional o cualquier otra rama de la psicología, sin embargo la adecuada comprensión teórica y experiencia práctica en evaluación psicológica a través de instrumentos psicométricos y proyectivos así como de la psicopatología son fundamentales para la práctica pericial.
Generalmente, las preguntas que se proponen a los psicólogos forenses en el tribunal no son relativas a cuestiones psicológicas, sino más bien legales; y la respuesta debe ser en un lenguaje que el tribunal comprenda. Algunos aspectos que comúnmente son objeto de interrogación del sistema judicial a los psicólogos forenses son la competencia del acusado para someterse a juicio y ejercer su legítimo derecho a la defensa, o que se dictamine el estado mental del procesado al momento de cometer el crimen por el que es acusado, de forma de conocer la comprensión de la criminalidad del acto punible y la capacidad del imputado para dirigir sus acciones al momento de la comisión del delito, lo que tiene una incidencia directa sobre la responsabilidad penal que se le pueda imputar.
También es función de los psicólogos forenses proveer recomendaciones con respecto al las condiciones de ejecución de la sentencia y al tratamiento que debe seguir el acusado, así como cualquier otra información que el juez requiera, como la referida a factores atenuantes, agravantes o eximientes, la valoración de la probabilidad de reincidencia y la evaluación de la credibilidad de los testigos. La Psicología Forense implica también capacitar y asesorar a policías, criminalistas u otro personal oficial de las fuerzas públicas de seguridad para proveer información psicológica relevante para el perfilamiento criminal de presuntos actores de hechos punibles.
A medida que la percepción pública sobre los peligros de la marihuana ha ido disminuyendo, las personas más jóvenes han comenzado a experimentar con la droga. Pero el abuso de la marihuana frecuentemente conduce al abuso de otras drogas más fuertes y hay una probabilidad mucho mayor de adicción cuando el uso se inicia en la adolescencia.
Para ayudar a los padres a educar y a proteger a sus hijos del abuso de una droga que puede parecer inofensiva, pero no lo es, se ha creado el librito de educación sobre las drogas 10 Cosas Que Los Padres Tal Vez No Sepan Acerca De La Marihuana. Los padres pueden utilizar esta guía para actualizar su propio conocimiento sobre los peligros del abuso de la marihuana y luego explicar los hechos sobre la marihuana a sus hijos.
Se incluyen en este folleto:
– La marihuana ha demostrado disminuir la capacidad de una persona para aprender y tener éxito.- Las toxinas residuales de la marihuana pueden permanecer en el cuerpo durante años.- La marihuana es mucho más potente que hace unas décadas.- El consumo de marihuana resulta en niveles más altos de comportamientos de riesgo, como conducir en estado de ebriedad o tener relaciones sexuales sin protección.
Descargue este librito gratis ahora y comience a tener conversaciones de sobremesa con sus hijos. Deles un dato a la vez y deje que ellos hagan preguntas. Al aumentar gradualmente su comprensión sobre los problemas derivados del consumo de marihuana, pueden tomar sus propias decisiones para mantenerse sobrios cuando alguien les ofrece la marihuana.
Expertos del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar de Barcelona han advertido del aumento de españoles que sufren el síndrome japonés Hikikomori de aislamiento social, un problema que han podido describir clínicamente a través de un estudio con 164 pacientes presentado este martes.El estudio, publicado en la revista International Journal of Social Psychiatry, constata que el síndrome Hikikomori se ha subestimado hasta ahora en España por la dificultad para acceder a estas personas y por la falta de equipos de atención especializada a domicilio, ha informado el centro en un comunicado.Las personas que sufren este síndrome se retiran completamente de la sociedad durante al menos seis meses y se recluyen en el hogar con el objetivo de evitar cualquier compromiso social, como la educación, el empleo y las amistades.Aunque se describió por primera vez en Japón e inicialmente se creía que estaba vinculado únicamente a la cultura japonesa, hay casos de Hikikomori reportados recientemente en otros países, como Omán, Italia, India, Estados Unidos, Corea y España, donde el Hospital del Mar ha centrado su estudio.Los expertos han evaluado 164 casos de españoles con un periodo medio de aislamiento de 39,3 meses el de mayor duración llevaba 30 años recluido, la mayoría de ellos con trastornos mentales asociados.Un 73,8% de los casos estudiados son hombres con una edad media de 36 años, mientras que la edad media de las mujeres es de 51 años: La creación en Barcelona de un servicio de atención domiciliaria para personas con trastornos mentales graves ha permitido sacar a la luz la verdadera dimensión de este síndrome, ha explicado el director del instituto y responsable del estudio, Víctor Pérez-Solà.La mayoría de los afectados viven con la familia y la mitad tiene estudios superiores, y los que llevan recluidos más de cuatro años tienen un trastorno psicótico, lo que demuestra que las personas con trastornos mentales graves son más propensas a estar un mayor tiempo aislados.Hemos detectado una alta convivencia del Hikikomori con patologías psiquiátricas como trastornos psicóticos (34,7%), ansiedad (22%) o trastornos afectivos (74,5% de), ha añadido Pérez-Solà, que ha destacado que también existe el síndrome en estados primarios cuando no se asocia a una patología mental, pero es mucho menos frecuente.INGRESO HOSPITALARIOEl estudio también ha puesto de manifiesto que un 39,3% de los pacientes ya ha requerido un ingreso hospitalario para atención psiquiátrica y que casi un 60% tiene una historia psiquiátrica de Hikikomori en la familia, con un 44,4% en parientes de primer grado.En el síndrome de aislamiento social cabe destacar el papel de las familias, ya que a pesar de ser las principales detectoras, se ha observado una dinámica familiar perturbada en muchas de las estudiadas.La violencia, la falta de habilidades en la resolución de problemas, las relaciones inapropiadas con la persona afectada y el miedo a la exacerbación de los síntomas son los elementos que dificultan las dinámicas familiares y favorecen el aislamiento del individuo.Para acceder al texto completo consulte las características de suscripción de la fuente original: http://isp.sagepub.com/
Según señalan desde la web de la Asociación Americana de Psicología, las fuentes más comunes de estrés laboral son los sueldos bajos, la sobrecarga laboral, las pocas oportunidades de promoción, los trabajos que no implican o suponen un reto, la carencia de apoyo social o no tener control sobre las decisiones de trabajo entre otras.Cuando el estrés laboral se vuelve crónico puede ser perjudicial y dañar la salud física y emocional y esta situación es también más común de lo deseable, señalan los psicólogos americanos. Desde la institución estadounidense apuntan los siguientes pasos para gestionar el estrés asociado al trabajo:1. Identifica aquello que te estresa: Mantén un diario durante una semana o dos para identificar qué situaciones te crean más estrés y cómo respondes a ellas. Registra tus pensamientos, sentimientos e información sobre el ambiente, incluyendo las personas y circunstancias implicadas, la situación física y cómo reaccionaste. Aspectos como si elevaste la voz, si decidiste ir a por un tentempié o a dar un paseo pueden ayudar a encontrar patrones entre aquello que te estresa y cómo reaccionas ante ellos.2. Desarrolla respuestas saludables: En vez de intentar combatir el estrés con comida rápida o alcohol, elige opciones saludables cuando sientas que sube la tensión. El ejercicio es un gran liberador de estrés. El yoga puede ser una buena opción pero cualquier forma de actividad física es beneficiosa.Además, busca tiempo para tus aficiones y aquello que más te gusta hacer. Ya sea leyendo una novela, acudiendo a conciertos de música o disfrutando de tu familia, asegúrate de que dejas tiempo para hacer las cosas que te producen placer.Dormir bien también es importante para gestionar el estrés. Crea hábitos de sueño sanos limitando la cafeína por la tarde y reduciendo actividades estimulantes como ver la tele o utilizar el ordenador por la noche.3. Establece límites: En el actual mundo de las relaciones digitales, es fácil sentirse angustiado ante la posibilidad de estar disponible las 24 horas del día. Establece algunos límites entre trabajo y vida personal. Esto podría significar no consultar el mail desde casa por la tarde o no contestar al teléfono horas después de terminar la jornada laboral. Fijar límites claros entre la vida laboral y personal reduce el estrés asociado a los posibles conflictos de conciliación.4. Tómate tu tiempo para descansar: Parea evitar los efectos negativos del estrés crónico y el cansancio laboral necesitamos tiempo para recuperarnos y volver al nivel de rendimiento anterior al estrés. Este proceso de recuperación requiere desconectar de la actividad laboral cuando no se está trabajando. Siempre que sea posible tómate tu tiempo para descansar para poder volver al trabajo listo para ofrecer lo mejor de ti. Cuando no te sea posible desconectar al menos desconecta tu teléfono y centra tu atención durante un rato en actividades no ligadas al trabajo.5. Aprende a relajarte: Las técnicas como la meditación, los ejercicios de respiración profunda y la conciencia plena (un estado en el que observas de forma activa las experiencias del presente y tus pensamientos sin juzgarlos) pueden ayudar a liberar estrés.Comienza con unos pocos minutos cada día para centrarnos en una actividad simple como la respiración, caminar o disfrutar de una comida. La habilidad de ser capaz de centrarse de forma consciente en una única actividad sin distraerte se volverá más fuerte con la práctica y descubrirás que puedes aplicarla a muchos aspectos diferentes de tu vida.6. Habla con tu jefe: Los empleados saludables suelen ser más productivos por lo que tu jefe tiene en este sentido un incentivo claro para crear un ambiente de trabajo que promueva el bienestar de los empleados.Empieza por entablar una conversación abierta con tu jefe. El propósito no es presentar una lista de quejas sino comenzar con un plan eficaz para controlar aquellas situaciones de estrés que hayas identificado para poder realizar mejor tu trabajo.Aunque algunas áreas de este plan deberían estar diseñadas para mejorar tus habilidades en áreas como la gestión del tiempo, otros elementos podrían incluir la identificación de aspectos que te hagan sentir mejor en tu puesto de trabajo como clarificar qué se espera de ti, conseguir más ayuda de tus colegas, enriquecer tu trabajo con tareas que supongan un reto o que tengan sentido para ti o hacer cambios en tu ambiente de trabajo físico para hacerlo más confortable y reducir las tensiones.7. Consigue algunos apoyos: Aceptar ayuda de amigos de confianza y miembros de la familia puede mejorar tu capacidad para manejar el estrés. En tu empresa podría existir un programa de prevención de riesgos laborales en el que se incluya un protocolo de actuación sobre el estrés laboral con información, consejos y casos en los que se aconseja la derivación a profesionales de la salud mental, si fuera necesario.Si continúas sintiéndote sobrepasado por el estrés laboral, quizás fuera buena idea hablar con un psicólogo, que podría ayudarte a manejar el estrés y cambiar un comportamiento no saludable.
A continuación les mostramos una breve guía para plantear problemas a su pareja y favorecer de este modo la comunicación.1. EMPEZAR SIEMPRE CON ALGO POSITIVO (Un elogio por su aspecto, reconocer su esfuerzo… facilita la aproximación agradable al otro, y hace que éste se muestre atento y dispuesto a escuchar) 2. DESCRIBIR EL PROBLEMA QUE LE PREOCUPA ATENDIENDO A DOS CONDICIONES: · Ser operativo. Es decir, no ser vago y general, como por ejemplo: Podrías hacer más cosas en casa, sino concreto y específico , como por ejemplo: Me gustaría que los sábados te ocuparas tú de poner la mesa, así yo podría sacar al perro. · Definir lo que le gustaría, no lo que no le gusta. Por ejemplo: Me gustaría que cenáramos juntos, en vez de: No me gusta que cenemos cada uno por su lado. 3. ACEPTAR SU RESPONSABILIDAD EN EL PROBLEMA. Ello evita que el otro se sienta culpado o atacado. Por ejemplo: Reconozco que ha sido un error mío no haber hablado antes de ello. 4. DESCRIBIR LOS SENTIMIENTOS QUE EL PROBLEMA NOS PROVOCA Expresar qué sentimientos nos provoca la situación, ayuda a comprender por qué desea cambiarla. Por ejemplo: Cuando lo haces me siento ultrajado. 5. SER BREVE. No hay porque repetir varias veces lo mismo con distintas palabras o alargar excesivamente el planteamiento. Lo bueno, si breve, dos veces bueno -. 6. NO HABLAR DEL PASADO, SINO DEL PRESENTE Y HACIA EL FUTURO. Rememorar antiguas rencillas o sacar de nuevo los trapos sucios del pasado, no sólo no sirve de nada, sino que despierta malos sentimientos. Enfocar la atención hacia el futuro hace que el objetivo sea constructivo. 7. HABLAR DE UN SOLO PROBLEMA A LA VEZ. No mezclar problemas, dedicarse sólo a uno por vez, o no se solucionará ninguno. 8. PLANTEAR EL PROBLEMA CUANDO EL OTRO NO ESTE REALIZANDO UNA TAREA QUE IMPLIQUE CONCENTRACIÓN. (No mientras está leyendo, viendo televisión… sí en cambio, bañándose, lavando platos…) 9. HABLAR LENTAMENTE Y CON UN TONO BAJO DE VOZ. De esta forma es difícil no pensar bien en lo que se está diciendo y en la forma en que se dice.
TÉCNICAS DE DISTRACCIÓN: AFRONTAMIENTO DEL DOLOR La hipervigilancia (autoconciencia o autoatención hacia el propio funcionamiento mental o corporal) es un estado común en las personas que sufren dolor o han sufrido dolor. Muchos autores defienden la importancia central de la autoatención o atención selectiva hacia el funcionamiento mental o corporal como un predisponente o una consecuencia de la ansiedad, de forma que tiene un papel central en la percepción del dolor y el mantenimiento del mismo. UTILIDAD DE LA DISTRACCIÓN EN EL CONTROL DEL PÁNICO: Es útil como una técnica complementaria, especialmente en aquellos casos en que otras técnicas son difíciles de aplicar o cuestan más. En ocasiones, el paciente puede tener problemas en una crisis para sustituir los pensamientos catastróficos por otros pensamientos alternativos más realistas, dada la dificultad para concentrarse y razonar que suele producirse delante del dolor. Por otra parte, a veces, realizar ejercicios de respiración lenta pueden ayudar a disminuir la ansiedad, para así poder aplicar las estrategias de discusión cognitiva; pero, en otras ocasiones, también puede ser útil, simplemente, dejar de pensar por un momento en el dolor, dirigiendo la atención a otro tipo de estímulos. Las técnicas de distracción son una estrategia que intenta conseguir dos objetivos: 1. Ayudar al paciente a desviar la atención, que centra en sus propias sensaciones o pensamientos, hacia otro estímulo que pueda competir con el amenazante en cuanto a demanda atencional. 2. Permitirle dejar de pensar en las interpretaciones catastróficas en un momento en que le puede resultar difícil pensar de un modo más racional. PRINCIPALES TÉCNICAS DE DISTRACCIÓN: Se trata de utilizar una o varias de ellas, según la situación, y según lo útil que resulten a la persona en concreto. Lo importante es que tengan una capacidad suficiente para acaparar la atención, de manera que no se pueda atender a las sensaciones corporales. Recordar que la atención es un recurso limitado. Es necesario tener en cuenta la importancia de practicarlas, observando cuál de ellas consiguen distraerle más y pensando en qué situaciones podría aplicar cada una de ellas. Pero lo básico, al igual que sucede con otras técnicas (respiración, autoinstrucciones, pensamientos racionales), es que se trata de una habilidad que conviene automatizar. Cuanto más se practiquen más fácil será su aplicación con éxito. 1) CENTRARSE EN UN OBJETO: Se trata de describir con todo detalle cualquier objeto, aludiendo a su forma, color, tamaño, textura, número de objetos iguales que haya en el lugar, etc. Es importante elegir un objeto con cierta complejidad con el fin de que pueda absorber su atención. 2) CONCIENCIA SENSORIAL: Esta técnica engloba, de algún modo, a la anterior. Consiste en hacer un recorrido por todos los sentidos intentando agudizarlos y hacer consciente lo que, generalmente, no percibimos conscientemente. Incluye describir todo lo que la persona ve y oye, además de los olores que nota, el gusto de su boca, y el tacto que siente en sus manos y el resto del cuerpo; en definitiva, sentir todo lo que nos transmiten nuestros sentidos. La persona se ha de centrar en todo lo que puede ver, todo lo que incluye su campo visual hasta el menor detalle. A continuación prestará atención a todo lo que pueda oir: voces (son de hombre, de mujer, de niños, hablan o discuten, están cerca o lejos, etc) y sonidos (música, coches, reloj, etc), de modo que apreciará fácilmente estímulos de los que no era consciente mientras no prestaba atención. Seguidamente, el gusto… siempre tenemos un determinado sabor o gusto en la boca: dulce, amargo, salado, … (cuando estamos comiendo este sentido está especialmente activado, así que éste es uno de los sentidos que pueden ser más útiles para distraerse en las crisis que ocurren en medio de una comida con gente). Después, centrar la atención en el olfato, en todos los lugares huele a algo: a cerrado, a polvo, a productos de limpieza, a hierbas, a tierra mojada, a comida, a perfume, etc. Se trata de explorarlo. Además, el olor de las cosas, en ocasiones, es capaz de transmitirnos emociones intensas y de trasladarnos a situaciones pasadas. Por último, se puede explorar también el tacto. Prestar atención, por ejemplo, a cómo estamos tocándonos la cara con la yema de los dedos, sin ser conscientes de sensaciones como la temperatura y la textura de la piel. También incluye el roce de la ropa en nuestro cuerpo o la presión de un miembro sobre otro (si por ejemplo tenemos las piernas cruzadas), o la ligera presión del zapato en los pies, etc. 3) EJERCICIOS MENTALES: Consiste en llevar a cabo cualquier actividad mental que requiera la suficiente dosis de atención para que la persona se distraiga de su propio cuerpo. Algunos ejemplos son pequeños ejercicios como contar de cero a cien de tres en tres o restar desde cien de siete en siete, nombrar animales por orden alfabético, buscar palabras que empiecen por una determinada letra, hacer cálculos con las matrículas de los coches, etc. Lo más importante es ajustar el grado de dificultad de la tarea, de forma que sea lo suficientemente distractora (no tan sencilla que no acapare atención) pero no estresante (es decir, no tan complicada). 4) ACTIVIDADES ABSORBENTES: Consiste en realizar cualquier actividad lo suficientemente absorbente como para que la persona se descentre de su dolor. No es nada nuevo, su efecto se recoge en el viejo refrán: El que canta, su mal espanta. Es conveniente realizar una actividad que se encuentre en el repertorio habitual de la persona. Ejemplos son: ver la televisión, escuchar la radio, hacer crucigramas o puzzles, leer un libro o revista, jugar al ajedrez o a las cartas, telefonear o charlar con alguien, planchar ropa, etc. 5) RECUERDOS Y FANTASÍAS AGRADABLES: Consiste en dejarse llevar por un recuerdo (algo ya ocurrido en el pasado) o una fantasía (algo por venir) agradable, que le permita dejar de pensar en sus sensaciones corporales o pensamientos. A todos nos ha sucedido alguna vez, por ejemplo, el ir por la calle andando y recordar una imagen de un suceso agradable que nos ha hecho sonreír, es decir, provoca una emoción positiva. Para aplicar esta técnica es útil tener preparadas de antemano algunas imágenes de escenas agradables (por ejemplo, un viaje realizado o que se desea realizar, una playa relajante, una comida familiar o reunión con amigos, una anécdota graciosa, …), de manera que sólo evocándolas pueda distraerse de las sensaciones corporales y pensamientos amenazantes, y así cambiar las emociones negativas (asociadas a la ansiedad) por otras emociones más positivas. Lo básico es que la imagen sea lo más vívida posible, es decir, rica en detalles, de modo que se exploren todas las cualidades de la situación imaginada: color, sonidos, forma, tacto, colores, etc. La mayor diferencia de esta técnica, respecto a las anteriores (que pretenden distraer la atención con un estímulo alternativo de carácter neutro), es que se centra en estímulos emocionalmente agradables, positivos, que están más alejados del estímulo amenazante. Sin embargo, para algunas personas es mucho más sencillo implicarse en una tarea emocionalmente neutra y mecánica en un momento en el que prevalece la ansiedad, que conseguir imaginar y centrarse en una escena que lleva asociada una emoción positiva.
Los adultos jóvenes desempleados tienen tres veces más riesgo de depresión, en comparación con sus pares empleados, halla un estudio reciente.
El desempleo y la depresión se relacionan de forma significativa entre los adultos jóvenes, dijo la autora líder, Robin McGee, de la Facultad de Salud Pública Rollins de la Universidad de Emory, en Atlanta.
Según los resultados, no sabemos si el desempleo contribuye a la depresión o la depresión al desempleo, dijo McGee. Los adultos jóvenes desempleados son una población que podría beneficiase de intervenciones de salud mental y enfocadas en el empleo. Si esas intervenciones se proveen pronto, quizá podamos enseñar a las personas habilidades que podrían tener un impacto para toda la vida.
Para el estudio, McGee y su colaboradora Nancy Thompson, profesora asociada de la Emory, usaron datos del Sistema de Vigilancia de los Factores de Riesgo Conductuales de 2010, una encuesta nacional que evalúa las conductas sanitarias de riesgo. Observaron en específico a personas de 18 a 25 años de edad, para determinar el grado de depresión entre los adultos jóvenes desempleados.
Hallaron que casi el 12 por ciento de los jóvenes adultos estaban deprimidos, y alrededor del 23 por ciento estaban desempleados. El riesgo de depresión fue tres veces más alto entre los jóvenes adultos desempleados que entre los empleados, según el estudio.
Los autores especulan que el vínculo entre el desempleo y la depresión podría ser resultado de factores del desarrollo, como la incertidumbre que sienten los adultos jóvenes al pasar a la adultez, y los cambios en sus relaciones sociales y en su red de respaldo.
Además, la depresión entre los adultos jóvenes desempleados podría relacionarse con el estrés debido a los retrasos en alcanzar las metas vitales. Algunos adultos jóvenes podrían experimentar un estrés similar a los adultos mayores, como el estigma relacionado con el desempleo.
El uso de los teléfonos móviles de última generación ya está totalmente normalizado, y evidentemente, junto a este fenómeno, aparece el uso de las diferentes app que nos ofrece; una de las que más éxito ha tenido ha sido el WhatsApp. Es cierto que es una herramienta muy eficaz para contactar con otras personas intuitiva y económica, que nos facilita la interacción con nuestro entorno. Pero no hay que olvidar que también hay que saber un hacer un buen uso de ella. Por ejemplo: No dejar de mirar el móvil para ver si han leído tu mensaje, intentar controlar a las personas según la ultima conexión o su estado, agobiarse cuando alguien está en línea y no responde o tardan en hacerlo, confundir ciertos sonidos del ambiente teniendo la sensación de que se trata de una notificación de WhatsApp e incluso entrar en la aplicación aun cuando no tienes mensajes nuevos serían algunos de los síntomas de ser un adicto al WhatsApp. Decimos que son adictos las personas que alteran el transcurso normal de su vida debido a estos hábitos continuados interfiriendo en el trabajo, estudios, y en el tiempo de ocio. Hacer uso de esta aplicación para controlar, o no ser capaces de charlar con otras personas sin dejar de consultar el móvil de forma constante y respondiendo a los mensajes de forma inmediata, independientemente de cual sea el escenario. Situaciones como estas, ponen de manifiesto el desinterés por la vida real, la pérdida de control, una grave interferencia en la vida cotidiana y una dependencia constante del feedback que se recibe a través de esta app. Por otra parte, es importante saber si la persona que sufre esta adicción tiene otros problemas psicológicos como inestabilidad emocional, inseguridad, incapacidad de comunicarse personalmente, una timidez extrema o, incluso, ansiedad o fobia social. Ello es importante ya que rompe un mito, porque, en contra de lo que a priori pueda parecer, no sólo afecta a adolescentes, también a personas maduras con algunas patologías psicológicas ya que el no ver la cara de la otra persona hace que los usuarios del WhatsApp se lancen a la piscina y se sumerjan en conversaciones más intensas y espontáneas, difíciles de matizar sin verle la cara a la otra persona. Aunque debido a su reciente implantación en la sociedad aún no hay datos de esta adicción asociada al uso irracional del WhatsApp, entre el 80 y 90% de la población se conecta a Internet por motivos de ocio y entre el 5 y el 9% realiza un uso inadecuado de esta herramienta. Otros aspectos que también pueden revertir de forma negativa en los usuarios de esta aplicación. Discutir o tratar temas delicados a través del WhatsApp: asumiendo que se trata de una comunicación asíncrona en la que, a pesar del uso de emoticonos, no podemos observar el rostro de la otra persona y, por tanto, nos perdemos gran parte de la comunicación, la no verbal. A esto hay que sumar la posible existencia de malentendidos, confusiones que se generan debido a la asincronía y que, muchas veces, acaban con la ruptura de las parejas. También ocurre cuando se trata de largas y precisas explicaciones que impliquen multitud de mensajes, porque allí es dónde ya se producen la confusión y el desconcierto, que habitualmente dan lugar a malentendidos. Mirar el móvil continuamente, sin importar donde o con quien estés, es decir estar hiperconectado/a, alegrarse cuando oyes el sonido de la notificación, o sentir cierto desanimo cuando levantas la tapa de tu móvil y no hay lucecita ni mensajeson síntomas de dependencia del whats app. La falsa creencia del double check, consiste en pensar que en el momento en que aparece el double check significa que la persona que esta al otro lado de la pantalla, ha leído el mensaje. Sin embargo, eso sólo significa que el receptor lo ha recibido pero no, necesariamente, que lo haya leído. Esto, nuevamente, es origen de discusiones y enfados, lo cual no es más que otro síntoma de dependencia. Y por último podríamos hablar del síndrome de la vibración fantasma que se produce cuando la obsesión por recibir notificaciones, lleva a la persona a oír vibraciones que, en realidad, nunca se han producido. Según un estudio publicado por la Sociedad Británica de Psicología, estas supuestas vibraciones son generadoras de un intenso estrés, directamente proporcional al número de veces que miramos el móvil para asegurarnos y reasegurarnos de la llegada del mensaje. Según este estudio, el estrés es altamente perjudicial y, sobretodo, debería ser eliminado en el ámbito laboral. Sin embargo, José Antonio Molina, psicológo participante en el estudio Control de movilemia afirma que los smartphones están muy implantados en el día a día. Conseguir que alguien lo apague es (casi) misión imposible Según este estudio, el 55% de los españoles come con el móvil al lado, un tercio se lo lleva al baño y sólo un 25% lo apaga cuando mantiene relaciones sexuales con su pareja.
CÓMO REACCIONAMOS ANTE EL ESTRÉS
El estrés es un hecho habitual en nuestras vidas. No puede evitarse, ya que cualquier cambio al que debamos adaptarnos representa estrés. Sin embargo, al pensar en hechos estresantes, siempre acuden a la mente sucesos negativos como daño, enfermedad, separación, muerte de un ser querido, sin darnos cuenta de que un suceso positivo puede llegar a ser igualmente estresante (por ejemplo cambiar de casa o ascender en el trabajo representan el estrés de un nuevo status y de nuevas responsabilidades, incluso enamorarse puede representar, para algunas personas, el mismo grado de estrés que romper una relación).
Nuestras experiencias estresoras provienen de tres fuentes básicas: nuestro entorno, nuestro cuerpo y nuestros pensamientos.
1º) NUESTRO ENTORNO: continuamente tenemos que estar adaptándonos a todo lo que sucede a nuestro alrededor, las normas de conducta, los horarios rígidos, las relaciones interpersonales
etc.
2º) NUESTRO CUERPO: lo que nos sucede también afecta a nuestro organismo. Pasamos a lo largo de nuestra vida por momentos difíciles como la adolescencia, el envejecimiento, la enfermedad, los accidentes, los trastornos del sueño, entre otros.
Nuestra forma de reaccionar ante los problemas, las demandas y los peligros viene determinada todavía por una actitud innata de lucha o huida heredada de nuestros antepasados más primitivos. Nuestros predecesores, a través de un proceso de selección natural, fueron transmitiendo todas aquellas características físicas que pudieran representar, en un mundo competitivo y hostil, una ventaja sobre sus enemigos. Como resultado de este proceso, poseemos dentro de nuestro entramado bioquímico la tendencia innata a prepararnos para luchar o para huir siempre que nos sentimos amenazados.
Cada vez que se produce una respuesta de este tipo, tienen lugar en nuestro organismo, de modo esquemático, los siguientes cambios: cuando los estímulos que nos llegan son interpretados como amenazantes, los centros de regulación dan al organismo la información que le conducirá a enfrentarse o a escapar de la amenaza. Este proceso se traduce en una serie de cambios físicos observables, por ejemplo, las pupilas se agrandan para mejorar la visión y el oído se agudiza. Los músculos se tensan para responder al desafío, la sangre es bombeada hacia el cerebro para aumentar la llegada de oxígeno a las células y favorecer así los procesos mentales que están ocurriendo. Las frecuencias cardíaca y respiratoria aumentan, y como la sangre se desvía preferentemente hacia la cabeza y hacia el tronco, las extremidades, sobre todo las manos y los pies, se perciben como fríos y sudorosos.
Si no se libera al organismo de estos cambios ocurridos durante la fase de reconocimiento y consideración de la amenaza, se entra en un estado de estrés crónico
3º) NUESTROS PENSAMIENTOS: el modo de interpretar y catalogar nuestras experiencias y el modo de ver el futuro pueden servir tanto para relajarnos como para estresarnos. Por ej.: si nuestro jefe nos mira con cara seria, podría entenderse como una señal de que algo hemos hecho mal y provocar, por tanto ansiedad, o simplemente podría interpretarse como un signo de cansancio porque ha pasado una mala noche y entonces no ser motivo de temor.
Pensar sobre los problemas produce tensión en el organismo, lo cual crea a su vez, la sensación subjetiva de intranquilidad, que provoca pensamientos todavía más ansiosos.
No se puede escapar de todas las situaciones estresantes que hay en nuestra vida ni evitar completamente nuestra respuesta innata a las amenazas, pero sí podemos aprender a contrarrestar nuestras reacciones habituales al estrés, aprendiendo a relajarnos. Los distintos centros del cerebro que aceleran nuestros procesos bioquímicos cuando estamos en estado de alerta pueden, de igual modo, ser estimulados para que enlentezcan dichos procesos.
La respuesta de relajación es la opuesta a la respuesta del organismo ante una amenaza, y es la que devuelve al organismo a su estado natural de equilibrio. Así, las pupilas, el oído, la presión de la sangre, los latidos del corazón, la respiración y la circulación, vuelven a la normalidad y los músculos se relajan.
La respuesta de relajación tiene un efecto de recuperación y representa una tregua para el organismo a los estímulos externos, evitando utilizar toda nuestra energía vital en reaccionar de forma excesiva ante estos estímulos, lo que nos llevaría a un punto en que nos veríamos desbordados por ellos. La relajación normaliza nuestros procesos físicos, mentales y emocionales.