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La obesidad infantil

La obesidad, y concretamente la obesidad infantil, supone uno de los problemas más graves de salud pública en nuestro país, calculándose que afecta a entre un 30 y un 50% de la población general occidental. Por otro lado, aunque tiende a confundirse con un exceso de peso, conviene especificar que se trata de una acumulación excesiva de grasa (tejido adiposo) en el cuerpo, cuya etiología se explica por múltiples factores, entre ellos físicos o biológicos, y psicosociales. Una vez instaurada, como veremos, puede ser responsable de diversas alteraciones psicológicas, emocionales y sociales.
 
En esta línea, y particularmente en los niños, la obesidad supone no sólo un problema de salud relacionado con el posible desarrollo de futuros problemas médicos (p.ej., diabetes o enfermedades cardiovasculares), sino también vinculado a todo un conjunto de trastornos psicológicos. Estos últimos además, pueden ser tanto causa como consecuencia de la obesidad. Así, el problema puede surgir como consecuencia de una alteración emocional previa, donde el niño, debido al malestar que sufre, recurre a la comida para suplirlo o erradicarlo. En este sentido, los problemas familiares, escolares y/o sociales pueden ser responsables de que el niño sufra problemas diversos como la ansiedad, o la depresión, cuyos síntomas se aprendan a mitigar acudiendo a la comida. En este sentido, no es infrecuente que la obesidad se encuentre ligada a trastornos de la conducta alimentaria, y especialmente al trastorno por atracón. Por otro lado, si invertimos la relación, la obesidad también puede ser la encargada de diversos problemas emocionales, principalmente relacionados con la autoestima. En relación a esto último, el niño con obesidad, además de poder tener dificultades para aceptar su propia imagen, acostumbra a sufrir conductas de rechazo (burlas, insultos…) por parte de sus compañeros, provocando graves problemas tanto emocionales como sociales y limitando su desarrollo afectivo.

Es preciso señalar además, que no solamente el grupo de iguales puede propiciar el empeoramiento de los síntomas del niño o adolescente, sino que la obesidad en sí misma, y de manera general, constituye uno de los problemas más estigmatizados por nuestra sociedad. Por ello, la persona que lo sufre se encuentra expuesta constantemente a la desaprobación y censura de esta problemática a una escala mucho más global, lo que conlleva un agravamiento de la situación. De esta forma, vemos como la obesidad conlleva problemas no sólo médicos, sino también psicológicos diversos e importantes. El niño deberá afrontar un proceso largo y costoso, en el cual la ayuda de los padres, y de profesionales de diferentes ramas resultará crucial para su mejora.

En relación a lo anterior, las estrategias e intervenciones encaradas a paliar esta situación deberán tener en cuenta tanto aspecto médico o nutricional, como los problemas psicosociales comentados. En el primer ámbito, las principales estrategias se relacionan con dietas, medicación, operaciones (p.ej bypass gástrico) y/o ejercicio físico. Por otro lado, desde la psicología infanto-juvenil, y especialmente desde la Terapia Cognitivo-Conductual, se han realizado propuestas que están resultando eficaces y útiles para mejorar el estado anímico tanto de niños y adolescentes, como de adultos con obesidad.

Si deseas conocer más acerca de estas o de cualquier otro aspecto, nuestro equipo de psicólogos te proporcionará toda la información que necesites. No lo dudes y llámanos, recibirás una atención individualizada y profesional.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/ob._infantil-4654.jpg 570 760 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:472022-05-09 18:01:54La obesidad infantil
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Depresión Mayor y Distímia: Similitudes y diferencias

A nivel general, podríamos decir que la inmensa mayoría de categorías utilizadas para conceptualizar los trastornos psicológicos comparten aspectos con una o incluso más etiquetas. Especialmente cuando hablamos de ansiedad o depresión, debemos tener en cuenta que ambas, juntas o por separado, acostumbran a aparecer en el curso de casi cualquier enfermedad mental. Este fenómeno se denomina comorbilidad. Concretamente, dentro del espectro depresivo, existen una serie de concepciones muy semejantes, pero que a su vez, presentan rasgos distintivos. Este es el caso de la Distímia y la Depresión.

La Depresión Mayor se define como aquella problemática donde la persona experimenta un estado de ánimo bajo o deprimido significativo (casi todos los días), y, en muchas ocasiones, una pérdida de interés o placer por las cosas que normalmente la gratificaban, durante un período mínimo de dos semanas. Junto a estos, pueden aparecer otros síntomas; como pérdida o aumento de peso y del apetito, dificultades para dormir, fatiga o pérdida de energía, problemas de concentración o de memoria, un sentimiento excesivo de culpa, o incluso ideas o pensamientos sobre la muerte recurrentes. Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta, es que el trastorno causa un gran malestar y repercute significativamente en la vida del individuo, limitando su rendimiento en todos o casi todos los entornos en los que se encuentra inmerso. En este caso, además, los síntomas acostumbran a ser intensos, y tanto las personas cercanas como los profesionales pueden cerciorarse, de una forma relativamente rápida, del estado de ánimo del paciente.

Por lo que respecta a la Distímia, ésta se caracteriza, igualmente, por un estado de ánimo deprimido durante la mayor parte del día, presente en más días de los que está ausente, durante un mínimo de dos años. Además, se incluyen como posibles síntomas (siendo necesario que aparezcan mínimo dos), la falta o exceso de apetito o alimentación, la pérdida de energía o cansancio, las dificultades de concentración, los problemas de sueño, los sentimientos de desesperanza y la presencia de una baja autoestima.  Los manuales concretan además, que la persona que lo sufre no debe estar libre de síntomas durante más de dos meses.

Así, tal y como podemos apreciar, ambas categorías presentan una serie de similitudes destacables que nos pueden hacer dudar a la hora de diagnosticarlas. En este sentido, la disminución del estado de ánimo positivo junto con ciertos síntomas principalmente fisiológicos (pérdida de apetito, problemas de sueño, pérdida de energía…) forman parte de las dos etiquetas. A pesar de ello, es importante tener en cuenta que en el caso de la Depresión Mayor, estos aspectos acostumbran a aparecer de manera especialmente elevada y frecuente en comparación con la Distímia, en la cual existe un sufrimiento y malestar significativo pero más bajo y atenuado que en el primer caso. En esta línea, por ejemplo, aunque pueden aparecer ideas de muerte, éstas no son muy características de la Distímia. Junto a esto, además, existe un criterio temporal importante a tener en cuenta: para realizar el diagnóstico de Depresión Mayor deben haber pasado dos semanas, en comparación con los dos años de la Distímia. Esto pero, no excluye que dentro del amplio periodo, no pueda aparecer un episodio depresivo más acusado que pueda diagnosticarse como episodio de Depresión Mayor.

Como vemos pues, estos constructos poseen muchos aspectos en común que dificultan su delimitación. A esto hay que sumarle el hecho de que cada persona manifiesta de una forma muy específica cada una de las características expuestas, y que además estas se enmarcan en ámbitos y situaciones concretas que deben individualizarse para cada caso. Por ello, la tarea de los profesionales (psicólogos y psiquiatras) consistirá en desengranar todos los aspectos involucrados en la problemática, realizar una evaluación precisa, y una intervención adecuada a las necesidades del paciente.

El solapamiento entre problemáticas es más la “norma” que la excepción. Junto a las comentadas, existen muchas otras categorías que pueden analizarse desde este prisma, conyugando las características de ambas y procurando delimitar sus aspectos diferenciales. Si deseas conocer más acerca de esto, o simplemente tienes ciertas dudas a resolver, ponte en contacto con nuestro equipo de Psicólogos de Mataró. Te facilitaremos toda la ayuda que necesites.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/distimia-0024.jpg 460 690 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:472022-05-09 18:01:54Depresión Mayor y Distímia: Similitudes y diferencias
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El Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) en la infancia

El Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) se caracteriza por la presencia de obsesiones y/o compulsiones que, o bien requieren mucho tiempo, o causan un malestar significativo en las diferentes áreas de funcionamiento. Además, los síntomas no pueden ser explicados por los efectos de alguna substancia (fármaco o droga), ni por alguna condición médica. Por un lado, las obsesiones se definen como pensamientos o imágenes persistentes que se experimentan como no deseadas, y que en la mayoría de las personas causan malestar. Las compulsiones tienen el objetivo de reducir o suprimir este malestar, y se materializan mediante la realización de comportamientos o actos mentales repetitivos (p.ej., rituales). La persona, mediante su uso, busca combatir las obsesiones o actúa en congruencia con una serie de reglas las cuales interpreta que debe cumplir de manera rígida.

Los aspectos citados, aunque se utilizan para definir la problemática tanto para población adulta como infantojuvenil, en este segundo caso conviene tener presentes ciertas características específicas: En primer lugar, y como uno de los aspectos clave, hay que considerar el momento o nivel desarrollo evolutivo y madurativo del niño. En este sentido, cuando se analizan las compulsiones debemos tener muy presente que los niños de corta edad pueden ser incapaces de manifestar o articular los objetivos de estas conductas, es decir, es muy probable que presenten dificultades para vincular estos actos a una finalidad concreta. Junto a esto, además, en esta etapa (sobre todo entre los 8 y 10 años) aparecen comportamientos concebidos como juegos que podrían ser etiquetados como “compulsiones leves”, pero que por su intensidad y frecuencia no deben atenderse clínicamente (p.ej., no pisar las rayas al andar por la calle). Sólo si interfieren o dominan significativamente la vida del niño serán causa de preocupación. En relación a este último punto, debemos añadir que todavía está por esclarecer si los rituales evolutivos representan en algunos casos manifestaciones precoces del TOC.

Otros datos interesantes tienen que ver con la frecuencia de aparición y con su curso o evolución. Así, se ha constatado que en edades tempranas el problema es más frecuente en chicos, en la adolescencia las tasas parecen igualarse, y en la adultez se muestra una prevalencia ligeramente superior en mujeres. Además, los datos obtenidos hasta el momento sugieren un curso prolongado donde los factores sociales y ambientales (especialmente los estresores psicosociales) parecen jugar un papel muy importante en la exacerbación de los síntomas. Durante su desarrollo, es probable que aparezcan otras problemáticas, como por ejemplo el trastorno de tics, el cual aparece más en chicos. Todo ello repercute negativamente en la vida del individuo, y en especial, cuando el problema se inicia en la infancia o adolescencia tiene unas claras consecuencias a nivel social (disminuyendo la interacción y la creación de vínculos) y personal (reduciendo significativamente el grado de autonomía del niño).

Por último, indicar que como posibles causas de su aparición se han proporcionado diferentes explicaciones. Así, aunque los argumentos no son concluyentes, algunos han sugerido una posible base biológica o genética. Los autores que defienden esta postura se basan en que la aparición del TOC es más frecuente en niños con parientes de primer grado que han sufrido o sufren conductas obsesivo-compulsivas, en que en muchas ocasiones se muestra con una problemática neurológica conocida (p.ej, alteración del funcionamiento de los ganglios basales), y en que algunos casos de inicio súbito o repentino parecen haberse desencadenado a causa de ciertas infecciones. A pesar de ello, los datos todavía no son concluyentes.

La descripción de los problemas psicológicos en población infanto-juvenil debe realizarse con mucha cautela, no solo por la heterogeneidad con que manifiestan los diferentes síntomas, sino por la importancia de no patologizar precozmente y discriminar, de este modo, entre el desarrollo evolutivo normal y el que puede merecer atención profesional. Por todo ello, desde las áreas de psiquiatría, neuropsicología y psicología infantil y adolescente se trabaja para esclarecer y delimitar las características de las diferentes problemáticas, juntamente con mejorar las diferentes intervenciones existentes, lo cual puede permitir potenciar la mejora de su salud tanto física como emocional.

En nuestro centro de Psicología, situado en Mataró, encontrarás profesionales de las diferentes áreas comentadas, y especializados tanto en adultos como en población infantil y adolescente. Si tienes alguna pregunta o deseas recibir información al respecto, no lo dudes y ponte en contacto con nosotros.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/obsesion_infantil-1055.jpg 517 709 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:472022-05-09 18:01:54El Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) en la infancia
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El poder de la “zona de confort”

Si echamos la mirada atrás, o incluso si repasamos este mismo día, es muy probable que identifiquemos una serie de situaciones en las que, o bien no nos hemos atrevido a arriesgar (a cambiar el rumbo), o hemos seguido simplemente con el “piloto automático” conectado, sin tan siquiera plantearnos si es eso que estamos haciendo lo que realmente queremos o necesitamos. En base a esto, podemos definir la “zona de confort” como aquel estado mental o comportamental en el que la persona permanece pasiva ante los acontecimientos que va experimentando, creando una rutina en la que no hay lugar para riesgos, pero a la vez tampoco para incentivos. Este término se utiliza además para definir aquellos espacios en los que tiene lugar ese estado, es decir, aquellos sitios donde la persona se siente segura, y donde percibe que no existe un riesgo.

Los motivos que pueden llevarnos a quedarnos anclados en esta situación pueden ser varios. La comodidad supone uno de los factores más potentes y prevalentes. Así, cuando la situación nos aporta ciertos beneficios, aunque sean pocos, puede provocar que nos conformemos y contentemos sin buscar una estimulación mayor. El miedo también es un importante predictor. En ocasiones, existe un cierto temor a modificar nuestra situación actual por el hecho de anticipar que las cosas irán mal, o incluso podemos anticipar posibles situaciones catastróficas que nos alejen de lo que realmente deseamos o nos conviene (p.ej., “lo perderé todo”, “me pasará algo grave”, “me abandonarán”, etc.). Este aspecto es muy característico de las personas con problemas de ansiedad o depresión. En ambas situaciones, la comodidad y/o el miedo, se crea un hábito el cual con el paso de los días puede hacerse poco a poco más fuerte y rígido, ya que no sólo nos aporta satisfacción, sino que muchas veces actúa como confirmación de que nuestros miedos e inseguridades pueden cumplirse. De esta forma, la persona que se queda en casa por miedo al rechazo, puede experimentar relajación si no sale, y esto confirmarle que si hubiera ido y arriesgado, lo más probable es que la apartaran o ignoraran.

¿Cómo podemos romper el círculo y salir de esta situación?

Aunque nos puede resultar difícil, y tener la sensación de tener que escalar una gran montaña o de saltar al vacío sin seguridad alguna, existen estrategias y razones que pueden ayudarnos a afrontarlo:

–    Análisis objetivo de ventajas y desventajas: Una primera estrategia útil es realizar una balanza, desde un punto de vista neutro, en el que sopesemos los pros y contras de arriesgarnos. Para ello, deberemos adoptar una mirada totalmente objetiva, procurando distanciarnos y analizar todos los componentes de manera concreta y fiable. No se trata de buscar inmediatamente una solución, sino de poner encima de la mesa todas las opciones disponibles.

–    Elaborar un plan: Otro mecanismo eficaz, el cual puede complementar el punto anterior, consiste en trazar un camino, lo más detallado posible, para romper con este hábito. En este punto, puede ser de ayuda focalizarnos en aquello que anticipamos que puede aportarnos un mayor beneficio y hacernos crecer como personas, y desmenuzar en pequeñas actividades o elementos que nos permitan poco a poco ir acercándonos. Es importante aquí plantearnos objetivos a corto plazo, que supongan un esfuerzo progresivo, ya que de lo contrario podemos rendirnos antes de tiempo.

–    Atender a lo positivo: Visualizar todo aquello positivo que nos puede aportar cambiar y salir de esta zona resulta especialmente potente para empezar a llevarlo a cabo. La idea subyacente en este punto es que aumentar la motivación facilita la puesta en marcha y el acercamiento a nuestros objetivos. De esta forma, dependiendo de lo que queramos conseguir, deberemos focalizarnos en unos u otros aspectos. Debemos aclarar pero, que no se trata de tener una visión exageradamente optimista, sino que observemos y atendamos de manera realista a los aspectos positivos.

–    Suprimir las justificaciones erróneas: Eliminar o reducir aquellos argumentos poco realistas, y que actúan como freno para que nos pongamos en marcha es una parte crucial. Aunque los puntos anteriores pueden facilitarnos este proceso, herramientas como identificar los pensamientos automáticos negativos, observarlos, analizarlos y elaborar alternativas es una estrategia muy útil. Junto a esto, realizarnos las preguntas adecuadas sobre las justificaciones que utilizamos para no “arriesgarnos” también nos permitirá cuestionarlas e invalidarlas.

Aunque en un principio puede resultar complicado, e incluso a corto plazo ser difícil encontrar beneficio, el ser congruentes con nuestros deseos y objetivos, a la larga propiciará no sólo que nos sintamos mejor con nosotros mismos, sino que crezcamos como personas. De lo contrario, si lo que hacemos es perpetuar este estado, dejando tirada el ancla sin permitirnos avanzar, es probable que aparezcan sentimientos de tristeza, frustración y malestar cuya repercusión puede agrandarse cuanto más tiempo dejemos pasar.

Si quieres recibir más información al respecto, o consideras que puede serte útil nuestra ayuda, ponte en contacto con nosotros. Nuestro equipo de psicólogos de Mataró te proporcionará todos los datos y recursos que necesites. No lo dudes y llámanos.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/confort-5025.jpg 504 755 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:472022-05-09 18:01:54El poder de la “zona de confort”
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¿A qué se deben las sensaciones en la ansiedad?

A lo largo de nuestra vida, es más que probable que hayamos oído hablar de esta emoción, y puede ser que en esas ocasiones la hayamos conocido o bien porque la ha sufrido alguna persona cercana, o porque hemos sido nosotros mismos los que la hemos vivido. Cuando lo hemos hecho, a pesar de tratarse de un componente más o menos subjetivo, es posible que la descripción que hayamos aportado para definirla se haya basado precisamente en una serie de sensaciones. Éstas, pueden ser más o menos intensas, progresivas o súbitas, focalizadas en una parte del cuerpo o en muchas, y ser frecuentes o esporádicas. Algunos ejemplos son los temblores, el hormigueo, la falta de aire, el mareo, las sensaciones de calor o sofoco, las náuseas o molestias abdominales, etc., entre otras. Todas ellas, aunque normalmente causan cierto malestar, poseen una funcionalidad concreta, siendo además, y como se verá, útiles para el organismo.

Así pues, cuando nuestro cerebro percibe un peligro, ya sea real o imaginario, automáticamente se pone en marcha lo que se denomina sistema de alarma. Es decir, se activa una parte de nuestro sistema nervioso que genera diversos cambios fisiológicos con los que el cuerpo se prepara para hacer frente al peligro. Algunos de estos cambios son los siguientes: En primer lugar, nuestro cuerpo libera adrenalina y noradrenalina, que son dos de las substancias químicas encargadas de activar nuestro organismo y las cuales pueden producir la sensación de nerviosismo e inquietud. Una de las primeras consecuencias de esto, es el aumento de la fuerza y frecuencia de los latidos del corazón. Por ello, nuestros músculos disponen de más sangre y se eliminan mejor las toxinas, lo cual nos permite atacar o huir con más facilidad. En este punto, puede aparecer también la hiperventilación, es decir, respirar más cantidad de aire y de forma más rápida. Esto favorece que haya más oxígeno en la sangre y que notemos ciertas sensaciones internas (esto puede comprobarlo ahora, o por ejemplo cuando hace ejercicio). De esta forma, la sangre se concentra en aquellas partes donde puede ser más necesaria en una situación de peligro, quedando menos cantidad en aquellas zonas menos importantes (por ejemplo en las manos, dando lugar a hormigueo o temblor). Además, las pupilas de nuestros ojos se dilatan, con lo que pasamos a estar más preparados para detectar cualquier estímulo que pueda ser peligroso. Este aspecto en particular puede provocar que percibamos las cosas de nuestro alrededor de manera extraña.

Todo ello se traduce en una reacción de miedo en la que confluyen, como hemos visto, diferentes aspectos traducidos en sensaciones muy variadas. Lo más importante aquí es, pero, que a pesar de la cantidad, intensidad y del malestar que puedan provocar, todas ellas serían útiles si nos encontráramos ante un peligro real. Si en vez de ello, de interpretarlo como un proceso “normal”, les atribuimos un grado de peligrosidad muy elevado, y sobretodo irreal, esto provocará que se active todavía más nuestro sistema de alarma, aumentando paralelamente tanto el miedo como las sensaciones que lo caracterizan.

Muchos de los problemas relacionados con la ansiedad guardan una estrecha relación con la explicación que acabamos de aportar (p.ej. el Trastorno de Pánico). En este sentido, la forma en que interpretamos la realidad externa juega un papel crucial a la hora de sentirnos de una determinada manera. Si nos focalizamos en nuestro cuerpo cuando este se encuentra activado, y empezamos elaborar hipótesis poco plausibles sobre lo que puede estar ocurriendo, esto fomentará que nuestro estado de ánimo decaiga, y que nuestro cuerpo lo exteriorice con un aumento de los síntomas. A pesar de ello, la clave aquí se encuentra en comprender que todo este proceso, por intenso que sea, tiene una funcionalidad concreta, y que por tanto, no es peligroso.

Conocer y comprender bien los mecanismos de problemas como la ansiedad es clave para afrontar muchas de las situaciones de nuestro día a día. En nuestro centro de psicología, situado en Mataró, podrás recibir toda la información que desees. No lo dudes y llámanos, te ayudaremos.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/ahogo-3833.jpg 480 800 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:472022-05-09 18:01:54¿A qué se deben las sensaciones en la ansiedad?
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Beneficios y utilidad de la Terapia Familiar

Gran parte de los problemas que envuelven nuestras vidas, o incluso nuestro día a día, pueden tener su origen o como consecuencia una situación familiar desfavorable. En ocasiones, la propia situación problemática se sitúa en el seno de la familia, siendo lo más común el conflicto entre algunos de sus miembros. Pero en otras, aunque quizás no consigamos encontrar la causa, o incluso la situemos fuera de este contexto, la repercusión que puede tener en este ámbito es especialmente significativa. Así pues, la función del núcleo familiar es crucial no solo para comprender las diferentes alteraciones, sino para facilitar la mejora del paciente trabajando directamente desde éste.

La Terapia Familiar surge pues como una propuesta encarada a trabajar directamente con todos los miembros de la familia, o, al menos, con aquellos que constituyan una parte más o menos significativa en la situación. Algunos ejemplos de motivos de consulta que pueden verse beneficiados por esta intervención son: la presencia de alguna enfermedad, física o psicológica, en algún miembro de la familia (p.ej., enfermedad terminal, adicción, depresión, trastornos de ansiedad, entre otros), síntomas o conductas problemáticas específicas (p.ej., agresividad, apatía o desvinculación, miedo…), o conflictos entre todos o algunos de los miembros (p.ej., discusiones matrimoniales, problemas constantes entre hermanos, etc.). Todos ellos son susceptibles de ser trabajados mediante un enfoque familiar. Como vemos, además, en una intervención de este tipo es más que probable que aparezcan interacciones entre adultos y niños, por lo que el terapeuta trabajará en la adaptación de cada objetivo terapéutico en función de cada problemática y del subtipo de población involucrado.

El objetivo principal se centrará pues en modificar los patrones de interacción interpersonal disfuncionales, considerando que el cambio en cada miembro afecta a los otros, puesto que las acciones, pensamientos y emociones individuales repercuten en todos los demás. Además, se procurará facilitar la colaboración, la cohesión y el análisis objetivo de la situación, trabajando de manera dinámica y constructiva. Para ello, una de las herramientas fundamentales de esta intervención es la comunicación. Según este tipo de intervención, se considera prácticamente imposible no comunicar, siendo este mecanismo, o mejor dicho, su uso inadecuado, la causa principal de la mayoría de las situaciones problemáticas. De este modo, aunque una persona de la familia este sufriendo una situación particular (como las anteriores expuestas), el trabajo en comunicación será un factor clave para un correcto afrontamiento.

La terapia familiar pues, puede resultar especialmente útil no únicamente para tratar problemas emocionales en uno o algunos miembros, sino para resolver conflictos, mejorar la comunicación y afrontar conjuntamente acontecimientos vitales estresantes. Todo ello repercutirá en potenciar y fortalecer la función de pertenencia que de por sí posee el sistema familiar, favoreciendo que en futuras ocasiones salgan a la luz los recursos que hayan podido quedar escondidos.
En nuestro centro de psicología situado en Mataró, tienes a tu disposición profesionales especializados en este y otros tipos de intervención que han demostrado ampliamente su eficacia. Si deseas conocer más acerca de ellos o consideras que te puede beneficiar, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/t._familiar-5144.jpg 463 696 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:472022-05-09 18:01:54Beneficios y utilidad de la Terapia Familiar
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¿Qué son y cómo repercuten los tics?

Los tics se definen como movimientos musculares rápidos, locales y espasmódicos, que se manifiestan de forma inesperada, involuntaria, repetitiva, y a intervalos irregulares. La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) los define como vocalizaciones o movimientos motores súbitos, rápidos, no rítmicos, recurrentes y estereotipados. Atendiendo a estas primeras aportaciones, es probable que identifiquemos algún momento de nuestra vida en el que lo hayamos experimentado. A pesar de ello, es importante tener en cuenta que la gravedad del problema vendrá definida por el grado de deterioro que produzca en las diferentes áreas vitales de la persona.  

Por otro lado, hay que tener en cuenta que aunque se pueden experimentar en casi cualquier parte del cuerpo, suelen situarse por encima de los hombros, siendo los más comunes los tics faciales. Junto a esto, podemos diferenciar entre tics simples, los cuales tienen una duración breve (milisegundos) los cuales incluyen movimientos como encoger los hombros o el parpadeo de los ojos; y los complejos, cuya duración es más prolongada (segundos) y suelen resultar de combinaciones de tics simples (p.ej., encoger los hombros y girar la cabeza al mismo tiempo). Además de esto, y a pesar de que se consideran de aparición involuntaria, puede ejercerse un cierto control voluntario para impedir su aparición.

La etiología de estos se ha relacionado tanto con factores orgánicos como psicológicos. En relación a los primeros, y aunque no existe una evidencia clara, se ha propuesto al exceso de dopamina junto a una cierta vulnerabilidad genética (se propone a intervención de ciertos genes). En relación a los segundos, factores como el estrés, la ansiedad, la frustración o la insatisfacción han sido propuestos como mecanismos explicativos de la aparición y el agravamiento de los síntomas. Uno de los más destacables consiste en lo que se ha denominado “impulso premonitorio”. Las personas que sufren este particular problema informan de una sensación subjetiva de malestar que parece informar de que se va a producir el tic. Cuando este se realiza, automáticamente se produce un alivio del malestar, el cual puede actuar como reforzador para que se repita en futuras ocasiones.

Algunos ejemplos de trastornos asociados a este problema son el Síndrome de Giles de la Tourette, en el que la persona experimenta múltiples tics de carácter verbal y muscular, o la Corea de Huntington, cuya etiología es fundamentalmente orgánica y se asocia síntomas diversos. La aparición de la mayoría de los problemas citados tiene lugar durante la infancia y la adolescencia, y en la mayoría de casos, el curso suele ser crónico con diferentes fluctuaciones. En esta etapa de la vida, en la que transcurren una serie de cambios (tanto internos como externos) que ya de por sí son relativamente difíciles de gestionar, el inicio de este problema puede dificultar y limitar de manera significativa la vida social, académica y familiar del individuo. Como se ha comentado, la existencia de ciertos cuadros (principalmente de ansiedad), acostumbran a coexistir con el tic, por lo que el abordaje de los problemas psicológicos y emocionales resulta clave para asegurar un pronóstico favorable.

Desde la psicología infantil y de adultos se han propuesto diferentes abordajes útiles para disminuir el malestar asociado a este problema y para reducir su aparición. En este sentido, la Terapia Cognitivo-Conductual contiene métodos eficaces como la reversión del hábito o la exposición con prevención de respuesta que han obtenido resultados muy satisfactorios. Aunque como se ha comentado el problema suele cronificarse, estos procedimientos se han mostrado efectivos en la reducción de la frecuencia de aparición del tic (en algunos casos erradicación), y, consecuentemente, en el deterioro y limitación personal asociados.

Si deseas conocer más acerca de lo comentado o sobre cualquier otra cuestión, desde nuestro centro de psicología situado en Mataró estaremos encantados de resolver todas tus preguntas. No lo dudes y llámanos, te ayudaremos.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/tics-4021.jpg 768 1024 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:472022-05-09 18:01:54¿Qué son y cómo repercuten los tics?
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El Síndrome o Trastorno de Pica

A nivel general, los Trastornos de la Conducta Alimentaria están caracterizados por la presencia de una alteración persistente en la alimentación o en el comportamiento relacionado con ésta que lleva a presentar claras dificultades en el consumo y/o en la absorción de alimentos. Todo ello provoca en la persona graves consecuencias, tanto a nivel físico como psicosocial, lo cual muestra la importancia de conocer más acerca de éstos para poder intervenir de una manera rápida y eficaz.

Algunos de ellos, como la Anorexia o la Bulimia, acostumbran a ser más conocidos por la sociedad, pero otros, como el que aquí se describirá, suele ser menos frecuente, a pesar de que sus consecuencias pueden ser igual o más graves que los anteriores. Así, el Síndrome o Trastorno de Pica se caracteriza por el deseo irresistible y la ingesta recurrente de sustancias no nutritivas o no alimentarias (p.ej., tierra, papel, jabón, pegamento, hielo, almidón, tiza…). Es cierto pero, que en algunas sociedades la ingesta de ciertas substancias tiene un carácter ritual, por lo que deberemos tener en cuenta el contexto sociocultural del sujeto para establecer el diagnóstico. Por otro lado, a pesar de no existir datos epidemiológicos concretos, se ha comprobado que este problema afecta principalmente a mujeres embarazadas, niños con un desarrollo neurológico atípico, personas con discapacidad intelectual y a ciertos trastornos mentales (sobre todo de carácter grave como Esquizofrenia o Autismo). Además de esto, no se han encontrado causas exactas asociadas al inicio del trastorno, aunque se han propuesto datos prometedores; en algunos casos se han encontrado anormalidades biológicas específicas como déficit de ciertas vitaminas o minerales (como hierro o zinc), aunque no en todas las personas con Pica se ha podido demostrar este hecho. Por otro lado, parece que la prevalencia del cuadro está asociada con la gravedad de la discapacidad intelectual.

Un aspecto importante a remarcar es el hecho de que habitualmente la persona que sufre este problema acostumbra a pasar primero por los servicios médicos, ya que las consecuencias físicas pueden ser graves (p.ej., obstrucción o perforación intestinal, envenenamiento o intoxicación, infecciones…). Hecho esto, raramente se realizan un tratamiento psicológico una vez se han sido estabilizados a nivel médico o biológico. A pesar de ello, el seguimiento terapéutico es uno de los más importantes para potenciar la mejora del individuo. Esto es así, debido a que en muchas ocasiones el problema lleva asociado un malestar emocional significativo, el cual puede seguir o anteceder a la ingesta de este tipo de sustancias, similar a una adicción. A raíz de esto, para remediar o atenuar los síntomas negativos de manera rápida, la persona puede utilizar cada vez más esta estrategia, perpetuando y empeorando la situación. De esta manera, el comer ciertos elementos produciría un alivio a corto plazo, pudiendo reducir los síntomas de ansiedad, estrés o depresión, pero a largo plazo podría tener consecuencias potencialmente graves para la salud de la persona.

El trastorno, como se ha indicado, afecta tanto a adultos como a niños y adolescentes. Es importante concienciarnos de la importancia que posee recibir atención médica y psicológica al respecto, siendo uno de los motivos principales la prevención de posibles complicaciones graves.

En caso de estar interesado en recibir más información sobre este u algún otro concepto o aspecto que consideres importante, no dudes en ponerte en contacto con nuestro equipo de psicólogos de Mataró. Obtendrás todos los datos que necesites.  

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/pica-1912.jpg 331 502 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:472022-05-09 18:01:54El Síndrome o Trastorno de Pica
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Fobia Social y Trastorno de Personalidad por Evitación

La presencia conjunta de dos o más problemáticas o patologías, o la coocurrencia de síntomas de diferentes entidades diagnósticas resulta ser un fenómeno muy característico tanto en el ámbito clínico como en la sociedad en general. En ocasiones, la línea que separa dos categorías puede ser realmente fina y difusa, lo cual dificulta definir características puras y establecer un diagnóstico específico. Este es el caso de la Fobia Social y el Trastorno de Personalidad por Evitación, los cuales como veremos comparten diversos aspectos.

Por un lado, la Fobia Social se define como el miedo o la experimentación de una intensa ansiedad ante una o más situaciones sociales en las que la persona se encuentra expuesta al posible examen por parte de los demás. El individuo tiene miedo a mostrar síntomas de ansiedad o actuar de alguna manera que sea valorada negativamente (a través de la humillación o rechazo). Este tipo de situaciones, al generar tal nivel de malestar, o bien se evitan, o se soportan con miedo o ansiedad intensa. Junto a esto, es importante tener presente que el problema provoca una gran limitación tanto a nivel personal, social, laboral, etc. Algunos ejemplos de situaciones son las interacciones sociales como reunirse con personas poco conocidas o mantener una conversación, ser observado realizando alguna actividad, y actuar delante de otros. Específicamente en niños, merece la pena mencionar que el miedo puede aparecer ante la interacción con iguales, y no solamente con los adultos, y que éste puede presentarse de manera diversa; con rabietas, llantos, encogerse o quedar paralizados.  

En cuanto al Trastorno de Personalidad por Evitación o Evasivo, se caracteriza por un patrón de inhibición social, junto a la presencia de sentimientos de incompetencia y mucha sensibilidad a la evaluación negativa, que se manifiesta a principios de la etapa adulta y que se encuentra presente en diferentes contextos. En este caso, la persona que lo sufre tiende a evitar situaciones en las que tenga que establecer contacto interpersonal frecuente por miedo a las críticas, el rechazo o la desaprobación. Además, suele mostrarse poco dispuesta a entablar conversaciones o crear vínculos a no ser que esté segura de que será apreciada, suele ser retraída en las relaciones estrechas evitando de esta manera que la puedan ridiculizar, y presenta una excesiva preocupación a ser criticada o rechazada. Además de estos, son típicas las creencias de considerarse como poco atractivo, inferior o socialmente inepto, pudiendo reflejar evidentes problemas de autoestima, y mostrando por ello, una falta de iniciativa a la hora de iniciar nuevas actividades, especialmente cuando éstas son de carácter social.

Así pues, tal y como podemos apreciar, las dos problemáticas comparten muchas similitudes (miedo o rechazo ante situaciones sociales, inhibición, pensamientos distorsionados…), pero es importante tener en cuenta que también muestran ciertas diferencias, siendo algunas más sutiles que otras. En este sentido, el Trastorno de Personalidad Evasivo tiene un carácter aparentemente más grave, en el cual el grado de generalización (presente en muchas situaciones) y los problemas asociados (autoestima, cogniciones erróneas…) resultan ser más amplios. Además, se define como un patrón, a diferencia de la especificidad de la Fobia Social; esto significa que aparece relativamente pronto a nivel temporal, y de manera inespecífica. En el caso de la Fobia en cambio, el problema puede situarse en una o pocas situaciones de interacción social, y aunque estas pueden llegar a limitar significativamente a la persona, ésta es posible que se desenvuelva normalmente en otras situaciones, mostrando ciertas habilidades sociales. Finalmente, debemos tener en cuenta que los Trastornos de Personalidad no pueden diagnosticarse hasta los 18 años, con lo cual anteriormente a esta edad deberemos acudir a problemas relacionados con el vínculo o con la ansiedad.

La comorbilidad entre los diversos problemas psicológicos es cada vez más evidente. Por ello, resulta crucial realizar una evaluación adecuada sobre la problemática o problemáticas que presente la persona y delimitar la presencia de las entidades pertinentes. Sólo así se conseguirá diseñar y realizar una intervención adaptada plenamente a la situación personal del paciente y asegurar en mayor medida su mejora.

En caso de querer recibir más información o estar interesado en algún otro tema, en nuestro centro de psicología, situado en Mataró, recibirás toda la información necesaria y podrás resolver las dudas que poseas. Llámanos sin compromiso, te ayudaremos.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/FOBIA_S-5449.jpg 300 400 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:472022-05-09 18:01:54Fobia Social y Trastorno de Personalidad por Evitación
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El Síndrome Alcohólico Fetal o SAF

El alcoholismo constituye uno de los problemas más importantes en la sociedad actual. A pesar de ello, y debido sobre todo a la normalización de su consumo, se tienden a ignorar o minimizar sus posibles efectos perjudiciales. De este modo, y aunque la atención se dirige más hacia otro tipo de sustancias, el abuso y la dependencia de alcohol son los que más daño producen en la población, estimándose que entre un 10 y un 20% de los bebedores lo desarrollan. La diferencia entre ambos conceptos estriba en si aparece el síndrome de abstinencia (dependencia) o no (abuso), definiéndose éste como el cuadro sintomático que aparece en un sujeto consumidor de alcohol debido a la disminución de los niveles en sangre de la substancia.  

Los problemas asociados a esta sustancia son diversos, y aunque se acostumbran a citar en mayor medida aquellos relacionados con la propia persona que la consume (depresión, disfunciones sexuales, síndrome de Korsakoff, alteraciones de la personalidad…), existen alteraciones que van más allá del propio individuo. Entre ellos se encuentra el Síndrome Alcohólico Fetal, un trastorno que engloba un grupo de malformaciones y desórdenes en el feto producido por el consumo de alcohol por parte de la madre durante el embarazo. Durante la ingesta, el alcohol atraviesa la placenta y llega al feto, produciendo alteraciones en su desarrollo. Entre ellas se encuentran las siguientes: Interrupción de la diferenciación celular y del crecimiento, alteración del ADN y la síntesis de proteínas, inhibición de la migración celular, modificación del metabolismo de proteínas y grasas, y retraso en el crecimiento uterino. Todas ellas tendrán consecuencias significativas y diversas en el desarrollo evolutivo del bebé, siendo algunas de las más significativas las citadas a continuación:

–    Alteraciones físicas/biológicas: Los niños que sufren este problema acostumbran a sufrir una clara deficiencia en el crecimiento, presentando habitualmente una baja estatura, y un tamaño reducido de las diferentes partes del cuerpo, especialmente de la cabeza (microcefalia) y extremidades. Junto a esto, aparecen una serie de rasgos faciales asimétricos y llamativos. Pueden aparecer también problemas de coordinación y de movimiento que dificulten el desarrollo motor de la persona. Y, además, son relativamente frecuentes los problemas en el corazón, los riñones y los huesos, y las alteraciones en la audición y la vista.

–    Problemas cognitivos y del neurodesarrollo: Uno de los síntomas más importantes se relaciona con la discapacidad intelectual. Además de éste, suelen presentarse problemas de atención y memoria, y retraso en la adquisición del habla y el lenguaje, y a menudo también aparecen dificultades en el razonamiento y el juicio. Y se ha documentado también un porcentaje progresivamente mayor de casos que padecen episodios epilépticos. Todos ellos repercuten negativamente en el desarrollo no solo académico del niño, sino también social y personal, actuando como una importante limitación.

–    Trastornos psicológicos: Como consecuencia tanto del consumo del alcohol durante el embarazo por parte de la madre, y de las alteraciones consecuentes citadas con anterioridad, el niño suele presentar diferentes problemas emocionales y psicológicos. Entre ellos, además de los trastornos de aprendizaje, son muy frecuentes los trastornos de conducta. En este sentido, manifiestan problemas relacionados con el control de impulsos, pudiendo tener problemas con la justicia e inmiscuyéndose en actividades de alto riesgo, como conductas sexuales inapropiadas o consumo de drogas.

Como podemos ver, el consumo de alcohol no sólo repercute negativamente en la persona que lo ingiere, sino que puede tener graves consecuencias para el feto. La prevalencia de esta problemática es cada vez mayor, principalmente debido a la falta de información al respecto y a la minimización de la repercusión del consumo al ser una substancia legalizada, comercializada y, por ello, normalizada en nuestra sociedad actual. La mejor forma de evitar la aparición del SAF es prevenir el consumo de alcohol, y para ello resulta clave tomar conciencia sobre la situación a través de la búsqueda y recogida de información adecuada al respecto.

En caso de cualquier duda, o de querer profundizar acerca de lo comentado hasta aquí, puedes ponerte en contacto con nuestro centro de psicología situado en Mataró. En este encontrarás a diferentes profesionales de salud mental que te ayudarán a resolver tus preguntas.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/saf-2521.jpg 533 800 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:472022-05-09 18:01:54El Síndrome Alcohólico Fetal o SAF
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