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Noticias

Depresión Mayor y Distímia: Similitudes y diferencias

A nivel general, podríamos decir que la inmensa mayoría de categorías utilizadas para conceptualizar los trastornos psicológicos comparten aspectos con una o incluso más etiquetas. Especialmente cuando hablamos de ansiedad o depresión, debemos tener en cuenta que ambas, juntas o por separado, acostumbran a aparecer en el curso de casi cualquier enfermedad mental. Este fenómeno se denomina comorbilidad. Concretamente, dentro del espectro depresivo, existen una serie de concepciones muy semejantes, pero que a su vez, presentan rasgos distintivos. Este es el caso de la Distímia y la Depresión.

La Depresión Mayor se define como aquella problemática donde la persona experimenta un estado de ánimo bajo o deprimido significativo (casi todos los días), y, en muchas ocasiones, una pérdida de interés o placer por las cosas que normalmente la gratificaban, durante un período mínimo de dos semanas. Junto a estos, pueden aparecer otros síntomas; como pérdida o aumento de peso y del apetito, dificultades para dormir, fatiga o pérdida de energía, problemas de concentración o de memoria, un sentimiento excesivo de culpa, o incluso ideas o pensamientos sobre la muerte recurrentes. Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta, es que el trastorno causa un gran malestar y repercute significativamente en la vida del individuo, limitando su rendimiento en todos o casi todos los entornos en los que se encuentra inmerso. En este caso, además, los síntomas acostumbran a ser intensos, y tanto las personas cercanas como los profesionales pueden cerciorarse, de una forma relativamente rápida, del estado de ánimo del paciente.

Por lo que respecta a la Distímia, ésta se caracteriza, igualmente, por un estado de ánimo deprimido durante la mayor parte del día, presente en más días de los que está ausente, durante un mínimo de dos años. Además, se incluyen como posibles síntomas (siendo necesario que aparezcan mínimo dos), la falta o exceso de apetito o alimentación, la pérdida de energía o cansancio, las dificultades de concentración, los problemas de sueño, los sentimientos de desesperanza y la presencia de una baja autoestima.  Los manuales concretan además, que la persona que lo sufre no debe estar libre de síntomas durante más de dos meses.

Así, tal y como podemos apreciar, ambas categorías presentan una serie de similitudes destacables que nos pueden hacer dudar a la hora de diagnosticarlas. En este sentido, la disminución del estado de ánimo positivo junto con ciertos síntomas principalmente fisiológicos (pérdida de apetito, problemas de sueño, pérdida de energía…) forman parte de las dos etiquetas. A pesar de ello, es importante tener en cuenta que en el caso de la Depresión Mayor, estos aspectos acostumbran a aparecer de manera especialmente elevada y frecuente en comparación con la Distímia, en la cual existe un sufrimiento y malestar significativo pero más bajo y atenuado que en el primer caso. En esta línea, por ejemplo, aunque pueden aparecer ideas de muerte, éstas no son muy características de la Distímia. Junto a esto, además, existe un criterio temporal importante a tener en cuenta: para realizar el diagnóstico de Depresión Mayor deben haber pasado dos semanas, en comparación con los dos años de la Distímia. Esto pero, no excluye que dentro del amplio periodo, no pueda aparecer un episodio depresivo más acusado que pueda diagnosticarse como episodio de Depresión Mayor.

Como vemos pues, estos constructos poseen muchos aspectos en común que dificultan su delimitación. A esto hay que sumarle el hecho de que cada persona manifiesta de una forma muy específica cada una de las características expuestas, y que además estas se enmarcan en ámbitos y situaciones concretas que deben individualizarse para cada caso. Por ello, la tarea de los profesionales (psicólogos y psiquiatras) consistirá en desengranar todos los aspectos involucrados en la problemática, realizar una evaluación precisa, y una intervención adecuada a las necesidades del paciente.

El solapamiento entre problemáticas es más la “norma” que la excepción. Junto a las comentadas, existen muchas otras categorías que pueden analizarse desde este prisma, conyugando las características de ambas y procurando delimitar sus aspectos diferenciales. Si deseas conocer más acerca de esto, o simplemente tienes ciertas dudas a resolver, ponte en contacto con nuestro equipo de Psicólogos de Mataró. Te facilitaremos toda la ayuda que necesites.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/distimia-0024.jpg 460 690 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:472022-05-09 18:01:54Depresión Mayor y Distímia: Similitudes y diferencias
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El Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) en la infancia

El Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) se caracteriza por la presencia de obsesiones y/o compulsiones que, o bien requieren mucho tiempo, o causan un malestar significativo en las diferentes áreas de funcionamiento. Además, los síntomas no pueden ser explicados por los efectos de alguna substancia (fármaco o droga), ni por alguna condición médica. Por un lado, las obsesiones se definen como pensamientos o imágenes persistentes que se experimentan como no deseadas, y que en la mayoría de las personas causan malestar. Las compulsiones tienen el objetivo de reducir o suprimir este malestar, y se materializan mediante la realización de comportamientos o actos mentales repetitivos (p.ej., rituales). La persona, mediante su uso, busca combatir las obsesiones o actúa en congruencia con una serie de reglas las cuales interpreta que debe cumplir de manera rígida.

Los aspectos citados, aunque se utilizan para definir la problemática tanto para población adulta como infantojuvenil, en este segundo caso conviene tener presentes ciertas características específicas: En primer lugar, y como uno de los aspectos clave, hay que considerar el momento o nivel desarrollo evolutivo y madurativo del niño. En este sentido, cuando se analizan las compulsiones debemos tener muy presente que los niños de corta edad pueden ser incapaces de manifestar o articular los objetivos de estas conductas, es decir, es muy probable que presenten dificultades para vincular estos actos a una finalidad concreta. Junto a esto, además, en esta etapa (sobre todo entre los 8 y 10 años) aparecen comportamientos concebidos como juegos que podrían ser etiquetados como “compulsiones leves”, pero que por su intensidad y frecuencia no deben atenderse clínicamente (p.ej., no pisar las rayas al andar por la calle). Sólo si interfieren o dominan significativamente la vida del niño serán causa de preocupación. En relación a este último punto, debemos añadir que todavía está por esclarecer si los rituales evolutivos representan en algunos casos manifestaciones precoces del TOC.

Otros datos interesantes tienen que ver con la frecuencia de aparición y con su curso o evolución. Así, se ha constatado que en edades tempranas el problema es más frecuente en chicos, en la adolescencia las tasas parecen igualarse, y en la adultez se muestra una prevalencia ligeramente superior en mujeres. Además, los datos obtenidos hasta el momento sugieren un curso prolongado donde los factores sociales y ambientales (especialmente los estresores psicosociales) parecen jugar un papel muy importante en la exacerbación de los síntomas. Durante su desarrollo, es probable que aparezcan otras problemáticas, como por ejemplo el trastorno de tics, el cual aparece más en chicos. Todo ello repercute negativamente en la vida del individuo, y en especial, cuando el problema se inicia en la infancia o adolescencia tiene unas claras consecuencias a nivel social (disminuyendo la interacción y la creación de vínculos) y personal (reduciendo significativamente el grado de autonomía del niño).

Por último, indicar que como posibles causas de su aparición se han proporcionado diferentes explicaciones. Así, aunque los argumentos no son concluyentes, algunos han sugerido una posible base biológica o genética. Los autores que defienden esta postura se basan en que la aparición del TOC es más frecuente en niños con parientes de primer grado que han sufrido o sufren conductas obsesivo-compulsivas, en que en muchas ocasiones se muestra con una problemática neurológica conocida (p.ej, alteración del funcionamiento de los ganglios basales), y en que algunos casos de inicio súbito o repentino parecen haberse desencadenado a causa de ciertas infecciones. A pesar de ello, los datos todavía no son concluyentes.

La descripción de los problemas psicológicos en población infanto-juvenil debe realizarse con mucha cautela, no solo por la heterogeneidad con que manifiestan los diferentes síntomas, sino por la importancia de no patologizar precozmente y discriminar, de este modo, entre el desarrollo evolutivo normal y el que puede merecer atención profesional. Por todo ello, desde las áreas de psiquiatría, neuropsicología y psicología infantil y adolescente se trabaja para esclarecer y delimitar las características de las diferentes problemáticas, juntamente con mejorar las diferentes intervenciones existentes, lo cual puede permitir potenciar la mejora de su salud tanto física como emocional.

En nuestro centro de Psicología, situado en Mataró, encontrarás profesionales de las diferentes áreas comentadas, y especializados tanto en adultos como en población infantil y adolescente. Si tienes alguna pregunta o deseas recibir información al respecto, no lo dudes y ponte en contacto con nosotros.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/obsesion_infantil-1055.jpg 517 709 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:472022-05-09 18:01:54El Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) en la infancia
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El poder de la “zona de confort”

Si echamos la mirada atrás, o incluso si repasamos este mismo día, es muy probable que identifiquemos una serie de situaciones en las que, o bien no nos hemos atrevido a arriesgar (a cambiar el rumbo), o hemos seguido simplemente con el “piloto automático” conectado, sin tan siquiera plantearnos si es eso que estamos haciendo lo que realmente queremos o necesitamos. En base a esto, podemos definir la “zona de confort” como aquel estado mental o comportamental en el que la persona permanece pasiva ante los acontecimientos que va experimentando, creando una rutina en la que no hay lugar para riesgos, pero a la vez tampoco para incentivos. Este término se utiliza además para definir aquellos espacios en los que tiene lugar ese estado, es decir, aquellos sitios donde la persona se siente segura, y donde percibe que no existe un riesgo.

Los motivos que pueden llevarnos a quedarnos anclados en esta situación pueden ser varios. La comodidad supone uno de los factores más potentes y prevalentes. Así, cuando la situación nos aporta ciertos beneficios, aunque sean pocos, puede provocar que nos conformemos y contentemos sin buscar una estimulación mayor. El miedo también es un importante predictor. En ocasiones, existe un cierto temor a modificar nuestra situación actual por el hecho de anticipar que las cosas irán mal, o incluso podemos anticipar posibles situaciones catastróficas que nos alejen de lo que realmente deseamos o nos conviene (p.ej., “lo perderé todo”, “me pasará algo grave”, “me abandonarán”, etc.). Este aspecto es muy característico de las personas con problemas de ansiedad o depresión. En ambas situaciones, la comodidad y/o el miedo, se crea un hábito el cual con el paso de los días puede hacerse poco a poco más fuerte y rígido, ya que no sólo nos aporta satisfacción, sino que muchas veces actúa como confirmación de que nuestros miedos e inseguridades pueden cumplirse. De esta forma, la persona que se queda en casa por miedo al rechazo, puede experimentar relajación si no sale, y esto confirmarle que si hubiera ido y arriesgado, lo más probable es que la apartaran o ignoraran.

¿Cómo podemos romper el círculo y salir de esta situación?

Aunque nos puede resultar difícil, y tener la sensación de tener que escalar una gran montaña o de saltar al vacío sin seguridad alguna, existen estrategias y razones que pueden ayudarnos a afrontarlo:

–    Análisis objetivo de ventajas y desventajas: Una primera estrategia útil es realizar una balanza, desde un punto de vista neutro, en el que sopesemos los pros y contras de arriesgarnos. Para ello, deberemos adoptar una mirada totalmente objetiva, procurando distanciarnos y analizar todos los componentes de manera concreta y fiable. No se trata de buscar inmediatamente una solución, sino de poner encima de la mesa todas las opciones disponibles.

–    Elaborar un plan: Otro mecanismo eficaz, el cual puede complementar el punto anterior, consiste en trazar un camino, lo más detallado posible, para romper con este hábito. En este punto, puede ser de ayuda focalizarnos en aquello que anticipamos que puede aportarnos un mayor beneficio y hacernos crecer como personas, y desmenuzar en pequeñas actividades o elementos que nos permitan poco a poco ir acercándonos. Es importante aquí plantearnos objetivos a corto plazo, que supongan un esfuerzo progresivo, ya que de lo contrario podemos rendirnos antes de tiempo.

–    Atender a lo positivo: Visualizar todo aquello positivo que nos puede aportar cambiar y salir de esta zona resulta especialmente potente para empezar a llevarlo a cabo. La idea subyacente en este punto es que aumentar la motivación facilita la puesta en marcha y el acercamiento a nuestros objetivos. De esta forma, dependiendo de lo que queramos conseguir, deberemos focalizarnos en unos u otros aspectos. Debemos aclarar pero, que no se trata de tener una visión exageradamente optimista, sino que observemos y atendamos de manera realista a los aspectos positivos.

–    Suprimir las justificaciones erróneas: Eliminar o reducir aquellos argumentos poco realistas, y que actúan como freno para que nos pongamos en marcha es una parte crucial. Aunque los puntos anteriores pueden facilitarnos este proceso, herramientas como identificar los pensamientos automáticos negativos, observarlos, analizarlos y elaborar alternativas es una estrategia muy útil. Junto a esto, realizarnos las preguntas adecuadas sobre las justificaciones que utilizamos para no “arriesgarnos” también nos permitirá cuestionarlas e invalidarlas.

Aunque en un principio puede resultar complicado, e incluso a corto plazo ser difícil encontrar beneficio, el ser congruentes con nuestros deseos y objetivos, a la larga propiciará no sólo que nos sintamos mejor con nosotros mismos, sino que crezcamos como personas. De lo contrario, si lo que hacemos es perpetuar este estado, dejando tirada el ancla sin permitirnos avanzar, es probable que aparezcan sentimientos de tristeza, frustración y malestar cuya repercusión puede agrandarse cuanto más tiempo dejemos pasar.

Si quieres recibir más información al respecto, o consideras que puede serte útil nuestra ayuda, ponte en contacto con nosotros. Nuestro equipo de psicólogos de Mataró te proporcionará todos los datos y recursos que necesites. No lo dudes y llámanos.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/confort-5025.jpg 504 755 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:472022-05-09 18:01:54El poder de la “zona de confort”
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La estructuración del tiempo

Nos encontramos inmersos en un mundo en el que, y aunque a veces podamos ser parcialmente inconscientes, la presión por realizar ciertas cosas (tanto a corto como a largo plazo) se encuentra a la orden del dia. Todos y cada uno de nuestros proyectos están inmersos y condicionados por esta variable, la cual está estrechamente vinculada con el funcionamiento específico de cada cultura y sociedad. En muchas ocasiones pero, podemos ignorarlo e incluso intentar apartarlo, pero inevitablemente este siempre estará allí. Por ello, y otorgándole la importancia adecuada, debemos ser conscientes de los beneficios que conlleva su planificación y organización, ya que de esta forma, y entre otras cosas, podremos aumentar sentimientos y sensaciones como la autoeficacia o el autocontrol personal.

Algunos autores nos ayudan a entender este importante concepto, aportando diferentes acepciones; entre ellas se encuentra la diferenciación entre el tiempo cronológico y el tiempo psicológico. El primero se mide de forma convencional, es decir teniendo en cuenta el funcionamiento del reloj (minutos, horas, segundos…). Y es este el que utilizamos principalmente para orientar nuestros actos (p.ej., dentro de una hora…, todavía falta para…etc.). El segundo, se encuentra relacionado con nuestra vivencia interna y consideración de lo que es el tiempo, estando poco relacionado con el anterior. Así, en función de nuestras prioridades y en general, de nuestro estado emocional, podemos tener la sensación subjetiva de que el tiempo sucede, o bien demasiado deprisa, o todo lo contrario, demasiado lento. En general se acepta la idea de que la magnitud percibida se acorta a medida que envejecemos. La conjunción entre ambos es clave para entender cómo afrontamos el día a día, ya que en muchas ocasiones demostramos ciertas dificultades para gestionarlo. En relación a esto último comentado, algunos de los principales aspectos que explican su origen o mantenimiento son: La procrastinación, es decir el posponer las decisiones o la realización de actividades; involucrarse en una cantidad excesiva de tareas y actividades en el día a día; una baja motivación para realizar según qué tareas; o la aparición de situaciones inesperadas que nos descuadran y ponen a prueba nuestras habilidades de afrontamiento.

Todos ellos, tanto individualmente como en conjunción (como se dan en la mayoría de ocasiones), facilitan la aparición de problemas muy diversos, que incluso pueden derivar en situaciones perjudiciales para el individuo. Entre estos, la ansiedad y el estrés son los que aparecen más frecuentemente. Además, y como uno de los principales cuadros asociados a esta dificultad, se encuentra el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad o TDAH. Junto a estos pero, la pérdida de oportunidades o de contacto social, o los problemas relacionales (principalmente con la pareja), también son altamente característicos. Por ello, debemos ser conscientes de su importancia, ya que como hemos remarcado al principio, es común trivializarlo o incluso ignorarlo, pero no son pocos los casos en los que uno de los principales problemas y causas que explican su malestar, se encuentra vinculado con la organización y estructuración temporal.  

Así pues, algunas de las estrategias que pueden resultar útiles para facilitar y mejorar la gestión del tiempo son: la elaboración de calendarios semanales o mensuales donde se especifiquen las actividades a realizar con mayor o menor grado de flexibilidad; ordenar los eventos o actividades por grado de importancia; otorgarnos pequeños “premios” por conseguir realizar ciertas tareas; ponerlo en común con nuestra pareja o con alguna persona para hacerla partícipe y consciente de nuestros planes; entre otros. Estos pueden favorecer el compromiso y la motivación, aumentando como hemos dicho, la frecuencia de ciertas emociones positivas que provocan en último término que nos sintamos mejor con nosotros mismos y con nuestra vida.

En caso de considerar que te puede beneficiar nuestra ayuda, o de simplemente querer solucionar alguna duda, en Mataró contamos con un equipo de profesionales a tu servicio que te proporcionarán toda la información que desees. No lo dudes y ponte en contacto con nosotros.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/temps-0510.jpg 955 1023 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:032022-05-09 18:01:54La estructuración del tiempo
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La Motivación: Qué es y cómo podemos desarrollarla

En nuestro día a día, y tanto en el trabajo y en la escuela, como en casa y con los amigos, es frecuente escuchar  lo importante que es estar motivados para lograr aquello que nos proponemos. Pero ¿qué es exactamente la motivación?. A nivel general, la podemos definir como el impulso que nos mueve a realizar determinadas acciones para la consecución de metas específicas, pudiéndose equiparar a aquella energía que guía y orienta nuestra conducta. Y de esto se intuye una característica clave, y es que se trata de un estado interno el cual inicia, orienta y mantiene el comportamiento. Por ello, deberá ser comprendida en función de la persona, ya que cada uno de nosotros tenemos más o menos facilidad para activar este proceso, y nos interesan unas cosas más que otras.

Otro aspecto clave que es importante diferenciar, es que la motivación puede ser extrínseca o intrínseca. En el primer caso hablamos de aquellos aspectos que se encuentran fuera del individuo, es decir, de la recompensa externa tangible que esperamos conseguir (p.ej., reconocimiento, dinero, fama…). Estos, aunque en cierto grado pueden depender de nosotros, se encuentran mucho más vinculados al ambiente externo, por lo que son a priori, más difíciles de controlar. En cuanto al segundo subtipo (intrínseca), se refiere a aquella que proviene de nosotros mismos, la cual está sustentada por nuestros deseos, sueños y valores. Aquí hablamos de elementos personales e individuales, lo cual nos lleva a realizar acciones por la mera satisfacción de hacerlas. A partir de aquí, conviene tener claro que aunque en un primer momento las “motivaciones” externas pueden resultar útiles, a largo plazo serán las intrínsecas las que nos harán persistir en nuestra conducta a lo largo del tiempo, ya que son estas las que conectan con nuestras partes y anhelos más profundos. Junto a lo comentado, también hay que tener presente que la motivación es un proceso dinámico, es decir, que puede cambiar con relativa frecuencia. En ciertos momentos podemos sentirnos fatigados, decaídos, e incluso frustrados; y en otros, en cambio, notar que estamos mejor que nunca, con fuerza y ánimo para seguir luchando por lo que queremos. Así, debemos ser conscientes de que esto se produce, y que además será la superación de los peores momentos la que fortalecerá más nuestra unión al objetivo que nos hemos planteado.

A continuación, y una vez comprendidas sus características, se especifican algunas de las estrategias que pueden resultar útiles para activar, mantener e incluso fortalecer esta importante emoción:

Elaborar un plan de acción: Inicialmente, es importante definir una meta y el camino a recorrer. Se trata de estructurar el tiempo y desglosar las tareas a realizar. Junto a esto, jerarquizarlas puede ayudar a plantearnos la importancia de ir paso a paso, y activarnos para empezar con fuerza y ánimo positivo.

Analizar y recordar el por qué: Este componente resulta clave tanto para iniciar como para mantener nuestra motivación. Repasar qué queremos conseguir y cómo nos podemos sentir al hacerlo puede ser uno de los alicientes más potentes para seguir luchando por ello. Especialmente en momentos donde dudemos de lo que estamos haciendo, no debemos olvidarnos de justificarlo, y valorar lo que hemos hecho hasta el momento.

Atender al camino:  Otro aspecto muy importante es ir paso a paso, atender a todo el proceso. Debemos empezar por aquello que nos cueste menos, y enfocarnos plenamente a ello, para seguir avanzando en los sucesivos escalones. Es tan importante la meta final como los pasos intermedios. Junto a esto, reforzarnos por estar cada vez más cerca es crucial.

Autoinstrucciones y autoverbalizaciones: Relacionado con el punto anterior, los mensajes que nos demos a nosotros mismos son claves. No debemos castigarnos, ni pensar que nunca lo conseguiremos. Es importante que valoremos lo que estamos haciendo, y cómo lo hacemos, y sobre todo lo conseguido hasta el momento. Atender a nuestras características positivas y confiar en sacar lo mejor de nosotros.

La motivación es uno de los principales motores de nuestro día a día, y es quizás el factor principal que nos hace acercarnos a ciertas personas, situaciones, o estímulos concretos. Acercándonos al ámbito clínico, cierto es que en muchas ocasiones este componente puede verse muy deteriorado (como es el caso de la depresión), y en otros mal enfocado (como por ejemplo en las adicciones). Por ello, no solo es importante que lo cuidemos y trabajemos en nuestro día a día, sino también ante problemáticas específicas. Junto a esto además, resulta especialmente beneficioso en el ámbito educativo, ya que existe evidencia acerca del hecho de potenciar el aprendizaje si se prioriza este importante componente.

Si deseas conocer más sobre este tema, o te interesa cualquier otro aspecto, en Mataró, contamos con un equipo de profesionales de la psicología que te ayudará a resolver todas las preguntas que tengas. Llámanos sin compromiso, te ayudaremos.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/motivar-1029.jpg 540 810 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:032022-05-09 18:01:54La Motivación: Qué es y cómo podemos desarrollarla
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La Teoría Triárquica del amor

Aunque todos conocemos el término amor, pudiendo reconocer que lo hemos llegado a sentir incluso en más de una ocasión (y a veces hasta podríamos concretar cuando ha podido ir desapareciendo), si intentamos definirlo veremos que nos resulta más complicado de lo esperado. Uno de los principales motivos que explica esto es la subjetividad del concepto. Es decir, sabemos que se trata de un compendio de sensaciones y emociones, por lo general agradables, que se vinculan con una o unas personas específicas, pero resulta complejo especificar cuáles y cuántas son las características de éste. En este sentido, son muchos los investigadores, entre ellos los psicólogos y sociólogos, los que han intentado aportar una definición válida. Entre ellos se encuentra Sternberg, psicólogo y profesor estadounidense que aunque es más conocido por sus estudios en creatividad e inteligencia, también nos ayuda a comprender este complejo fenómeno mediante su teoría, la cual ha recibido un apoyo considerable en la comunidad científica.

Tal y como podemos observar, el amor parece estar compuesto por tres cualidades o características, las cuales están presentes en mayor o menor grado en todas las relaciones amorosas: La intimidad, relacionada con el nivel de cercanía o proximidad, el afecto y la confianza. La pasión, que sería el componente energético o de excitación de la relación, vinculado a los sentimientos de agrado y atracción física, y a la necesidad de tener relaciones íntimas. Y el compromiso, aspecto más cognitivo vinculado a la decisión y la motivación por continuar con la relación. Cuando en la relación únicamente predomina uno de ellos, podemos encontrarnos con diferentes alternativas; cariño si predomina el primer componente (intimidad), encaprichamiento si lo hace el segundo (pasión), y el amor vacío en caso de aparecer casi exclusivamente el tercero (compromiso). Además de estos pero, el autor especifica diferentes combinaciones, las cuales acostumbran a ser las más prevalentes en nuestra sociedad:

Amor Compañero o Sociable: Surge de la combinación entre intimidad y compromiso. Es característico de las relaciones especialmente duraderas, y según el autor tiende a quedar más apartado el componente pasional. Así, el deseo o la excitación pueden aparecer disminuidos en estas relaciones, pero la estructura relacional y familiar formada mantiene unida a la pareja.

Amor Romántico: En este, ambos miembros sienten una fuerte atracción hacia el otro, pero además la cercanía y la confianza también son muy característicos. El amor narrado en las obra de Romeo y Julieta podría ser un ejemplo representativo de este tipo de relación. Además, aunque el componente pasional puede resultar difícil de mantener, si se consigue y además se superan ciertas experiencias en pareja, puede precipitar el compromiso.

Amor Fatuo: Lo conforman principalmente la pasión y el compromiso, es decir, la pareja posee los componentes de atracción y acercamiento más sexual, y además manifiestan la voluntad de estar juntos y de compartir ciertas experiencias. Aun así, el vínculo establecido puede echar en falta la conexión, la confianza y los aspectos en común. En este tipo de relaciones, es común que los miembros posean diferentes amistades, íntimas en mayor o menor grado, las cuales les pueden aportar en cierta manera, este último factor.

El equilibrio o la presencia de los tres principales aspectos citados más arriba, daría lugar al Amor Consumado, Completo o Maduro. Aunque en la mayoría de relaciones tienden a predominar unos aspectos más que otros, la mayoría de investigadores coinciden en que deberemos esforzarnos para conseguir el equilibrio adecuado, procurando que estén presentes los tres. Esto puede resultar difícil, debido, entre otras cosas, al tiempo que llevamos en la relación (sea breve o largo), al conocimiento que tengamos sobre la otra persona, a las ideas preconcebidas sobre las relaciones, o a las experiencias amorosas que hayamos ido teniendo a lo largo de toda nuestra vida. Conseguir un amor completo puede ser un trabajo arduo, pero si detectamos aquellos aspectos que pueden estar faltando, y establecemos hábito de comunicación continua con nuestra pareja, puede suponer un paso importante para la mejora de la relación.

En relación a lo último comentado, la terapia de pareja es especialmente beneficiosa para aquellos casos en los que se detecta que algo puede estar deteriorando la relación, o simplemente cuando se desea mejorar algún aspecto en concreto. Los profesionales de nuestro centro de Psicología, en Mataró, poseen una amplia formación en este ámbito. Si deseas conocer más acerca de este o cualquier otro tema, ponte en contacto con nosotros y te ayudaremos a resolver todas tus dudas.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/amor-5700.jpg 630 1200 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:032022-05-09 18:01:54La Teoría Triárquica del amor
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El mutismo selectivo: qué es y cómo se produce

La infancia y adolescencia constituye uno de los periodos más cruciales de todo nuestro desarrollo personal. En esta etapa se producen diferentes cambios tanto físicos como emocionales cuyo proceso y afrontamiento repercutirá en nuestra forma de pensar, actuar e incluso sentir en el futuro. El aprendizaje, maduración cerebral o cognitiva, y en general la absorción de la información de nuestro entorno es constante, y nos ayuda a crearnos una representación concreta del mundo. En ocasiones pero, todo este proceso puede verse limitado o dificultado por ciertos factores que deberán estudiarse y abordarse lo más pronto posible para para prevenir futuras complicaciones más graves. Uno de ellos lo constituye el mutismo selectivo.

Esta problemática se define según los principales manuales de psicología y psiquiatría como el fracaso constante que manifiestan ciertos niños para hablar en situaciones sociales específicas en las que existe expectativa por hablar, a pesar de hacerlo en otras situaciones. Así, tal y como podemos ver, el niño consigue comunicarse en ciertos contextos pero no en otros, lo cual descarta la posible presencia de trastornos del lenguaje y de TEA (Trastorno del Espectro del Autismo), ya que en estos dos la persona no consigue hablar independientemente del entorno en el que esté situado debido a una grave alteración en la comunicación e interacción social. Por otro lado, conviene tener en cuenta, que el problema no es debido tampoco al desconocimiento del idioma requerido. De esta forma, la situación conlleva una clara interferencia en los logros educativos o laborales, y en la creación y mantenimiento de vínculos relacionales.

Junto a lo anterior, y aunque sea una problemática relativamente infrecuente (se calcula que afecta aproximadamente a entre un 0,1 y un 1,9% en menores de 15 años), cuando aparece, tiende estar asociado a un gran malestar tanto para el individuo que lo manifiesta como para sus familiares. En este sentido, el trastorno suele estar marcado por una elevada ansiedad social, y entre las características o factores que la podrían explicar podemos citar; el ser excesivamente tímido, tener miedo a la humillación social, el aislamiento y retraimiento, los rasgos compulsivos, y el comportamiento controlador o negativista. Todos estos aspectos, junto a la vivencia de experiencias traumáticas en ciertas situaciones, se han vinculado al posible desarrollo, mantenimiento o exacerbación del problema, pero además de estos, y aunque la etiología todavía está por esclarecer, es posible que existan factores genéticos compartidos entre el mutismo y la fobia social. Por ello, la categoría se ha incluido dentro de los Trastornos de Ansiedad, ya que comparte muchos componentes con las diferentes patologías de este amplio espectro.

Por otro lado, un aspecto clave que debemos tener en cuenta es que, en muchos casos, el mutismo puede servir como estrategia compensatoria para disminuir la activación ansiosa en los encuentros sociales que generan malestar. De esta forma, la persona evita la interacción mediante un mecanismo relativamente sencillo, previniendo una situación embarazosa o incómoda.

Los tratamientos cognitivo-conductuales, o la Terapia EMDR (especialmente cuando se asocia a situaciones traumáticas) pueden resultar beneficiosos para superar esta complicada situación. En nuestro centro de Psicología situado en Mataró, disponemos de profesionales con una amplia formación en estas y otras intervenciones. Si deseas informarte, o crees que puede resultarte útil, no lo dudes y contacta con nosotros, te ayudaremos. 

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/mutismo-4340.jpg 427 640 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:032022-05-09 18:01:54El mutismo selectivo: qué es y cómo se produce
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La disminución, adquisición y el mantenimiento de los hábitos

Cuántas veces nos habremos dicho frases como: “Mañana empiezo una rutina en el gimnasio”; “tengo que reordenar esta habitación”; “la semana que viene empiezo a dejar de fumar”; “debería llamar algún día a María…”. Todas ellas se refieren a propósitos personales que nos marcamos para mejorar o moldear ciertos aspectos de nuestra vida actual. El problema es que muchos de ellos, o bien no terminan nunca de realizarse, o cuando se inician, se abandonan fácilmente. Por ello, es especialmente importante repasar el concepto de hábito y sus implicaciones en nuestro día a día.

A grandes rasgos, podemos definir el término como la práctica habitual que realiza una persona, un animal o un colectivo. Más específicamente, se refieren a conductas, más o menos arraigadas, aprendidas y automatizadas, que se encuentran asociadas a ciertas consecuencias, ya sean de carácter “positivo” (p.ej., ampliar el contacto o círculo social) o “negativo” (p.ej., consumo de tabaco o alcohol). Una de sus características principales es la fijeza o inmodificabilidad, principalmente cuando están vinculados a consecuencias positivas o aparentemente positivas. Así, según los ejemplos citados, el tener más contacto interpersonal podría ser de por sí positivo; e ingerir ciertas substancias, aunque podría concebirse por la propia persona como algo “agradable”, resultaría claramente perjudicial. De esta forma, podemos ver como la adquisición o el abandono de un hábito, requiere en la mayoría de ocasiones suprimir otro, aunque como veremos a continuación, esto puede resultar más o menos difícil.

Entre los principales factores que acostumbran a impedir emprender un nuevo hábito, o a mantenerlo en caso de ya haberlo adquirido, se encuentran:

La comodidad: Estamos bien como estamos, y esto nos aporta el “suficiente” bienestar. Constituye uno de los aspectos más potentes, ya que indirectamente se vincula a todos los demás. Si lo que estamos haciendo actualmente ya nos agrada, ¿para qué tocarlo?. Deberemos analizarlo objetivamente, teniendo en cuenta los pros y contras de los hábitos actuales, y de los que queremos adquirir,  y tanto a corto como a largo plazo.

Procrastinación: Muy relacionado con el punto anterior, ya que ante la comodidad, y al plantearnos cambiar, uno de los mecanismos más utilizados es el hecho de postergar su realización para otro momento. Así, lo único que hacemos es convencernos a nosotros mismos de que ahora mismo tenemos otras prioridades, e incluso les otorgamos más importancia que aquello que realmente deseamos.

Creencias distorsionadas: No creer en la utilidad del cambio, en que no nos aportará cosas positivas, o en que no seremos capaces de hacerlo o de mantenerlo suponen algunas de las creencias negativas más comunes para no cambiar. En este sentido, cuando en ocasiones nos arriesgamos, y luego observamos las consecuencias, nos damos cuenta de la utilidad de abandonar nuestra zona de confort.

Minimizar y maximizar el esfuerzo: La minimización se encuentra más relacionada con el abandono de un hábito ya adquirido, y la maximización con el hecho de no iniciarlo. Así, cuando por ejemplo ya hemos iniciado una dieta, o dejado de fumar, es relativamente usual confiarnos y recaer. Por otro lado, tendemos a ver una gran montaña ante nosotros cuando nos planteamos empezar algo. Por ello, es importante atribuir el peso adecuado a cada aspecto.

En resumen, merece la pena tomar conciencia de todos estos mecanismos, que nos dificultan arrancar y salir de nuestra rutina. Merece la pena remarcar, que la mayoría son creados cognitivamente, es decir, somos nosotros mismos los que nos impedimos precipitar las cosas, cuando en realidad, a nivel externo existen pocos aspectos objetivos que de por sí supongan claras barreras para empezar. Junto a esto, también hay que tener en cuenta que muchos hábitos se encuentran asociados a trastornos específicos. En este sentido, las adicciones, algunos trastornos de ansiedad como las fobias, o ciertos problemas relacionados con la autoestima pueden explicarse desde este mecanismo.

Por ello, ciertas intervenciones como la Terapia Cognitivo-Conductual, la cual utiliza, entre otras, técnicas de modificación de conducta, pueden ser especialmente útiles para disminuir, crear o fortalecer algunos hábitos. Los profesionales de nuestro centro de psicología, en Mataró, están especializados en esta y otras intervenciones las cuales poseen hoy en día una amplia evidencia empírica. Si quieres recibir más información al respecto, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/habitos-3121.jpg 483 724 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:032022-05-09 18:01:54La disminución, adquisición y el mantenimiento de los hábitos
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El trastorno adaptativo: descripción y estrategias de afrontamiento

Los problemas de adaptación y las complicaciones derivadas de éstos, constituyen uno de los factores de malestar y desestabilización más frecuentes y recurrentes tanto en nuestra sociedad, como en las consultas psicológicas. Cuando éstas resultan muy incapacitantes, limitando el rendimiento de la persona en sus diferentes ámbitos, y además perduran durante un cierto tiempo, podemos estar delante de un trastorno adaptativo. A nivel general, esta categoría puede definirse como la aparición y desarrollo de síntomas emocionales o conductuales en respuesta a un factor o factores de estrés identificables que se producen en los 3 meses siguientes al inicio de esta fuente de estrés, y cuyos síntomas no se mantienen durante más de otros 6 meses tras el cese de ésta.

Como vemos, la aparición de la problemática se asocia a un acontecimiento o acontecimientos específicos. De esta forma, aunque son muchas las circunstancias que pueden llevar a desarrollar este problema, podríamos establecer dos categorías, aquellas fuentes de estrés agudas y potencialmente significativas (de menor duración), y aquellas que, aunque a priori pueden parecer menos perjudiciales por ser menos “traumáticas”, su persistencia puede provocar alteraciones igual o más importantes. Entre las primeras, podríamos citar la muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, sufrir una agresión o abuso…entre otras. En cuanto a las segundas, situaciones como mobbing laboral, problemas económicos o familiares, o tener discusiones frecuentes con la pareja representan ejemplos de situaciones cuyo afrontamiento también puede resultar complicado. Así pues, por una parte el malestar se explica por la potencialidad del estímulo, situación o fuente de estrés. A pesar de ello, y aunque algunas de las situaciones citadas pueden resultar amenazantes para cualquiera de nosotros, no podemos olvidar el papel que desarrolla la persona en todo este proceso, ya que las todas y cada una de las situaciones, por parecidas que sean, nos afectan de manera diferente.

Esta variabilidad a la que nos referimos puede venir explicada por diferentes aspectos; entre ellos, algunos rasgos de personalidad (sensibilidad, introversión…) pueden favorecer que ante experiencias amenazantes el afrontamiento sea defectuoso. En la línea de lo último expuesto, el haber vivenciado acontecimientos similares o parcialmente parecidos puede fortalecernos o bien debilitarnos ante futuros sucesos. Finalmente, el momento vital en el que nos encontremos puede ayudar a explicar el grado de afectación y el estilo de afrontamiento que adoptemos. Por todo ello, el individuo juega un papel crucial en este problema, con lo cual la intervención desde la psiquiatria y la psicología de adultos e infantojuvenil pueden resultar especialmente beneficiosas. En este sentido, a continuación se proponen algunos pasos secuenciales que pueden resultar útiles para hacer frente a esta problemática:

Observación, visualización y aceptación: En los momentos iniciales, sea ante un suceso puntual, o ante algo recurrentemente estresante, es importante situarnos con cierta distancia de lo acontecido. Se trata de adoptar un punto de vista “en tercera persona”, y observar tanto qué está pasando fuera como dentro de nosotros, analizando todos los componentes tanto emocionales como de la propia realidad que nos envuelve para poder procesar cada elemento de la forma más adecuada posible.  

Análisis cognitivo: Es muy habitual que el malestar traiga consigo mismo pensamientos negativos y creencias irracionales acerca de lo que está sucediendo, o incluso de lo que puede pasar en el futuro. Éstos, en muchas ocasiones reflejan una visión catastrofista, la cual deberemos moldear con tal de producir una mejora en nuestro estado anímico. Lo primero consiste en normalizar nuestra cadena de cogniciones, para posteriormente observarlas y plantearnos las preguntas adecuadas que nos ayuden a tomar contacto con la realidad (¿me es útil este pensamiento?, ¿refleja realmente lo que está pasando?, ¿qué pasaría si fuera cierto?).

Estrategias centradas en el problema o en la emoción: Realizados los dos primeros pasos, y analizada la situación, deberemos valorar la utilidad de utilizar un afrontamiento centrado en el propio problema, o uno centrado en la emoción. La principal diferencia entre ambos reside en que mientras la centrada en el problema se utiliza cuando este es modificable, percibiendo cierto grado de control sobre la situación, la segunda alternativa (focalizada en la emoción) resulta más beneficiosa cuando las circunstancias son inmodificables. De esta forma, por una parte tratamos de buscar soluciones eficaces para moldear o cambiar una realidad, y por la otra, ante la imposibilidad de esta modificación, nos centramos en nuestros sentimientos para integrarlos y procesarlos adecuadamente.

Valoración: Uno de los estadios finales es éste. Consiste en, una vez pasadas las diferentes fases, valorar y analizar nuestra ejecución y afrontamiento, procurando repasar aquellas estrategias que nos han sido útiles y nos han favorecido que aparezca un estado de ánimo positivo.

Existen diferentes procedimientos y técnicas que se han diseñado para afrontar éste y otros muchos problemas. En nuestro centro de psicología, en Mataró, podrás encontrar profesionales con diferentes orientaciones que te brindarán toda la ayuda que necesites. Si deseas ampliar la información al respecto, no lo dudes y ponte en contacto con nosotros, te ayudaremos.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/adaptacion-4814.jpg 628 960 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:032022-05-09 18:01:54El trastorno adaptativo: descripción y estrategias de afrontamiento
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La Depresión con inicio en el periparto

La espera y llegada de un hijo supone uno de los acontecimientos más especiales y únicos en nuestras vidas. Por ello, cuando nos enteramos de un nuevo embarazo, sea propio o ajeno (y especialmente si es una persona cercana), suele ser un buen motivo de celebración y felicidad. Sin embargo, y aunque pueda parecer paradójico debido a las connotaciones que posee el pasar a ser madre o padre, en ocasiones el mismo hecho puede cursar con diferentes problemas, siendo la ansiedad y la depresión dos de los más comunes tanto durante, como tras el nacimiento del bebé.  

Los cambios hormonales, los acontecimientos estresantes, la privación o aislamiento social, o las complicaciones durante el embarazo o el parto pueden suponer factores potenciales para desarrollar diferentes síntomas. Todos ellos, pueden afectar a la persona en mayor o menor grado en función de sus características personales (como la vulnerabilidad psicológica o genética), de haber vivido y enfrentado experiencias en cierta medida similares, y de la educación familiar recibida. De esta forma, cuando hablamos de Depresión con inicio en el periparto, nos referimos a la experimentación, durante el embarazo o dentro de las cuatro semanas después del parto (según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-5), de síntomas como estado de ánimo deprimido casi todos los días durante la mayor parte del día, disminución del placer o del interés, aumento o pérdida importante de peso, insomnio o hipersomnia, sentimientos de culpabilidad o inutilidad, fatiga o pérdida de energía…entre otros. Aunque hay divergencias en cuanto a su prevalencia, se calcula que entre un 3 y 6% de las mujeres experimentaran el episodio descrito durante el embarazo o en las semanas siguientes al parto. Además, cabe tener en cuenta que el 50% de los episodios diagnosticados en el “postparto”, realmente se inician antes de dar a luz.

Debemos remarcar además, y en congruencia con las primeras líneas escritas, que la inmensa mayoría de mujeres que sufren esta problemática, concurrentemente también manifiestan diferentes síntomas de ansiedad, llegando incluso a poder tener frecuentes ataques de pánico. Junto a esto, algunos estudios demuestran que los síntomas anímicos y de ansiedad durante el embarazo, aumentan el riesgo de padecer un episodio de depresión después del parto. Además, en los casos más graves pueden aparecer episodios maníacos y psicóticos, los cuales aunque no suelen ser los más frecuentes, en caso de aparecer requerirán necesariamente atención hospitalaria además de ambulatoria. Todo ello puede tener repercusiones claras tanto para la madre, como para el padre y la relación de pareja, la cual puede verse significativamente afectada sobre todo en función de la gravedad y duración del episodio.

Junto a esto, y como se habrá podido intuir, esta problemática puede repercutir claramente en el bebé. En este sentido, la depresión produce efectos negativos especialmente en el vínculo madre-hijo, ya que en la mayoría de ocasiones los síntomas provocan ensimismamiento materno que interfiere en la capacidad para percibir e interpretar las diferentes señales del niño, lo cual se manifiesta a través de una baja sensibilidad ante sus diferentes necesidades. Hay que tener presente, que es alrededor de las 12 semanas posteriores al parto cuando se detectan más episodios de depresión, por lo que resulta clave realizar una evaluación y detección temprana para favorecer un mejor pronóstico tanto de la madre, como del hijo y la familia en su totalidad. Por este motivo, el abordaje psicológico y médico tanto infantojuvenil como de adultos puede ser crucial.

Finalmente, y a pesar de que el cuadro descrito puede resultar muy incapacitante, también merece la pena recordar que durante y después del embarazo se producen cambios muy diversos, tanto a nivel externo como interno al individuo, los cuales aunque afectan de formas diferentes, pueden ser totalmente adaptativos y por tanto inoculativos. Podríamos decir que algunos, o mejor dicho, el afrontamiento adecuado de estos puede fortalecer tanto la relación de pareja como el futuro vínculo con el recién nacido.

Si deseas conocer más sobre el tema expuesto, o tienes dudas en relación a algún otro aspecto, puedes contactar con nuestro equipo de psicólogos situado en Mataró. Llámanos sin compromiso y te proporcionaremos toda la ayuda que necesites.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/DEPRE_PERIPARTO-5815.jpg 533 800 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:44:032022-05-09 18:01:54La Depresión con inicio en el periparto
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