Consecuencias psicológicas del cannabis
El consumo de drogas y los trastornos adictivos suponen uno de los problemas más significativos a los que se enfrenta nuestra sociedad. Entre ellas, el cannabis se sitúa como la droga ilegal más consumida en España y a nivel europeo, donde se estima que aproximadamente más de 40 millones de personas lo han usado, y al menos 12 millones lo han hecho en el último año. Además, es especialmente prevalente entre la población adolescente, donde el 20% de las personas entre 15 y 16 años han consumido alguna vez en su vida, estimándose que este porcentaje aumentará a un 30% cuando alcancen los 25 años.
El cannabis procede de la familia de los cannabinoles, entre los que se encuentra la marihuana, o el hachís. Este segundo posee un mayor poder adictivo, y suele combinarse con alcohol o cocaína. Entre sus efectos fisiológicos más significativos se encuentran la taquicardia, el dolor abdominal, los espasmos y temblores, la sudoración, la fiebre, los escalofríos y las cefaleas, especialmente cuando hablamos de abstinencia. Junto a estos, existen riesgos cardiovasculares y de cáncer (principalmente de pulmón). Pero sus consecuencias negativas van mucho más allá de la parte puramente física, y es que a pesar de sus efectos a corto plazo relacionados con el bienestar, la relajación o la euforia, existen alteraciones psicoemocionales y cognitivas muy significativas:
- Letargo
- Anhedonia
- Problemas de atención y memoria
- Disminución de la concentración
- Reacciones paranoides y síntomas psicóticos
- Crisis de ansiedad
- Pérdida de energía
- Alteraciones del sueño
- Disminución del rendimiento
Junto a este compendio de alteraciones, se ha descrito una problemática especialmente importante, denominada síndrome amotivacional. Este se caracteriza por un estado de pasividad e indiferencia acentuados, junto a una disfunción generalizada de las capacidades cognitivas, interpersonales y sociales, y el cual persiste una vez interrumpido el consumo. Además, existe un elevado riesgo de desarrollar depresión y esquizofrenia, siendo esta segunda patología una de las que más se ha vinculado con el cannabis.
La edad de inicio se considera un factor muy determinante para la gravedad, y se evidencia un claro peligro si se empieza antes de los 16 años. Considerando esto, junto a que la mitad de pacientes que demandan tratamiento tiene menos de 25 años, evidencia la importancia de actuar precozmente, educando sobre el uso y consecuencias del consumo, y diseñando intervenciones preventivas y terapéuticas eficaces y útiles.