¿Qué es la Tripofobia?
El miedo es un sentimiento universal, el cual compartimos todos los seres humanos, incluso con otras especies, y el cual posee un valor adaptativo, ya que actúa como mecanismo de supervivencia y de defensa, que nos permite responder ante ciertas situaciones con rapidez. Algunos de ellos pueden ser racionales (p.ej., miedo a suspender un examen, o a no rendir bien en la carrera…), pero otros los podemos identificar como irracionales. Estos últimos no sólo se caracterizan por estar basados en predicciones de muy baja probabilidad, sino que nos paralizan y nos hacen sufrir de manera más acentuada, pudiendo constituir una fobia.
Las fobias se definen como temores intensos e irracionales hacia un estímulo (persona, situación o cosa), que representa poco o ningún peligro real. Así, se trataría de un miedo que genera una limitación o malestar por su intensidad, y en el que suelen acompañarse síntomas de ansiedad (p.ej., nerviosismo, agitación interior, preocupación constante, temblor, mareos…) cuando la persona está cerca o anticipa el estímulo temido. Entre ellas, la tripofobia o miedo a los agujeros o al patrón repetitivo, es el temor o repulsión que se genera al ver o estar cerca de figuras geométricas muy juntas, especialmente ante orificios muy pequeños y aglomerados (p.ej., hormigueros, panales, ciertos frutos o hongos). A la persona le genera angunia, asco, repulsión presenciar estos estímulos, y evita mirarlos o acercarse. Además, entre sus principales síntomas aparecen el cosquilleo, el picor, la comezón, e incluso las náuseas.
Se habla de una afectación de hasta un 17% en la población, siendo más frecuente en mujeres. Además, aunque no hay que confudirla con fobias como la dermatopatofobia (miedo a las enfermedades de la piel), comparte con esta y algunas otras, ciertos síntomas. Además, se han propuesto mecanismos comunes entre estas, y la fobia a los insectos, las inyecciones, y por ejemplo el Trastorno Obsesivo-Compulsivo con rituales de limpieza. Estos son la sensibilidad a la ansiedad (miedo a los propios síntomas de ansiedad), la sensibilidad al asco (aprensión hacia la suciedad o la contaminación), la sensibilidad al daño (miedo hacia estímulos que puedan causar un daño físico) y la alta necesidad de control.
La Desensibilización Sistemática (DS) o la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) suponen alternativas eficaces y útiles para tratar esta fobia. En ambas el denominador común es la aproximación progresiva hacia el estímulo temido, siendo una de sus principales diferencias el hecho de que en la DS se emplea alguna estrategia para contrarrestar o disminuir los síntomas de ansiedad (sobretodo relajación), y en la TCC o bien no se utilizan, o se hace uso de técnicas más cognitivas (p.ej., Reestructuración Cognitiva).
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