Debido a la alteración en las áreas cerebrales que regulan el control de la conducta y de la atención, es frecuente que el TDAH vaya asociado con problemas de conducta que varían en intensidad y frecuencia en función de otros factores, uno de ellos nuestros estilos educativos. Por ello, es interesante entrenarnos como padres para aplicar consecuencias de forma efectiva, así como para adaptar el entorno y las rutinas para poder ayudar a nuestro/a hijo/a a funcionar de forma más efectiva y, consecuentemente, a sentirse mejor consigo mismo y con su entorno.
Pautas educativas generales:
Proporcionaremos a nuestro/a hijo/a una vida ordenada organizando sus horarios y estableciendo momentos de pausas, descanso y actividad física. Actuaremos (y nos referimos a aplicar consecuencias) cuando se dé una conducta no deseable más que quejarse o criticarla. Anticiparemos y planificaremos cómo vamos a actuar ante posibles situaciones problemáticas (qué consecuencias aplicaremos), eso nos ayudará a mantenernos serenos, no perder el control y aplicar consecuencias de forma más efectiva y razonable. Reforzaremos/castigaremos la conducta deseada o a eliminar de forma inmediata; no hay que demorarse en el tiempo para felicitar ni para aplicar consecuencias. Seremos coherentes y consecuentes en los pactos sobre los reforzadores y en las conductas que se premian y las que no son aceptables o se deben corregir. En este punto es importante señalar que ambos padres deben ponerse de acuerdo en qué conductas son permitidas o no y como premiarlas o castigarlas. Le proporcionaremos un feedback frecuente; lo quiere decir que le haremos comentarios continuos y de forma positiva sobre lo que está haciendo bien o lo que aún tiene que mejorar y cómo hacerlo (siempre en tono positivo y sin caer en la crítica, hay que tener en cuenta que son niños con riesgo de presentar una baja autoestima); de esta forma, le serviremos de guía externa sobre cómo actuar o resolver las diferentes situaciones y tareas que se le plantean. Dedicaremos un tiempo estipulado y que servirá como reforzador para compartir con él/ella alguna actividad que le guste con nosotros. Si son mayores, podemos dedicar un tiempo del día a hablar con él/ella sobre cómo se siente, qué le preocupa
Debe ser un rato exclusivo para él/ella, en el que podamos centrar nuestra atención sin interrupciones. Reforzaremos el contacto ocular durante la comunicación y esperaremos a que esté receptivo para escucharnos con atención (que no esté distraído con algo que le guste ni enfadado/a). Nuestras normas deben ser pocas y claras. Los niños a veces no las cumplen porque no las recuerdan o no las comprenden. Las órdenes o instrucciones deben ser sencillas, directas y concisas. Evitaremos que vayan cargadas de emociones negativas y fomentaremos el tono emocional neutro. No prestaremos atención a cuando interrumpa y haremos evidente el momento en el que puede intervenir; acto seguido, le felicitaremos por intervenir en el momento adecuado (a pesar de que antes haya interrumpido). Especificaremos porqué lo estamos felicitando: muy bien, estoy muy contento/a porque has conseguido vestirte mucho más rápido que ayer y te he tenido que ayudar menos. Estableceremos rutinas en aquellas tareas que menos le motiven (por ejemplo, los deberes o recoger su habitación) y las dividiremos en subtareas que impliquen poco tiempo, estableciendo descansos y recompensándole verbal y/o afectivamente (con elogios, abrazos, besos
). Es conveniente hacer referencias temporales ya que suelen perder la noción del tiempo con facilidad. Por ejemplo, avisar de cuánto tiempo queda para jugar y para empezar a hacer los deberes e ir anticipando la siguiente tarea. Le recordaremos la consecuencia positiva que tendrá el realizar la tarea (el reforzador). Les serviremos como guías verbales para que presten atención a los detalles importantes de la tarea. Por ejemplo ¿qué tenemos que hacer? Tenemos que conseguir recoger el cuarto
¿pero cómo lo vamos a hacer?, primero recogeremos la ropa que está en la silla (dejarle tiempo para que lo haga y reforzarle), ahora los juguetes del suelo
fíjate que no haya alguno debajo de la cama…. Nos esforzaremos en encontrar continuamente virtudes (aunque sean pequeños detalles o mejoras), se las señalaremos verbalmente y evitaremos criticar continuamente lo que hace mal. Salvo en situaciones límite, evitaremos el castigo; los niños/as con TDAH funcionan mejor reforzándolos que castigándolos. Evitaremos perder el control emocional y caer en la confrontación.
En el próximo artículo detallaremos diferentes técnicas a aplicar tanto cuando se den situaciones no aceptables o límite, como para reforzar las conductas que deseamos instaurar en niños con TDAH.