En nuestro día a día, y tanto en el trabajo y en la escuela, como en casa y con los amigos, es frecuente escuchar lo importante que es estar motivados para lograr aquello que nos proponemos. Pero ¿qué es exactamente la motivación?. A nivel general, la podemos definir como el impulso que nos mueve a realizar determinadas acciones para la consecución de metas específicas, pudiéndose equiparar a aquella energía que guía y orienta nuestra conducta. Y de esto se intuye una característica clave, y es que se trata de un estado interno el cual inicia, orienta y mantiene el comportamiento. Por ello, deberá ser comprendida en función de la persona, ya que cada uno de nosotros tenemos más o menos facilidad para activar este proceso, y nos interesan unas cosas más que otras.
Otro aspecto clave que es importante diferenciar, es que la motivación puede ser extrínseca o intrínseca. En el primer caso hablamos de aquellos aspectos que se encuentran fuera del individuo, es decir, de la recompensa externa tangible que esperamos conseguir (p.ej., reconocimiento, dinero, fama ). Estos, aunque en cierto grado pueden depender de nosotros, se encuentran mucho más vinculados al ambiente externo, por lo que son a priori, más difíciles de controlar. En cuanto al segundo subtipo (intrínseca), se refiere a aquella que proviene de nosotros mismos, la cual está sustentada por nuestros deseos, sueños y valores. Aquí hablamos de elementos personales e individuales, lo cual nos lleva a realizar acciones por la mera satisfacción de hacerlas. A partir de aquí, conviene tener claro que aunque en un primer momento las motivaciones externas pueden resultar útiles, a largo plazo serán las intrínsecas las que nos harán persistir en nuestra conducta a lo largo del tiempo, ya que son estas las que conectan con nuestras partes y anhelos más profundos. Junto a lo comentado, también hay que tener presente que la motivación es un proceso dinámico, es decir, que puede cambiar con relativa frecuencia. En ciertos momentos podemos sentirnos fatigados, decaídos, e incluso frustrados; y en otros, en cambio, notar que estamos mejor que nunca, con fuerza y ánimo para seguir luchando por lo que queremos. Así, debemos ser conscientes de que esto se produce, y que además será la superación de los peores momentos la que fortalecerá más nuestra unión al objetivo que nos hemos planteado.
A continuación, y una vez comprendidas sus características, se especifican algunas de las estrategias que pueden resultar útiles para activar, mantener e incluso fortalecer esta importante emoción:
Elaborar un plan de acción: Inicialmente, es importante definir una meta y el camino a recorrer. Se trata de estructurar el tiempo y desglosar las tareas a realizar. Junto a esto, jerarquizarlas puede ayudar a plantearnos la importancia de ir paso a paso, y activarnos para empezar con fuerza y ánimo positivo.
Analizar y recordar el por qué: Este componente resulta clave tanto para iniciar como para mantener nuestra motivación. Repasar qué queremos conseguir y cómo nos podemos sentir al hacerlo puede ser uno de los alicientes más potentes para seguir luchando por ello. Especialmente en momentos donde dudemos de lo que estamos haciendo, no debemos olvidarnos de justificarlo, y valorar lo que hemos hecho hasta el momento.
Atender al camino: Otro aspecto muy importante es ir paso a paso, atender a todo el proceso. Debemos empezar por aquello que nos cueste menos, y enfocarnos plenamente a ello, para seguir avanzando en los sucesivos escalones. Es tan importante la meta final como los pasos intermedios. Junto a esto, reforzarnos por estar cada vez más cerca es crucial.
Autoinstrucciones y autoverbalizaciones: Relacionado con el punto anterior, los mensajes que nos demos a nosotros mismos son claves. No debemos castigarnos, ni pensar que nunca lo conseguiremos. Es importante que valoremos lo que estamos haciendo, y cómo lo hacemos, y sobre todo lo conseguido hasta el momento. Atender a nuestras características positivas y confiar en sacar lo mejor de nosotros.
La motivación es uno de los principales motores de nuestro día a día, y es quizás el factor principal que nos hace acercarnos a ciertas personas, situaciones, o estímulos concretos. Acercándonos al ámbito clínico, cierto es que en muchas ocasiones este componente puede verse muy deteriorado (como es el caso de la depresión), y en otros mal enfocado (como por ejemplo en las adicciones). Por ello, no solo es importante que lo cuidemos y trabajemos en nuestro día a día, sino también ante problemáticas específicas. Junto a esto además, resulta especialmente beneficioso en el ámbito educativo, ya que existe evidencia acerca del hecho de potenciar el aprendizaje si se prioriza este importante componente.
Si deseas conocer más sobre este tema, o te interesa cualquier otro aspecto, en Mataró, contamos con un equipo de profesionales de la psicología que te ayudará a resolver todas las preguntas que tengas. Llámanos sin compromiso, te ayudaremos.