La soledad no deseada es una problemática que ha estado presente a lo largo de muchos años y que en la actualidad, en el mundo interconectado en el que vivimos, sigue presente. Este sentimiento de soledad no deseado repercute negativamente en el ánimo de muchas personas y por este motivo es primordial hablar al respeto.
Nos referimos a soledad no deseada cuando hablamos de un desajuste entre las relaciones sociales que tenemos y las que desearíamos tener. Este malestar no solo contempla el número de relaciones sociales que tenemos, sino también la calidad de estas relaciones. De este modo, podemos sentir que no tenemos a nadie en quien confiar, nos sentimos excluidos o con sensación de vacío.
Este malestar, ha sido atribuido socialmente a las personas mayores, sobre todo a las personas de más de 65 años, quienes suelen vivir solas. Pero que una persona viva sola, no implica que se sienta sola. De hecho, hay muchas personas que disfrutan de la soledad. El hecho de vivir solo o acompañado no tiene relación con el sentimiento de soledad no deseada. En la actualidad hay muchas personas que viven acompañadas, y a pesar de esto, se sienten solas. Es por este motivo que, anteriormente, destacábamos que los factores principales que influyen en el sentimiento de soledad no es solo la cantidad de relaciones sociales que establecemos, sino también la calidad de estas relaciones.
La soledad no tiene edad. Este sentimiento puede aparecer en cualquiera de las etapas de la vida, sobre todo en los momentos de transiciones entre etapas educativas, cambio de domicilio, de separación de la pareja, viudedad, maternidad/paternidad, pérdida de trabajo o jubilación, sufrir alguna enfermedad o convertirse en la principal persona cuidadora de una persona dependiente. Es decir, los procesos de cambio o de adaptación a nuevas situaciones nos hacen más susceptibles a este malestar.
Las personas jóvenes, así como los grupos de población más mayores, son aquellos grupos poblacionales que se sienten más solos. Especialmente, durante la adolescencia y juventud, es frecuente sentirse solo, puesto que son momentos en los que configuramos nuestra identidad y, a la vez, estamos sometidos a muchos cambios físicos, relacionales y ambientales. Los jóvenes son el grupo de edad que más malestar sufre en relación a la soledad no deseada.
Debemos tener en cuenta la influencia de las expectativas sociales, familiares y personales a las que se someten las personas jóvenes al paso a la incorporación en la vida adulta. El ideario colectivo sobre las “cosas que hay que hacer” durante ciertas etapas crea un marco sin precedentes e impacta en el autoconcepto y autoestima de los y las jóvenes. Marcharse de casa de los padres, tener pareja, cursar estudios universitarios, tener un trabajo digno o formar una familia son aspectos que se han estereotipado, creando mucho malestar entre las personas jóvenes al hecho de no haber logrado estas metas.
A la vez, en la actualidad, se crean nuevos imperativos de formas de realizar la vida, alejados de las necesidades que tenemos como seres sociales. El modelo social y cultural actual nos anima a ser personas independientes, autónomas, que gestionamos nuestros problemas de forma individualizada. Hay que reflexionar de forma crítica sobre todos estos mensajes que nos llegan, puesto que somos seres sociales, y de quienes nace ya desde etapas tempranas, la necesidad de formar parte de un grupo e identificarse con este.
Las redes sociales, tienen un fuerte impacto sobre nuestro imaginario y expectativas sociales. En estas publicamos nuestras “mejores” fotografías, mostramos aquellos momentos impregnados de felicidad, pero pocas veces contenido relacionado con el malestar. Huimos continuamente de las emociones desagradables, no son aspectos que normalizamos o compartimos, basándonos en que “tenemos que mostrar nuestra mejor cara hacia el resto”. Imposiciones que pueden negar, invalidar, invisibilizar y hacer todavía algo más tabú el hecho de que todo el mundo siente malestar en alguna etapa de su vida. Generar un criterio propio que nos ayude a ser críticos con el modelo actual es imprescindible para poder empezar a hacer frente a este malestar.
Debemos tener en cuenta que no es lo mismo sentirse solo que estar solo. A veces caemos en la trampa de razonar a través de las emociones, por lo tanto, interpretamos nuestros sentimientos como máximas: si me siento solo es que realmente estoy solo. Revisar si estamos siendo víctimas de un pensamiento distorsionado y descubrir qué imposiciones o creencias hay detrás puede ser útil.
Ponernos metas poco alcanzables tampoco nos ayudará a resolver este malestar. Revisarnos y observar si nuestras expectativas son realistas es un aspecto imprescindible para poder resolver este malestar. Trabajar en el crecimiento personal, autoestima y aprender a tener un diálogo compasivo con nosotros mismos puede ayudarnos a hacerle frente y evitar trastornos del estado de ánimo.
Sin duda, el problema de la soledad no deseada es un malestar común que requiere del trabajo individualizado y social para hacerle frente. En nuestro centro de psicología y psiquiatría, situado en el centro de Mataró, contamos con especialistas que te facilitarán toda la información y ayuda que necesites. Además, realizamos terapia presencial y online. Si tienes alguna duda, puedes llamarnos o acudir directamente. Será un placer atenderte.
– Alba González.