La importancia de los límites
Cuando interaccionamos con los demás, dependiendo de la relación, del ámbito, de la edad o incluso de nuestro estado de ánimo en ese momento, nuestro comportamiento puede variar substancialmente. Una de las herramientas o mecanismos más importantes y a la vez más difíciles de aplicar, son los límites. Estos principalmente nos permiten preservar nuestro punto de vista, y sobre todo nuestra estabilidad y autoestima, pero en muchas ocasiones puede resultarnos especialmente difícil acotarlos, y mucho más ponerlos.
El miedo a la reacción del otro, la desconfianza hacia nuestro propio criterio o punto de vista, o la evitación de conflictos, son algunas de las principales causas asociadas a las dificultades a la hora de fijar y poner límites. Así, el miedo a que el otro se enfade, a ser rechazados, o el no querer hacer daño, son algunas de las sensaciones que pueden verse más representadas. Pero, si no pongo límites, ¿dónde quedo yo? Si raramente lo hacemos, adoptando una postura general y habitualmente pasiva, podemos sentirnos cada vez más pequeños al lado de los demás, dañando progresivamente más nuestra autoestima. De esta forma, nos centramos casi exclusivamente en cómo lo vivirá la otra persona, y dejamos de poner el foco en nosotros, y al final, por no herir al otro, nos lo estamos autoinfligiendo. Debemos preguntarnos, por ello, si realmente estamos validando lo que sentimos.
En este sentido, en primer lugar es importante autobservarnos, escucharnos, y validar y aceptar lo que pensamos y lo que sentimos. Nadie mejor que nosotros conoce estos componentes. Seguidamente, es importante tener en cuenta que si lo sentimos, y es importante para nosotros, entonces es importante. Nuestro criterio es el que cuenta. Y por último, debemos darnos y dar la oportunidad al otro de conocer nuestro estado y punto de vista, es decir, comunicarnos. Y este último aspecto es la clave; poner límites no es ni significa hacer daño al otro, sino protegernos a nosotros. Si transmitimos con respeto el mensaje, no es nuestra responsabilidad el cómo reaccione la otra persona, y además, y casi más importante, no es controlable.
Merecemos respetarnos y que nos respeten, y la fijación y uso de los límites es precisamente para eso; para cuidarnos, querernos y respetarnos.
Las dificultades en este ámbito pueden darse en múltiples situaciones, y tanto en personas con patologías concretas (p.ej., depresión o trastorno de personalidad evitativo), como sin ellas. El Entrenamiento en Habilidades Sociales, y las intervenciones centradas en la mejora de la autoconfianza y la autoestima, se muestran como alternativas particularmente útiles y atractivas para trabajar componentes como éste. En nuestro equipo, situado en Mataró, encontrarás profesionales que te ayudarán con esta y cualquier otra consulta o dificultad que poseas. No lo dudes y contacta con nosotros, te ayudaremos.