Todos hemos oído hablar de la mentira, la hemos escuchado o experimentado, y si repasamos algún momento de nuestra vida, o incluso de los últimos días, es muy posible que incluso la hayamos utilizado en algún momento, bien sea hacia nosotros mismos (autoengaño) o hacia los demás. Así, constituye uno de los fenómenos o mecanismos más frecuentes del ser humano. Y aunque tiende a normalizarse o a legitimarse, como veremos a continuación en ocasiones puede estar reflejando problemas más profundos, e incluso suponer una gran dificultad en sí misma.
Esta primera distinción entre mentira “normal” y “no normal” o “patológica” resulta importante, ya que algunas veces nos parece necesario utilizarla para evitar o aminorar ciertos problemas. Cuando esto pasa, hablamos de la denominada “mentira piadosa”, es decir aquella afirmación falsa de la cual hacemos uso con una intención benevolente. Ésta, acostumbra a tener por objetivo el procurar hacer más digerible una información, intentando causar el mínimo daño. Además, es utilizada para evitar conflictos innecesarios o actitudes que puedan ser desagradables para las personas implicadas. Entre ellas, por ejemplo, el manifestar que una persona nos cae bien cuando en realidad no es así; el indicar que nos gusta la vestimenta del otro y no ser cierto, o el no querer aceptar una situación personal irreversible y mantener la esperanza son algunos ejemplos de mentiras. Todas ellas, como podemos ver, son de amplio uso por toda la población. La mayoría están socialmente aceptadas, por lo que explica, en parte, que sean altamente frecuentes.A pesar de ello, en muchas ocasiones podemos encontrarnos con un uso indebido de esta, e incluso con uno patológico. A este tipo de mentira se le denomina patológica o compulsiva. Ésta, acostumbra a estar asociada a ciertos déficits personales como la falta de asertividad, los problemas de
autoestima, la necesidad de aprobación, o el no querer afrontar una realidad dolorosa. Además, pero, también se asocia a problemas específicos como los
trastornos de personalidad (como el límite, el narcicista o el antisocial), y los trastornos de conducta. La podemos considerar patológica por el malestar que puede llegar a generar tanto a nivel personal, como al entorno que rodea a la persona. Cuando esto es así, puede observarse como su uso es excesivamente frecuente, lo cual posibilita que se automatice, y sobre todo, que se generalice a un amplio rango de situaciones y personas. De esta manera, además, la persona puede incluso llegar a creerse sus propias historias, quedando subsumidos a una realidad totalmente diferente a la verdadera.
En cuanto a sus consecuencias, es especialmente importante tener en cuenta su repercusión. Así, a nivel personal, en algunos casos se observan dificultades para definir su propia identidad, ya que esta ha quedado inmersa en esta realidad inventada. En otros, los problemas son derivados de la repercusión familiar y social del engaño. En este sentido, podemos ver como los diferentes entornos cada vez se alejan más de la persona. Principalmente cuando se encuentran evidencias de que la información que proporciona ésta no es real, familiares y amigos tienden a evitar el contacto con esta, o a ignorarla. Además, en caso de que algun dia sea cierta alguna parte de la información que proporciona, ésta es cuestionada rápidamente.
Junto a lo anterior, también debemos tener en cuenta que la mentira es utilizada por todos, y por lo tanto su afectación abarca tanto población adulta como infanto-juvenil. Por ello, los problemas mencionados con anterioridad, pueden afectar o verse representados en cualquier momento de la vida. En nuestro centro de Psicología de Mataró, estamos especializados en niños, adolescentes y adultos, por lo que si deseas recibir información o hay que te inquiete, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.