Autocuidado: importancia y subtipos
Nos encontramos sumergidos en un día a día exigente, frenético, y en muchas ocasiones rutinario. Esperamos al fin de semana o a ciertos momentos para permitirnos parar, para descansar. Además, muchas veces esperamos a que algo o alguien nos saque de este ritmo, y nos brinde un momento de desconexión, de relajación. Con todo ello, muchas veces olvidamos quiénes son los verdaderos dueños de nuestro tiempo y nuestra vida, y no es otra persona que tú mismo/a.
Cuidar de nosotros empieza en nosotros, y puede que a veces olvidemos no sólo hacerlo, sino cómo hacerlo. Los días pueden ir pasando y cuando nos damos cuenta hemos abandonado actividades, hábitos y entornos que nos permitían conectar con aquello que nos gusta más de nosotros mismos. Por ello, a continuación te proponemos, por ámbitos, formas de autocuidado personal que puedes poner en práctica:
- Físico: Cuidarnos a nivel físico es un ámbito clave, y puede que todo empiece aquí. Podemos incluir aquí los hábitos relacionados con dormir bien, procurar tener una alimentación equilibrada, hacer deporte y descansar. Aunque pueda parecer sencillo, conseguir que todos estos estén en armonía, implica esfuerzo, dedicación, constancia, y respetar los horarios que nos pautemos.
- Social: Conservar y crear vínculos es otro aspecto especialmente relevante. Por ello, aquí entraría no solamente el cuidar nuestras relaciones, sino también conductas específicas como saber pedir ayuda, decir no, escuchar y ser escuchado, o el dar afecto. Todo ello junto a intentar proponer planes de mayor o menor complejidad que impliquen mantener el contacto.
- Cognitivo: Cuidarnos mentalmente es un ejercicio, y casi una obligación primordial. Aquí, englobamos todas aquellas pautas que implican identificar y gestionar nuestros pensamientos, como aquellas prácticas que nos permiten enlentecer y relajar nuestra mente, y conectar con nosotros mismos y con el presente. Aquí entrarían la meditación, el permitirnos conectar con la naturaleza, el disfrutar del silencio, leer o incluso estudiar.
- Emocional: Finalmente está nuestro bienestar y salud emocional. A éste podemos llegar con todo lo anterior expuesto, pero también debemos tener presente que puede trabajarse en sí mismo. Así, por ejemplo, trabajando el autoperdón, la autocompasión, la positividad, o la resiliencia, podemos fomentar un claro aumento de este. Junto a esto, aprender a manejar emociones negativas como el estrés, la ansiedad, el enfado o la tristeza, también son ingredientes clave.
Cada uno de estos componentes, si es respetado y alimentado de forma regular, no solamente nos permite conectar más a menudo con sensaciones y emociones positivas, sino que nos proporciona mayor control y supone un claro aumento de nuestra autoestima. Existen diferentes métodos y estrategias para llegar a ellos, y desde nuestro centro de psicología clínica, en Mataró, podemos facilitarte toda aquella información que te interese o necesites. Llámanos y te atenderemos encantados.