Insomnio: definición y subtipos
En muchas ocasiones nos damos cuenta de que algo no va bien o de que no lo estamos gestionando de la mejor manera cuando nuestras funciones fisiológicas básicas se ven afectadas. Comer, beber, dormir… son procesos clave para nuestro equilibrio y homeostasis físico y mental. Ya Abraham Maslow, en su famosa pirámide sobre las principales necesidades humanas, plasmó que las primeras que deben ser cubiertas son precisamente éstas y que, una vez lo estuvieran, encima se construirían las de seguridad, la social, la autoestima y por último la autorrealización.
Así pues, los problemas relacionados con el sueño pueden llegar a ser altamente incapacitantes y pueden ser tanto causa como consecuencia de otros problemas psicológicos (ansiedad, depresión, trastorno por estrés postraumático…). El insomnio se conceptualiza como la insatisfacción por la cantidad o la calidad del sueño, la cual provoca un malestar clínicamente significativo o genera un deterioro en las diferentes áreas vitales (familiar, social, laboral…). Además, debe producirse a pesar de las condiciones favorables para dormir y presentarse un mínimo de tres noches a la semana durante tres meses. En cuanto a los subtipos, tenemos los siguientes:
- Insomnio de inicio o de conciliación: La persona tiene problemas para quedarse dormida y generalmente lo consigue tarde, con lo cual hay una latencia de sueño aumentada y un decremento en las horas totales que se duerme.
- Insomnio de mantenimiento o medio: En este caso aparecen los despertares nocturnos. Aunque se consiga dormirse rápidamente, el sueño aparece de manera discontinua y superficial.
- Insomnio terminal, final o tardío: Hace referencia al despertar pronto por la mañana. Puede haber un sueño rápido sin despertar a media noche, pero la persona se despierta significativamente antes de lo previsto, sin conseguir volver a dormir.
La combinación de los tres subtipos anteriores es la presentación típica, con lo cual difícilmente veremos una clara predominancia de uno u otro. También es interesante destacar que suele empezar en la adultez temprana y tiene una prevalencia mayor en mujeres. El insomnio puede mejorar interviniendo sobre las causas que lo provocan o directamente sobre él. En este sentido, técnicas como la relajación, la intención paradójica o el control de estímulos se han demostrado eficaces.
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