Cuando exploramos y analizamos las diferentes problemáticas en población infanto-juvenil, nos encontramos con una diversidad y plasticidad especialmente significativas. Una misma dificultad, puede verse modificada en un periodo muy corto de tiempo, y, además, se puede expresar de maneras muy diversas. Por ello, conviene comprender adecuadamente las características, síntomas y evolución de cada una de ellas, con tal de poder ofrecer un tratamiento adecuado.
El Trastorno de Desregulación Disruptiva del estado de ánimo se trata de un diagnóstico incorporado recientemente en los manuales de clasificación de las enfermedades mentales, concretamente dentro de los trastornos depresivos, debido a que se ha observado que sus características aparecen con una incidencia significativamente elevada. Éste consiste en accesos o arrebatos de cólera graves y recurrentes que se manifiestan verbalmente y/o con el comportamiento (p.ej., rabietas verbales o agresiones físicas a personas o propiedades) cuya intensidad o duración son desproporcionadas a la situación o provocación. Junto a esto, aparece un estado de ánimo entre esos accesos de cólera, persistentemente irritable. Es decir, que esos momentos en los que el niño/a parece no poder controlar su ira, se acompañan siempre o casi siempre de un estado alterado durante la mayor parte de los días. También debemos tener en cuenta que el primer diagnóstico debe hacerse entre los 6 y los 18 años, y deben haber aparecido síntomas antes de los 10 años. Esto es así, debido a que se ha propuesto esta categoría para disminuir el solapamiento y la confusión con el Trastorno Bipolar, el cual era diagnosticado de una forma demasiada frecuente en los pequeños.
Recordemos que, especialmente en psicología y psiquiatría infanto-juvenil, resulta especialmente importante la colaboración de los cuidadores, junto con una intervención continua a través de la escuela. Por ello, se acostumbra a remarcar que se necesita un abordaje multidisciplinar. Además, y como hemos remarcado al inicio, esto es clave debido al carácter cambiante de las problemáticas que nos encontramos en la infancia. Así, debemos leer entre líneas, ya que el hecho de que el comportamiento o estado de ánimo sea irritable, no tiene porque significar que exista un problema de conducta, sino que puede estar enmascarando un problema depresivo, como el aquí expuesto.
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