El apego es el vínculo emocional y especial que se genera con personas significativas de nuestro entorno, y especialmente con nuestra madre. Implica un intercambio de cuidado, consuelo y placer, que se traduce en una relación afectiva íntima en la que existe una regulación mútua. Este lazo afectivo es clave para construir nuestra forma de ser, nuestra personalidad, y condicionará cómo nos desenvolvamos en la adultez. Además, aunque se empieza a desarrollar poco después del nacimiento, y puede observarse claramente hacia los 6 u 8 meses de edad, continua más allá a lo largo de todo nuestro ciclo vital. De esta forma, nuestra maduración cerebral y física se ve influida por las interacciones que llevamos a cabo, conformando nuestro autoconcepto, autoimagen y autoestima.
Su estudio se inició con los psicoanalistas (p.ej., Freud), pero es John Bowlby (1980) el considerado padre de la teoría del apego. Junto a este, Mary Ainsworth, psicóloga evolutiva y discípula de este, hacia 1969 diseñó un experimento mediante el cual evaluarlo, denominado “la situación extraña”. Este es un proceso de laboratorio en el cual se estudia la interacción entre un niño, su cuidador, y una persona desconocida, en presencia de juguetes. Así, se realizaban breves separaciones del niño con la madre, y se estudiaban sus reacciones y sus pautas de comportamiento. A partir de esto, se encontraron 3 tipos de apego:
- Apego seguro: Constituye el subtipo más prevalente (65% de casos). En este, los niños se seguro para explorar libremente el ambiente durante los episodios de preseparación, muestran angustia cuando el cuidador se va, y reaccionan con entusiasmo cuando este vuelve.
- Apego inseguro-rehuyente: También denominado rechazante, huidizo o evasivo. Aquí el niño muestra poca angustia ante la separación, y cuando el cuidador vuelve, tienden a la evitación. Es el que más explora, y supone un 25% de los casos estudiados.
- Apego inseguro-resistente: En este subtipo, el cual es el menos prevalente (10%), los niños muestran angustia durante todo el procedimiento, pero especialmente ante la separación. Los reencuentros con el cuidador producen una mezcla de liberación y enfado hacia él.
Posteriormente, otros autores (p.ej., Main y Solomon), encontraron lo que podría ser un cuarto subtipo, definido como desorganizado/desorientado, el cual sería el más grave, y en el que no se vería una pauta de reacción y apego clara. La psicología infantil y del desarrollo ha aportado mucho en esta área, y ha ayudado a dilucidar y comprender no solamente pautas de interacción, sino cómo estas pueden influenciar a la hora de desarrollar ciertos trastornos.
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