QUÉ SON LAS PESADILLAS? Todo el mundo tiene pesadillas de tanto en tanto, tanto los adultos como los niños. Una pesadilla es un mal sueño. Es un sueño que puede provocar intenso miedo, ansiedad o desconcierto, pero las pesadillas no son reales, ni son premoniciones de cosas malas que vayan a ocurrir ni pueden hacer daño. Cuando dormimos, nuestro cerebro no deja de funcionar, todo lo contrario. Ocurren distintas fases de sueño, incluyendo el sueño REM (de las siglas Rapid Eye Movement). Esta fase se denomina de este modo porque durante esta fase, los ojos se mueven de un lado a otro debajo de los párpados. Durante el sueño REM, se tienen sueños y a veces estos sueños pueden ser aterradores o inquietantes. Esta fase del sueño ocurre cada 90 minutos aproximadamente, y se alterna esta fase con la fase de ondas lentas. La cantidad de tiempo que dura el sueño REM va aumentando en cada ciclo de sueño a lo largo de la noche, por lo que los periodos más largos de sueño REM ocurren hacia la mañana. Cuando nos despertamos en esta fase del sueño es mucho más fácil que nos acordemos del contenido de los sueños. Las pesadillas son normales en la infancia, no se consideran patológicas, y generalmente comienzan antes de los 10 años. Suelen ser más comunes en las niñas que en los niños. Las pesadillas pueden desencadenarse por hechos aparentemente rutinarios, como iniciar estudios en un nuevo colegio, hacer un viaje o una enfermedad leve en uno de los padres. Las pesadillas pueden continuar hasta la edad adulta. Pueden ser una forma en la que nuestro cerebro maneja las tensiones y temores de la vida cotidiana. Una o más pesadillas durante un breve período de tiempo pueden ser causadas por: – Un hecho importante de la vida, como la pérdida de un ser querido o un acontecimiento traumático. – Aumento del estrés en el hogar o el trabajo. Cuando estas pesadillas son repetitivas, pueden resultar muy perturbadoras, por lo que os vamos a dar algunas pautas para afrontar las pesadillas con éxito: CONTROL DE LAS PESADILLAS 1. Escriba la pesadilla con el máximo número de detalles posible. 2. Vuelva a escribir la pesadilla modificando los aspectos negativos. Utilice pequeñas modificaciones que le den más sensación de control. Intente evitar el modificar los aspectos negativos utilizando contrarios (por ejemplo, si sueña que le persiguen no utilice la modificación me giro y no me persigue nadie, utilice me giro y veo que me sigue mi pareja para darme un abrazo). 3. Aproximadamente dos horas antes de ir a dormir vuelva a leer la versión modificada de la pesadilla. 4. Cuando esté en la cama, visualice la versión modificada de la pesadilla como si fuera una película. Si tienes problemas relacionados con el sueño, no dudes en consultar con nuestros psicólogos y psiquiatras de Mataró expertos en problemas de sueño y otros trastornos psicológicos. Te ayudaremos!Cristina Martínez VianaPsicóloga y Directora del Gabinet Psicològic Mataró
Cuando una pareja discute y se echa en cara cosas del pasado una y otra vez es porque alguno de los dos o ambos no saben cómo perdonar al otro. Por ello, perdonar acaba siendo todo un reto, porque cuando una persona te agrede emocionalmente en forma de traición, engaño, insulto, etc., la reacción natural que nos nace es la de defendernos y responder a ese ataque. Y es que perdonar no es cosa fácil. Por qué? Hay 4 motivos que explican porqué perdonar es tan complicado para algunas personas: 1- El resentimiento: cuando alguien nos hace daño, especialmente si es alguien importante para nosotros, la herida suele tardar mucho tiempo en curarse. El resentimiento aparece cuando el herido tiene necesidad de vengarse y devolver el daño sufrido a quién lo causó. 2- La manipulación: existen algunas personas que deciden conscientemente o inconscientemente que no quieren perdonar a quién le dañó con el fin de poder usar ese daño más adelante a su favor. Por este motivo, en las siguientes discusiones sacan una y otra vez el daño ocasionado en el pasado. 3- La desilusión: algunas personas crecen pensando que la vida es perfecta y maravillosa y que siempre van a mantener los mismos amigos o que su relación de pareja será igual de maravillosa con el paso de los años. Estas expectativas tan irreales puede provocar que uno sea más crítico y menos proclive a perdonar a los demás. 4- Las conclusiones erróneas: Hay personas muy orgullosas, y erróneamente creen que si perdonan al otro salen perdiendo o son los débiles en la disputa. 5- Conclusiones equivocadas. Muchas personas creen que si perdonan a su cónyuge, saldrán perdiendo. Piensan, por ejemplo: Perdonar es tremendamente ventajoso. Distintas investigaciones han concluido que perdonar proporciona beneficios como la disminución de: – El dolor crónico – Los problemas cardíacos – El comportamiento agresivo y violento Y aumenta: – La esperanza de vida – La tolerancia a la frustración y la tolerancia en general – La paciencia – El bienestar emocional Para perdonar hay que tener en cuenta los siguientes 4 aspectos fundamentales del perdón: 1- Expresar la emoción Sea cual sea la ofensa que nos han hecho, para poder perdonar necesitamos expresar exactamente y completamente cómo nos hemos sentido. Tanto si la ofensa provoca tristeza como rabia, esas emoción es deben ser sentidas y no bloqueadas y expresadas y por tanto también escuchadas por parte del autor de la ofensa (a ser posible). 2- Comprender el por qué de la ofensa Tendemos a buscar siempre la explicación de las cosas que no suceden. Este no es un caso distinto. Si no comprendemos por qué nos han agredido, nuestro cerebro seguirá buscando incesantemente ese por qué hasta encontrar la respuesta. 3- Recuperar la seguridad Cuando uno perdona necesita sentir que esa ofensa no volverá a producirse. Se necesita por tanto una disculpa sincera por parte del que ha causado el daño y un compromiso firme de que no volverá a actuar de tal modo. 4- Dejar ir el resentimiento y el dolor Una vez se ha procesado y comprendido qué pasó y por qué pasó, y teniendo la certeza de que no volverá a ocurrir el daño, hay que comprometerse con uno mismo en soltar el dolor y no guardar resentimiento. Hay que esforzarse por no pensar en el hecho y el dolor provocado para no alimentar los sentimientos negativos y recordar que si uno ha decidido perdonar, debe hacerlo de forma auténtica y sincera. Si sientes que tienes problemas para perdonar a alguien que te ha herido, puedes ponerte en contacto con nosotros. Somos un equipo de psicólogos y psiquiatras en Mataró especializados en este tipo de problemas emocionales.
En el anterior artículo hablamos sobre las pautas educativas generales a aplicar con niños con TDAH (y que podrían aplicarse también a niños con Trastornos de conducta en general).
A continuación nos centraremos en ciertos aspectos en los que creemos que es importante prestar especial atención y que pueden ser complejos de gestionar debido a las características de los niños y niñas con TDAH o Trastornos de conducta.
Dar órdenes de forma efectiva:
En muchas ocasiones, el poder dar órdenes de forma efectiva implica desaprender el modo en que las hemos dado hasta ahora. Por ejemplo, repetirlas constantemente para que nos haga caso, usar un tono de voz elevado
De forma resumida y clara, cuando damos instrucciones o órdenes debemos:
Dar instrucciones/órdenes simples. De una en una. Por ejemplo, si queremos que nuestro/a hijo/a aprenda a poner la mesa, le iremos indicando que tiene que ir llevando. Somos conscientes de que se trata de algo que requiere mucha paciencia, pero ayudará a que nuestro hijo interiorice la rutina y, por lo tanto, que se mantenga en el tiempo.
Las órdenes deben ser concretas. Por ejemplo, no sería útil decir ordena tu habitación ya que nuestro/a hijo/a puede entender que eso sólo implica que recoja los juguetes y puede omitir ciertos detalles. Es mejor decirle exactamente que tareas debe llevar a cabo para recoger su habitación: recoge los juguetes, pon la ropa sucia en el cesto
.
Usar un tono de voz firme y neutro. No debemos caer ni en el enfado, ni en ser demasiado blandos (por ejemplo, formularlo en forma de pregunta).
Asegurarnos que en ese momento nuestro hijo nos está prestando atención. Para ello eliminaremos distractores y le ayudaremos a que establezca contacto visual con nosotros.
Aplicar consecuencias (positivas y negativas):
Unido a cómo dar órdenes o instrucciones, está en cómo aplicaremos consecuencias positivas y negativas.
Cuando apliquemos las técnicas que explicaremos a continuación tendremos en cuenta:
Ser sistemáticos y consecuentes: es decir, hacerlo siempre igual en los diferentes entornos y contextos en que se dé la conducta.
Aplicar la técnica de forma inmediata en el tiempo.
Aprender a combinar las diferentes técnicas ya que potencia su utilidad.
Pensar en las conductas que queremos eliminar y priorizar cuáles serán las primeras en las que intervendremos; escogeremos dos o tres conductas, las que se den con mayor frecuencia.
Técnicas para aumentar conductas deseables:
La mejor manera para instaurar o que se aprenda una conducta es que se refuerce. Una norma que no se refuerza cuando el niño la cumple no se mantendrá en el futuro.
Cuando reforcemos debemos tener en cuenta:
Que reforzaremos las conductas adecuadas.
Qua alabaremos las conductas adecuadas en el momento en que se dan.
Proporcionaremos un refuerzo concreto: verbal, gestual y/o material (a ser posible, evitaremos los refuerzos materiales).
Los refuerzos verbales siempre deben ir acompañados de un componente gestual (sonrisas, contacto visual, caricias
).
Usaremos el reforzador de forma consistente: siempre que se de la conducta que deseamos potenciar.
Debemos tener en cuenta que el conseguir que la frecuencia de aparición de las conductas que deseamos aumente puede llevar su tiempo.
Lo que no funciona
o Dar mensajes dobles: hoy lo has hecho muy bien, no sé porqué no lo haces así cada día
. Este tipo de mensajes hieren la autoestima de nuestros hijos ya que son vividos como una crítica.
o Criticar: debemos diferenciar entre criticar y dar feedback. Un ejemplo de crítica seria tendrías que saber organizarte y preparar tu mochila solo; en cambio, una forma de retroalimentar o dar feedback al niño sobre la conducta que está llevando a cabo podría ser fíjate bien en tu horario, ¿crees que es posible que te falte alguna cosa que necesitas para el colegio hoy?.
o No hacer críticas globales: nuestro hijo necesita ser corregido pero no mediante críticas globales (siempre te olvidas de hacer X). Este tipo de comentarios no le ayudan a saber qué cosas tiene que mejorar y que cosas ha mejorado ya; por tanto, le hace pensar que no tiene ningún valor esforzarse para conseguir pequeñas mejoras. Para poder ayudarlo en este aspecto, lo mejor es establecer discursos donde quede patente que ha habido una mejora y qué pasos tiene que llevar a cabo para seguir mejorando.
Lo que funciona:
o Especificar y explicitar el esfuerzo que ha hecho el niño para mejorar y los resultados que ha obtenido (te has esforzado mucho en poner la mesa porque no te has dejado ningún cubierto
qué bien que puedas ayudarnos en casa, lo estás haciendo cada vez mejor).
o Dar elogios inmediatos; los elogios demorados en el tiempo tienen menos efectos positivos.
o Ser específicos elogiando: los elogios generales no le ayudan a saber qué conductas son apropiadas y cuáles no. Es mejor especificar qué ha hecho bien y qué sería lo siguiente a conseguir para hacerlo aún mejor.
o Ser auténticos: si se siente feliz o sorprendido por los esfuerzos que está realizando su hijo, hágaselo saber.
o Usar en nuestros feedbacks la expresión de nuestros sentimientos: es positivo para la autoestima de nuestro hijo saber que sus padres tienen sentimientos en cuanto a su conducta y sus mejoras.
o Tener expectativas realistas ya que, si no las tenemos, no sabremos elogiar apropiadamente aquellas conductas positivas o mejoras que se estén dando.
Técnicas para disminuir y eliminar las conductas no deseables:
La extinción: ¿cómo ignorar?
o La extinción se trata de una técnica altamente eficaz para eliminar comportamientos no deseados y consiste en no dar atención al comportamiento no deseado; a su vez, prestaremos atención a aquellas conductas que sí que queremos fomentar.
o Debemos tener en cuenta que la aplicación de la extinción hará que al principio las conductas no deseadas empeoren en frecuencia y en intensidad; debemos ser pacientes.
o Por supuesto, esta técnica no es útil para todas las conductas a eliminar ya que hay comportamientos que no podemos tolerar que se den. Para este tipo de comportamientos aplicaremos la técnica del tiempo fuer, que detallaremos a continuación.
Tiempo fuera
Se trata de una técnica dirigida a aquellas conductas que, por su intensidad o gravedad, no podemos ignorar. En realidad se trata de una forma extrema de ignorar al niño ya que se separa físicamente de todos los reforzadores positivos que puedan estar fomentando su mala conducta, especialmente de la atención del adulto.
Como en el anterior caso, el empezar a aplicar esta técnica hará que al principio empeore la conducta; por ello, debemos estar preparados para aplicarla hasta el final.
o Antes de aplicar la técnica le explicaremos al niño las normas de la misma: ante qué conductas aplicaremos esta técnica, qué se le dirá para indicarle que se retire, a dónde debe retirarse (escogeremos un lugar), lo plantearemos como algo positivo para él/ella que le ayudará a calmarse, el tiempo que estará fuera (que variará en función de la edad)
o Es altamente importante ignorar al niño durante la aplicación del Tiempo fuera.
o Se tienen que limitar el número de conductas en las que aplicaremos esta técnica.
o Reforzaremos la primera conducta positiva o deseable que se dé después del Tiempo fuera.
Coste de respuesta o refuerzo negativo
Sería similar a una multa: el niño perderá un privilegio cuando ejecute una conducta no adecuada.
Todas las técnicas presentadas pueden combinarse, lo que las hará más efectivas, y conforme las apliquemos nos haremos más expertos en el manejo de las mismas. Se trata de entrenarnos como padres y reorientar las conductas que hasta el momento habíamos llevado a cabo así que seamos pacientes con nosotros mismos y ayudémonos mutuamente a corregir la aplicación de las diferentes pautas que se han proporcionado en este artículo. Autobservarse y que nos evalúen desde fuera en la aplicación de consecuencias puede ser de gran ayuda en nuestro entrenamiento.
A lo largo de nuestras vidas, y desde que nacemos, contribuimos directamente a la construcción de las diferentes realidades que nos rodean. Es decir, en base a nuestra cultura, educación y principalmente a nuestras experiencias previas, conformamos un estilo de pensamiento y unos esquemas que nos harán interpretar el mundo de una forma determinada, la cual tenderemos a considerar que es objetiva y válida. Por desgracia, las distorsiones cognitivas ocupan un lugar muy destacado en nuestro día a día. Estas pueden entenderse como errores de interpretación en el procesamiento de la información o creencias que provocan una perturbación emocional, siendo de esta forma, desadaptativas. Así, a la hora de dotar de significado una situación en concreto, se activan los esquemas que anteriormente se han mencionado, los cuales en ocasiones, poseen un carácter irracional que nos llevará a interpretar la realidad de una forma distorsionada y poco objetiva, lo cual derivará en malestar emocional. Según lo explicado pues, no son los acontecimientos en sí mismos los encargados de provocarnos diferentes sentimientos, sino que es la interpretación que realizamos de estos lo que hace que experimentemos una emoción u otra. Y además este circuito situación pensamiento emoción influirá directamente en la realización de una conducta u otra. Por ejemplo, si un amigo/amiga hace tiempo que no nos llama, podríamos pensar no quiere saber nada de mí, sentirnos tristes y, consecuentemente, no llamarlo/a y aislarnos. Estas distorsiones, a nivel general, se caracterizan por expresarse a menudo mediante imperativos categóricos (p.ej; debería, tendría que, debo ), poseer una connotación dramática o catastrofista, ser rígidas y vivenciarse como espontáneas. Algunos ejemplos son los siguientes: – Pensamiento dicotómico: Consiste en adoptar un punto de vista sin matices, es decir blanco/negro o verdadero/falso. Se tiende a ignorar el continuo existente entre las polaridades, utilizando palabras como nunca, siempre, jamás, todo o nada. – Abstracción selectiva: También llamada visión de túnel, se trata de atender únicamente a uno o unos detalles concretos de una situación específica, ignorando otros datos que pueden resultar más importantes y que se corresponden con la misma situación. – Sobregeneralización: A partir de un suceso específico, extraemos una conclusión personalizada válida para explicar todo lo demás. Son juicios muy extremistas con predicciones surgidas a partir de acontecimientos aislados. Posibles ejemplos serían si ha ocurrido una vez, ocurrirá siempre o si una persona me hizo daño, todas las personas son malas. – Lectura de pensamiento: Este fenómeno consiste en presuponer o tratar de adivinar las cogniciones, actitudes o intenciones de los demás. Un ejemplo sería si me miran es porque estoy haciendo el ridículo. Existen muchos otros tipos de distorsión, los cuales nos caracterizan en mayor o menor grado. Uno de los componentes clave, es el carácter negativo que poseen todas ellas. En este sentido, buscamos confirmar hipótesis que difícilmente van a comportarnos un mayor bienestar, produciéndonos totalmente lo contrario, que entremos en una dinámica de negatividad y pesimismo respecto al mundo y nosotros mismos. Así pues, debemos tener claro que estos sesgos, aparte de habituales, son totalmente normales, pero es importante ser capaces de identificarlos y reconocer la importancia y necesidad de considerar otras alternativas, las cuales influirán directamente, tal y como hemos visto, en cómo nos sentimos y actuamos. Cada uno de nosotros continuamente aplica y pone a prueba múltiples pensamientos en cada situación. Algunos de ellos pueden suponer una limitación importante en nuestra vida. Si crees que este es tu caso, o simplemente deseas ampliar la información que posees al respecto, ponte en contacto con nuestro centro de psicología en Mataró, te ayudaremos.
A pesar de que la Depresión Mayor a la etapa infantil (a partir de los 6 años) ha sido reconocida como un trastorno psiquiátrico grave y recurrente, el hecho que las investigaciones se hayan centrado en su mayoría en niños mayores de seis años, junto con el escepticismo en cuanto a que niños tan pequeños como los preescolares pudieran experimentar una enfermedad tan compleja como la Depresión Mayor, ha fomentado que la Depresión Preescolar sea un trastorno bastante desconocido.
No obstante, y ya en el 2002, los estudios realizados desde la Psicología Infantojuvenil demostraban que la Depresión Mayor podía diagnosticarse en preescolares y que esta se daba en aproximadamente, un 1%; una cifra inferior a la prevalencia de la misma enfermedad en edades más avanzadas.
En cuanto a la expresión de este Trastorno en la etapa preescolar, el hecho que estos niños menores de 6 años no expresen su sufrimiento, el rápido ritmo de desarrollo de esta etapa que modifica la expresión del Trastorno, o el hecho de que los cuidadores y maestros continúen sin considerar la posibilidad de la existencia de una Depresión Mayor en esta franja de edad tan temprana han promovido que estos niños no reciban la atención especializada que requieren. Cuando menos, la realidad parece indicar que estamos dejando a muchos niños con esta problemática desatendidos.
No obstante, la literatura en Psicología Infantojuvenil ha encontrado cierta sintomatología específica de la Depresión Mayor en la etapa preescolar.
El periodo preescolar se caracteriza por una transición hacia un funcionamiento social más independiente en cuanto al cuidador y que, por tanto, exige por parte del niño poner en juego habilidades y competencias nuevas.
Teniendo en cuenta estos importantes cambios en el funcionamiento y en el entorno social, un preescolar que no presente emociones como la alegría y que demuestre preocupaciones por temas negativos durante el juego nos podrían estar alertando de una posible Depresión Mayor.
Así, y atendiendo a las últimas investigaciones y adelantos realizados en Psicología Infantojuvenil, podríamos decir que de forma genérica las manifestaciones clínicas de la Depresión Mayor en preescolares son las siguientes:
Humor depresivo o irritabilidad
Anhedonia o pérdida de interés por actividades placenteras (por ejemplo, pérdida de interés en juegos que antes le eran placenteras)
Carencia de motivación
Excesivo gimoteo
Mayor fluctuación anímica que los adultos, apareciendo a veces episodios de estado de ánimo normal, incluso durante el mismo día
Disminución del repertorio de interacciones sociales e iniciativa
Alteraciones del hambre (por exceso o defecto)
Alteraciones del sueño (insomnio o exceso de sueño)
Aumento o disminución de la actividad psicomotora (agitación o retraimiento psicomotora)
Fatiga, especialmente matutina, y falta de energía
Baja autoestima
Sentimientos de culpa y/o de inutilidad
Dificultades para pensar y concentrarse
Indecisión
Ideas de muerte o ideas de suicidio presentes en el juego y/o expresadas verbalmente
Quejas somáticas
Pero, ¿qué pasa si este trastorno no se detecta y no se trata?. Pues bien, según los datos que nos aporta la investigación en este campo parece que los niños que han presentado Depresión Mayor durante el periodo preescolar tienen una probabilidad cuatro veces mayor de sufrir Depresión durante los dos años siguientes que los preescolares que no lo han sufrido; hecho que hace que su detección y tratamiento adquieran especial relevancia.
En cuanto al tratamiento, y para concluir el presente artículo, los estudios nos indican que el mejor abordaje terapéutico no tiene que centrarse únicamente en el niño; como mínimo tiene que abarcar también la díada madre-hijo. Por lo tanto, la intervención familiar (modificación de actitudes, del tipo de interacción y pautas educativas) y la familia juegan un papel clave e indispensable en el tratamiento y mejora de la Depresión Mayor en preescolares. Y en cuanto a la orientación más recomendable según la investigación actual, el tratamiento de elección sería la Terapia Cognitivo-Conductual.
El constructo perfeccionismo, ciertamente posee en sí mismo una connotación claramente positiva, según la cual a nivel social entendemos que puede facilitarnos la adaptación y el desempeño en cada una de las áreas que engloban nuestras vidas (personal, familiar, social, laboral, etc.). En este sentido, algunos autores destacan que algunos componentes como la fijación de metas elevadas, el tesón para alcanzarlas, el interés productivo, el deseo de crecimiento y superación, y la necesidad de orden y organización, pueden promover la expansión de conocimientos, el establecimiento de hábitos de trabajo adecuados, un mayor esfuerzo y dedicación, y por consiguiente, una mejor ejecución en nuestras actividades cotidianas. A pesar de ello, esta característica también se concibe como una disfunción cognitiva que puede provocar un profundo impacto sobre la salud psicológica de los individuos. En esta línea, la podemos entender como el conjunto de creencias acerca de lo que las personas consideran que deben llegar a ser, y el nivel de estrictez con que intentan cumplirlo. Estas creencias además, suelen ser absolutistas, rígidas e irracionales (p.ej; no debo cometer errores, necesito ser el mejor, si no lo hago perfecto significa que no sirvo
). Según lo expuesto, es posible diferenciar entre perfeccionismo positivo o sano y perfeccionismo negativo o insano. El primer subtipo engloba o incluye a individuos que aunque acostumbran a proponerse metas elevadas y a priori difíciles de alcanzar, estas acostumbran a ser razonables y alcanzables. A pesar de tener elevadas expectativas de sí mismos y de los demás, lo cual los define como exigentes, no los hace hostiles ni extremadamente críticos. Adoptan una postura más realista, la cual facilita la aceptación y el menor impacto emocional negativo ante posibles frustraciones. Autores como Kottman resaltan que este tipo de personas utilizan su derrota para proseguir y esforzarse nuevamente. Además, no suelen poseer una perfección generalizada, sino que ésta suele manifestarse o ir encarada hacia determinadas tareas, situaciones y/o actividades. El perfeccionismo negativo o insano se caracteriza principalmente por provocar, en aquellas personas que lo poseen, reacciones intensas y perturbadores generalmente asociadas con frustración, tristeza, culpa y enojo, las cuales acostumbran a desencadenarse ante fracasos aparentemente mínimos. Como podemos entender, la interpretación que realiza la propia persona sobre la situación, y sobre los recursos personales que cree poseer para encararla, determinan el tipo y la magnitud de la respuesta que ofrecerá ante un resultado concreto. Así pues, hay que tener claro que el perfeccionismo consiste en una compleja manifestación que puede vincularse tanto a la disfunción psicológica como al funcionamiento adaptativo y normal. Debemos ser conscientes del impacto que puede suponer adoptar una postura demasiado elevada, rígida, extrema y carente de matices hacia nosotros mismos, la cual puede facilitar la aparición y perpetuación de síntomas y problemas como la ansiedad, el estrés y la depresión que a su vez, además de repercutir claramente en el área personal, tienen una influencia directa en todos los demás ámbitos de nuestra vida.
Si te sientes identificado y sientes que tu perfeccionismo te trae importantes problemas en tu vida, en la relación que tienes contigo mismo o con los demás, no dudes en contactar con nuestro equipo de psicólogos de Mataró. Te atenderemos y te daremos las herramientas para que puedas hacer frente a tus problemas causados por tus rasgos de personalidad disfuncionales.
RESILIENCIA Y BIENESTAR CÓMO POTENCIAR NUESTROS RECURSOS PERSONALES Si echamos una mirada atrás en nuestras vidas, muy posiblemente seremos capaces de identificar algún momento en el que hayamos sido capaces de sobreponernos ante un acontecimiento negativo o adverso. Así, la resiliencia se entiende como la capacidad de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, favoreciendo la adaptación positiva y el reajuste psicológico y emocional. Es importante tener en cuenta pero, que ser resiliente no significa no sentir dolor, malestar o experimentar ciertas dificultades a la hora de hacer frente a las adversidades. Evidentemente, la muerte de un ser querido, la detección de una enfermedad grave o la vivencia de situaciones estresantes a nivel familiar o laboral, por ejemplo, son sucesos que generan un impacto muy elevado además de legítimo en nuestras vidas, produciendo sentimientos de tristeza, ansiedad, soledad, rabia, etc. A pesar de ello, por lo general, acostumbramos a ser capaces de hacer frente a esos sucesos; reinventándonos, encarando el futuro con optimismo y reencontrando el sentido para seguir luchando por nuestros objetivos vitales. De esta forma pues, debemos tener en cuenta que uno de los componentes clave de la resiliencia, es en sí mismo, el malestar que producen los obstáculos que afectan nuestro estado emocional. Sin embargo, en algunas ocasiones parece que no conseguimos lograr salir del malestar emocional provocado por estas circunstancias, quedándonos estancados en pensamientos y sentimientos perturbadores. Por ello, a continuación se exponen algunas de las estrategias que podemos utilizar para potenciar nuestros recursos personales, cuya combinación puede potenciar y contribuir a desarrollar la resiliencia: – Rememorar episodios de superación: Revisar situaciones en las que hayamos sido capaces de gestionar y positivizar nuestro malestar puede ser un factor clave para encarar los acontecimientos adversos actuales. Aunque ciertamente cada circunstancia es distinta, existen componentes comunes que debemos tener presentes. Preguntas como ¿qué estrategias he utilizado para hacer frente a eventos estresantes? o ¿qué me ha ayudado a sentirme más esperanzado/a respecto a mi futuro? Pueden ayudar a descubrir algunas respuestas útiles para enfrentarnos de forma efectiva a ciertos acontecimientos. – Emplear la introspección: Aunque puede resultar incómodo, llevar la mirada hacia el interior de nosotros mismos puede favorecer la identificación prematura de ciertos pensamientos y sensaciones negativas que precipitan la llegada de malestar emocional. Así, tanto al explorar antiguos episodios como a la hora de hacer frente a eventos actuales, conviene identificar qué estamos sintiendo o pensando en ese momento, y dónde lo estamos experimentando. – Plantear objetivos realistas y alcanzables: Marcarnos metas concretas, específicas y temporales puede ser de gran ayuda para mantener la atención en el presente y concienciarnos de que nuestra vida posee un sentido concreto por el cual debemos seguir luchando. Además, los objetivos deben ser optimistas, es decir, que su consecución lleve en sí misma una mejora en nuestro estado de ánimo. – Adoptar una actitud flexible y tolerante: Debemos aceptar que habrá obstáculos, y junto a esto permitirnos experimentar ciertas emociones que, aunque en un primer momento nos resultarán desagradables, estas forman parte del proceso de aceptación y superación. Junto a esto, debemos permitirnos equivocarnos y reconocer que el malestar es en sí aprendizaje. – Mantener y establecer relaciones: Es importante que no abandonemos y nos mantengamos activos a nivel social. Nuestras relaciones personales pueden proporcionarnos el apoyo que no nos estamos permitiendo darnos a nosotros mismos, por lo que debemos intentar continuar cerca de ellas aunque prefiramos apartarnos y desvincularnos. Además de estas, existen muchas otras estrategias que pueden resultar de mucha utilidad para potenciar la resiliencia. Casi todas ellas pero, buscan favorecer la utilización de recursos personales escondidos tras el malestar que generan los diferentes acontecimientos. Si deseas recibir una atención específica sobre alguno de estos temas, no dudes en ponerte en contacto con nuestro equipo de psicólogos en Mataró, te ayudaremos.
El TDAH (o Trastorno con Déficit de Atención y Hiperactividad) es un trastorno del neurodesarrollo y, por lo tanto, de base biológica; sin embargo, con un tratamiento especializado y la colaboración de la familia (entorno cercano) y de la escuela, podemos ayudar a estos niños a desarrollarse con el TDAH y no a pesar de él.
¿QUÉ ACTITUDES PODEMOS TOMAR COMO PADRES?: AFRONTAR EL PROBLEMA DE FORMA EFECTIVA
Evitar la culpa: todos deseamos y proyectamos la idea de los hijos que nos gustaría tener; que no tuvieran que encontrarse con dificultades que les afecten de ningún modo. Sin embargo, cuando aparece un diagnóstico de una enfermedad o trastorno con base genética, aparece también en muchas ocasiones el sentimiento de culpa.
Aunque somos conscientes de lo sencillo que es valorar y relativizar los problemas cuando no son los nuestros, la culpa no nos va a ayudar en nuestro papel de padres; al contrario, generará un clima emocional negativo que afectará a toda la familia y sólo podremos ver las limitaciones de nuestro/a hijo/a, en lugar de todas sus potencialidades.
En lugar de anclarnos en lo que no es o no podrá ser, es más constructivo pensar en lo que es, en lo que sí que puede hacer nuestro/a hijo/a y cómo esas capacidades le pueden ayudar con sus handicaps.
Pensar a corto plazo y de forma positiva: aunque nuestro ritmo de vida a veces no nos permita estar cargados de la paciencia necesaria para tomarnos el tiempo que necesita el niño y adaptarnos a sus ritmos, para un/a niño/a con TDAH es muy importante que le demos la oportunidad de volver a empezar cada día. Que hoy o hasta ahora tarde más de lo convenido en vestirse para ir al colegio no quiere decir que no podamos ayudarlo a gestionar el tiempo de forma más efectiva con el tiempo; que un día se olvide un libro que necesitaba para clase no tira por la borda las veces que se ha acordado de llevar el material.
Hay que tener en cuenta que estos niños no funcionan a largo plazo; al contrario. Por eso, arrastrar castigos y enfados por los problemas de funcionamiento en el día a día no solo va a crear un clima emocional negativo en la familia, también resultará muy frustrante para el niño porque sentirá que nunca podrá hacerlo lo suficientemente bien. Esos castigos y enfados duraderos en tiempo solo conseguirán impactar en su autoestima de forma negativa y, por tanto, la conducta empeorará. Por ello, es importante saber cómo aplicar las consecuencias a una conducta no deseable para que estas consecuencias tengan efecto y den paso a conductas deseables.
Potenciar la individualidad de nuestro/a hijo/a: que un niño/a esté diagnosticado de TDAH no debería definirlo. Nuestro hijo es mucho más que esa etiqueta diagnóstica, tiene un ambiente y una personalidad que modulan la expresión de ese trastorno, lo cual es una buena noticia ya que implica que hay mucho por hacer por él/ella y por mejorar su funcionamiento cotidiano.
Por otra parte, debemos ser conscientes de que cuando esperamos un/a hijo/a generamos expectativas de cómo será, que podrá llegar a hacer. Cuando hay algún tipo de problema de carácter médico o psicológico estos deseos que habíamos proyectado sobre nuestro hijo se rompen y hay que ser cautelosos de no transmitir a nuestro hijo nuestra frustración. Lo constructivo sería poder dejar de lado esos deseos irracionales y ver a nuestro hijo por lo que es y lo que puede hacer y tener en cuenta que, aunque a nosotros nos hubiese encantado que realizara actividades más sosegadas, nuestro hijo va a tener sus propias necesidades tanto por el trastorno, como por su personalidad y, disfrutará y se desarrollará en actividades que requieran más movimiento y menos atención.
La realidad es que nuestro hijo es único y lo mejor que podemos hacer es apoyarlo y quererlo por lo que es y no por lo que nos hubiera gustado que fuera. Esa actitud revertirá en una autoestima y autoimagen positivas del niño, lo que le ayudará a tener una base emocional sólida para afrontar las dificultades del día a día derivadas del trastorno.
Entender qué es el TDAH: entender el trastorno es fundamental para poder ayudar a nuestro hijo y gestionar mejor tanto el aspecto emocional (el nuestro y el de él/ella), como sus conductas y potencialidades a nivel cognitivo. Para ello, podemos informarnos sobre grupos psicoeducativos, grupos de apoyo y la orientación de los profesionales especialistas que atiendan a nuestro/a hijo/a.
Buscar soporte: ser padres no es una tarea fácil, nuestros hijos no vienen con un libro de instrucciones bajo el brazo; si además nuestro hijo presenta algún tipo de condición que hace que su educación sea más compleja, es positivo permitirnos pedir ayuda:
Hablar con el tutor/a y psicopedagogo/a de la escuela. Con los psicólogo/s y psiquiatra que atiendan a nuestro/a hijo/a. Visitar al pediatra para conocer su opinión y asesorarnos. Asesorarse con un Trabajador Social sobre los recursos y ayudas a los que tiene acceso nuestro/a hijo/a. Hablar con el resto de familiares del entorno inmediato del niño/a: hermanos, otros cuidadores
Seguir las recomendaciones e indicaciones de los especialistas que atienden a nuestro/a hijo/a (siempre teniendo en cuenta que la decisión última es nuestra como tutores).
Actualmente, y desde hace cierto tiempo, nos encontramos sufriendo de forma constante cambios bruscos en nuestro clima, traducido en una disminución y/o aumento de la intensidad y frecuencia de las diferentes condiciones meteorológicas y especialmente de la temperatura. Esto repercute directamente en nuestro estado de ánimo.
Las condiciones climáticas y especialmente la luz ejercen una gran influencia en nuestro estado psicológico y emocional. Tanto es así, que ciertos trastornos psicológicos parecen mejorar o empeorar según la época del año en la que se sitúen. Así, los principales síntomas son aumento del cansancio, dificultades de concentración y para conciliar el sueño y disminución del estado de ánimo. Por ejemplo, en el Trastorno Bipolar, se ha comprobado que existe un patrón estacional, es decir, hay una mayor presencia de episodios depresivos en invierno, y en verano, en cambio, predomina la sintomatología relacionada con la manía y euforia.
A pesar de lo expuesto, no es necesario sufrir una enfermedad mental para percatarnos de la influencia que el clima tiene en nosotros. Las estaciones que poseen más horas de luz, como son la primavera y el verano, favorecen la exaltación del estado de ánimo, y aquellas con menor presencia de luz (otoño e invierno), parecen asociarse a una disminución del estado anímico favoreciendo la aparición de síntomas depresivos como la apatía, tristeza, pérdida de energía o cansancio, etc. Aunque existen muchas teorías acerca de por qué se producen estas variaciones en nuestro estado emocional en función de la estación, la mayoría coinciden en que están desencadenados por una respuesta del cerebro a la disminución de la cantidad de luz, y la relación de esto con ciertas hormonas encargadas de la regulación de los ciclos sueño-vigilia, como son la seratonina y la melatonina.
Ambas hormonas son segregadas de forma automática. La primera de ellas aumenta su presencia y segregación cuando nos encontramos expuestos a la luz solar, y se asocia principalmente a bienestar psicológico en términos de aumento de la sensación de bienestar y deseo sexual. Por otro lado, la secreción de melatonina aparece sobre todo por la tarde y durante la noche, es decir, cuando disminuye la luz solar, regulando principalmente el ciclo de sueño. De esta forma, cuando las horas de oscuridad son más predominantes (invierno y otoño), puede existir un aumento considerable de los niveles de melatonina y una disminución de serotonina, produciendo con condiciones biológicas que favorecen un bajo estado de ánimo con síntomas como tristeza, fatiga o apatía.
Aun así, es importante tener en cuenta que la afectación de las diferentes estaciones a nuestro estado psicológico es diferente en cada uno de nosotros, viéndose mediado por variables familiares (historia familiar), ambientales (entorno) y personales (p.ej: experiencias).
En este sentido, aunque nos encontremos en un periodo de mayor cantidad de luz, el aumento de la temperatura unido a factores de estrés como problemas laborales, sociales o familiares favorecen que aparezcan ciertos síntomas como ansiedad, irritabilidad, o agresividad, pudiendo traducirse en trastornos específicos como Trastornos de Ansiedad o Trastornos de Conducta, los cuales pueden requerir una intervención a nivel psiquiátrico además de psicológico. Por ello, debemos tener en cuenta que en los distintos problemas cotidianos aparecen inmiscuidas múltiples variables a considerar para afrontar de manera adecuada las diferentes situaciones.
Nuestro equipo de psicólogos, situado en Mataró, te facilitará los recursos y las herramientas necesarios para hacer frente a estas u otras dificultades que consideres importantes. En caso de querer más información, no dudes en contactar con nosotros.
La dislalia es una alteración específica del habla caracterizada por dificultades en la articulación de algún o algunos fonemas, ya sea sustituyendo estos por otros, o por la alteración u ausencia de algunos sonidos concretos. Hoy en día constituye uno de los problemas del habla y del lenguaje más frecuentes en población infantil. Se considera que hasta los 4 años éstas son evolutivas o normales, es decir como consecuencia de la falta de madurez del sistema nervioso el cual posibilita los movimientos necesarios para la articulación. A partir de aquí, cuando esta problemática perdura más allá de los 4 años de edad, puede requerir una intervención específica encarada a prevenir mayores complicaciones y a establecer una articulación adecuada, la cual será llevada a cabo por un logopeda.
Los niños que sufren esta problemática presentan una serie de errores a la hora de articular sonidos del habla, como pueden ser adición, omisión, sustitución o distorsión de estos. Estas alteraciones pueden apreciarse además en cualquier punto de las palabras pronunciadas, ya sea al principio, en medio o al final de estas. Junto a esto, es importante tener en cuenta que para diagnosticar esta problemática deben descartarse trastornos neurológicos, hipoacusia o algún otro problema biológico que pueda explicarlo.
Por otro lado, esta problemática puede clasificarse en diferentes tipos según la causa a la que atendamos. Así, aunque existe controversia al respecto, hoy en día se consideran cuatro subtipos:
– Dislalia evolutiva: Para articular de manera adecuada es necesario adquirir una cierta maduración cerebral. Por ello, debemos normalizar los errores cometidos en las primeras etapas en la articulación de fonemas. De este modo, aunque suelen ir acompañados de preocupación y malestar por parte de los padres, hablamos de este tipo cuando estos errores desaparecen con el tiempo y siempre antes de los cuatro años de edad.
– Dislalia orgánica: Podemos clasificarla en este subtipo cuando las alteraciones aparecen como consecuencia de un problema orgánico. Cuando existe una alteración grave en el sistema nervioso central, podemos hablar de disartria. Por otro lado, si nos referimos a malformaciones o alteraciones en los órganos del habla (lengua, labios, paladar, etc.), a esta problemática se le denomina disglosia.
– Dislalia audiógena: La causa de las dificultades en la articulación presentadas se encuentra en un problema auditivo. Así, al no poder oír correctamente, no hay una adecuada discriminación auditiva, lo cual puede llevar a confusión ante ciertos fonemas auditivos. El tratamiento debe ir encarado a mejorar esta discriminación, corregir los fonemas distorsionados e implantar aquellos inexistentes.
– Dislalia funcional: Es el subtipo más frecuente y se produce por un mal funcionamiento de los órganos articulatorios, sin que exista una causa orgánica que lo explique. A partir de aquí, se han propuesto algunos argumentos para explicar este problema. Por ejemplo, la falta de control en la psicomotricidad fina, una estimulación lingüística deficitaria, la sobreprotección o los traumas pueden entorpecer el proceso y facilitar la aparición de estas alteraciones.
Aunque la intervención específica para esta alteración del lenguaje sea llevada a cabo desde la logopedia, el conocimiento y la detección temprana en el ámbito escolar puede ser crucial para fomentar la mejora del niño. Además, en este proceso deben participar, estableciendo lazos de comunicación constantes, el profesional, el tutor o tutores de la escuela y la familia.
Si deseas recibir más información al respecto o consideras que puedes necesitar ayuda para este u otros problemas parecidos, desde nuestro centro de psicología en Mataró intentaremos solucionar todas las dudas y peticiones que tengas.