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Listado de la categoría: Noticias

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Noticias

Síndrome de alienación parental

EL SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL O SAP Richard Gardner (1985) definió por primera vez este concepto como “una alteración que surge principalmente en el contexto de las disputas por la guardia y custodia de los hijos. Su primera manifestación es una campaña de difamación contra uno de los padres por parte del niño, campaña que no tiene justificación”. Según este autor, el fenómeno resulta de la combinación del adoctrinamiento de uno de los progenitores y de las propias contribuciones del niño dirigidas a denigrar y desplazar al progenitor objetivo.  Por lo tanto, se entiende que uno de las partes ejerce una influencia directa al hijo a través de estrategias dirigidas a transformar la conciencia de los niños con objeto de impedir, obstaculizar o destruir sus vínculos con el otro progenitor. El mismo Gardner habla de este fenómeno como “lavado de cerebro”. Este además, aparte de servir para potenciar de forma más acusada el distanciamiento entre las partes, en ocasiones se crea en el niño un odio patológico hacia el progenitor, y en las que no se llega a alcanzar este punto provoca un deterioro grave de la imagen y consideración que posee el hijo del progenitor “alineado”, caracterizado principalmente por sentimientos y pensamientos de infravaloración y menosprecio. Por otro lado, a pesar de no producir daños físicos, las consecuencias de esta forma de maltrato infantil pueden ser muy graves, ya que repercuten en el desarrollo psicológico posterior del hijo manipulado. Así, además, al no interiorizar los modelos educativos, sociales y emocionales adecuados y necesarios para su desarrollo, esto repercutirá en su forma de actuar como padres en la edad adulta.  A continuación se exponen algunos de los principales síntomas del SAP: –        Débiles, absurdas, o frívolas justificaciones para el desprecio: Tal y como hemos remarcado, el hijo manipulado utiliza argumentos sin fundamento e irracionales inculcados por el progenitor para denigrar a la otra parte. –        Ausencia de ambivalencia: En toda relación existen sentimientos positivos y negativos. En este caso nos encontramos con que los niños muestran una dicotomía acentuada; todo es bueno e idealizado en un progenitor, y todo es susceptible al odio y al rechazo en el otro. –        Contradicciones: A menudo aparecen cuando comparamos los relatos históricos y presentes del niño. –        Campaña de denigración: Es el componente principal del síndrome, el hijo se focaliza en “odiar” a uno de los padres. –        Fenómeno del “pensador independiente”: Algunos niños llegan a defender que la decisión de rechazo de uno de los progenitores es totalmente suya, negando la influencia del otro progenitor precisamente por el componente de idealización y admiración que estos han conseguido crear. –        Ausencia de sentimientos de culpa hacia la crueldad y explotación del progenitor “alineado”: Es tal el convencimiento racional del hijo que llega incluso a mostrar indiferencia. En resumen, la importancia y gravedad de este fenómeno es obvia, siendo crucial el trabajo psicológico además de legal en estos casos. Lamentablemente pero, existen muchos más casos no detectados en comparación con los identificados, por lo que debemos colaborar conjuntamente para prevenir tanto su aparición como agravamiento.  

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/alienacio-3508.jpg 445 587 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:47:402022-05-09 18:01:52Síndrome de alienación parental
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La rutina en la relación de pareja

LA RUTINA EN PAREJA Una relación de pareja es un nexo, un vínculo emocional de carácter romántico que se genera entre dos personas. Este se concibe como un espacio o ámbito de complicidad, de intimidad, de aprendizaje continuo e incluso de maduración psicológica. Ciertamente, aunque pueden identificarse ciertas características comunes, en cada una de las que se forman día a día, existen aspectos singulares que hacen de ellas algo único, no solamente por las diferencias entre los integrantes de la relación, sino por las particularidades que nacen y evolucionan en la esencia de todas ellas. A pesar de las diferentes concepciones y aspectos positivos que cada uno de nosotros puede destacar de su relación, actualmente existe una preocupación o miedo más o menos acentuado pero muy común y habitual; se trata de la rutina, o mejor dicho, “el caer en la rutina”. En este punto es importante señalar que hoy en día este concepto contiene en sí una cierta connotación negativa, pero lo importante es determinar si realmente supone un problema para la relación, es decir, si los hábitos establecidos o algunos de ellos se conciben de forma negativa y, por tanto, susceptibles a cambio o mejora. En ese caso, inicialmente es necesario identificar el grado de acuerdo existente entre ambos miembros de la pareja, especificando qué aspectos sobre la relación desean potenciar cada uno de ellos. Junto a esto, también resulta útil descubrir aquellas características individuales que gustan y se consideran atrayentes, facilitando de esta manera la atención hacia la parte positiva del otro y de la relación, reduciendo así el sesgo hacia lo negativo. A partir de aquí, te proponemos algunas estrategias generales para fortalecer tu relación: –        Saber escuchar: Este es un aspecto básico, aunque en muchas ocasiones menospreciado. Implica estar atento a las demandas tanto implícitas como explícitas, comprender los sentimientos y pensamientos del otro, y saber transmitirle esta comprensión mediante hechos específicos que consideremos gratificantes en base a nuestras experiencias con ella. –        Demostrar y recibir afecto: No basta con decir “te quiero”, aunque a veces estas palabras no sean recurrentes y puedan ser en sí potencialmente útiles. Debemos asegurarnos de que la persona recibe e interioriza nuestros esfuerzos, y para ello es necesario ir un poco más allá, ya que de esta manera muy posiblemente seremos nosotros los que nos veremos recompensados. –        Cuidar los detalles: Un buena forma de encontrar los puntos que marquen la diferencia ante la otra persona es atender bien y ser minucioso con los detalles que el otro considera importantes. De esta manera podemos conseguir anticiparnos a ciertas demandas y facilitar el acercamiento. –        Atención hacia lo positivo: Resulta inútil focalizarnos y resaltar únicamente los aspectos negativos del otro y de nuestra relación, dedicándonos a reprochar aquello que no nos gusta en lugar de resaltar lo que nos agrada. Así pues, suele ser mucho más eficaz remarcar lo positivo, que a priori parece escondido, para conseguir de esta forma que se establezca como hábito. A parte de los destacados, existen muchos mecanismos que se pueden utilizar para evitar establecer una rutina negativa, los cuales si consideras necesarios en tu relación, no dudes en contactar con nuestro centro de psicología en Mataró. En este los mejores especialistas en terapia de pareja procurarán ayudarte de una forma profesional y en base al conocimiento existente acerca de tu problemática.  

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/pareja-3225.jpg 416 625 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:47:402022-05-09 18:01:52La rutina en la relación de pareja
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La depresión infantil. Manifestaciones, repercusión y orientaciones

La depresión es una problemática que puede afectar, en mayor o menor medida, a toda la población. En este sentido, algunos estudios constatan que esta aparece cada vez en edades más tempranas. En sí, esta se define como un estado de ánimo caracterizado por una profunda tristeza en la cual aparecen síntomas como pérdida de interés, baja autoestima, fatiga o pérdida de energía, sentimientos de inutilidad o culpabilidad, dificultades de concentración e incluso ideas o pensamientos de suicidio. 
Cuando pensamos en el término expuesto, es posible que nos venga la imagen de una persona con características similares a las destacadas. A pesar de ello, y aunque su concepción sea complicada al usar términos similares o incluso idénticos para definir algunas patologías, existen muchas diferencias en cuanto a las manifestaciones de las problemáticas desde la psicología de adultos y la psicología infantil y juvenil. En el caso de la depresión, y aunque se compartan algunos síntomas, los niños y adolescentes pueden manifestar esta problemática de forma muy heterogénea. Así, el Manual de Clasificación Diagnóstica de los Trastornos Mentales (DSM-5), material de referencia para psicólogos y psiquiatras, ha contribuido a utilizar una mirada amplificada de este concepto. Por ejemplo, en el Trastorno Depresivo Mayor realiza especificaciones algunos de sus criterios indicando que, aunque puede aparecer un estado de ánimo deprimido persistente, en población infantil puede manifestarse en forma de irritabilidad. Y también, que a pesar de poder existir un aumento o pérdida de peso asociada al estado de ánimo, en niños hay que considerar el fracaso para el aumento de peso esperado.
Así pues, la depresión puede afectar significativamente en el desarrollo del niño. La falta de recursos para gestionar y regular las emociones, junto a la inmadurez psicológica, potencia que la afectación sea más elevada, pudiendo repercutir mucho en etapas posteriores. Aunque la tristeza y la apatía puedan asociarse a cambios emocionales normales en algunas etapas del desarrollo, es importante atender a ciertas características que pueden estar evidenciando la problemática. Entre ellas están, además de la tristeza y/o la irritabilidad y los síntomas citados en el primer párrafo, puede apreciarse aislamiento social, la pérdida de interés por el juego y las actividades escolares, disminución de la autoconfianza con sentimientos de inferioridad, quejas físicas y llanto. Aun así, cabe remarcar que no todos los niños poseen estos síntomas, la gran mayoría reflejará diferentes características en contextos y momentos distintos.
Por otro lado, las causas de esta problemática pueden ser muy diversas, aunque la hipótesis que ha recibido más apoyo ha sido la de una posible combinación de factores (eventos vitales estresantes o con elevada carga emocional negativa, historia familiar, medio ambiente y alteraciones bioquímicas). Algunos estudios pero, han destacado que provenir de una familia desestructurada, estar bajo un estilo educativo excesivamente estricto o sufrir la pérdida de algún progenitor pueden predisponer a la problemática. Además, otros constatan la mayor prevalencia en niños comparado con las niñas, aunque indican que los datos se invierten en la adolescencia.
Sea como sea, y teniendo en cuenta la variabilidad en la manifestación del problema, debemos atender a las necesidades específicas del niño. Así, el tratamiento psicológico es similar a los adultos, siendo la terapia cognitivo-conductual la más indicada para ello. A grandes rasgos se encara hacia la modificación de creencias distorsionadas sobre uno mismo y el mundo, junto al manejo adecuado de las emociones, tanto positivas como negativas. Además, y especialmente en el caso de población infanto-juvenil, es crucial involucrar a los padres o cuidadores y a los profesores y/o tutores de la escuela de manera que permitan intervenir directamente en el entorno del niño, procurando detectar y modificar las dinámicas familiares y académicas desadaptativas.
Finalmente pues, hay que remarcar que a pesar de ser un problema importante y prevalente en nuestra sociedad, la depresión ofrece muchas posibilidades de mejora. Debemos estar atentos a los síntomas del niño para poder realizar un diagnóstico precoz y aplicar lo antes posible un tratamiento individualizado adecuado a sus características y a su momento evolutivo, siendo crucial además la colaboración de los padres o tutores para aumentar la eficacia de la intervención.
En caso de tener preguntas sin resolver o considerar que necesitas ayuda para este u otros problemas similares, no dudes en ponerte en contacto con nuestro equipo de psicólogos en Mataró. Te proporcionaremos una atención rápida, profesional y personalizada.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/ansiedad_inf-3852.jpg 368 472 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:47:082022-05-09 18:01:53La depresión infantil. Manifestaciones, repercusión y orientaciones
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La impulsividad: definición, características y estrategias para manejarla

Este concepto constituye uno de los rasgos de personalidad más predominantes de nuestra sociedad. A nivel general, lo podemos definir como la predisposición a actuar o reaccionar de forma rápida, espontánea o inesperada ante estímulos o situaciones externas o internas (del propio individuo) sin existir una reflexión previa acerca de las posibles consecuencias de los comportamientos adoptados. Algunos de sus principales componentes son: la búsqueda de recompensa o placer inmediato, la aparición del acto antes que la reflexión, la dificultad para inhibir conductas y anticipar sus posibles consecuencias, y una baja tolerancia al estrés. Todo ello confluye en un déficit de autocontrol, lo cual hace que algunas personas sean definidas como imprudentes, inconscientes, poco reflexivas, arriesgadas o incluso irresponsables.
Cabe remarcar pero, que aunque inevitablemente el término posea una cierta connotación negativa, podemos distinguir una impulsividad funcional, y otra disfuncional. Así, hablamos del primer subtipo cuando la situación implica, casi totalmente, un beneficio personal, lo cual supone un proceso previo, aunque sea breve, de toma de decisión con riesgo calculado. Por otro lado, la impulsividad disfuncional se relaciona con la tendencia a tomar decisiones irreflexivas y rápidas cuando las situaciones no lo requieren, siendo esta estrategia poco óptima y conllevando consecuencias negativas para la persona. Algunas de estas pueden ser por ejemplo, la aparición de culpabilidad, frustración, irritabilidad, o incluso pérdida de autoestima al no haber sido capaz de controlar los impulsos, existiendo además, una repercusión clara a nivel interpersonal, relacionada principalmente con el deterioro de la imagen social, y la consecuente pérdida de confianza del entorno.
Junto a esto, la impulsividad no únicamente se relaciona con ciertas características negativas, sino que posee un papel protagonista en muchos trastornos mentales tales como los trastornos de la conducta alimentaria, las adicciones tóxicas o comportamentales, el trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH), el trastorno bipolar o ciertos trastornos de personalidad como el límite o el antisocial. Además pero, aunque su repercusión resulta más o menos evidente en las problemáticas citadas, existen otros muchos trastornos en los que puede estar incidiendo: trastornos de ansiedad, del estado de ánimo o incluso en algunas disfunciones sexuales. De esta manera, también podemos deducir que puede suponer un problema crucial tanto en población adulta como infantojuvenil.
En algunos casos, si conseguimos mejorar este componente, que a priori puede pasar más o menos desapercibido, puede producirse un cambio crucial para el bienestar del individuo. A continuación se resaltan algunas recomendaciones para hacer frente a esta problemática:
–    Pensar antes de actuar: Tal y como hemos remarcado, es habitual en personas impulsivas actuar sin reflexionar previamente. En este sentido, se recomienda llevar a cabo un proceso de reflexión en el que principalmente se procuren anticipar las consecuencias de la conducta que se va a adoptar, permitiendo detectar y reducir algunas de las respuestas automáticas que se acostumbran a dar.

–    Tolerancia a la frustración: El refuerzo positivo o recompensa inmediata es un claro aliciente para la impulsividad; cuando este no se produce aparecen algunos de los sentimientos negativos antes comentados como ansiedad, rabia o irritabilidad. Es importante ser consciente de que en muchas ocasiones no recibiremos aquello anticipado. Además, el reaccionar de forma rápida y poco eficiente puede generar igualmente malestar, por lo que si conseguimos reducir los actos impulsivos y aumentamos nuestro repertorio de respuestas adaptativas, podemos corregir nuestro estado emocional.

–    Técnicas de relajación: Reducir la activación fisiológica puede resultar clave para mejorar la capacidad reflexiva y reducir el estrés y los síntomas de ansiedad. Adoptar un hábito diario en el que practiquemos algún tipo de ejercicio de relajación es muy probable que potencie la mejora.
Existen muchas otras estrategias terapéuticas consideradas eficaces para reducir la impulsividad. Algunas de ellas provienen de orientaciones como la terapia cognitivo-conductual. Nuestro equipo de psicólogos en Mataró, especializados en diferentes problemáticas y poblaciones (adultos e infanto-juvenil), te ayudarán a resolver las dudas que poseas al respecto y atenderán tus peticiones de una manera profesional y personalizada.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/reaccion-2522.jpeg 170 296 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:47:082022-05-09 18:01:53La impulsividad: definición, características y estrategias para manejarla
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La indefensión aprendida

La teoría de la indefensión aprendida aparece por primera vez en los años 70, obra de Martin Seligman. Inicialmente, y como muchos otros fenómenos explicados por la psicología, tuvo lugar un periodo de experimentación; en este, el autor descubrió que, si sometía a un animal a descargas eléctricas sin permitirle escapar de ellas, llegaba un punto en que dicho animal dejaba de emitir respuestas evasivas aunque, por ejemplo, la jaula permaneciese abierta. En otras palabras, había aprendido a no luchar contra ello, a sentirse o estar en una situación de indefensión.
Muy posiblemente, tras esta pequeña introducción habremos sido capaces de encontrar recuerdos o imágenes en nuestras vidas representativos del concepto introducido. Nada más lejos de la realidad; tras esta primera fase experimental, estudios posteriores demostraron que las personas podían sufrir exactamente el mismo proceso. Así, a grandes rasgos podemos definir este fenómeno como la condición por la cual una persona o animal se inhibe ante ciertas situaciones aversivas cuando las acciones para evitarlo no han resultado eficaces, terminando por desarrollar pasividad ante estos acontecimientos. Es decir, se adquiere el convencimiento de que se haga lo que se haga, no se va a conseguir cambiar el resultado.
Un ejemplo claro lo encontramos en las víctimas de violencia. En estas, la exposición continua al maltrato, junto a la ineficacia de las estrategias de afrontamiento empleadas, genera un cambio en el comportamiento de la víctima, la cual pierde la voluntad para erradicar las conductas agresivas. En lugar de eso, en algunos casos se utilizan estrategias como complacer al agresor o mantenerlo calmado para disminuir los actos de violencia. Junto a este, existen multitud de situaciones para ejemplificar este importante mecanismo. En este sentido, puede aparecer en cualquier contexto; laboral, social, familiar e incluso personal. Ejemplos de ello pueden ser el mobbing o el bullying. Generalizar la frase “esto es lo que hay, y haga lo que haga nada va a cambiar” a diversos ámbitos resulta relativamente sencillo.
A parte de esto, debemos tener en cuenta los principales componentes inmiscuidos en su aparición para poder detectarlo prematuramente. Así, cuando una persona entra en este proceso suelen manifestarse un déficit motivacional/conductual, emocional y cognitivo, cuya influencia es circular. En el primer plano, la persona refleja un retraso progresivo en la iniciación de respuestas voluntarias para confrontar la situación. A nivel emocional, los principales síntomas se enmarcan dentro del espectro ansioso-depresivo, donde podemos observar desde ataques de pánico hasta un estado deprimido perpetuado. Finalmente, podemos llegar hasta el punto de no ser capaces de encontrar soluciones al problema, e incluso creer que somos merecedores de la situación (esfera cognitiva).
Aunque debemos ser conscientes de la dificultad de afrontar este tipo de situaciones, existen mecanismos para facilitar su manejo. La persona que sufre este problema puede haber consolidado esquemas disfuncionales que la inhiben a la hora de encarar la situación. Por ello, es necesario desestigmatizarla, entendiendo que ha podido perder la capacidad de ver alternativas, y procurando reafirmar su capacidad y autoestima. Con ello, podemos facilitar devolverle cierto control sobre su vida, permitiéndole ser capaz de afrontar la situación de forma adaptativa.  
Nuestro equipo de psicólogos, situado en Mataró, puede ayudarte a resolver tus dudas o a manejar esta u otras situaciones que consideres relevantes. En caso de necesitar más información al respecto, estamos a tu disposición.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/inhibir-4824.jpg 280 376 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:47:082022-05-09 18:01:53La indefensión aprendida
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La negación como mecanismo de defensa

Podemos definir los mecanismos de defensa como procesos internos o inconscientes que se encargan de aminorar las consecuencias negativas generadas por eventos demasiado intensos, de tal manera que el individuo pueda continuar funcionando normalmente. De esta forma, procuran mantener el balance psicológico. También reciben el nombre de estrategias de afrontamiento, pero teniendo en cuenta que estas no se desarrollan de manera consciente sino de forma automática, y procuran siempre actuar como mecanismo de protección encarado a minimizar el impacto psicológico de ciertas situaciones.

Existen diversos tipos de mecanismos de defensa, los cuales pueden manifestarse en diferentes situaciones. Tradicionalmente, algunos de ellos son: la represión, mediante la cual bloqueamos inconscientemente deseos, pensamientos o experiencias amenazadores para impedir que lleguen a la conciencia; la racionalización, que consiste en ocultar las verdaderas motivaciones de los propios pensamientos, acciones o sentimientos a través de la elaboración de explicaciones tranquilizadoras, pero incorrectas; o la proyección, en la que se atribuyen de manera falsa los propios sentimientos, impulsos o pensamientos inaceptables a otra persona (p.ej; tenerle antipatía a alguien, pero pensar que es este quién quiere hacernos daño). Todos ellos surgen de manera automática, son inconscientes y su objetivo es, ante los diferentes conflictos psicológicos, reducir la ansiedad y el malestar ante agentes estresantes internos y/o externos.

De todos ellos, uno de los más relevantes y frecuentes lo constituye la negación, que puede mostrarse implícitamente en todos los demás. Este se define como el mecanismo mediante el cual la persona rechaza reconocer algún aspecto doloroso de la realidad externa o de la experiencia subjetiva que es aparente para los otros. Es decir, consiste en enfrentarse a los conflictos negando su relevancia o incluso su existencia, de tal manera que se evitan o rechazan aspectos de la realidad considerados desagradables. Una de las situaciones más significativas para definir este concepto, es el duelo tras la pérdida de un ser querido. Ante este acontecimiento, las personas pasamos por una serie de fases, en las que está inmiscuida, y casi siempre en primer lugar, la negación. En este sentido, el impacto emocional provocado por el acontecimiento provoca la no asimilación de lo que ha pasado, evitando aceptar la realidad y bloqueando de esta manera el dolor asociado.

El motivo principal por el que surge esta estrategia es la dificultad para integrar el elemento que causa el malestar, ya que lleva consigo la reconstrucción de una parte de nosotros mismos. Aunque es quizás uno de los ejemplos más representativos, el duelo no es la única situación en la que podemos apreciar este recurso. Y aunque es posible detectarlo en diferentes problemas psicológicos tales como ansiedad o depresión, también aparece frecuentemente en situaciones cotidianas como por ejemplo en las relaciones de pareja, cuando por ejemplo una de las partes se niega a reconocer una infidelidad, o el querer proyectar un modelo de relación ideal cuando se está sufriendo una crisis importante. También suele aparecer en situaciones laborales mediante la búsqueda de invalidación de argumentos que confirman que hemos cometido errores, que podemos perder el trabajo, etc. Si pensamos en las diferentes áreas vitales (familiar, social, personal…) encontraremos múltiples ejemplos. Finalmente, también podemos encontrar negación ante ciertos sentimientos tales como la envidia, el enfado, los celos, la decepción, el rencor o la tristeza.

Lo más importante aquí, es comprender que aunque puede ser una fase totalmente normal además de habitual en los acontecimientos negativos, debemos ser capaces de detectarlo, aceptarlo e integrarlo para seguir avanzando en nuestro día a día. En sí, constituye un modo de intentar evitar el afrontamiento de los diferentes problemas, los cuales la mayoría en un futuro deberemos encarar y solventar, no solo para impedir fomentar el crecimiento del malestar emocional, sino para permitirnos dar el paso hacia el bienestar psicológico.

En caso de querer profundizar sobre este tema, o considerar que necesitas atención para solventar algún problema similar, nuestro equipo de psicólogos en Mataró procurará resolver tus dudas y/o ayudarte mediante una atención individualizada y profesional.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/negacion-5200-4037.png 322 546 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:47:082022-05-09 18:01:53La negación como mecanismo de defensa
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Ser padres de un niño con TDAH: pautas educativas (II parte)

En el anterior artículo hablamos sobre las pautas educativas generales a aplicar con niños con TDAH (y que podrían aplicarse también a niños con Trastornos de conducta en general).
A continuación nos centraremos en ciertos aspectos en los que creemos que es importante prestar especial atención y que pueden ser complejos de gestionar debido a las características de los niños y niñas con TDAH o Trastornos de conducta.
Dar órdenes de forma efectiva:
En muchas ocasiones, el poder dar órdenes de forma efectiva implica desaprender el modo en que las hemos dado hasta ahora. Por ejemplo, repetirlas constantemente para que nos haga caso, usar un tono de voz elevado…
De forma resumida y clara, cuando damos instrucciones o órdenes debemos:
•    Dar instrucciones/órdenes simples. De una en una. Por ejemplo, si queremos que nuestro/a hijo/a aprenda a poner la mesa, le iremos indicando que tiene que ir llevando. Somos conscientes de que se trata de algo que requiere mucha paciencia, pero ayudará a que nuestro hijo interiorice la rutina y, por lo tanto, que se mantenga en el tiempo.
•    Las órdenes deben ser concretas. Por ejemplo, no sería útil decir “ordena tu habitación” ya que nuestro/a hijo/a puede entender que eso sólo implica que recoja los juguetes y puede omitir ciertos detalles. Es mejor decirle exactamente que tareas debe llevar a cabo para recoger su habitación: “recoge los juguetes, pon la ropa sucia en el cesto…”.
•    Usar un tono de voz firme y neutro. No debemos caer ni en el enfado, ni en ser demasiado blandos (por ejemplo, formularlo en forma de pregunta).
•    Asegurarnos que en ese momento nuestro hijo nos está prestando atención. Para ello eliminaremos distractores y le ayudaremos a que establezca contacto visual con nosotros.

Aplicar consecuencias (positivas y negativas):
Unido a cómo dar órdenes o instrucciones, está en cómo aplicaremos consecuencias positivas y negativas.
Cuando apliquemos las técnicas que explicaremos a continuación tendremos en cuenta:
•    Ser sistemáticos y consecuentes: es decir, hacerlo siempre igual en los diferentes entornos y contextos en que se dé la conducta.
•    Aplicar la técnica de forma inmediata en el tiempo.
•    Aprender a combinar las diferentes técnicas ya que potencia su utilidad.
•    Pensar en las conductas que queremos eliminar y priorizar cuáles serán las primeras en las que intervendremos; escogeremos dos o tres conductas, las que se den con mayor frecuencia.

Técnicas para aumentar conductas deseables:
La mejor manera para instaurar o que se aprenda una conducta es que se refuerce. Una norma que no se refuerza cuando el niño la cumple no se mantendrá en el futuro.
Cuando reforcemos debemos tener en cuenta:
•    Que reforzaremos las conductas adecuadas.
•    Qua alabaremos las conductas adecuadas en el momento en que se dan.
•    Proporcionaremos un refuerzo concreto: verbal, gestual y/o material (a ser posible, evitaremos los refuerzos materiales).
•    Los refuerzos verbales siempre deben ir acompañados de un componente gestual (sonrisas, contacto visual, caricias…).
•    Usaremos el reforzador de forma consistente: siempre que se de la conducta que deseamos potenciar.

Debemos tener en cuenta que el conseguir que la frecuencia de aparición de las conductas que deseamos aumente puede llevar su tiempo.

•    Lo que no funciona…
o    Dar mensajes dobles: “hoy lo has hecho muy bien, no sé porqué no lo haces así cada día…”. Este tipo de mensajes hieren la autoestima de nuestros hijos ya que son vividos como una crítica.
o    Criticar: debemos diferenciar entre criticar y dar feedback. Un ejemplo de crítica seria “tendrías que saber organizarte y preparar tu mochila solo”; en cambio, una forma de retroalimentar o dar feedback al niño sobre la conducta que está llevando a cabo podría ser “fíjate bien en tu horario, ¿crees que es posible que te falte alguna cosa que necesitas para el colegio hoy?”.
o    No hacer críticas globales: nuestro hijo necesita ser corregido pero no mediante críticas globales (“siempre te olvidas de hacer X”). Este tipo de comentarios no le ayudan a saber qué cosas tiene que mejorar y que cosas ha mejorado ya; por tanto, le hace pensar que no tiene ningún valor esforzarse para conseguir pequeñas mejoras. Para poder ayudarlo en este aspecto, lo mejor es establecer discursos donde quede patente que ha habido una mejora y qué pasos tiene que llevar a cabo para seguir mejorando.

•    Lo que funciona:
o    Especificar y explicitar el esfuerzo que ha hecho el niño para mejorar y los resultados que ha obtenido (“te has esforzado mucho en poner la mesa porque no te has dejado ningún cubierto…qué bien que puedas ayudarnos en casa, lo estás haciendo cada vez mejor”).
o    Dar elogios inmediatos; los elogios demorados en el tiempo tienen menos efectos positivos.
o    Ser específicos elogiando: los elogios generales no le ayudan a saber qué conductas son apropiadas y cuáles no. Es mejor especificar qué ha hecho bien y qué sería lo siguiente a conseguir para hacerlo aún mejor.
o    Ser auténticos: si se siente feliz o sorprendido por los esfuerzos que está realizando su hijo, hágaselo saber.
o    Usar en nuestros feedbacks la expresión de nuestros sentimientos: es positivo para la autoestima de nuestro hijo saber que sus padres tienen sentimientos en cuanto a su conducta y sus mejoras.
o    Tener expectativas realistas ya que, si no las tenemos, no sabremos elogiar apropiadamente aquellas conductas positivas o mejoras que se estén dando.

Técnicas para disminuir y eliminar las conductas no deseables:
•    La extinción: ¿cómo ignorar?
o    La extinción se trata de una técnica altamente eficaz para eliminar comportamientos no deseados y consiste en no dar atención al comportamiento no deseado; a su vez, prestaremos atención a aquellas conductas que sí que queremos fomentar.
o    Debemos tener en cuenta que la aplicación de la extinción hará que al principio las conductas no deseadas empeoren en frecuencia y en intensidad; debemos ser pacientes.
o    Por supuesto, esta técnica no es útil para todas las conductas a eliminar ya que hay comportamientos que no podemos tolerar que se den. Para este tipo de comportamientos aplicaremos la técnica del tiempo fuer, que detallaremos a continuación.

Tiempo fuera
Se trata de una técnica dirigida a aquellas conductas que, por su intensidad o gravedad, no podemos ignorar. En realidad se trata de una forma extrema de ignorar al niño ya que se separa físicamente de todos los reforzadores positivos que puedan estar fomentando su mala conducta, especialmente de la atención del adulto.
Como en el anterior caso, el empezar a aplicar esta técnica hará que al principio empeore la conducta; por ello, debemos estar preparados para aplicarla hasta el final.
o    Antes de aplicar la técnica le explicaremos al niño las normas de la misma: ante qué conductas aplicaremos esta técnica, qué se le dirá para indicarle que se retire, a dónde debe retirarse (escogeremos un lugar), lo plantearemos como algo positivo para él/ella que le ayudará a calmarse, el tiempo que estará fuera (que variará en función de la edad)…
o    Es altamente importante ignorar al niño durante la aplicación del Tiempo fuera.
o    Se tienen que limitar el número de conductas en las que aplicaremos esta técnica.
o    Reforzaremos la primera conducta positiva o deseable que se dé después del Tiempo fuera.

Coste de respuesta o refuerzo negativo
Sería similar a una multa: el niño perderá un privilegio cuando ejecute una conducta no adecuada.

Todas las técnicas presentadas pueden combinarse, lo que las hará más efectivas, y conforme las apliquemos nos haremos más expertos en el manejo de las mismas. Se trata de entrenarnos como padres y reorientar las conductas que hasta el momento habíamos llevado a cabo así que seamos pacientes con nosotros mismos y ayudémonos mutuamente a corregir la aplicación de las diferentes pautas que se han proporcionado en este artículo. Autobservarse y que nos evalúen desde fuera en la aplicación de consecuencias puede ser de gran ayuda en nuestro “entrenamiento”.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/NENTDAH-1717.jpg 365 548 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:47:082022-05-09 18:01:52Ser padres de un niño con TDAH: pautas educativas (II parte)
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Distorsiones cognitivas: Características y repercusión

A lo largo de nuestras vidas, y desde que nacemos, contribuimos directamente a la construcción de las diferentes realidades que nos rodean. Es decir, en base a nuestra cultura, educación y principalmente a nuestras experiencias previas, conformamos un estilo de pensamiento y unos esquemas que nos harán interpretar el mundo de una forma determinada, la cual tenderemos a considerar que es objetiva y válida. Por desgracia, las distorsiones cognitivas ocupan un lugar muy destacado en nuestro día a día. Estas pueden entenderse como errores de interpretación en el procesamiento de la información o creencias que provocan una perturbación emocional, siendo de esta forma, desadaptativas. Así, a la hora de dotar de significado una situación en concreto, se activan los esquemas que anteriormente se han mencionado, los cuales en ocasiones, poseen un carácter irracional que nos llevará a interpretar la realidad de una forma distorsionada y poco objetiva, lo cual derivará en malestar emocional. Según lo explicado pues, no son los acontecimientos en sí mismos los encargados de provocarnos diferentes sentimientos, sino que es la interpretación que realizamos de estos lo que hace que experimentemos una emoción u otra. Y además este circuito situación – pensamiento – emoción influirá directamente en la realización de una conducta u otra. Por ejemplo, si un amigo/amiga hace tiempo que no nos llama, podríamos pensar “no quiere saber nada de mí”, sentirnos tristes y, consecuentemente, no llamarlo/a y aislarnos. Estas distorsiones, a nivel general, se caracterizan por expresarse a menudo mediante imperativos categóricos (p.ej; debería, tendría que, debo…), poseer una connotación dramática o catastrofista, ser rígidas y vivenciarse como espontáneas. Algunos ejemplos son los siguientes: –          Pensamiento dicotómico: Consiste en adoptar un punto de vista sin matices, es decir “blanco/negro” o “verdadero/falso”. Se tiende a ignorar el continuo existente entre las polaridades, utilizando palabras como nunca, siempre, jamás, todo o nada. –          Abstracción selectiva: También llamada “visión de túnel”, se trata de atender únicamente a uno o unos detalles concretos de una situación específica, ignorando otros datos que pueden resultar más importantes y que se corresponden con la misma situación.    –          Sobregeneralización: A partir de un suceso específico, extraemos una conclusión personalizada “válida” para explicar todo lo demás. Son juicios muy extremistas con predicciones surgidas a partir de acontecimientos aislados. Posibles ejemplos serían “si ha ocurrido una vez, ocurrirá siempre” o “si una persona me hizo daño, todas las personas son malas”. –          Lectura de pensamiento: Este fenómeno consiste en presuponer o tratar de adivinar las cogniciones, actitudes o intenciones de los demás. Un ejemplo sería “si me miran es porque estoy haciendo el ridículo”. Existen muchos otros tipos de distorsión, los cuales nos caracterizan en mayor o menor grado. Uno de los componentes clave, es el carácter negativo que poseen todas ellas. En este sentido, buscamos confirmar hipótesis que difícilmente van a comportarnos un mayor bienestar, produciéndonos totalmente lo contrario, que entremos en una dinámica de negatividad y pesimismo respecto al mundo y nosotros mismos. Así pues, debemos tener claro que estos sesgos, aparte de habituales, son totalmente normales, pero es importante ser capaces de identificarlos y reconocer la importancia y necesidad de considerar otras alternativas, las cuales influirán directamente, tal y como hemos visto, en cómo nos sentimos y actuamos. Cada uno de nosotros continuamente aplica y pone a prueba múltiples pensamientos en cada situación. Algunos de ellos pueden suponer una limitación importante en nuestra vida. Si crees que este es tu caso, o simplemente deseas ampliar la información que posees al respecto, ponte en contacto con nuestro centro de psicología en Mataró, te ayudaremos.   

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/perturbacion-3634.jpg 345 506 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:47:082022-05-09 18:01:53Distorsiones cognitivas: Características y repercusión
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La Depresión Preescolar

A pesar de que la Depresión Mayor a la etapa infantil (a partir de los 6 años) ha sido reconocida como un trastorno psiquiátrico grave y recurrente, el hecho que las investigaciones se hayan centrado en su mayoría en niños mayores de seis años, junto con el escepticismo en cuanto a que niños tan pequeños como los preescolares pudieran experimentar una enfermedad tan compleja como la Depresión Mayor, ha fomentado que la Depresión Preescolar sea un trastorno bastante desconocido.
No obstante, y ya en el 2002, los estudios realizados desde la Psicología Infantojuvenil demostraban que la Depresión Mayor podía diagnosticarse en preescolares y que esta se daba en aproximadamente, un 1%; una cifra inferior a la prevalencia de la misma enfermedad en edades más avanzadas.

En cuanto a la expresión de este Trastorno en la etapa preescolar, el hecho que estos niños menores de 6 años no expresen su sufrimiento, el rápido ritmo de desarrollo de esta etapa que modifica la expresión del Trastorno, o el hecho de que los cuidadores y maestros continúen sin considerar la posibilidad de la existencia de una Depresión Mayor en esta franja de edad tan temprana han promovido que estos niños no reciban la atención especializada que requieren. Cuando menos, la realidad parece indicar que estamos dejando a muchos niños con esta problemática desatendidos.

No obstante, la literatura en Psicología Infantojuvenil ha encontrado cierta sintomatología específica de   la Depresión Mayor en la etapa preescolar.

El periodo preescolar se caracteriza por una transición hacia un funcionamiento social más independiente en cuanto al cuidador y que, por tanto, exige por parte del niño poner en juego habilidades y competencias nuevas.
Teniendo en cuenta estos importantes cambios en el funcionamiento y en el entorno social, un preescolar que no presente emociones como la alegría y que demuestre preocupaciones por temas negativos durante el juego nos podrían estar alertando de una posible  Depresión Mayor.

Así, y atendiendo a las últimas investigaciones y adelantos realizados en Psicología Infantojuvenil, podríamos decir que de forma genérica las manifestaciones clínicas de   la Depresión Mayor  en preescolares son las siguientes:
•    Humor depresivo o irritabilidad
•    Anhedonia o pérdida de interés por actividades placenteras (por ejemplo, pérdida de interés en juegos que antes le eran placenteras)
•    Carencia de motivación
•    Excesivo gimoteo
•    Mayor fluctuación anímica que los adultos, apareciendo a veces episodios de estado de ánimo normal, incluso durante el mismo día
•    Disminución del repertorio de interacciones sociales e iniciativa
•    Alteraciones del hambre (por exceso o defecto)
•    Alteraciones del sueño (insomnio o exceso de sueño)
•    Aumento o disminución de la actividad psicomotora (agitación o retraimiento psicomotora)
•    Fatiga, especialmente matutina, y falta de energía
•    Baja autoestima
•    Sentimientos de culpa y/o de inutilidad
•    Dificultades para pensar y concentrarse
•    Indecisión
•    Ideas de muerte o ideas de suicidio presentes en el juego y/o expresadas verbalmente
•    Quejas somáticas

Pero, ¿qué pasa si este trastorno no se detecta y no se trata?. Pues bien, según los datos que nos aporta la investigación en este campo parece que los niños que han presentado Depresión Mayor durante el periodo preescolar tienen una probabilidad cuatro veces mayor de sufrir Depresión durante los dos años siguientes que los preescolares que no lo han sufrido; hecho que hace que su detección y tratamiento adquieran especial relevancia.

En cuanto al tratamiento, y para concluir el presente artículo, los estudios nos indican que el mejor abordaje terapéutico no tiene que centrarse únicamente en el niño; como mínimo tiene que abarcar también la díada madre-hijo. Por lo tanto, la intervención familiar (modificación de actitudes, del tipo de interacción y pautas educativas) y la familia juegan un papel clave e   indispensable en el tratamiento y mejora de la Depresión Mayor en preescolares. Y en cuanto a la orientación más recomendable según la investigación actual, el tratamiento de elección sería la Terapia Cognitivo-Conductual.  

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/preescolar-2211.jpg 379 630 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:47:082022-05-09 18:01:52La Depresión Preescolar
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El perfeccionismo. ¿Virtud o limitación?

El constructo perfeccionismo, ciertamente posee en sí mismo una connotación claramente positiva, según la cual a nivel social entendemos que puede facilitarnos la adaptación y el desempeño en cada una de las áreas que engloban nuestras vidas (personal, familiar, social, laboral, etc.). En este sentido, algunos autores destacan que algunos componentes como la fijación de metas elevadas, el tesón para alcanzarlas, el interés productivo, el deseo de crecimiento y superación, y la necesidad de orden y organización, pueden promover la expansión de conocimientos, el establecimiento de hábitos de trabajo adecuados, un mayor esfuerzo y dedicación, y por consiguiente, una mejor ejecución en nuestras actividades cotidianas. A pesar de ello, esta característica también se concibe como una disfunción cognitiva que puede provocar un profundo impacto sobre la salud psicológica de los individuos. En esta línea, la podemos entender como el conjunto de creencias acerca de lo que las personas consideran que deben llegar a ser, y el nivel de estrictez con que intentan cumplirlo. Estas creencias además, suelen ser absolutistas, rígidas e irracionales (p.ej; no debo cometer errores, necesito ser el mejor, si no lo hago perfecto significa que no sirvo…). Según lo expuesto, es posible diferenciar entre “perfeccionismo positivo o sano” y “perfeccionismo negativo o insano”. El primer subtipo engloba o incluye a individuos que aunque acostumbran a proponerse metas elevadas y a priori difíciles de alcanzar, estas acostumbran a ser razonables y alcanzables. A pesar de tener elevadas expectativas de sí mismos y de los demás, lo cual los define como exigentes, no los hace hostiles ni extremadamente críticos. Adoptan una postura más realista, la cual facilita la aceptación y el menor impacto emocional negativo ante posibles frustraciones. Autores como Kottman resaltan que este tipo de personas utilizan su “derrota” para proseguir y esforzarse nuevamente. Además, no suelen poseer una perfección generalizada, sino que ésta suele manifestarse o ir encarada hacia determinadas tareas, situaciones y/o actividades. El perfeccionismo negativo o insano se caracteriza principalmente por provocar, en aquellas personas que lo poseen, reacciones intensas y perturbadores generalmente asociadas con frustración, tristeza, culpa y enojo, las cuales acostumbran a desencadenarse ante fracasos aparentemente mínimos. Como podemos entender, la interpretación que realiza la propia persona sobre la situación, y sobre los recursos personales que cree poseer para encararla, determinan el tipo y la magnitud de la respuesta que ofrecerá ante un resultado concreto. Así pues, hay que tener claro que el perfeccionismo consiste en una compleja manifestación que puede vincularse tanto a la disfunción psicológica como al funcionamiento adaptativo y normal. Debemos ser conscientes del impacto que puede suponer adoptar una postura demasiado elevada, rígida, extrema y carente de matices hacia nosotros mismos, la cual puede facilitar la aparición y perpetuación de síntomas y problemas como la ansiedad, el estrés y la depresión que a su vez, además de repercutir claramente en el área personal, tienen una influencia directa en todos los demás ámbitos de nuestra vida.
Si te sientes identificado y sientes que tu perfeccionismo te trae importantes problemas en tu vida, en la relación que tienes contigo mismo o con los demás, no dudes en contactar con nuestro equipo de psicólogos de Mataró. Te atenderemos y te daremos las herramientas para que puedas hacer frente a tus problemas causados por tus rasgos de personalidad disfuncionales.

https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2019/03/perfection-3343.jpg 422 759 admin https://gabinetpsicologicmataro.com/wp-content/uploads/2024/02/logo-100-2-300x138.png admin2019-03-22 10:47:082022-05-09 18:01:53El perfeccionismo. ¿Virtud o limitación?
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